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León Roch representa al mundo de la ciencia, de la actividad práctica y del laicismo, mientras que su mujer, Maria Egipcíaca, ejemplifica el tradicionalismo conservador, el ocio contemplativo y el cultivo de la exterioridad religiosa. Si bien "La familia de León Roch" se propone en gran medida mostrar las consecuencias dramáticas de los conflictos de creencias, los personajes logran, sin embargo, independizarse en ella de la fábula moral y pedagógica para cuyos propósitos habían sido creados.

Edmundoooooooooo

Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh ¡otro que no tengo ni tampoco he leído!

Lo quieroo Menos mal que Galdós escribió mucho, que o sino nos leíamos toda su obra en meses

Edmundo escribió: Menos mal que Galdós escribió mucho, que o sino nos leíamos toda su obra en meses

Jajajaja, por algo os llaman "Los Galdosianos"

¿Lo leyó alguien al final? Porque yo lo tengo y no creo que tarde mucho en hincarle el diente, tengo la racha Galdós.

Haidé escribió:¿Lo leyó alguien al final? Porque yo lo tengo y no creo que tarde mucho en hincarle el diente, tengo la racha Galdós.

Yo lo tengo pendiente todavía

Lo tengo empezado hace más de un año. De vez en cuando vuelvo a releer lo ya leído y no me disgusta, pero apenas avanzo, no sé porqué.

Bueno, pues he decidido leerlo yo misma finalmente, al final he tardado más de un año en hincarle el diente, pero bueno, más vale tarde que nunca, menos mal que los libros son pacientes.
El comienzo me ha enganchado.

Que pasada de libro. No he avanzado mucho porque he estado liadilla, pero menuda familia que se ha buscado León Roch.

Que risa cuando dice que se casa con maría, una buena cristiana, a quien puede moldear según sus ideas y a su gusto y ser felices. Juaaas juaaas. Una fanática católica con una familia de gorrones que no veas. La madre mucho que se sacrifica, y no para de pedirle a Leon dinero para mantener su tren de vida, el padre lo mismo con su querida y todo. Y qué hablar de los hermanos, al menos Leopoldo va de frente, el otro igual de trápala pero bajo un velo de seriedad. Y ya si no vamos al hermanito gemelo de maría, el santito, ya es que te mueres. Un tío que se deja morir por puro fanatismo. Como dice una frase por ahí, también hay quijotes en la religión.

Se me pasó comentar. Lo terminé, y uau.

Lo peor de todo, el final, es que este hombre quita la esperanza a cualquiera. Después de todo lo que pasa León, y resulta que el marido de pepa está vivo. Ese canalla. y la familia de María que horribles son.

Lo comencé ayer a la noche. Voy por el capítulo XVIII de la primera parte.

Me llama la atención la importancia que le daba Galdos a la religión. No solo en esta novela, si no en muchas otras, por ejemplo “Doña Perfecta”.
Incluso comenta en “¿De que van a hablar los hombres si no es de religión?”. Para que luego alguien se enfade porque ahora se hable de Fútbol. Gran invento el balompié.

Me encuentro en el capítulo VI de la tercera parte, así que entre hoy y mañana lo termino.
Me gusta la novela, pero es un comentario que carece de mucho valor ya que me gusta todo lo que escribió este señor. Bueno, salvo "La sombra".
Pero me gusta lo que leo, no lo que me cuenta. Me parece extraño que exista tal follón en una pareja por la forma tan distinta de pensar de ambos.
En este triángulo, la que me cae mejor es María Egipcíaca. Me dá muchísima lástima. Todo el mundo la manipula
León le tengo ojeriza desde que dice que

hubiera matado a su esposa si fuera adúltera y el colega se quería dar el lotazo con Pepa.

Y no me gusta de Pepa que

vaya poniendo verde a su rival, María.

Vale, ya sabemos que en el amor y en la guerra...

¡¡¡Terminado!!!
En la parte final hay una sorpresa

la irrupción de un personaje del que ya no nos acordabamos.

Como casi todas las novelas de Galdós, final nada amable.

Practicamente salen perdiendo todos.

Una delicia leer a don Benito de vez en cuando.

Sin dar descanso a la pluma, escribí Doña Perfecta, Gloria, Marianela y La familia de León Roch. Algunas de estas obras coincidió con la Restauración. Cuando Alfonso XII entró en Madrid, estaba yo corrigiendo las pruebas de Gloria. De la Restauración, de la existencia relativamente corta del Rey Alfonso, nada diré en estas páginas. Refiriendo en otras los dos casamientos de este simpático soberano, he contado algo y aún algos, que el curioso lector leerá donde lo hallare.
Después de La familia de León Roch, y sin respiro, La desheredada, enseguida me metí con El amigo Manso, El doctor Centeno, Tormento, La de Bringas, Lo prohibido... Hallábame yo por entonces en la plenitud de la fiebre novelesca. Del arte escénico no me ocupaba poco ni mucho. No frecuentaba yo los teatros. Desde mi aislamiento sentía el rumor entusiasta de los grandes éxitos de D. José Echegaray. Aquel portento iba de gloria en gloria fascinando a todos los públicos. Conocía yo las obras de Echegaray por la lectura, no por la representación. Pasaron años antes que yo viera sobre las tablas las obras del gran maestro. De este modo corría el tiempo hasta llegar al 85.
Adelante, amigos, de Memorias de un desmemoriado, de Benito Pérez Galdós