En realidad, por debajo del fluir calmado del torrente de temas y recuerdos, creo que hay un sustrato que va aflorando, especialmente al principio, en medio y al final. Se trata de ese compañero y colega del autor, Michael, y su fallecimiento (que es a lo que se alude al final de la obra). Encontramos al autor en una cama de hospital, y se pone a pensar en el tiempo que pasó tras superar un episodio de gran trabajo andando y ensoñándose por la zona de Norwich. Ya al comienzo hace referencia a este colega Michael, que visitó en esos días por Norwich (creo que sale en el capítulo 5 o 6, no recuerdo ahora). Un tipo particular, pero en el que el autor se ve muy reflejado y con el que se siente muy hermanado.
Pero todo esto, al menos para mí como lector, queda muy subyaciente. El libro lo ocupa una constante regresión erudita al pasado, narrando la Historia detrás de algún detalle o algún elemento ya sea de la realidad vivencial que el autor recuerda haber tenido en esos paseos , ya sea de algún detalle dentro de uno de los recuerdos recordados o del episodio histórico o cultural que desvela. A veces me parecía un continuo ejercicio de "Magdalena de Proust" continuo y recurrente. Así, tenemos ratos donde se nos detalla el mundo comercial del arenque, la rebelión del Reino Celestial Taiping y la figura de Cixi, el paso de Chateubriand por Inglaterra, la historia de la sericultura, la vida de Joseph Conrad, y un largo etcétera. La verdad es que tomado con calma, se hace curioso ir conociendo lo que nos va contando. A cada final de capítulo terminaba con no pocas consultas en Wikipedia.
Es un detalle curioso que vaya incluyendo alguna que otra imagen, lo que cual hay que reconocer que enriquece el relato. No obstante, con semejante carga de recuerdo e historias, lo que serían los "personajes", como Michael, al menos en mi caso, apenas recordaba que se había citado al principio. Se desdibuja todo mucho.
Lo termino con la sensación de no haberme aburrido especialmente en su lectura, pero sí con la sensación a veces de que no es más que un ejercicio de escenificación cultural narrativo. Aunque de vez en cuando recupera su poso de extrañeza, de sensación de vacío, de ser ajeno y extraño a todo. De pisar y pasear por un mundo que ha caído en lo yermo, en las calles desoladas, en la playa desierta, y que tan sólo queda recordar cómo era. En una ocasión del libro (en el segundo o tercer capítulo) hace referencia a Saturno, y entiendo que es clara la alusión a lo despedido, lo fallecido (al igual que toda esta apertura a este episodio del autor, donde visitó por última vez a su compañero Michael, que fallecería al poco tiempo después).
"Como la cola de un vestido, las sombras de la noche se arrastran sobre la tierra, y, continúa diciendo [Thomas Browne, autor que trata al principio y final], dado que tras la caída del sol se acuesta casi todo lo que habita en el espacio intermedio entre dos cinturones terráqueos, se podría contemplar, siempre acompañando al sol poniente, la esfera que habitamos llena de cuerpos extendidos, como si hubieran sido derribados y cosechados por la guadaña de Saturno -el cementerio infinito de una iglesia para una humanidad epiléptica-."
Los anillos de Saturno, el título, entiendo que florece de este vagar por lo fenecido, por lo olvidado y desaparecido, por entre los cuerpos extendidos (la playa, los bosques, las calles, las amistades) que ya no volverán a tener pálpito.
Dejo aquí apuntado, por si alguien se queda con la curiosidad, que el personaje al que se refiere al final del capítulo cuarto es Kurt Waldheim.
|