Terminado.
Me ha gustado mucho, mucho.
Como el anterior libro que me he leído del autor, rebosa imaginación por los cuatros costados, y además mucha aventura.
Todos los escenarios que giran en torno a los libros me han encantado, tanto de la ciudad como de la galerías. Tengo muchísimos párrafos subrayados.
La trama también me ha gustado mucho. Aunque al principio parece un poco difusa, me ha gustado mucho como poco a poco se va concretando cada vez más hasta llegar al final trepidante. Es curioso como las cosas que ha ido contando desde el principio del libro como "leyendas de Zamonia" van tomando forma en el libro. Eso me gusta mucho.
Spoilers sobre la trama y sobre el final:
Por ejemplo lo del "Golem del papel" que los libroquimistas construyen aparece ya al principio del libro.
Al final Moers es un poco pretencioso al decir que el libro que acabamos de leer son las memorias del dragón y han sido escritas habiendo alcanzado el Orm, pero bueno, yo se lo perdono porque realmente el libro está muy bien escrito. |
Me alegro de que al final del libro se añada un índice de anagramas con los autores. Yo sólo conseguí sacar sin ayuda del "retraductor" el de H.P. Lovecraft:
La vida es más horrible que la muerte… aforismos y máximas desesperados de P. H. T. Farcevol, ¡encuadernada en piel de murciélago!
Tengo muchos pasajes que me han gustado y que he subrayado, pongo solo algunos:
¿Y el contenido? El texto, eso lo puedo decir, trataba de los pensamientos de un escritor que se encontraba en un estado de horror vacui, de miedo ante la página en blanco. Al que había paralizado un bloqueo absoluto y que meditaba desesperado sobre la frase con que debía comenzar su relato.
¡No era una idea original, hay que admitirlo! ¡Cuántos textos se han escrito ya sobre esa situación clásica, casi tópica, de la profesión de escritor! Conozco sin duda docenas, y algunos de ellos son míos. La mayoría no surgen de la grandeza del escritor sino de su incapacidad: no se le ocurre nada, de manera que escribe sobre el hecho de que no se le ocurra nada… como un flautista que se hubiera olvidado de la partitura y soplara sin ton ni son su instrumento, sólo porque es su profesión.
Me encanta esta definición. En general no me gustan nada ese tipo de libros que hablan de escritores que tienen problemas para escribir, porque suelen estar cargados de topicazos aburridos.
Pero este libro es una excepción. Incluso con esa manía mía de aborrecer de ese tipo de libros, este libro me ha gustado mucho. |
Otro párrafo que me ha gustado mucho:
- ¿Conoce El caballero Hempel?
- ¡Por supuesto! ¿Recuerda el pasaje en que al caballero se le caen las gafas dentro de la armadura y tiene que batirse en duelo con su lanza prácticamente a ciegas? ¿O aquél en que un golpe de maza le disloca la mandíbula y durante un capítulo sólo puede hacerse entender por un lenguaje de signos? ¡Cuánto me reí! ¡Una obra maestra de gran comicidad!
Yo no había llegado hasta allí en la novela. Al cabo de cien páginas, que consistían exclusivamente en instrucciones para el cuidado de las lanzas, había tirado a un rincón el aburrido mamotreto que Danzarote me había infligido.
- Naturalmente -mentí-. La mandíbula. ¡Graciosísimo!
- Hay que torturarse primero con las cien páginas de instrucciones para el cuidado de las lanzas -dijo Mirón-, pero luego el libro entra realmente en materia. Ese capítulo en que el autor, durante ciento cincuenta páginas, consigue no utilizar la letra E… ¡Es una genialidad lipogramática!
Y el último, ya de verdad. Es un diálogo que me ha parecido genial
. No lo pongo entero con spoiler aunque está al final del libro porque creo que no destripa nada hasta donde pongo el spoiler. Después sí que
tiene destripes importantes sobre el final de la novela:
- ¡No te lo vas a creer!
- ¿Qué es lo que no me voy a creer? -exclamé impaciente-. ¡Me lo creo todo!
Homunkoloso me miró.
- ¿Ah sí? ¿De repente?
- ¡Dime lo que has visto!
- ¡No te lo vas a creer!
- ¡Por favor!
Homunkoloso volvió a concentrarse en la pestaña.
- ¡Es un testamento! -dijo-. Grabado en ese pelo.
- ¡No!
- Ya ves… ¡No me crees!
- ¡No me vuelvas loco! ¡Léemelo! ¡Lee- me- lo!
- Testamento -dijo Homunkoloso.
- ¡Sí, lo sé! -grazné-. Es un testamento. Ya me lo has dicho.
- No, lo pone aquí: Testamento. Es el título. ¿Te lo leo o no?
- ¡Por favor! -Si algo podía sonar como «te lo pido de rodillas» eran esas dos palabras. |
Voy a leer los comentarios del hilo.