Judy Bolton escribió: ↑02 Ago 2019 00:43
He leído lo dos primeros capítulos.
¡Y yo! Es decir, que ya terminé el trocito que me faltaba
Judy Bolton escribió: ↑02 Ago 2019 00:43Ya en el primero me he quedado mosqueada con el hecho de que
porque un coche se le pare al lado y un tío le hable y ella no haga caso y siga su camino enseguida venga una de sus hermanas a echarle la bronca por su "relación" con el lechero. |
Es el poder del chismorreo. Pero sí, sí, que acabas de salir por la puerta y el barrio entero ya sabe que sales ahora, a qué hora piensas volver, la ropa que llevas, con quién vas...
oigan, todavía tengo un pie dentro del portal, denme tiempo a cagarla por lo menos, y así ya tienen algo de qué hablar.
Judy Bolton escribió: ↑02 Ago 2019 00:43
En el segundo capítulo la escena del
trozo de coche con el medio novio también te deja mal al ver cómo se puede llegar a rizar el rizo de esa manera. Hay que rechazar absolutamente todo de los contrarios, todo es sospechoso, todo te puede meter en un lío, hasta una pieza de un coche si el coche es de los otros. Lo que hasta hace un momento era una conversación alegre entre amigotes se convierte en algo peligroso. |
Me ha gustado esa manera de hacernos ver hasta que punto existe en el ambiente esa obsesión por rechazar todo lo del otro bando.
Yo también lo veo muy bien contextualizado, te transmite toda la tensión de "y qué va a pasar ahora". Cuando vives en un contexto en el que por usar la palabra que no es, o llevar la ropa que no es, o estar donde no es, te matan, pues... andas con pies de plomo.
Y al ponerlo tan de relieve, se enfatiza el grado de ridiculez al que llegamos al haber bandos. ¿Qué más da que lleves este o ese color, o que te llames así o asá? Pues no, porque todo es simbólico, todo tiene un significado añadido. ¡Qué suplicio vivir así!
Esto enlaza con el comentario que sigue:
asangrefria escribió: ↑03 Ago 2019 14:10
Yo la lista de nombres prohibidos la interpreté (más allá de que sean todos hombres) como lo increiblemente absurda que puede llegar a ser la situación, que hasta para escoger el nombre de un bebé te tengas que andar con pies de plomo.
También fue mi primera impresión, pero no me parecía suficiente. Y al continuar con eso de que los nombres de niñas no tenían connotaciones políticas, ya se me abrió la otra ventana.
Creo que son las dos cosas.
Más tarde vuelve a confirmarse el enfatizar lo absurdo cuando sale la lista de expresiones que se usan y no se usan. Aunque esa parte creo que añade algo más, algo relativo a lo emocional. No expresan sus sentimientos, y encima la lista toda positiva. No me parece accidental tampoco.
Esta es:
«¡Extraordinario!», dijo alguien, y eso debía de indicar que lo era, porque esa palabra no figuraba en nuestro léxico. Al igual que otras parecidas (¡maravilloso!, ¡tremendo!, ¡formidable!, ¡deslumbrante!, ¡sensacional!, ¡de categoría!, ¡superlativo!, ¡caramba!, ¡estupendo!, ¡diamantífero!, ¡estrafalario!, ¡excesivo!) que incluían «sin embargo» o «en efecto», a pesar de que mis hermanas pequeñas y yo decíamos sin embargo y en efecto muchas veces, «extraordinario» era una palabra emocional, demasiado colorante, demasiado pretenciosa y con demasiada actitud. En resumen, era representante por antonomasia de la lengua de la otra orilla, siendo «antonomasia» otra de esas palabras. Aquí apenas se usaban sin alterar, avergonzar o asustar a los oriundos, así que otro dijo: «Joder, ¡quién lo iba a pensar!», y eso rebajó el nivel porque encajaba mejor con la tolerancia de la sociedad del lugar. A continuación hubo más cosas toleradas socialmente y más golpes en las ventanas y en la puerta. |
Sí, es enfatizar la absurdez de división, que afecta hasta al lenguaje. Pero el lenguaje representa también una forma de vida y una actitud. Y creo que aquí importa mucho el rechazo de palabras positivas, que expresan alegría, y el rechazo de palabras más "cultas" en favor de un tono barriobajero y una actitud acorde: los golpes y tal.
asangrefria escribió: ↑03 Ago 2019 14:10
La escena del motor del medio novio da bastante miedo por
como se puede tergiversar una situación, que además él ni siquiera ha provocado, ya que al vecino no lo ha invitado nadie ni nadie le ha pedido su opinión |
claro que gente como el vecino abundan, a quien más quien menos conoce alguien así (siempre dispuesto a retorcer y a sentirse ofendido) y tengo que decir que
cuando por fin alguien le parte la cara me resultó muy satisfactorio |
Je, je, je. Es porque lo hace tan bien, que te metes. Estás allí, soportando el rollo petardo y...
Judy Bolton escribió: ↑02 Ago 2019 00:43
La historia familiar del medio novio con
sus padres bailarines abandonando a sus hijos también es impactante aunque últimamente no paro de leer libros con ejemplares de padres que vaya tela. |
Es algo que se nos presenta como no normal, pero tampoco escandaloso. Entre tanto rumor y tanto dedo acusador, estos se van a vivir su amor y abandonan a sus retoños. Hoy a esos padres los llevan detenidos por negligencia. Pero ahí, ¡son libres! Que diga el barrio lo que quiera decir, ellos están en otro lado y que les quiten lo bailado (literal...).
Judy Bolton escribió: ↑02 Ago 2019 00:43
En la conversación con la madre al principio estaba empezando a comprenderla, quiere que su hija
no se salga de la "normalidad", que pase desapercibida, para que esté a salvo. Pero, cuando ella le explica con todo detalle las dos únicas veces que ha visto al lechero y lo que ha pasado y la madre no la cree y descarta de plano que las cosas hayan sucedido así y prefiere creer algo más turbio, ya he visto que la protagonista no tiene nada que hacer con ella, no va a encontrar apoyo en su familia. |
Además está la obsesión por
casarla, creo que unos 16 años, porque en algún momento dice que la insistencia de la madre empezó hace unos dos años. |
También acabo de leer un libro en el que
la madre influye todo lo posible para casar a su hija de 15 años |
y ninguno de los dos libros está ambientado en la Edad Media precisamente.
Sí, tiene 16. Dice que dos años antes y, después de "antes", tenía 18.
Creo que es otra cosa que también perduraba en algunas casas en mi infancia: el barrio tiene razón, tus hijos no. Los hijos te mienten para que no les des la turra, el barrio dice la verdad.
Por otro lado, aunque la madre creyese que el barrio miente, aceptar la explicación de su hija implicaría ser cómplice de su desgracia e involucraría emociones que no sabe gestionar. En su mente de rumores y miedos y negación de sentimientos, no hay cabida para algo así. Puede que la crea, pero no lo va a demostrar, no puede ir contra el barrio y el barrio ya ha decidido.
Lo de la negación de las emociones está bastante presente también.