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Ya acabé la novela. Está bien en líneas generales, pero no es una obra maestra. Sí tiene algunos elementos de interés.
Por ejemplo, es curioso el proceso de «despertar» de Edna. Se produce cuando conoce a Robert Lebrun, un atractivo y carismático joven con quien Edna se hace amigo en la isla donde pasa las vacaciones. Al principio, su relación es inocente. Se bañan y descansan juntos, intercambiando chistes e historias (a menudo en compañía de Madame Ratignolle, otra mujer madre de familia, esta felizmente casada y
mater amantísima). Cuanto más tiempo pasa Edna con Robert, más le molesta la idea de ser para siempre una «madre-mujer». A través de Robert, comienza a desarrollar un sentido de sí misma al margen de sus roles sociales y domésticos. A medida que recupera su independencia, vuelven los deseos de su juventud, también en el plano sexual. Empieza a pintar de nuevo y recuerda sus pasados amores y encaprichamientos. Durante este tiempo, Edna se ve muy afectada por la música. Cuando Mademoiselle Reisz, otra veraneante de la isla, le toca el piano, se emociona hasta las lágrimas. Esa noche, después de semanas de intentos fallidos, Edna aprende a nadar.
Al final del verano, Edna y su esposo se han distanciado. Edna y Robert, por otro lado, han desarrollado un vínculo romántico . Para evitar consumar su relación, Robert decide, sorpresivamente, alejarse de la isla e ir a México. Promete escribirle a Edna, pero ella está desolada por su partida. Poco después, la familia regresa a su casa en Nueva Orleans., donde Edna, renunciando a sus deberes como ama de casa, continúa desarrollando sus habilidades pictóricas. Mantiene su amistad con Madame Ratignolle y Mademoiselle Reisz, visitando a esta última con especial frecuencia un su humilde pisito, donde descubre la felicidad de su amiga enmedio de privaciones.
Mademoiselle Reisz a veces recibe cartas de Robert, que deja que Edna las lea. Mademoiselle Reisz sugiere que Robert está enamorado de Edna; ella observa que muchas de sus cartas son sobre ella. Mientras Mademoiselle Reisz anima a Edna a admitir y tal vez incluso actuar sobre sus sentimientos por Robert, el preocupado esposo de Edna busca la ayuda del Dr. Mandelet, un viejo amigo de la familia. El Dr. Mandelet sospecha que la transformación de Edna es el resultado de un romance, pero no expresa su preocupación a Léonce. En cambio, le dice que deje que el comportamiento de Edna siga su curso.
Léonce obedece las órdenes del Dr. Mandelet. Cuando se va para un largo viaje de negocios, su madre recoge a Etienne y Raoul, los hijos del matrimonio, dejando a Edna sola en casa. Edna encuentra la paz en ausencia de su esposo e hijos. Poco después de que se van, decide mudarse de la casa de su familia y mudarse a una casa de alquiler cercana, a la que llama cariñosamente "El Palomar". Buscando la independencia financiera, comienza a vender sus pinturas. También inicia un romance con el mujeriego del pueblo, Alcée Arobin. Aunque se siente atraída sexualmente por él, Edna no tiene sentimientos románticos por Arobin. Ella parece usarlo como sustituto de Robert, quien, hasta donde ella sabe, todavía está en México. Sin embargo, parece que nada obsta a que ambos se acuesten juntos y pasen buenos ratos. Estamos en el máximo momento de libertad personal, solo cortada por la ausencia de su amor, Robert.
Una tarde, mientras espera que Mademoiselle Reisz regrese a casa, Edna se encuentra con Robert. La reunión es incómoda y Edna se pregunta en voz alta por qué Robert no la buscó a su regreso. La tensión entre ellos se mantiene hasta que Robert visita "El palomar". Como observa Edna, «toda la suavidad volvió». La tensión se renueva después de que Robert se despide. La próxima vez que Robert visita el palomar, Edna, por fin, lo besa y él responde de la misma manera. Aunque admite que la ama, Robert insiste en que no puede estar con Edna porque es una mujer casada y, como tal, pertenece a Léonce. Edna protesta, argumentando que ella no es propiedad de su esposo. Antes de que Robert pueda responder, son interrumpidos por el sirviente de Madame Ratignolle, quien les informa que Madame Ratignolle «se ha enfermado». Mientras se va para atender a su amiga,
Cuando Edna llega a casa, Robert se ha ido. En su lugar hay una nota que dice: “Te amo. Adiós, porque te amo «. Edna no duerme esa noche. En cambio, se queda despierta pensando en sus hijos y sus relaciones. Ella se da cuenta de que no había nada en el mundo que ella deseara. No había ningún ser humano a quien quisiera cerca de ella excepto Robert; e incluso se dio cuenta de que llegaría el día en que él también desaparecería, y la idea de estar sola es más de lo que Edna puede soportar.
Es el fin. Edna regresa a Grand Isle. Después de saludar al hermano de Robert, va a la playa, donde se desnuda y se mete al agua, desnuda. Decidida a no dejar que nadie, incluidos sus hijos, la posea, Edna se aleja nadando de la orilla. Después de un tiempo, sus extremidades se cansan. El agotamiento se apodera de ella y se ahoga entre las olas, final y totalmente libre.
Edna no lucha. Se deja llevar. Su vida, sola, no tiene sentido. Ni sus hijos tienen la suficiente fuerza para mantenerla aquí.
Es una muy correcta novela, sin duda... Habrá que planer leer sus cuentos también, que, por lo visto, mantienen el ambiente criollo de Nueva Orleans...
Besos
klatubaradaniktó
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