Pues sí, como decía, me ha parecido un libro muy bueno. Pero quería dejar un comentario algo más detenido, porque el libro se lo merece. A ver …. (menudo rollo me ha salido
)
El núcleo de la historia no es novedoso: Austerlitz, un niño judío, es enviado en un tren a Inglaterra por sus padres para salvarlo de las purgas del nazismo, donde es acogido por un pastor calvinista etc. etc…. Todos sus recuerdos de infancia quedan borrados y a los quince años le revelan su verdadera identidad. Auterlitz iniciará un recorrido para recuperar su infancia.
El trasfondo de la historia tampoco es novedoso: la recuperación de la memoria, la búsqueda de la identidad, de las raíces, la ausencia de patria, etc….
Hasta ahí una historia como muchas otras.
Pero para mi la verdadera magia de Austerlitz está en la forma en que Sebald construye la novela. Sí, porque la trama central, la parte, diría, “intensa” (investigación para recuperar las raíces familiares), tiene un papel que casi me atrevería a llamar “secundario”. O por lo menos para mi lo ha sido. La búsqueda de las raíces familiares, que dan lugar a recuerdos fragmentados que van surgiendo al hilo de la novela, no se hace patente hasta bien entrado el libro y su importancia decae incluso en la parte final. Utilizando una metáfora ciclista, el libro tiene una primera etapa en llano, una de alta montaña y termina otra vez en llano. Y es (para mí) en las etapas de llano donde está la esencia del libro.
En esta página
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2293,que contiene una breve semblanza de Sebald, dice algo que refleja perfectamente el estilo de Austerlitz:
… Sebald poseedor de una prosa exquisita donde es patente cómo cada palabra es amada por lo que es y cada frase por su música …
Es cierto, Sebald tiene, en esta novela, un estilo sobrio y potente, y a la vez suave y moldeado, nada barroco, en todo caso se lee muy fácil. La “parte llana” de la narración es pausada, relajada, va y viene, atrás y adelante, recorre la historia y -lo importante- se detiene para centrarse en detalles accesorios (como ventanas que se abren en la historia pero sin abandonar el centro), un estilo que pone de manifiesto la capacidad de observación del protagonista, paralela a la capacidad de descripción de Sebald, bastante adictiva para mí.
En realidad es ahí, en esos “paseos por los detalles” que se abren como huecos en la historia (para describir lugares, sensaciones etc…) donde el libro consigue sus mejores registros. Ese es su mérito. De no haber sido así, la novela se hubiera quedado en una historia más, como muchas otras, quizá entretenida, sin más.
Y la última parte del libro me ha gustado mucho: ya he dicho que el libro tiene una primera etapa llana y una segunda de “montaña” (donde la trama central es más intensa, la búsqueda y recuperación de la infancia del protagonista). Temía que el ultimo tercio continuara con esa búsqueda del pasado y sin embargo no lo hace, vuelve a la parte “llana”, Austerlitz desaparece tal y como llegó, en silencio, sin hacer ruido.
Qué más cosas me han llamado la atención:
La figura del narrador, que permite dosificar los tiempos de la historia. La historia la cuenta en primera persona un interlocutor oculto, un personaje que no tiene relevancia en el libro, a quien Austerlitz (el protagonista), le va contando la historia a lo largo de diversos momentos en que sus vidas se cruzan. Y eso permite que se superpongan los tiempos de la narración: 1) el “presente” de la narración misma, 2) el “pasado” de la a charla entre el protagonista y el narrador (la voz del narrador), 3) el “pasado” de las andanzas del Austerlitz adulto y 4) el “pasado” de los recuerdos fragmentados, dolorosos, de la infancia de Austerlitz que van saliendo a la luz. En realidad, los tiempos 3) y 4) salen de la voz del narrador, pero en realidad la que se escucha es la voz del propio Austelitz. La estructura es curiosa y da un buen resultado.
Más cosas: la historia se desarrolla en diversos lugares, pero llaman la atención las escenas que transcurren en estaciones de tren o de metro, que son recurrentes, un reflejo de la vida errante y sin patria de Austerlitz.
Referencias también a la arquitectura urbana de diversos lugares. Austerlitz, el protagonista, es profesor de historia del arte en Londres y uno disfruta muchísimo con las descripciones de edificios, estaciones, etc…, nada pesadas.
En fin, que me ha gustado mucho, esa sensación de estar enganchado a la narración (que no exactamente a la historia), que las frases, las imágenes, van entrando suaves, perfectas … pues eso.