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De cuando era joven y vivía inmerso en el mundo, solo recuerdo las lecturas a deshora y el posterior deambular por las calles, de madrugada, como un sonámbulo…
Leía mucho. Leía de todo y los leía a todos. También a Tadeus Nim. Hasta que me retiré a vivir a la marisma y dejé de leer. Ya no necesitaba hacerlo. Me seguía gustando jugar con las palabras, pero el eco de mi antigua voz en el interior de la cabeza me bastaba. Mi garganta dejó de emitir sonidos por decisión propia y me convertí en Juan Mute: una suerte de ermitaño que hablaba sin voz desde la Isla del Trocadero.
El techo de la casa salinera estaba casi del todo derrumbado y de sus muros de piedra ostionera solo quedaban en pie fragmentos. Pero aquellas ruinas eran mi morada y, durante un tiempo, también lo fueron de Cleopatra. Apareció una mañana posada en el muro del caño y, contra todo pronóstico —tenía mirada de aventurera—, en vez de levantar el vuelo, se quedó. Se hizo, además, cómplice de mi silencio y dejó de graznar como el resto de las urracas. El único ruido que delataba su presencia era el de su pico garabateando signos incomprensibles en el suelo. Se pasaba los días absorta en esa tarea con una determinación extraña, como si deseara decir algo y su rudimentario cerebro no se lo permitiera.
Aquel atardecer me sentía agotado y necesitaba silencio. ¡Mucho silencio! Tanto que no soportaba el eco de mi voz dentro de la cabeza, ni tampoco el del pico de Cleopatra hurgando en la arena. En ese momento, ella estaba trazando garabatos con un ritmo frenético, como si hubiera adivinado que ese crepúsculo sería el último que iba a pasar en mi compañía. Por mi parte, estaba ya convencido de que aquel terco pájaro solo era una simple ficción nacida de mis juegos nocturnos con las palabras. Pensaba también que si se había quedado todo aquel tiempo conmigo, pese a su mirada de aventurero, quizá fuera porque tenía algún mensaje que darme. Aquella anochecida constituía su última oportunidad de comunicármelo y, por suerte o por desgracia, aún no lo tengo claro, el azar guío al fin su pico y Cleopatra dibujó en el suelo el pictograma que iba a cerrar un nuevo círculo de mi vida.
Rama seca.jpg
O al menos eso es lo que me gusta creer desde que mi existencia se ha visto reducida a ser una especie de rama seca sin hojas ni frutos. Desperté así una mañana y, desde entonces, he llevado una vida sedentaria y aburrida. Me consuela pensar que sigo siendo Juan Mute, solo que ahora ya no clamo sin voz desde la Isla del Trocadero, sino desde esta gélida y solitaria morada arbórea. Mi misión continúa siendo la misma: ser el testigo necesario para que todo lo que ocurre a mi alrededor realmente ocurra. Observo, pues, mi entorno con la parsimonia propia de quien se sabe preciso. Pero hay momentos en los que me dejo arrastrar por el desaliento y me digo que me he quedado atrapado en uno de mis sueños y que este paisaje nevado forma parte del mismo. E incluso hay veces en las que llego a pensar que solo soy, al igual que Cleopatra, una criatura de ficción nacida de alguno de los juegos nocturnos de Juan Mute.
Sea yo quien sea, esta vez mi acompañante no es ninguna urraca que garabatea en el suelo signos incomprensibles con el pico, sino un mayestático león que se pasa los días mirando las sucesivas puestas de sol que tienen lugar, a diario, en este inhóspito rincón. Me pregunto a menudo si este felino estará igual de triste que lo estaba el entrañable habitante del asteroide B 612 el día que necesitó ver cuarenta y tres puestas de sol seguidas. Saint-Exupéry lo conoció mientras arreglaba el motor de su aeroplano en medio del desierto del Sáhara. Yo lo conocí en mi etapa de leer a deshora y hubo madrugadas en las que paseé en su compañía por las solitarias calles de la ciudad. Me enteré, así, que no hay mejor antídoto contra la tristeza que ver puestas de sol.
León.jpg
Sé que en uno de estos atardeceres silenciosos y solitarios —aquí solo estamos él y yo—, el león girará la cabeza, me mirará a los ojos y, al hacerlo, veré reflejada en sus pupilas esta rama invernal sin hojas ni frutos que soy ahora. Se cerrará así un nuevo círculo de mi vida —o de la de mi creador, eso poco importa—. Me asusta que llegue ese momento porque, anidado en este sueño del que tal vez solo formo parte, hay otro sueño en el que juego con las palabras abadía y roble. En él me hallo caminando, junto a otros monjes, por en medio de un robledal nevado. Marchamos de dos en dos y mi compañero es el hermano Conrad: un antiguo fumador empedernido que ahora colecciona cajetillas de cigarrillos vacías. La comitiva avanza hacia una altísima abadía en ruinas de cuyos muros de piedra solo quedan en pie el ábside y la ojiva de acceso al antiguo recinto. Es nuestra morada y hacia ella nos dirigimos entonado un canto lúgubre.
Pero hay noches de plenilunio en la que juego también con una tercera palabra: cruz. Y en esas noches el ábside tiene un limbo de luz lechosa procedente de la luna llena y los siempre níveos alrededores de la abadía están sembrados de cruces. En vez de traspasar el umbral de nuestro ruinoso cobijo, me salgo de la fila y, sin dejar de canturrear la salmodia de turno, me aproximo a una de las tumbas. Enterrada a medias en la nieve, hay una cruz de madera de roble ante la que me detengo. En su travesaño, impreso con un punzón de hierro candente, figura el nombre de su ocupante. En cuanto lo leo, se me saltan las lágrimas y me siento culpable…
Abadía.jpg
Culpable de haberme callado y no haberle dicho al hermano inquisidor que Juan Mute solo era un pobre hombre al que la lectura le había hecho perder la razón y que, si se negaba a hablar, no era por rebeldía, sino por miedo a degastar las palabras con las que necesitaba jugar en sueños. Y no menos culpable de haber aceptado ser la mano ejecutora de la injusta sentencia a muerte que, contra él, dictó aquel despiadado adalid de la fe; y de haber permitido, luego, que el hermano Conrad guardara sus testículos en una de las cajetillas de su colección. Solo me queda el consuelo de saber que fueron también mis manos las que cavaron su tumba y grabaron su nombre en la cruz para que pudiera descansar en paz sin caer del todo en el olvido.
Este onírico sentimiento de culpa es la razón de que, pese a ser ahora una anodina rama sin hojas ni fruto, tenga miedo de que llegue el atardecer en el que el león gire su majestuosa cabeza y no me quede otro remedio que mirarme en sus tristes pupilas para que se cierre al fin un nuevo círculo de mi vida. Y me asusta que eso ocurra porque sé que esta vez el uróboro se morderá de verdad la cola y, además del habitual papel de testigo mudo, habré de asumir también los de verdugo y víctima. Durante esta aciaga y monótona etapa de existencia sedentaria, le he cogido mucho aprecio a mi único y fiel compañero. Me apena, pues, verme obligado a desear que su tristeza sea tan inmensa que no pueda apartar la vista de los ocasos y posponga in aeternum ese giro de cabeza cuyas consecuencias, entrevistas en sueños, tanto temo.
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Meses atrás dejé estas imágenes por el bujío porque me proponía escribir una pamplina partiendo de ellas.
Cuando me iba a poner a ello, me enteré que había muerto un forero, Tadeus, y que había un concurso-homenaje de pamplinas. Aunque seguí con las imágenes como base, los derroteros de la historia fueron pensando en que sería un homenaje a Tadeus.
Como no sé, Cata, si te pasas últimamente por otros hilos, la cuelgo también aquí y así, si te apetece, puedes leerla.
En general, gustó el texto pero resultó demasiado oscuro y simbólico. Así que en unos días te dejaré mi interpretación de la pamplina, ya que la escribí dejando volar la imaginación con libertad y ni siquiera yo lo sé todo.
jilguero escribió: ↑24 Mar 2024 13:09
Hoy, Cata, he visto otras florecillas todavía más pequeñas que las malvas de ayer y me he dicho que era una buena ocasión para que la recordemos. Ya te hablé de ella hace un par de años. Me refiero a los alfileres o agujetas (Erodium chium) que reciben ese nombre por la forma de su fruto antes de abrirse y justo después de haberlo hecho, respectivamente.
La flor es muy pequeñita pero tiene su encanto. Pero lo más característico de las especies del género Erodium es su fruto (te recuerdo que el nombre viene del griego erodios, que significa garza, por el parecido de este con su pico)
Flor.jpgErodium chium.jpg
Esta vez ha habido suerte con la foto (hago las fotos sin gafas y hasta que llego a casa no estoy segura de lo que ha salido) y han salido algunos frutos ya abiertos y enrollados, cuando tienen la forma de una aguja enhebrada.
Frutos abiertos.jpg
Estarás de acuerdo conmigo en que los diseños de la Naturaleza son la mar de ingeniosos. En el caso de este fruto es para diseminar mejor las semillas. Cuando está maduro y bien seco se enrolla sobre su mismo plano y así consigue que la semilla (está dentro de esa capsulita que hay al final del "hebra"), quede "colgando" del fruto facilitando que con el aire o el paso de algún animal caiga al suelo algo más separado de donde está la planta madre.
Una vez en el suelo, la semilla se encuentra enrollada, pero cuando la lluvia o el rocío la humedece se desenrolla, si bien se vuelve a enrollar al desecarse otra vez. Y al enrollarse, actúa como un muelle y se aleja un poco más de la madre evitando competir con ella por el agua y los nutrientes.
Por cierto, la otra vez te dije que le llamaban también relojes pero que no sabía la razón. Pues bien, he encontrado cierta información al respecto: "los pastores dicen que, desde la salida del sol, marca la hora, según las vueltas de los frutos, que corresponden cada una a una hora solar". Deduzco que esto está relacionado con lo que te acabo de explicar del enrollarse y desenrollarse según el grado de humedad, de manera que por la mañana temprano con el rocío los frutos están sin apenas vueltas y conforme los seca el sol se van enrollando más. Es un apena que este tipo de observaciones/conocimientos populares se vayan perdiendo por irse perdiendo los oficios de gente en estrecha relación con la naturaleza...
Gracias por poner aquí todas estas flores con la historias de sus vidas. Es un placer leerlas.
Isla del Trocadero
Lo estoy mirando en googlemaps y me parece un sitio curioso e interesante que tendré que visitar alguna vez. No sabía que había esos parajes cerca de Cádiz
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 11:51
Gracias por poner aquí todas estas flores con la historias de sus vidas
Casualmente hoy, cerrando la exposición de las flores vistas a primero de mes en la sierra, os traía esta orquídea silvestre que no es nueva en el bujío ni tiene mucha historia, pero que es lo suficientemente bella como para que merezca la pena colgarla de nuevo.
Es una especie del género Orchis, en concreto Orchis langei, que es posiblemente la más común en la sierra, al menos por los alrededores de Benaocaz, y quizás por ello de la única que este año, por haber ido antes, había ya escapos florales crecidos. Las hay de este color rosado oscuro pero también en tonos casi blanquecinos.
Orchis lanei.jpg
detalle.jpg
Las orquídeas son monocotiledóneas, lo que quiere decir que su semilla tiene un solo cotiledón, pero que a efectos prácticos podemos distinguir porque la nerviación de sus hojas es paralela y porque sus flores tienen sépalos y pétalos del mismo color (tépalos). Pero en el caso de las orquídeas los sépalos y pétalos tienen una disposición característica como la que muestra el esquema. Y el pétalo medio, llamado «labelo», adopta formas muy variables. En algunos casos se prolonga en espolón en el fondo del cual suele haber nectarios cuya función ya sabemos que es atraer los insectos para que polinicen la flor con polen de otras flores y evitar las perniciosas consecuencias de la endogamia. Esta especie es de las que tiene espolón dirigido hacía arriba. Es esa especie de dedo rosado que se ve en la foto con más aumentos.
flor de orquídea.png
S = sépalos; P = pétalos; L
= labelo
Creo que ya comenté en otro momento que el origen del nombre orquídeas deriva de la palabra griega όρχις (orchis) que significa testículo (de ahí que orquitis sea inflamación de los testículos) y que se lo pusieron porque algunas especies tienen tubérculos subterráneos que recuerdan por su forma, y a veces también por su tamaño, a los testículos.
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 12:05
Lo estoy mirando en googlemaps y me parece un sitio curioso e interesante que tendré que visitar alguna vez.
La isla del Trocadero y su casa salinera en ruinas se ve desde la carretera, yendo por el puente antiguo, pero no es fácil acceder a ella porque es una isla. Eso sí, si quieres ver paisaje marismeño, otra vez que vengas, hay una ruta pequeña por en medio de un pinar y que cruza el Río San Pedro por un bonito puente de madera (creo que puse fotos, si las encuentro las enlazo) y sigue luego por zona de salinas.
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Un compañero de caminatas de Ibiza está en Ubrique pasando la Semana Santa y dice que le van a salir escamas de lo que está lloviendo estos días, más aún siendo de Ibiza que llevamos meses y mese sin llover. El caso que ha surgido una discusión si donde mas llueve de España es en Grazalema o en el norte y he encontrado una página de un periódico de Galicia titulada: Desmontando el mito de Grazalema: en Galicia llueve mucho más. Dice que en Grazalema las precipitación registrados entre 1971 y el 2000, la media anual asciende a 2.103 mm pero que en Rois, provincia de La Coruña lluve una media anual de 2.959 mm.
El caso que he estado hace poco un par de días en Grazalema y ha hecho un tiempo espléndido de calor y sol.
jilguero escribió: ↑29 Mar 2024 13:22Creo que ya comenté en otro momento que el origen del nombre orquídeas deriva de la palabra griega όρχις (orchis) que significa testículo (de ahí que orquitis sea inflamación de los testículos) y que se lo pusieron porque algunas especies tienen tubérculos subterráneos que recuerdan por su forma, y a veces también por su tamaño, a los testículos.
Dependerá de los testículos con los que se comparen, digo yo. Bromas al margen, gracias por estas lecciones tan ilustrativas de botánica, jilguero.
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 23:56El caso que ha surgido una discusión si donde mas llueve de España es en Grazalema o en el norte y he encontrado una página de un periódico de Galicia titulada: Desmontando el mito de Grazalema: en Galicia llueve mucho más. Dice que en Grazalema las precipitación registrados entre 1971 y el 2000, la media anual asciende a 2.103 mm pero que en Rois, provincia de La Coruña lluve una media anual de 2.959 mm.
Lo que sí es cierto es que cuando se habla de precipitaciones máximas en borrascas que barren toda la península, ambas localizaciones aparecen con los registros más altos.
Recuento 2024 Ayer: Grito nocturno. Borja González
Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo Hoy: Hoy es un buen día para morir. Colo
Soberbia. William Somerset Maugham
jilguero escribió: ↑29 Mar 2024 13:22Creo que ya comenté en otro momento que el origen del nombre orquídeas deriva de la palabra griega όρχις (orchis) que significa testículo (de ahí que orquitis sea inflamación de los testículos) y que se lo pusieron porque algunas especies tienen tubérculos subterráneos que recuerdan por su forma, y a veces también por su tamaño, a los testículos.
Dependerá de los testículos con los que se comparen, digo yo. Bromas al margen, gracias por estas lecciones tan ilustrativas de botánica, jilguero.
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 23:56El caso que ha surgido una discusión si donde mas llueve de España es en Grazalema o en el norte y he encontrado una página de un periódico de Galicia titulada: Desmontando el mito de Grazalema: en Galicia llueve mucho más. Dice que en Grazalema las precipitación registrados entre 1971 y el 2000, la media anual asciende a 2.103 mm pero que en Rois, provincia de La Coruña lluve una media anual de 2.959 mm.
Lo que sí es cierto es que cuando se habla de precipitaciones máximas en borrascas que barren toda la península, ambas localizaciones aparecen con los registros más altos.
¡Que interesante! Una pregunta, ¿de donde vienen ambas fuentes, de Galicia y de Andalucía? Puedo entender la noticia de Galicia, pero no entendería que el mito de Grazalema surja de Andalucía, por su clima más que nada.
Soñar... ¡Donosa locura!
Blanca de los Ríos Nostench.
Erase una persona tan despistada que se quedó una semana en su casa encerrada pues sus llaves no encontraba.
jose2v escribió: ↑30 Mar 2024 10:11¡Que interesante! Una pregunta, ¿de donde vienen ambas fuentes, de Galicia y de Andalucía? Puedo entender la noticia de Galicia, pero no entendería que el mito de Grazalema surja de Andalucía, por su clima más que nada.
Digo yo que a día de hoy los datos no formarán parte de la mitología sino que partirán de organismos oficiales.
Recuento 2024 Ayer: Grito nocturno. Borja González
Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo Hoy: Hoy es un buen día para morir. Colo
Soberbia. William Somerset Maugham
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 23:56
he encontrado una página de un periódico de Galicia titulada: Desmontando el mito de Grazalema: en Galicia llueve mucho más.
En este enlace hablan de ese periódico: https://www.lavozdigital.eT/provincia/sierra/grazalema-municipio-espana-llueve-enesima-demostracion-20240311113654-ntv.html#:~:text=Pero%2C%20con%20los%20datos%20globales,en%20el%20que%20m%C3%A1s%20llueve.
No sé dónde lloverá más, lo que está claro es que lo atípico y, por ende, más llamativo, es lo que ocurre en Grazalema. Que llueva "por derecho" aquí es noticia, que lo haga en un pueblecito de Galicia es lo esperable.
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 23:56
El caso que he estado hace poco un par de días en Grazalema y ha hecho un tiempo espléndido de calor y sol.
Eso era porque estaban esperando a que te fueras para no aguarte el viaje. Después no solo ha llovido mucho sino que incluso ha nevado.
Gretogarbo escribió: ↑30 Mar 2024 09:46
Dependerá de los testículos con los que se comparen, digo yo.
Sí, de los testículos y del planton elegidos. Por eso Jilguero puso eso de "a veces" en el caso del tamaño.
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 23:56
he encontrado una página de un periódico de Galicia titulada: Desmontando el mito de Grazalema: en Galicia llueve mucho más.
En este enlace hablan de ese periódico: https://www.lavozdigital.eT/provincia/sierra/grazalema-municipio-espana-llueve-enesima-demostracion-20240311113654-ntv.html#:~:text=Pero%2C%20con%20los%20datos%20globales,en%20el%20que%20m%C3%A1s%20llueve.
No sé dónde lloverá más, lo que está claro es que lo atípico y, por ende, más llamativo, es lo que ocurre en Grazalema. Que llueva "por derecho" aquí es noticia, que lo haga en un pueblecito de Galicia es lo esperable.
luchana escribió: ↑29 Mar 2024 23:56
El caso que he estado hace poco un par de días en Grazalema y ha hecho un tiempo espléndido de calor y sol.
Eso era porque estaban esperando a que te fueras para no aguarte el viaje. Después no solo ha llovido mucho sino que incluso ha nevado.
Gretogarbo escribió: ↑30 Mar 2024 09:46
Dependerá de los testículos con los que se comparen, digo yo.
Sí, de los testículos y del planton elegidos. Por eso Jilguero puso eso de "a veces" en el caso del tamaño.
¡Que bien repartidos los orgullos patrios desde el norte hasta el sur, y desde levante hasta poniente!
Gracias, Greto y Sietecolores
Soñar... ¡Donosa locura!
Blanca de los Ríos Nostench.
Erase una persona tan despistada que se quedó una semana en su casa encerrada pues sus llaves no encontraba.
Para que veáis lo que esta lloviendo en Grazalema en lo que llevamos de semana hasta hoy sábado a las 14:00 llevan recogidos 367 litros por metro cuadrado.
luchana escribió: ↑30 Mar 2024 14:54
Para que veáis lo que esta lloviendo en Grazalema en lo que llevamos de semana hasta hoy sábado a las 14:00 llevan recogidos 367 litros por metro cuadrado.
Y para que veáis lo local que es el fenómeno, esta última semana, que ha sido muy lluviosa, hasta las 24 horas de ayer, en Grazalema han caído 390,3 litros por metro cuadrado; en El Bosque, que está a solo unos 20 kilómetros , baja ya a 140,6; en Jerez aeropuerto a 72 y en Cádiz capital a 41,6.
Estaba, Cata, esta mañana haciéndole una foto a la flor que te quiero mostrar mañana, muy común pero a la que no me suelo acercar porque soy alérgica a su polen, y mira quién me ha estado observando desde su madriguera mientras se la hacía .
Tomasito.jpg
Y te voy a dejar con esta juguetona musiquilla de El pequeño libro de Ana Magdalena Bach que, según cuentan los entendidos, Bach le regaló a su segunda esposa.
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