"Creer que nada ocurre es una simple ilusión". Comienzo mi comentario final (que no el último) con esta frase de Kien. Quizá sirva para desvelar algo de esta enigmática y desprevenida novela. A mí me ha resultado totalmente impredecible y eso, en literatura, suele resultarme grato. Ha sido un fascinante viaje. Cada capítulo era un embrollo más pero no sabía la dirección de la bola. Los personajes deambulan enloquecidos por todo el libro y el lector (yo, tú, nosotros) no puede más que asistir a esa incertidumbre de no saber qué está ocurriendo. Es cierto que nada se explica, y que una, quizá, deba elucubrar más de la cuenta. Pero también esto es un punto más a favor de esta novela que más que explicar, muestra. No desvela interrogantes porque no los crea. Y sin embargo, ¡hay tanto sinsentido!
"¿Qué han aportado las mujeres a la historia?". Para Kien, indudablemente, problemas, demasiados problemas. Su invectiva contra las mujeres, su manifiesta misoginia también está argumentada, justificada. Otra cosa es que tenga razón. También el raciocinio tiene grietas. Se retrotrae al origen de la historia y de los mitos griegos (de gran genialidad la relectura que hace de la obra de Homero en clave misógina en el capítulo titulado "Odiseo, fecundo en ardides") para adueñarse de la figura perversa por antonomasia: la mujer. Evas y Cleopatras insinuantes, entre otras, zigzagean como serpientes venenosas.
Pero Kien no las admira. Podría ignorarla. ¡Dios sabe qué poco le costaría! Una simple cuestión de voluntad. Ignorar lo prescindible es algo que un erudito lleva en la sangre. La ciencia es el arte de ignorar ciertas cosas. [...] Las mujeres son analfabetas, insoportables y estúpidas: un incordio permanente.
Pues el germen de su odio también comienza con una fémina: Teresa.
Mención aparte se merece el capítulo "Un manicomio". Aquí conocemos a Georges, o Georg, hermano de Kien, anteriormente ginecólogo y ahora psiquiatra. Ya esto de por sí daría para mucho comentario. Realmente buenísimo. Numerosas y enjudiosas son las frases sobre la locura, el manicomio, la cura, etc...
Los seres humanos, sobre todo los alienados y criminales, le eran indiferentes. O esta otra: "La locura ataca a los que solo piensan todo el tiempo en sí mismos. La demencia es el castigo del egoísmo.
Ellos lo enriquecían con sus experiencias únicas, mientras que él, al curarlos, no hacía otra cosa que simplificarlos.
Por otro lado, la cultura (ejemplificada por Kien) actúa contra la masa, funciona como un cinturón de defensa del individuo. A más cultura más protección. Porque una de las característica de la masa es que crece, crece, crece.
Pues nada sabían de aquella fuerza motriz de la historia, mucho más profunda y auténtica: el impulso humano a fundirse en una especie animal superior, la masa, y a perderse tan irremisiblemente en ella como si nunca hubiera existido un hombre aislado.
La "humanidad" existía como masa ya mucho antes de haber sido inventada y diluida conceptualmente. Como un animal monstruoso, salvaje, ardiente y exuberante, la masa hierve y se agita en lo más hondo de nuestro ser, a mayor profundidad que las mismas Madres.
¿Podrían ser estas algunas de las claves para entender que el libro estuviera prohibido bajo el régimen de Hitler? Porque hay que tener en cuenta, además, que después de esta obra de ficción, Elías Canetti, haría su gran aportación al ámbito de la sociología y antropología social con su obra
Masa y poder, ensayo publicado en 1960 donde aborda el tema de la relación entre los diversos tipos de "masa" y las estrategias de control y poder mediante las cuales los gobernantes y líderes políticos pueden dirigir a dichas masas. Esto último lo he sacado de la wikipedia.
Toda la tercera parte del libro me ha resultado sobresaliente con un gran estrellato como final. Un gran libro, desde luego. Muy recomendable.
El único problema es que ahora me siento huérfana de libro y de un gran personaje.