ignotus escribió:Bueno, aquí tengo mi trozo de pastel de patata listo para compartir
Me gustaría comentar que, antes incluso de probarlo, hay algo que me tira un poco p'atrás. Desconfío de las historias (más pedantemente, de los textos) que se desarrollan (que se despliegan) a partir de una situación que parece querer seducir de entrada. Cójase un viejecito supuestamente encantador que vive en un barco varado, un grupo de adolescentes que se encuentran durante unas vacaciones y una guapa profesora, et voilà, he aquí "Verano Azul". La peripecia a partir de aquí es más o menos previsible y bastante melodramática --sin pretender afirmar con esto que no tenga mérito alguno: no es fácil realizar un buen melodrama. Otro ejemplo casi opuesto: "La carretera", de McCarthy: después de las bombas atómicas un padre y su hijo pequeño tienen que atravesar un desierto, con el frío y lo ceniciento y la sorda desesperación acechando página sí página no.
En este caso, tenemos los tiempos más revueltos y difíciles, los tiempos de guerra, y lo que parece un refugio a modo de "torre de marfil", aunque a base de pieles de patata. A este respecto las críticas no son muy tranquilizadoras: "El bálsamo literario en medio de las bombas" (en este caso convencionales), "Una delicia para los amantes de los libros", "Una buena historia, un libro encantador".
Está claro que esto son prejuicios personales: con los libros pasa como con las personas, muchas veces (por no decir casi siempre) se les
prejuzga demasiado rápido, sin conocerlos. Entonces suelen ser objeto de nuestra
transferencia negativa: como cuando pensamos de alguien que nos acaban de presentar que
es esto o aquello, para a continuación incluso cabrearnos por ello --por lo que pensamos que el otro es. Sentirse cabreado tiene sus compensaciones, para ello se puede aprovechar la menor ocasión o buscar cualquier excusa, pero a la larga se convierte en un mal hábito, un vicio ...
(Por cierto, ¿se ha propuesto algún MC para "El curioso incidente del perro a medianoche"?)
(Y bienvenid@, Lorelai)
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Muy bien por Juliet, cómo se va a casar con ese pedazo de cazurro que empaqueta todos los libros para poner sus trofeos 
, pero desde la primera me di cuenta de lo mucho que disfrutaría este libro. Me declaro una fisgona al igual que Juliet, siempre me ha encantado fisgonear entre las cosas y la correspondencia de los demás (con permiso para ello) y hoy me siento como niño con juguete nuevo, no quiero ni soltar el libro.
