Terminado. Un libro seco, desagradable, que a veces es como una bofetada. Un relato de crueldad e indiferencia, de cómo el ser humano a veces es el menos humano de los seres. O una muestra de que ser humano no implica ser civilizado, solidario, bueno...
Incluso que los personajes no tengan nombre (salvo dos) incide en esa deshumanidad; lo que nos identifica ante los demás es nuestro nombre, no tener nombre es no ser, es la despersonalización, es ser masa, sujetos intercambiables que no destacan por nada, que no son individuos
Y a pesar de la dureza, la sensación final es de desagrado, no de tristeza o de indignación (sentimientos que creo que encajarían mejor con los acontecimientos que se relatan), sino desagrado e incomodidad. La novela muestra una faceta del ser humano que no nos gusta, que rechazamos, pero que -en tanto humanos- también es nuestra.
Me ha recordado, en las sensaciones, en la aceptación resignada y sin consciencia de los acontecimientos (la vida es así, y esto es lo que nos ha tocado vivir) a
La familia de Pascual Duarte, otra novela tremendista, cruel y desapasionada sobre la indiferencia hacia el sufrimiento.
Ahora voy a leer los comentarios previos
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