He leído los Cantos IV y V.
Parece que llegábamos al infierno, una vez ya hemos pasado el pre-infierno, pero no, aunque se le llame el primer círculo del infierno en realidad estamos ante el limbo, en vez de dos que debía haber, uno para niños y otro para adultos, según la teología católica es lo que había, Dante los refunde en uno y es donde van a parar los que no han sido bautizados pero que no han pecado, y la verdad es que de infierno tiene poco porque eso de que haya un castillo y lleno de praderas verdes no lo hace muy infernal. Allí se ve la modestia de Dante, esa humildad que le caracteriza,
ya que se coloca al nivel de los grandes poetas latinos y griegos. Lo veo todo como muy simbólico, con el 7 como número, no hace falta comentar todas esas alegorías, simplemente me quedo con dos cosas, que se puede ver un poco no solo las filias y fobias de Dante sino también las de la época. Después Rafael en su lienzo sobre la Escuela de Atenas hará un poco lo mismo, me he acordado enseguida porque era un cuadro que tenía en el comedor de casa hace muchos años.
El Canto V es mucho más interesante, aquí sí entramos de lleno en el infierno, por fin, el segundo círculo, pero se nota que el pecado de la lujuria no era muy importante para Dante, ya que después de la enumeración de rigor de personajes que están aquí y por qué, aparece lo verdaderamente importante del Canto y por el que es tan famoso, la historia de amor de Paolo y Francesca de Rímini, de la que me llaman la atención varias cosas: primero que es el siglo XIII y la voz cantante es la de ella, y él se limita a llorar, todo un caballero..., y segunda, lo mucho que se anticipa a lo que será esta concepción romántica que después se verá en el siglo XIX.
Me han encantado los tres tercetos que empiezan los versos tratando sobre Amor, versos lapidarios, que han sido citados mil veces, y aforismos, como No hay dolor más grande que recordar la dicha en la desgracia, y sobre todo la historia de cómo cayeron en el amor, y fue a causa de otro libro en el que estaban leyendo otra historia de amor y adulterio, la de Lanzarote del Lago y la reina Ginebra. Dos historias de amor en una, ambas literarias y una dentro de otra. Me ha encantado. Y esa picardía en el verso que dice que después del beso "ya no leímos nada más en todo el día".