Doktor Faustus - Thomas Mann

[Despinetta]

No he hablado de "miedo", al contrario.
Y sí, me leí a Lezama Lima, pero recuerdo a Alejo Carpenter (que lo adoro), la curiosa "Rayuela" o esa "Guerra del fin del mundo".
Adoro "Doktor Faustus". ☺

[bartlebycubano]

No he hablado de "miedo", al contrario.
Y sí, me leí a Lezama Lima, pero recuerdo a Aleho Carpenter (que lo adoro), la curiosa "Rayuela" o esa "Guerra del fin del mundo".
Adoro "Doktor Faustus". ☺

Eso fue con klatu, que hace ya algunos años leyó Paradiso en un miniclub en el que participamos unos pocos.
Pero si leíste a Lezama, tienes al menos una idea de porqué hice el comentario.

[Despinetta]

No he hablado de "miedo", al contrario.
Y sí, me leí a Lezama Lima, pero recuerdo a Aleho Carpenter (que lo adoro), la curiosa "Rayuela" o esa "Guerra del fin del mundo".
Adoro "Doktor Faustus". ☺

Eso fue con klatu, que hace ya algunos años leyó Paradiso en un miniclub en el que participamos unos pocos.
Pero si leíste a Lezama, tienes al menos una idea de porqué hice el comentario.

Creí que era a mí.
Y desde luego que te entiendo.

[bartlebycubano]

Creí que era a mí.

No ha pasado nada.

[klatubaradaniktó]

Voy poco a poco, pero voy.

Ya he leído dos capítulos más: XXIX y XXX.
El asunto central, esto es, la venta del alma de Leverkhun al diablo, parece haberse paralizado, pero el tiempo corre y nuestro personaje central tiene poco tiempo. El narrador, no obstante, planea sobre ese asunto sin entrar completamente. Entre líneas leemos que la obra está muy centrada en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, el Capítulo XXIX tiene como protagonista a una jovencita, de la peña de amiguetes de Leverkhun y compañía, a la que pretenden dos diferentes mozuelos (por llamarlos de alguna manera). Uno es, parece, el novio "oficial", serio, antipático, enclenque y muy poco atractivo. El otro es más dicharachero, locuaz, aguerrido y atractivo... La novela, de momento, no ha desvelado con cuál se queda, pero una no puede por menos de ver en esta “dualidad”, la situación de Alemania en el periodo de entreguerras, dudando entre mantenerse en “Europa”, o empezar, como ocurrió, su aventura nacionalsocialista...

El capítulo XXX de Doctor Faustus se ambienta en agosto de 1914, en el inicio de la Primera Guerra Mundial.
En este capítulo, el narrador, Zeitblom, describe una reunión que tuvo con un grupo de amigos en la casa de campo donde vive Leverkhun en una tarde de verano en 1914. Los amigos se reúnen para discutir la situación política de Alemania y el inminente estallido de la guerra. La conversación es animada y emocional, y hay una variedad de opiniones. Adrian Leverkühn, es especialmente elocuente en sus comentarios sobre la situación, y habla con gran pasión y fervor acerca del deber de los alemanes de defender su país y su cultura en la guerra que se avecina, aunque aparentemente esté sola defendiendo su postura... Definitivamente, a Leverkhun le han llevado los diablos...

En el transcurso de la conversación, Leverkühn también habla de la relación entre la música y la política, argumentando que la música es una forma de expresión artística que está íntimamente ligada a la historia y la política de una nación. Afirma que la música es una forma de arte que puede ser utilizada para transmitir los valores y la identidad de una nación, y que, por lo tanto, los músicos tienen la responsabilidad de crear música que sea fiel a su patria y a su cultura.

Seguimos adelante...

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El Capítulo XXXI prosigue la vida y obra de Leverkhun en su retiro, el cual, desde luego, no es tal, porque a su tertulia acuden buen número de amigos y amigas con los que departe y comparte sus inquietudes musicales. En el ínterin también se nos informa del curso de la guerra, de la que poco quiere saber Adrián. Sus obras se centran cada vez más en elementos diabólicos y en tradiciones germanas de claro contenido nacionalista...
El argumento, en el Capítulo XXXII, vuelve a Inés, quien

por fin se casa con su prometido... En realidad, es un error que, desde el principio, queda claro para el lector, quien asiste a las continuas confesiones de la mal casada al narrador, a la vez que se especifica que el amor verdadero era el "otro", al que no había sabido atraer..

.
El Capítulo XXXIII es el de la enfermedad de Leverkhun. Nuestro protagonista pasa los días encerrado en su casa,

sin trabajar, a oscuras y en celada, sin ver la luz del sol... sus dolores de cabeza son continuos y los médicos deambulan por la casa intentando paliar los sufrimientos del músico, cuya actividad artística se ve, no es necesario decirlo,

muy mermada...

La obra es inmensa... Aunque está basada en el clásico mito del Fausto... yo diría que este no deja de ser una excusa para

desarrollar toda una compleja trama en torno a cómo veía Thomas Mann su patria en aquellos difíciles años... Todos los episodios desembocan, creo, en un mismo y principal tema: el desgarro alemán

... ejemplificado en mil ilustraciones: Leverkhun, por supuesto, pero también Inés y el propio narrador...

Seguimos...

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Aceite hirviendo.jpg

El Capítulo XXXIV, en el que ya nos hemos introducido, consta de tres partes. La inicial es verdaderamente inquietante. Leverkhun parece ya

sanado de su dolencia cerebral y se dispone a componer la mayor obre jamás escrita. Se siente como San Juan, quien dice la tradición que fue salvado milagrosamente de ser quemado en una caldera de aceite hirviendo... La obsesión de nuestro músico es componer un gran Oratorio apocalíptico: el Apocalipsis cum figuris, por el que, musicalmente hablando, desfilarían todos los personajes bíblicos y cristianos que tuvieran algo que ver con la predicha destrucción del mundo conocido: la Gran prostituta, Ezequiel, los apóstoles y demás cuadrilla... todo ello aderezado por los grandes imagineros de la Cristiandad, como Alberto Durero o el propio Dante Alighieri: una auténtico summum apocalíptico

...
Seis meses es el plazo que Adrián se da para su trabajo... ¿será que el tiempo concedido se acaba?

Vamos a la Continuación del capítulo XXXIV

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Ya está leída la Continuación del Capítulo XXXIV.

Thomas Mann va alternando situaciones y episodios a razón de episodio por capítulo... eso hace que la novela mantenga un cierto ritmo entrecortado, muy solidario con el tema general desarrollado...
Básicamente, el capítulo gira en torno a la tertulia de Kridwiss, nuevo personaje anunciado, pero no tratado. En ella, la nueva "nobleza" emergente alemana impone sus criterios... En general, son ideas bastante nefastas e irreproducibles, pero destaco una... La colectividad debe primar sobre la verdad. La verdad la creamos la élite para que la colectividad pueda sobrevivir... buagggg!!! Ya he vomitado... Me quedo, claro con la máxima de Luis Vives: "La verdad, en cuyas filas debemos alinearnos, no pertenece a uno, sino que es patrimonio de la colectividad"...
Aparte de esto... las ideas restantes, no merece la pena reseñarlas...

Sigo con el Fin del Capítulo XXXIV.

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Dos nuevos capítulos... El Final del XXXIV y el XXXV.

El primero es muy teórico y difícil de seguir. Es una suerte de teoría a propósito del proyecto, ya realidad, de Leverkhun, de hacer un gran Apocalipsis musical... como ya sabemos todo está envuelto en los difíciles años que atravesaba Alemania y la no menos difícil situación vital de Leverkhun, maniatado por el Diablo...
La convulsión de ese capítulo desemboca en uno de los, para mí, mejores de la novela, el XXXV, en el que se nos explica el suicidio de Clarisa Rodde, actriz a la que por fin había salido un novio muy aparente, pero que es víctima de chantaje de parte de un anterior amante que solo desea humillarla y esclavizarla... Clarisa, cuando ve perdida la partida y la imposibilidad de escapar a la vergüenza y al odio del depredador, ingiere una sustancia que acaba fulminantemente con su vida... por supuesto no falta una reflexión sobre la libertad, el perdón, la limpieza moral... "Yo la hubiera perdonado" exclama el novio, desolado...

Aquí andamos entre los Capítulos XXXVI y XXXVII.
El primero es, otra vez, una diatriba contra los difíciles años por los que pasa Alemania. Si en algo está interesado Mann, entiendo, es hacernos ver a los lectores de allende las fronteras germánicas que lo de Hitler y sus atláteres no tuvo que ver con ellos, que ellos no querían y que fue el diablo el que se presentó, disfrazado, metamorfoseado y, como con Eva, haciendo ver que eran los otros los que mentían, que la prosperidad y la vida eterna las daba él, y no ningún Jehovás que viniera del jardía a meter baza...

El siguiente capítulo es más divertido... por lo menos el inicio... Mientras dan un paseo por los alrededores del retiro, el narrador y Levenkhun reciben la visita de un personaje franco-prusiano al que parece que se le pueden atribuir todo tipo de logros artísticos... y viene con una proposición arrebatadora...

Ya veremos qué proposición es...

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[klatubaradaniktó]

Parecía que había abandonado, ¿verdad? pero... ¿no me conocéis aún? No abandono tan fácilmente. Algunos libros sí los he dejado, pero, por norma general, me resisto... ocurre que se me cruzan otros, más interesantes, si cabe, o, al menos, a mí me lo parece...

De hecho, si medio he dejado Doctor Faustus es porque un proyecto más grandioso, más monumental ha surgido. El propio Fausto, el romántico, el de Goethe... al que abordaremos sin prisa, pero también sin transición...

Aquí andamos entre los Capítulos XXXVI y XXXVII.

El primero es, otra vez, una diatriba contra los difíciles años por los que pasa Alemania. Si en algo está interesado Mann, entiendo, es hacernos ver a los lectores de allende las fronteras germánicas que lo de Hitler y sus atláteres no tuvo que ver con ellos, que ellos no querían y que fue el diablo el que se presentó, disfrazado, metamorfoseado y, como con Eva, haciendo ver que eran los otros los que mentían, que la prosperidad y la vida eterna las daba él, y no ningún Jehovás que viniera del jardía a meter baza... El siguiente capítulo es más divertido... por lo menos el inicio... Mientras dan un paseo por los alrededores del retiro, el narrador y Levenkhun reciben la visita de un personaje franco-prusiano al que parece que se le pueden atribuir todo tipo de logros artísticos... y viene con una proposición arrebatadora... Ya veremos qué proposición es...

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Pues el asunto tenía que ver con ofrecer una especie de "gira artística" a Leverkhun, el genio de la música. Nuestro protagonista no debería preocuparse de nada, solo de autorizar los conciertos y, de vez en cuando, mostrar su presencia en la ciudad en que se presentara, para un, suponemos, baño de masas... Por descontado, esta parte llamémosle, "comercial" de su trabajo, no interesa, ni mucho ni poco a Leverkhun, quien, sencillamente, aparta la ocasión... no esperábamos menos... Los capítulos van fluyendo sin que acabemos de descubrir hacia dónde exactamente... tenemos la pista de Mefistófeles... o algo que se le parece. Tenemos la evidencia de los logros artísticos de Leverkhun. Tenemos un joven cercano ya a la cuarentena... No ha habido, hasta ahora, escarceos amorosos. Incluso los del narrador se han visto completamente ahogados... de hecho, solo sabemos que Zeitblom se ha casado; de hecho se alude en varias ocasiones a la consorte, pero nada hemos sabido de la historia del matrimonio. En el Capítulo XXXIX, parece que Leverkhun empieza a hacer planes de matrimonio... con una bella joven, también artista y que atiende al nombre de María. Los planes, digo, no parecen ir mucho con ella... planea y, parece, ejecuta, Leverkhun completamente solo...

Veremos el Capítulo XL.

klatubaradaniktó

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Thomas Mann - Doktor Faustus-1947.jpg

Recién empezado el Capítulo XLII.

Una nueva cuestión se cruza en la vida de Leverkhun.

Nuestro cuarentón siente algo más que "aprecio" por la música. Siente que, a su edad, necesita volcar sus afectos y cariño en alguien que verdaderamente lo merezca. La tal María, según decíamos más arriba, es la la escogida. En ella se agrupan todas las cualidades que un genio tocado por la varita diabólica del mal merece. Pero el hombre es complicado. De entrada, entre él y sus amigos, entre quienes se cuenta el narrador, por supuesto, organizan una excursión en tren a las montañas, a ver la naturaleza en estado salvajísimo,a pasar frío en la nieve, a disfrutar, caramba... y a llegar a casa bien entrada la noche, cansados pero satisfechos... Tras la gira, Leverkhun tiene claro que María ha de ser para él, y trama un plan mefistofélico (s. c.): va a hablar con uno de los amigotes, Rudolf Schwerdtfeger, para pedirle que haga de "Celestino" para con la chica, que la sonddee, que lleve sus mensajes, que vea, en definitiva, si ella también consideraría el matrimonio con Adrian una buna opción... Pero, ay, ingenuidad bobalicona... que la niña ya tenía un pretendiente, hombre, que no ves más allá de tus ojos... que has puesto a la zorra a guardar ovejas... tan genio para la música y tan torpe para el amor... Sí. Sí... te lo prometo... No jorobes, Rudi... klatubaradaniktó

[klatubaradaniktó]

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Esta lectura, que empezó un 17 de febrero, ha acabado hoy. Mi enhorabuena a todos los que me habéis leído ( o no...) en mis erráticas apreciaciones. Ya sé, efectivamente que lo soy, errática. Pero, además, he de decir que el bueno de Thomas Mann tampoco me ha ayudado mucho en esta lectura. El texto es maravilloso y la "doctrina" que encierra, clara como el cristal... no obstante, para leer esta literatura tan sesuda (y de ahí la parte que le toca al alemán) hay que tener la disposición de ánimo enfocada y centrada... Reconozco que no la he tenido durante esos meses, y que he compaginado la que hoy cierro con otras de todo calado... y, tal vez por eso, no le he sacado (a esta) todo el provecho que hubiera podido... en fin...

Si de "erratismos" hablamos, vamos con el de Leverkhun... Se van cumpliendo los veinticinco años que tiene de crédito... y, como todo en esta vida, el fin se divisa... Adrián lo divisa... concretamente... Su producción artística está en lo más alto. Nadie duda de su excelsitud. Nadie conseguirá nunca sus alcances... pero en el éxito está escrito el fin... Leverkhun ha cumplido la cuarentena y el único amor que podía haberle hecho el fin algo dulce se ha ido con el mensajero... ya hablamos de ello con cierta sorna, pero para Adrián es terrible... De hecho, no levanta cabeza... Mejor dicho... sí la levanta... circunstancialmente, un sobrinito va a vivir con él por ciertos problemillas de orden doméstico que hay en casa de la hermana de músico. Este acoge a su "nepote" con gozo y hospitalidad cálida, pero todo está escrito, y Mefistófeles actúa: en quince días, el sobrinito enferma y muere... desolación... ya no queda sino esperar el fin... Por cierto, el sobrino en cuestión se llamaba Nepomuceno... anda que... Este llega con diligencia. No la muerte, pero sí el fin de la "protección" artística demoníaca... Leverkhun lo sabe. tal día de cumpleaños del "incidente", el músico reúne a sus allegados (amigos, enemigos e indiferentes) y lo confiesa todo... ante el estupor y la indignación de tirios y troyanos, Adrián cae en un estado de locura, que ya se había anunciado en la propia reunión y que finaliza con el postramiento y posterior muerte de nuestro héroe a la edad de 54 años, nueve años después del fin de la influencia diabólica... Eso es Alemania... El narrador escribe alrededor de 1945, evocando sucesos que finalizan en 1939... ¿será coincidencia? Claro que no... Ya he hablado muchas veces de ese paralelismo... la "doctrina" fáustica de Thomas Mann... Bien. Me siento satisfecha... ha sido una excelente lectura. Un amigo me ha dicho que, seguramente, la novela no resistirá una segunda lectura de mi parte... No creo que viva para hacerla... Besos klatubaradaniktó