katrina escribió:Yo también lo empecé ayer. Voy a ser la nota discordante me temo... de momento no me atrae demasiado, supongo que será por el tema de las cartas, pero me lio con los personajes, y hay veces que se mandan unas cartas tan tontas, que me repatea simplemente...
No eres la única, y es un alivio porque a la sazón ya no me atrevía a comentar nada. Aunque he tenido que aclararle a Mr. Paul Thinkmind que el libro no es pedante, con eso no quería decir más que justamente eso.
A veces pienso que la crítica habría de ser siempre positiva, para llamar la atención o mostrar cosas que pueden tener interés. De lo que pensamos que no es interesante, más vale no decir nada. ¿De qué le puede servir a alguien que a
mi no me parezca interesante tal o cual cosa? A menos que (conozco a un crítico musical) nos paguen y haya que reseñar tal o cual musiquilla o libro, sea "bueno" o "malo", para cobrar por ello, lo que está lejos de ser el caso.
Pero resulta que en un club de lectura también hay que dar una opinión, aunque no sea favorable. Aunque me he puesto a leerlo con la mejor disposición posible (lo juro), dispuesto a aceptar el mundo que propone, no me ha gustado, y creo que voy a tirar la toalla antes de concluirlo. Podéis saltaros el resto de mi comentario, incluso recomendaría hacer esto, aunque yo me sienta en la obligación de decir por qué.
La primera sorpresa es la fecha de la primera carta: 8 de enero de 1946, es decir, meses después de terminada la guerra. No es entonces, como había supuesto, que la acción transcurra durante la contienda; de hecho la guerra aparece como algo más bien incómodo (una de las columnas de Izzy Bickerstaff sobre el estado de la nación durante la guerra se ocupa de la conveniencia de plantar guisantes alrededor de una estatua). La mayor parte de las cartas están escritas por Juliet, lo que la convierte en protagonista virtual.
Juliet (aunque haya lectores que se identifiquen con ella, y disfruten de su compañía) es una treinteañera un poco infantil que gusta de tirar cosas cuando se irrita (libros, teteras), y que escribe cosas como
«le amenacé con los volúmenes de En busca del tiempo perdido» |
o
"ya que no estoy segura de que mis escrúpulos pudieran resistir la visión de unos zapatos hechos a mano. Si algún día le conozco, procuraré no mirarle a los pies, o primero me amarraré al mástil y luego miraré, como Odiseo". |
Tengo bastantes más notas por aquí, pero voy a intentar resumir mi impresión: me recuerda fuertemente los libros de Enid Blyton, sus series de "Los cinco" y "Los siete secretos". El crimen como juego, siempre dentro de un orden infantil y británico de bollos y tazas de té y zapatos nuevos --a lo que aquí habría que añadir libros. Es sin duda un libro amable, del que --cómo no-- se puede disfrutar perfectamente. A mí me gustaba mucho leer los libros de los "Siete secretos", simplemente para reencontrar una vez más, previsible y felizmente, ese mundo. Pero no deja de ser infantil; aunque he dudado de si esta impresión podría ser muy personal, resultado de intentar encontrar otra cosa en el libro, de no aceptarlo tal cual, ahora estoy convencido de ello:
katrina escribió:me veo a mi misma en mi diario con 13 años poniendo esas mismas cosas, así que me ha hecho gracia... lo único, pues eso, que Juliet tiene 32 años, y yo eso lo hacía con 13...
Éste el juego, o el pacto, de esta lectura. Quien quiera aceptar las reglas y disfrutarlo, estupendo, incluso me da envidia, pero a mí no me va.
Tengo la impresión de que la narrativa escrita por mujeres (por lo general) está mucho más apegada a lo cotidiano, a las así llamadas "pequeñas cosas" que configuran cierta realidad. Pisan más un mundo seguro hecho de certidumbres y justas indignaciones. Pero atención, esto no es exclusivo de las chicas: cualquier escritor de "best-sellers" hace exactamente lo mismo.
P.S. 1: "El joven pastor canta en el valle de la humillación" me pareció un encabezamiento fulgurante, y resulta que una composición con tal titulo existe y es un poema de doce líneas (que quizas forma parte de "The Pilgrim's progress", de Bunyan; el "Valle de la humillación" es uno de los lugares imaginarios de ese libro). Shaffer no ignoraba esto, pero habla (p. 12 ed. 2009 RBA) de que Juliet tira el libreto de "El joven ..." a los pies de la profesora de dicción. ¿Un libreto con doce líneas? El poema figura en muchas antologías de poemas en lengua inglesa, y supongo que el libreto en cuestión sería una de ellas.
P.S. 2: Parece que a todos nos ha llamado la atención la afirmación de Juliet sobre el encantamiento de la lectura como juego "intertextual" --que diría Umberto Eco, supongo-- de detalles que remiten a otros detalles de otros libros que a su vez remiten a terceros, etc., en ilimitada y placentera proliferación.
P.S. 3:
Belén Esteban escribió:
Una duda. En la página 235 aparece esta frase. Por más que la leo me hace daño a los ojos. ¿Está bien construida? La frase es: "Simplemente me lo quedé mirando". ¿Es correcto decir eso?
Como a Lorelai, a mí también me chirriaba un poco, pero es "correcto": por ejemplo, una duda relacionada:
A ver si me puede aclarar una duda que me surgió hace unos días con un amigo. Refiriéndome a un jersey que llevaba, le comenté: "me lo quedo puesto" y él me rectificó diciendo: "me lo dejo puesto". Realmente no sé qué es lo mas correcto, pero desde aquel día no puedo dejar de pensar en ello.
El verbo quedar es en sí un verbo estativo y parece que choca con el participio puesto que es el resultado de una actividad. De ahí la corrección que hizo su amigo: me lo dejo puesto. El verbo dejar es combinable con un participio para expresar la conclusión de una actividad o acción: dejo terminado el trabajo, dejo corregidos los ejercicios, dejo puesta la leche al fuego, te dejo puesta la televisión. Con el verbo quedar también se pueden combinar participios, pero para expresar el resultado de una acción: el trabajo queda terminado, los ejercicios quedan corregidos, la leche queda puesta al fuego, la televisión queda encendida. En el contexto en que se encontraba ustedes dos (la compra de un jersey) el verbo quedar está empleado como pronominal (me llevo este jersey / me lo llevo) en el sentido coloquial de ‘me lo compro’. Se podría añadir un predicativo de objeto: me lo compré barato, lo compré rebajado, me lo compré usado, pero no suena tan bien me lo llevé barato, me lo llevé rebajado / me lo llevé usado.
Supongo que si nos suena "mal" es debido al gran pecado que --nos enseñaron-- supone decir "Me se ha caído". Pero no hay que volverse demasiado loco con estas cosas: como dice perfectamente Alberto Bustos en su "Blog de lengua española",
La gramática descriptiva se limita a describir la lengua tal como es, tal como la usan los hablantes, sin entrar en consideraciones sobre lo correcto y lo incorrecto. Esto último es el terreno del tercer tipo de conocimiento gramatical.
Algunos hablantes dicen “Se me ha caído el vaso”; y otros, “Me se ha caído el vaso”. Una gramática descriptiva se limitará a tomar nota de las dos variantes. Una gramática normativa, ante esta variación, dictará reglas prescriptivas, o sea, dirá: “La primera forma es correcta; la segunda, incorrecta”.
No hay que perder de vista que en la gramática normativa hay siempre un cierto grado de arbitrariedad. Lo que se hace es seleccionar una posibilidad entre varias que también serían viables, de manera semejante a como en la Europa continental hemos decidido que se circula por la derecha, aunque sería perfectamente posible hacerlo por la izquierda y, de hecho, así es en Gran Bretaña, Nueva Zelanda o Japón.
La norma es convencional, pero eso tampoco significa que nos la podamos saltar tranquilamente. El circular por la derecha o por la izquierda también es convencional, pero una vez que se ha adoptado la norma si decidimos ir al revés de todo el mundo las consecuencias no se harán esperar.