Lutie Johnson es una protagonista fabulosa, de las que enamoran al lector. Cuando la conoces quieres que le salga todo bien, que pueda ser feliz y que su hijo llegue muy alto, o por lo menos que no se pierda, pero... mucho me temo que no va a ser así Y es que no lo tienen nada fácil. Si fueran blancos, esta historia podría ser optimista y positiva, en la línea de ¡Así de grande! de Edna Ferber. No van a ir por ahí los tiros, me temo.
Quizá me resulta un poquito maniquea la parte de la familia blanca de Connecticut con los que Lutie va a trabajar
tan ricos pero tan desgraciados, el marido alcohólico, la mujer frívola que no se quiere enterar de nada, y el cuñado suicida que acaba con su vida de esa manera tan atroz, |
cuando nadie se acuerda siquiera del niño y es Lutie la única que va a consolarlo, después de que el chiquillo viera a su tío volarse la cabeza. |