Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Grandes clásicos de la literatura mundial.

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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por LizzyDarcy »

Pues tengo que mirar en las otras bibliotecas, porque en la que fui ayer era una edición horrible, con la letra ínfima (y una ya va teniendo una edad) y muy poco manejable además. Ni idea de qué editorial era, porque las pastas eran verdes sin título ni nada.
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XVI. Demasiado lleno de aventuras para ser descrito con brevedad.
La infortunada cocinera, conminada de modo tan enérgico, avanzó un paso o dos y, sosteniendo la lámpara precisamente de tal modo que le impedía ver en absoluto nada, declaró que no había nada, y que debía de haber sido el viento. Iba a cerrarse la puerta, en consecuencia, cuando una interna curiosa, que estaba mirando por las rendijas, lanzó un terrible chillido, que hizo echarse atrás a la cocinera, a la doncella y a las más aventuradas, sin perder un momento.
—¿Qué le pasa a la señorita Smithers? —dijo la abadesa, mientras la mencionada señorita Smithers comenzaba a entrar en un histerismo de una potencia de cuatro señoritas juntas.
—¡Dios mío, señorita Smithers! —decían las otras veintinueve internas.
—¡Ah… el hombre… ese hombre… detrás de la puerta! —chilló la señorita Smithers.


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(Me está costando lo suyo encontrar imágenes decentes de estos últimos capítulos).
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XX. Que muestra cómo Dodson y Fogg eran hombres de negocios, y sus pasantes eran hombres de placer; y cómo tuvo lugar una emocionante entrevista entre Sam Weller y su progenitor, perdido hace tanto tiempo; y que muestra también qué selectos espíritus se reunían en A la Urraca y el Tocón; y qué capítulo tan estupendo será el que sigue.
Un súbito restregar de pies, mezclado con el ruido de risas contenidas, se oyó desde detrás de la mampara.
—Se están burlando de usted, señor —le susurró Weller.
—¡Burlándose de mí, Sam! —respondió Pickwick—. ¿Qué significa eso?
Sam replicó señalando con el dedo por encima del hombro, y el señor Pickwick, al levantar los ojos, se percató del agradable hecho de que los cuatro pasantes, con rostros expresivos de la mayor diversión, y sacando las cabezas por encima de la mampara de madera, inspeccionaban detalladamente la figura y aspecto general del presunto burlador de corazones femeninos y enemigo de la felicidad de las mujeres. Al levantar la mirada, la fila de cabezas desapareció de repente, siguiendo inmediatamente a ello el ruido de las plumas que se movían afuriosa velocidad sobre el papel.


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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XXVIII. Un bienhumorado capítulo navideño, conteniendo el relato de una boda, ademas de algunas otras diversiones, que aun siendo, a su manera, tan buenas costumbres como el mismo matrimonio, no se observan tan religiosamente en estos tiempos degenerados.
Al terminar Sam este relato moral, que pareció impresionar mucho al chico gordinflón, los tres entraron en la amplia cocina, donde se habían reunido y a todos, señores y criados, según la costumbre navideña observada por los antepasados del señor Wardle desde tiempos inmemoriales.
Del centro del techo de la cocina, el viejo Wardle acababa de colgar con sus propias manos una gran rama de acebo, que inmediatamente dio lugar a una escena de lucha y confusión tan deliciosa como generalizada; en medio de la cual, el señor Pickwick, con galantería que hubiera hecho honor a un descendiente de la propia lady Tollimglover, llevó de la mano a la anciana bajo la mística rama y le dio su ósculo con todo decoro y cortesía.
La anciana se sometió a este aspecto de cortesía práctica con toda la dignidad propia de tan importante y seria solemnidad, pero las señoritas jóvenes, no estando tan completamente empapadas de veneración supersticiosa ante aquella costumbre, o imaginando que el valor del ósculo se eleva mucho si cuesta alguna molestia obtenerlo, chillaron y lucharon, y se metieron por los rincones, y amenazaron y se quejaron, y lo hicieron todo, menos marcharse, hasta que algunos de los caballeros menos atrevidos estaban a punto de desistir, cuando de repente encontraron ellas que era inútil resistir más, y se sometieron de buena gana a ser besadas. Winkle besó a la señorita de los ojos negros, y Snodgrass besó a Emily; y Sam Weller, que no tenía grandes escrúpulos en cuanto a la formalidad de situarse bajo la rama, besó a Emma y a las demás criadas conforme las iba sorprendiendo. En cuanto a los parientes pobres, besaron a todo el mundo, sin exceptuar siquiera a los elementos menos agraciados de las jóvenes invitadas, que, en el exceso de su confusión, se metieron debajo de la rama en cuanto se colgó, sin saberlo. Wardle estaba de espaldas al fuego, vigilando toda la escena con la mayor satisfacción; y el chico gordinflón aprovechó la ocasión y se apropió para su uso, y devoró sumariamente una empanada especialmente buena que se había puesto aparte para otra persona.


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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XXX. De cómo los pickwickianos trabaron conocimiento con un par de simpáticos jóvenes pertenecientes a una de las profesiones liberales; y cómo se divirtieron en el hielo; y cómo termina su visita.
Era una cosa interesantísima observar el modo como el señor Pickwick cumplía su parte de la ceremonia; observar la tortura de ansiedad con que miraba a la persona de delante, avanzando hacia ella con inminente riesgo de derribarla; verle consumir poco a poco la fuerza con que había empezado, y volver lentamente por la pista con la cara hacia el punto donde empezó; contemplar la sonrisa juguetona que enarbolaba en su rostro cuando había atravesado toda la distancia, y la seriedad con que se volvía atrás una vez que lo había hecho, en persecución de su predecesor, con las polainas negras corriendo alegremente por la nieve y los ojos centelleando de alegría y júbilo a través de los lentes. Y cuando le derribaban (que solía ser, por término medio, una vez de cada tres) era el espectáculo más confortante que se puede imaginar observarle cómo recogía el sombrero, guantes y pañuelo con aire resplandeciente, para volver a tomar su puesto en la fila con un ardor y entusiasmo que nada podía disminuir.

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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XXXIV. Que está totalmente dedicado a un completo y fiel informe sobre la memorable vista de la causa "Bardell contra Pickwick".
— De este hombre, Pickwick, diré poco: el tema presenta muy pocos atractivos, y yo, señores, no soy tal hombre, ni ustedes, señores, son tales hombres, como para deleitarse en la contemplación de la falta de entrañas más repugnante ni de la bajeza más sistemática.
Aquí el señor Pickwick, que se había retorcido en silencio durante algún tiempo, dio una violenta sacudida como si se presentase a su mente alguna vaga idea de atacar al abogado Buzfuz. Un gesto admonitorio de Perker le hizo frenarse, y escuchó la continuación del docto letrado con una cara de indignación que contrastaba fuertemente con los rostros de admiración de las señoras Cluppins y Sanders.


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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por LizzyDarcy »

Espero empezarlo mañana.

Al final voy a leer una edición en digital, lo que había en mi biblioteca es poco manejable :?
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por LizzyDarcy »

He leído los dos primeros capítulos.
Tengo que decir que el primero me dejó un tanto sorprendida, no sabía muy bien qué nos estaba contando Dickens.
Ahora ya le voy pillando un poco el tranquillo.
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

LizzyDarcy escribió: 24 Mar 2021 09:25... no sabía muy bien qué nos estaba contando Dickens.
Ahora ya le voy pillando un poco el tranquillo.
Pues eso, las aventuras que le suceden a cuatro miembros del club pickwickiano, con el orondo Samuel Pickwick a la cabeza.
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por lunallena »

Bueno ya estoy con él. Me he leído tres capítulos.
Todavía estoy pensando cómo se puede liar tanto la cosa para terminar e un duelo.
@Gretogarbo , tu que vas más adelantado, ¿es todo así disparate tras disparate?
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

lunallena escribió: 25 Mar 2021 07:32... tu que vas más adelantado, ¿es todo así disparate tras disparate?
Voy más adelantado pero me he atascado en el último cuarto de novela aunque no por desinterés sino por razones ajenas al libro. En cuanto a tu pregunta, lunallena, hay capítulos muy disparatados porque hay personajes que lo son y conducen la trama hacia esa condición. El libro es, en general, divertido y muy aventurero.

Por cierto, en la novela hay gente gorda y oronda a cientos. Y el otro día me enteré casualmente que hay un síndrome relacionado con la obesidad que fue bautizado con el nombre de Síndrome de Pickwick en honor a Joe, uno de los personajes de esta obra.
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por LizzyDarcy »

Voy a capítulo diario :dragon:

Y bueno es una situación disparatada tras otra. Pero bueno, es bastante ligero de leer y muy entretenido. Cuando termine el otro libro que tengo entre manos, le doy un empujón a este. :D
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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XXXVIII. De cómo Winkle salió de la sartén para caer, dulce y cómodamente, en el fuego.
Después de comer, Bob Sawyer pidió el mortero más grande de la tienda y preparó en él una humeante poción de ponche al ron, removiendo y combinando los ingredientes mediante una mano de almirez, con aire impresionantemente farmacéutico. Sawyer, por ser soltero, no tenía en casa más que un vaso, que se adscribió a Winkle como cumplimiento para el visitante, mientras que Ben Allen se las arreglaba con un embudo tapado con un corcho; y el propio Bob Sawyer se contentaba con una de esas vasijas de boca ancha, grabadas con caracteres cabalísticos, en que los boticarios suelen medir sus medicinas líquidas cuando preparan las recetas. Arreglados estos preliminares se probó el ponche, y se reputó por excelente; y después de decidir que Bob Sawyer y Ben Allen se considerarían en libertad para llenar dos veces por cada vez que Winkle llenara su vaso, empezaron animosos, con gran satisfacción y buen compañerismo.
No hubo cánticos, porque Bob Sawyer dijo que no parecería nada profesional; pero para compensar esa privación, hubo tal conversación y tales risas que podrían haberse oído, y probablemente se oyeron, al extremo de la calle. Esta conversación aligeró materialmente el paso de las horas para el muchacho de Bob Sawyer, instruyendo también su espíritu, pues, en lugar de su habitual ocupación de escribir su nombre en el mostrador y volverlo a borrar, se dedicó a atisbar por la puerta de cristales, escuchando y mirando a la vez de esta manera.

Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens (traducción de José María Valverde; ilustración de Robert Seymour y Phiz)

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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por Gretogarbo »

Capítulo XLII. Que ilustra, como el precedente, el viejo proverbio de que la adversidad hace conocer al hombre extrañas compañías de cama; e igualmente contiene el extraordinario y sorprendente anuncio que hizo el señor Pickwick a Samuel Weller.
El aspecto general del local le hizo volver en sí al momento, pero no bien había puesto sus ojos en el rostro de un hombre que reflexionaba sobre las cenizas medio apagadas de un fuego, cuando, dejando caer el sombrero por el suelo, se quedó absolutamente inmóvil y petrificado de asombro.
Sí, con ropas andrajosas y sin casaca; con su vulgar camisa de algodón hecha jirones y amarillenta; con el pelo cayéndole por la cara; con sus rasgos alterados por el sufrimiento y consumidos por el hambre… allí estaba Alfred Jingle; con la cabeza apoyada en las manos, los ojos fijos en el fuego y todo su aspecto indicando miseria y abandono.
A su lado se apoyaba descuidadamente en la pared un señorito rural de fuerte complexión, dando golpecitos con una fusta destrozada a la bota alta que adornaba su pie derecho, mientras que el izquierdo estaba metido en una pantufla vieja. Los caballos, los perros y la bebida, todo junto, le habían llevado allí. Había una espuela oxidada en su única bota, que de vez en cuando agitaba el aire, dando a la bota un golpe con la mayor elegancia y murmurando los sonidos con que un deportista anima a su caballo. En su imaginación, en ese momento, galopaba en alguna carrera desesperada a campo traviesa. ¡Pobre desgraciado! Nunca hizo una carrera en el más rápido animal de sus costosas cuadras con la mitad de la rapidez con que avanzó por el camino que terminó en la cárcel de Fleet.
Al otro lado del cuarto había un viejo, sentado en una arqueta de madera, los ojos clavados en el suelo y la cara con la expresión de la más profunda desesperación. Una niña —su nietecita— daba vueltas a su alrededor, tratando con mil recursos infantiles de obtener su atención, pero el viejo ni la veía ni la oía. La voz que había sido música para él y los ojos que habían sido su luz caían fríamente sobre sus sentidos. Sus miembros temblaban por una enfermedad, y la parálisis se había asentado en su mente.
Había en el cuarto otros dos o tres hombres, reunidos en un corrillo y hablando sin ruido entre ellos. Había también una mujer, macilenta y flaca —la mujer de un prisionero—, regando con gran solicitud el desgraciado muñón de una planta marchita y reseca, que, como se veía claramente, nunca volvería a dar hojas verdes; emblema excesivamente fiel, quizá, de la tarea que ella había acudido a cumplir en aquel lugar.
Tales fueron las personas que se presentaron a la vista del señor Pickwick, cuando miró en torno suy o, con sorpresa.


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Re: Los papeles póstumos del Club Pickwick - Charles Dickens

Mensaje por LizzyDarcy »

Estoy en el capítulo 11.

Y la verdad es que tengo sentimientos encontrados. Por un lado es divertido, hay veces que hasta me ha hecho echar alguna risa. Pero no termina de engancharme. No sé.
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