Pues a mí la novela me ha parecido una falla. No "falla" accidente geológico sino "falla" de Valencia el día de San José. Plassans hasta tiene aire de albufera, sus jardines parecen huertas y sus casas barracas que se dieran importancia . Hasta se rumorea que Blasco Ibánez de joven hacía largos paseos por estos callejones
Y a lo mejor es ése el problema de la novela, sobre todo en su segunda parte (o no, según fuera la intención del autor). Que los personajes quizás acaben resultando ninots, es decir, caricaturas. Hay irrealidad y locura, con barroquismo y barraquismo. La prosa de Zola se convierte en fuego y sus párrafos en llamaradas furiosas, devastadoras, violentas y desesperadas en las que esos ninots se abrasan y se consumen con contorsiones grotescas. Y así se llega al final. Lo de los psiquiatras no es una gracieta. Verdaderamente se necesitaría un estudio científico del comportamiento de los personajes que explique lo que les está pasando por su mente y en su mente, sus anormalidades psíquicas, cómo estaban subyacentes, por qué afloran con tal intensidad y de qué forma se desarrollan. La herencia patológica de la familia Rougon-Macquart se convierte en una especie de maldición intemporal que va recorriendo las ramas del árbol genealógico y saltando de generación en generación marcando a sus víctimas con sombras de amenaza. En ese sentido, lo de la necesidad de psiquiatras no es una simple gracieta
la descripción de la locura o la histeria que acaba procurando la desintegración de la familia Mouret y que se ceba en el padre y la madre, ¿tiene lógica? ¿No es exagerada, demasiado profunda, rápida y absoluta? Creo que el planteamiento en Marthe está bien hecho; hay una mujer anulada y nerviosa, insatisfecha afectiva y sexualmente, en la que Faujas actúa de espita y factor desencadenante. Lo suyo es un encenderse, un inflamarse hasta la locura, hasta un olvido de todo en favor del objeto de su pasión, que tiene una raíz patológica. Por otro lado, Mouret es un apagarse. Pienso que también su carácter está bien definido. Desde el principio vemos un hombre banal, poco inteligente y con rasgos maniáticos y dictatoriales en su manejo de la familia, pero que no es peligroso y sí fácilmente batible porque no existe ninguna fortaleza de base. Es molesto como un abejorro pero inofensivo también como un abejorro. Un manotazo, una plantarle cara y el abejorro se retirará a un rincón acobardado. Ya se sabe: perro ladrador poco mordedor. La pérdida de autoridad de Mouret puede entenderse porque al final termina siendo un débil desenmascarado por la rebeldía loca de su mujer y, a partir de ahí, en un ser despreciado. Pero que su evolución posterior conduzca a los límites que se muestren, en fin... No sé si el principio determina el final o si es el final el que arrastra al principio |
Animalesco. Piénsese en el desenlace de la novela en la que hay un par de pirañas, una osa, una serpiente, un cordero transformado en lobo más una loba.
Los Trochet en la pecera del dormitorio Mouret. La Sra. Faujas como una osa sacando a su osezno (el reptil de Faujas) a hombros del incendio (como Eneas en Troya, salvo que aquí es la madre la que salva al hijo), Mouret enloquecido lanzándose sobre Faujas y la anciana echándose a su cuello y mordiéndole como una loba |
En fin, la novela es la más "naturalista" de las que he leído de Zola. Me ha gustado más la primera parte que la segunda. Es discutible, pero en conjunto tremendamente interesante. Y Zola alcanza momentos extraordinarios.