Lo terminé hace un par de días y aunque me parece un libro excelente (le doy una calificación de 9 sobre 10) por momentos me ha parecido agotador y exasperante. No entiendo a Anna y su relación con los hombres; se nos la presenta como una mujer libre, pero esa libertad se reduce a que no es un ama de casa al uso y a que no está casada. Por lo demás, es una mujer atada a los mismos convencionalismos, estereotipos, anhelos, contradicciones que el resto de las mujeres. La diferencia, quizá, es que ella sí es consciente de esa mochila, aunque no hace realmente nada significativo para librarse de ella, sólo la observa, la analiza, la critica, se queja de ella... pero la sigue cargando como si no fuera posible otra opción.
Ella y todas las personas que la rodean (sus amigas y amigos, sus amantes, sus compañeros del Partico Comunista) están inmersos en un proceso de permanente de crítica intelectual sobre el mundo que les rodea, tienen cientos de conversaciones sobre cómo cambiar el mundo, sobre todo lo que habría que cambiar. Pero no hacen realmente nada, salvo teorizar, mirar por encima del hombro a quienes no piensan como ellos, mantener sus privilegios de clase y comportarse con arrogancia con quienes son "inferiores" a ellos (ya sean obreros, para los intelectuales comunistas; o amas de casa agobiadas, para las mujeres libres), aunque jamás confesarán que siguen viéndose como superiores, por clase, por formación, por entorno cultural (¡son británicos!) o por conciencia política.
Imagino que esa es la intención de
Lessing con esta novela (no le encuentro otro sentido, si no): desenmascarar a tanto intelectual de clase media que se compromete con una lucha (la justicia social, la descolonización, el feminismo...) pero sólo de boquilla, pues no asumen ningún riesgo. Riesgos a los que sí se ven abocados quienes son vícitimas reales de esas situaciones que ellas y ellos sólo analizan desde su privilegiada atalaya: los africanos colonizados (explotados, abusados, esquilmados) por Europa; las mujeres trabajadoras, expolatadas laboralmente y por sus maridos; los residentes en países comunistas, víctimas del régimen totalitario y de terror de Stalin. Y me hace cuestionarme hasta qué punto no soy yo así cuando me declaro feminista o de izquierdas y, en esta crisis, ni he perdido mi trabajo, ni mi casa, ni ninguno de mis privilegios ¿Ser consciente de que soy una privilegiada me hace más cercana a quienes no lo son? No, obviamente
Esta novela remueve, ya sea por tu conciencia política, ya sea por tu posivcionamiento feminista. Porque te pone en un espejo en el que necesariamente te ves reflejada, ya estés en el lado del privilegio o en el de la explotación. Y refleja lo difícil que es luchar contra los condicionantes sociales, salirte del papel que se te ha marcado, cómo -creyendo que luchas contra lo establecido- realmente sigues en el mismo espacio cnstreñido de pensamiento y acción.
Y Anna es el ejemplo perfecto; no olvidemos que los cuaderos los escribe ella, por lo que es su visión todo el rato, ya sea maquillando la realidad -como el caso de Saul Green, que sí se parece mucho a Milt (el americano de izquierdas "real") pero es una caricatura mucho más exagerada, casi grotesta de él y de la relación que establecen- o narrándola como realmente es -como la percibe- dándonos una perspectiva desesperanzda, agotada, cínica, triste de ella misma y de su realidad. ¡Cuánta infelicidad hay en esta novela! Lo que me lleva a preguntrme si ser intelectual implica necesariamente ser cínico y pesimista, ser infeliz.
Umberto Eco así lo afirma en
Apocalípticos e integrados,
Saramago también apoya esta tesis,¿habrá otros intelectuales que vean la posibilidad de ser si no felices, al menos sí de ser optimistas y esperanzados ante la posibilidad de que el mundo puede cambiar? ¿conocéis alguno?
Respecto al tema que nos ha reunido en este MC, el feminismo, tampoco tenemos muchos motivos para lanzar cohetes si las mujeres libres sólo podemos serlo como Anna y Molly, deseando encajar en el cliché de mujer emparejada, con un compañero adecuado al lado, pero -eso sí- sin perder su ámbito de desarrollo personal, su individualidad. Sé que han pasado más de 50 años desde que se escribió esta novela, pero hay tantas cosas que no han cambiado nada. La situación de la mujer ha mejorado -mucho, en Europa- en la superficie: acceso a la educación, al trabajo, participación política, etc. pero en los mandatos de género (tener pareja, formar una familia, apoyar a "tu hombre", llevar la carga mental del hogar tú sola, ser complaciente, tener buena imagen para gustar, no ser demasiado ambiciosa...) seguimos igual que hace 60 años... que hace 200 años. Y si las mujeres no nos revelamos contra esos mandatos, contra esas ideas arraigadas en nuestra psique, en el imaginario social, si no empezamos a actuar de una forma distinta en los pequeños detalles, no podremos ser libres de verdad. Como no lo es Anna en ningún momento de la novela.
He tardado mucho en leerla, no siempre es de lectura fácil, pero me alegro de haberlo hecho. Y gracias por la compañía y por los comentarios y por enriquecer con vuestras visiones y opiniones mi lectura del libro