Lo de incluir personajes y hechos reales da mucho punto. Además de la escena de la visita a Karen Blixen, que es estupenda (
Dinamarca está llena de capitanes de barco retirados que crían rosas), está lo del barco: el
Stockholm. Stegner había viajado como pasajero en él y las había pasado canutas con el temporal, y cuando luego en 1956 ese barco chocó con el trasatlántico italiano
Andrea Doria y lo hundió, se le metió entre ceja y ceja meter en alguna novela su experiencia en el
Stockholm. Comentabais tú y Nieves con mucha razón que es cómica la descripción que hace de sus mareos en el barco, pero a la vez es tremenda la escena de
la tripulación lanzando al agua al pobre señor Bertelson en presencia de la viuda. |
En cuanto al asunto de Ruth, llevas razón en que anduvo
espabilada llevándoselo rápido de allí. Pero ahí también colaboró Astrid. Si llega a ser lagarta, se les encarama en su piso de Nueva York y la pobre Ruth lo habría tenido complicadillo... |
La verdad es que tanto Joe como Ruth supieron gestionar el asunto con elegancia. Y es bonito que algo que ha permanecido oculto veinte años lo sepan resolver de la forma en que lo resuelven finalmente, es decir, aumentando la complicidad en lugar de lo contrario. Como te comentaba anteriormente, me gusta el realismo con que trata a este matrimonio: por mucha complicidad y cariño que haya, cada individuo es individuo y tiene sus secretillos (de hecho, la existencia del diario era desconocida por Ruth).
En cuanto al pasaje de la máquina de hacer abono, sencillamente impresionante. ¡Qué dignidad la del señor Patterson cuando
se empeña en desenganchar él sin ayuda el remolque! |
Y también es previsible y tierno el enfado de Ruth cuando regresa y sorprende al marido probando la máquina. Pero ahí es otro detalle en que se ve lo buena persona que es ella, enseguida se le olvida el enfado al decirle Joe quién ha estado allí y para qué.
Gracias, madi, por ayudarme a segregar saliva con el libro de Olive. Tengo unos cuantos acumulados que me ilusionan mucho. Y eso que todavía no estoy libre, libre, para leer todo el tiempo que quisiera...