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Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 30 Ago 2022 13:01
por jilguero


Las tentaciones de fray Antonio




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En el convento de las Carmelitas Descalzas, la vida transcurría con un orden y un ritmo tan bien pautados que solo hacía falta tener presto el oído, la vista o el olfato para saber qué hora era. Como cualquier otro día del año, aquel dieciséis de agosto, la campana del convento tocó a las doce en punto anunciando la hora del ángelus. Lo insólito de esa vez fue que, al carraspeo de gargantas aclarándose la voz antes de iniciar el canto, no le siguieron los habituales pasos precipitados de fray Antonio. Y ante esa ausencia, la cabeza de sor María, hasta ese momento gacha en señal de recogimiento, se levantó levemente y su mirada buscó, aunque sin éxito, la familiar silueta del fraile tras el enrejado que separaba al coro del resto del mundo.

Desde hacía más de una década, fray Antonio era el confesor y oficiante del resto de los actos litúrgicos de esa comunidad de carmelitas. Curiosamente, asistir el ángelus no estaba entre sus obligaciones y, sin embargo, en cuanto oía la campana anunciándolo, dejaba lo que estuviera haciendo y se apresuraba a acudir al templo para unir su voz a las de aquel virginal gineceo. Después de tantos años, tenía la misma puntualidad de reloj suizo que las hermanas, solo que se le solía ir el santo al cielo —nunca mejor dicho— y se veía obligado a acudir a los eventos conventuales a la carrera. Resultaba sorprendente, pues, que esa mañana no se hubieran escuchado sus pasos acelerados o que sor María no hubiera logrado ver su inconfundible perfil al otro lado de la reja.

De vocación tardía, fray Antonio había profesado como dominico ya entrado en la treintena. Y como secuela de su anterior vida mundana, le había quedado una coquetería no solo impropia de un fraile, sino además absurda dada su actual vida recoleta: su trato era solo con las hermanas y siempre habiendo una celosía de por medio. Lo único que sí tenía algo de lógica era que los domingos por la mañana, antes de oficiar la misa en el Día del Señor, se recortara la frondosa barba, ya salpicada de canas, con la misma meticulosidad con la que por la tarde recortaría, una por una, todas las ramitas del seto que durante la semana habían crecido más de la cuenta.

Como parte de esa coquetería inconveniente, llevaba siempre la cogulla impoluta y, cuando se descubría la cabeza para entrar en la capilla, se esmeraba en que la capucha quedase replegada tras la nuca de forma correcta. Incluso la supuesta dejadez con el cabello daba la impresión de ser una mera excusa para, de vez en cuando, podérselo atusar hacia atrás con las manos. Unos gestos en apariencia sin sentido en ausencia de otro público que no fueran aquellas devotas mujeres a las que, siempre con una reja de por medio, atendía espiritualmente. Pero el fraile se autojustificaba ante sí mismo diciéndose que para ellas era el representante de Cristo en la Tierra y debía de mostrarse con un aspecto digno de aquel al que representaba.

Fray Antonio vivía en una pequeña vivienda al fondo del jardín-huerto del convento. Además de al ejercicio de sus funciones como capellán de este, dedicaba una parte nada desdeñable de su tiempo a la siembra, escaldado o recogida —según la época del año— de las hortalizas que cultivaba, para consumo propio, en un pequeño huerto. Así mismo, los domingos por la tarde los pasaba ocupado con las labores de mantenimiento del seto que deslindaba su parcela hortense del resto de la huerta del convento. Daba también largos paseos a diario por las cercanas Punta de San Felipe, Muralla de San Carlos y Alameda Apodaca. Todas estas actividades, unidas a su costumbre de llegar a los sitios siempre tarde y a la carrera, hacia que conservara una complexión atlética envidiable a su edad.

En cuanto a su mente, cuando no la tenía en fase contemplativa —ya fuese de una flor, del mar o de cualquier otra maravilla de la Creación—, procuraba mantenerla ocupada con sesudas reflexiones místicas que luego usaba en la confección de sus doctos sermones de misa o de los sabios consejos que solía prodigar en el confesionario. Ese estado de arrobamiento casi continuo era la causa de que viviera ajeno a la hora y se viera forzado a llegar siempre de forma apresurada a los actos litúrgicos. Pero, por mucho que se esforzara en tener siempre pensamientos adecuados a su condición de fraile, haberse ordenado dominico no había hecho que dejara de ser un hombre y, como tal, continuaba teniendo las tentaciones propias de su sexo.

Fray Antonio era, con todo, experto en ahuyentar esas provocaciones del maligno. Solo en muy raras ocasiones, alguna le cogía por sorpresa y, muy a su pesar, terminaba sucumbiendo a ella. Tres días antes de la sonora ausencia —no hay nada más sonoro que la falta de un sonido habitual— de sus raudos pasos a la hora del ángelus, había tenido una inconfesable pesadilla nocturna. Como consecuencia de la misma, las campanas de las doce le sorprendieron aún desaseado por fuera y, lo que era mucho peor, por dentro. Y aunque había acudido a la capilla, se sentía tan avergonzado de su aspecto y de sí mismo que ni siquiera se había atrevido a quitarse la capucha por temor a que alguna hermana pudiera columbrar su rostro a través de la reja. Para más inri, en cuanto la superiora entonó el «Angelus Domini nuntiavit Mariae», un inopinado arrebato de vanidad y lujuria le hizo verse transfigurado en el ángel anunciador y, cuando su voz —habitualmente de tenor— se unió al resto de voces femeninas en el «Et concepit de Espiritu Sancto», sus sentimientos eran en ese momento tan nefandos que de su garganta surgieron una notas tan graves —propias de un bajo— que daba hasta miedo oírlas.

Tras ese desagradable incidente, durante el paseo vespertino de ese mismo día, fray Antonio había hecho acto de contrición, propósito de la enmienda y se había autoabsuelto, por lo que había dado el asunto por zanjado. Esa noche, sin embargo, volvió a tener la misma pesadilla inconfesable y sus actos fueron igual de comprometidos. Y todo por culpa de una mujer de vida alegre que vivía en el edificio de al lado del convento y con la que se cruzaba a menudo por la calle. Pero la gota que de verdad colmó el vaso tuvo lugar dos días después, cuando escuchó en confesión a sor María y esta, con un candor propio de las almas realmente puras, se había acusado de tener malos pensamientos y haber pegado la oreja a la pared de su celda para escuchar lo que ocurría al otro lado del tabique. Y todo porque había oído una voz de hombre —cada noche era la de uno diferente— de un color azul tenebroso que le había recordado a la de fray Antonio en el ángelus de ese día.

Tras oír esas confidencias, el confesor comprendió que la habitación de la que hablaba sor María era la de la mujerzuela causante de la turbación de su espíritu y del alboroto de su carne. Sabía ya de antes que la hermana tenía un oído sinestésico, por haberse acusado alguna vez de pecar de orgullo debido precisamente a esa habilidad. Pero que hubiera sido capaz de notar el cambio de su voz y, en cierto modo, la suciedad de su pensamiento, le hizo sentirse muy avergonzado y muy inseguro. Y por eso, cuando aquel dieciséis de agosto, tras haberse encontrado de nuevo con aquella tentadora mujer en sueños, notó en sus rezos de la mañana que su voz no solo tenía un tono gravísimo —negro al oído de sor María, pensó—, sino que no podía evitar el introducir entre las frases sacras otras de una grosería inaudita —como «Hoy me los voy a rascar a dos manos», «La tengo dura como una piedra» o «La voy a poner mirando para Rota»—, fray Antonio concluyó que en ese estado no podría acudir al ángelus.

Ese mismo día, después del almuerzo, pidió audiencia a la priora para comunicarle que se encontraba indispuesto. Su aspecto era tan inusualmente dejado y ojeroso, que la carmelita no dudó en aconsejarle que se tomara unos días de descanso. Como deseaba evitar encuentros que agravaran la situación, optó por no salir del convento. Y de la mañana a la noche se afanó en llevar a cabo actividades que lo dejaban físicamente exhausto; entre ellas, labores en el huerto que no siempre eran necesarias y que pusieron en peligro la cosecha de hortalizas. Hizo también una poda muy minuciosa y artística del seto que bordeaba su huerto, hasta conseguir una lograda recreación de la Anunciación. A partir de que la hubo acabado, cada vez que la campana llamaba al ángelus, en lugar de acudir a la capilla, fray Antonio corría hacia el seto; y mientras contemplaba el retablo sacro nacido de sus manos, unía su canto al de las angelicales voces que se escuchaban a lo lejos.

Los primeros días, su voz tenía aún el tono grave de un bajo; pero luego, conforme fue limpiando su cabeza de malos pensamientos, adquirió la tesitura de un barítono y, por último, la suya habitual de tenor. En cuanto tuvo esta prueba inequívoca de que había superado el bochornoso bache, fray Antonio se reincorporó a sus tareas como capellán del convento y no dudó en cantar, otra vez, el ángelus al unísono con el coro de carmelitas. La antigua armonía volvió a reinar en el convento, salvo en el hecho de que sor María se comportaba con él de forma esquiva. Le sorprendió esa renuencia hacia su persona precisamente cuando su voz debía de percibirla de nuevo en el tono azul de siempre. Mas a sus oídos llegaron rumores de que ya casi no hablaba con nadie debido a que cada vez estaba más cerca de la santidad. Tampoco acudía al confesionario a acusarse de pecados, por lo que el capellán supuso que no erraban quienes la hacían próxima a un estado de plena beatitud.

Y eso fue lo que continuó creyendo hasta el día en que la encontró hablando con la Virgen y al ángel del seto en un lenguaje de una vulgaridad inaudita. Al verse sorprendida, sor María enrojeció hasta el filo de la toca. Pero no estaba allí por casualidad, sino porque se sentía incapaz de llevar por más tiempo su secreto a solas y deseaba pedirla a fray Antonio que la escuchara en confesión. Esa misma tarde, con la rejilla del confesionario de por medio y aquel vocabulario impropio, la hermana le habló de los sueños lúbricos que estaba teniendo por las noches; así como de la admiración cada vez mayor que profesaba a la mujer que vivía al otro lado del tabique. Le comentó también que tenía una voz de un azul angelical, mientras que la de sus visitantes era de un azul rayando en el negro, porque eran ángeles caídos a los que ella liberaba de sus cadenas permitiéndoles que se rompieran en el interior de su cuerpo.

Pero lo que más alarmó al fraile fue que sor María, con aquel lenguaje sórdido aprendido de su vecina, le confesase que también ella había tenido la generosidad de entregarse. Para más inri, le dijo que no solo se había entregado en sueños sino que, mientras en el obrador trabajaba la masa de las futuras sagradas formas, se había imaginado a sí misma al otro lado del tabique redimiendo con sus manos el cuerpo de algún ángel caído. Fray Antonio nunca se había visto en una situación semejante y lo único que se le ocurrió fue preguntarle si al menos sentía arrepentimiento. Y sor María, con ese lenguaje tan impropio de ella, le respondió que cuando se entregaba a esa generosa tarea redentora se le sosegaba el espíritu y se le henchía el corazón de gozo, pensando en que también Jesús buscó la compañía de María Magdalena. Ante semejante respuesta, el confesor se enfrentó por primera vez a la difícil tesitura de si, en ausencia de un verdadero propósito de la enmienda, debía dar o no la absolución.

Tras ese turbador incidente, Fray Antonio anduvo unos días cabizbajo y meditabundo. A pesar del modo de hablar de sor María, y a pesar de las irreverencias que le había dicho, tenía la sensación de que su alma continuaba siendo pura y que Jesús aprobaba su conducta. Es más, cuando volvió a salir a la calle y se cruzó con la mujerzuela, su espíritu no se turbó ni se revolucionó su carne. Comprendió, así, que el mal no estaba en ella, sino en la forma en la que él la había mirado las otras veces. Y al domingo siguiente, ofició la misa de la mañana con su habitual aspecto impecable y, después de una breve siesta, pasó el resto de la tarde con las tijeras de podar en la mano trabajando en el retablo del seto. A la hora de irse a la cama, el pie izquierdo de la Virgen estaba posado sobre la cabeza de un ángel caído.

En los sucesivos fines de semana, dejándose llevar por una inspiración llegada de sabe Dios dónde, fray Antonio fue recortando las hojas y las ramas del seto de tal manera que la figura del ángel yaciente se fue levantando del suelo hasta quedar arrodillado delante de una Virgen que, mientras lo miraba, parecía sonreír. Aquella sonrisa le pareció una prueba indiscutible de que no se había equivocado al absolver a sor María. Aun más, aquella tarde notó una presencia a sus espaldas y, aunque no se atrevió a girarse, en un nuevo arrebato de inspiración, comprendió que era el mismísimo Creador.

Era domingo y resultaba lógico que el autor de la grandiosa obra, con la que a menudo él tanto se solazaba, anduviera disfrutando de un bien merecido descanso. Que hubiera tenido la deferencia de detenerse un momento a mirar su humilde Anunciación le llenó de orgullo. Se lo imaginó, además, haciendo un gesto de aprobación con la cabeza antes de retomar su camino. Y cuando fray Antonio se supo de nuevo solo, contempló una vez más las imágenes del seto y, al ver el rostro sonriente de María, concluyó que también él se había ganado, a golpe de tijera, un merecido descanso.


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Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 31 Ago 2022 10:03
por Gretogarbo
jilguero escribió: 30 Ago 2022 13:01Las tentaciones de fray Antonio
Upssss, menos mal que existe el secreto de confesión.

Mira tú que acabo de enterarme hacia dónde se ponen mirando los y las de Cuenca.

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 31 Ago 2022 13:45
por jilguero
Gretogarbo escribió: 31 Ago 2022 10:03
jilguero escribió: 30 Ago 2022 13:01Las tentaciones de fray Antonio
Upssss, menos mal que existe el secreto de confesión.

Mira tú que acabo de enterarme hacia dónde se ponen mirando los y las de Cuenca.
Ten en cuenta, Greto, que fray Antonio vive aquí al lado y, en la otra orilla de la bahía, está Rota (jajaja). Por cierto, este año me ha parecido ver entrar a alguien en el convento, como si admitieran a huéspedes especiales. De ser el caso, podría intentar algún año hospedarme unos días y así, la suposición de Luchana, de que Jilguero pudiera ser una sor que entra al foro desde su convento, sería casi cierta.

PD: Cata, espero no haberte escandalizado. En el fondo, sor María y fray Antonio son dos almas cándidas. Tienen cuerpo terrenal, pero también una candidez congénita. Te lo digo yo que soy todos los veranos su vecina y mi vida es alegre, aunque no tanto como la de Auxiliadora :wink:.

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 31 Ago 2022 19:39
por lucia
Me encanta cómo te recreas en tus historias y las vas entrecruzando unas con otras.

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 02 Sep 2022 11:38
por jilguero
lucia escribió: 31 Ago 2022 19:39 Me encanta cómo te recreas en tus historias y las vas entrecruzando unas con otras.
Jajaja, yo estoy esperando a encontrarme un amanecer a fray Antonio dando una paseo por la costanera. Creo que lo reconoceré por lo impoluta que llevará la cogulla. Y si lograra entrar en el convento y desde allí escribir y colgar alguna pamplina en el bujío, sería bordear la realidad hasta tal punto que igual ya no sabría cómo salir de él. :cunao:

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 02 Sep 2022 12:36
por Gretogarbo
jilguero escribió: 02 Sep 2022 11:38... si lograra entrar en el convento y desde allí escribir y colgar alguna pamplina en el bujío, sería bordear la realidad hasta tal punto que igual ya no sabría cómo salir de él.
Bueno, recuerda, jilguero, que tú misma dijiste...
jilguero escribió: 31 Ago 2022 13:45... este año me ha parecido ver entrar a alguien en el convento, como si admitieran a huéspedes especiales.

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 03 Sep 2022 12:17
por jilguero
Gretogarbo escribió: 02 Sep 2022 12:36
jilguero escribió: 02 Sep 2022 11:38... si lograra entrar en el convento y desde allí escribir y colgar alguna pamplina en el bujío, sería bordear la realidad hasta tal punto que igual ya no sabría cómo salir de él.
Bueno, recuerda, jilguero, que tú misma dijiste...
jilguero escribió: 31 Ago 2022 13:45... este año me ha parecido ver entrar a alguien en el convento, como si admitieran a huéspedes especiales.
Sí, vi llegar a una señora (era madurita) con una bicicleta y entró con su vehículo incluido. Deduje que carmelita no era y pensé que igual admiten que entre algún huésped. La cuestión es si puedes retirarte a tu habitación y dentro hacer un poco lo que quieras o si has de estar uniéndote a los rezos. Yo los tengo olvidados y sin ser creyente me daría no sé que participar. Me tengo que enterar mejor. Os dejo aquí una foto. Una habitación así por unos días sería perfecta.

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Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 03 Sep 2022 14:21
por Gretogarbo
jilguero escribió: 03 Sep 2022 12:17La cuestión es si puedes retirarte a tu habitación y dentro hacer un poco lo que quieras o si has de estar uniéndote a los rezos. Yo los tengo olvidados y sin ser creyente me daría no sé que participar.
Siempre tendrás el socorrido recurso de mover los labios sin decir nada.
jilguero escribió: 03 Sep 2022 12:17... igual admiten que entre algún huésped. (...)
Me tengo que enterar mejor. Os dejo aquí una foto. Una habitación así por unos días sería perfecta.
Oye, ¿y con hábito, toca, sandalias y bragas de estameña?

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 04 Sep 2022 22:28
por jilguero
Gretogarbo escribió: 03 Sep 2022 14:21Siempre tendrás el socorrido recurso de mover los labios sin decir nada.
Pero si me pillan igual tengo que confesarme con fray Antonio. Bueno así escucho por fin su voz y veo si tiene la mente limpia o no.
Gretogarbo escribió: 03 Sep 2022 14:21 Oye, ¿y con hábito, toca, sandalias y bragas de estameña?
Espero que no sea requisito indispensable (jajaja). En verano tela marinera. En tal caso, mejor invierno.

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 05 Sep 2022 09:49
por Gretogarbo
jilguero escribió: 04 Sep 2022 22:28En verano tela marinera. En tal caso, mejor invierno.
Pues el invierno en sandalias...

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 05 Sep 2022 20:35
por jilguero
Gretogarbo escribió: 05 Sep 2022 09:49
jilguero escribió: 04 Sep 2022 22:28En verano tela marinera. En tal caso, mejor invierno.
Pues el invierno en sandalias...
Jope, Greto, me lo estás poniendo muy negro porque los pies helados tampoco es plan. Bueno, primero será enterarme de si me dejan entrar y lo siguiente las condiciones.

***

Cata, ¡qué días casi otoñales tan bonitos estamos teniendo!

Se acaba la etapa en esta banda y, como siempre que se avecina un cambio, siento cierta nostalgia de los días que ya se fueron y la memoria se encarga de embellecer...

Bouganvilla.jpg

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 07 Sep 2022 12:20
por jilguero

Con mangas largas y el adiós en el pensamiento. Así he paseado, Cata, esta mañana.

Son mis últimos días amaneciendo en esta banda y, por ello, he cambiado un poco el itinerario.

Estaba todo iluminado por la luz cálida del sol recién levantado y, de la multitud de cosas que han acaparado mi mirada al paso, te traigo esa suerte de abrazo que uno de los ficus gigantes le está dando a al fuente azul que hay a su sombra (un romance, sin duda, que queda pendiente para el próximo verano); la pintura abstracta que he creído ver en la corteza de un plátano y el olor a veranos de la infancia al borde del Arroyo de la Carchena, que son para mi las flores de adelfa.

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Pintura abstracta.jpg
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Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 07 Sep 2022 12:48
por Gretogarbo
jilguero escribió: 07 Sep 2022 12:20... te traigo esa suerte de abrazo que uno de los ficus gigantes le está dando a al fuente azul que hay a su sombra (un romance, sin duda, que queda pendiente para el próximo verano);...
Habemus pamplina. Oye, jilguero, ¿esas raíces no revientan la estructura del estanquito azul?

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 07 Sep 2022 20:00
por jilguero
Gretogarbo escribió: 07 Sep 2022 12:48
jilguero escribió: 07 Sep 2022 12:20... te traigo esa suerte de abrazo que uno de los ficus gigantes le está dando a al fuente azul que hay a su sombra (un romance, sin duda, que queda pendiente para el próximo verano);...
Habemus pamplina. Oye, jilguero, ¿esas raíces no revientan la estructura del estanquito azul?
Igual el verano que viene habemus pamplina, o no... El tiempo lo dirá.

Ese brazo, que yo nunca sé si es rama o raíz, milagrosamente parece estar respetando el estanque. Y digo milagrosamente, porque el otro Ficus macrophylla, que está muy cerca de este, tiene zonas del pavimento levantado, hasta el punto de que ha habido una valla prohibiendo el paso para evitar tropezones. Esa rama-raíz parece haberse encauzado ya en esa suerte de abrazo sin levantarlo. Las otras, si te fijan las mutilaron al construir el estanque, e imagino que pondrían algo para cortarles el camino que por ahora ha funcionado.

Re: El bujío de Santa Catalina 2 (Bordeando la realidad)

Publicado: 08 Sep 2022 09:01
por Gretogarbo
jilguero escribió: 07 Sep 2022 20:00Ese brazo, que yo nunca sé si es rama o raíz, milagrosamente parece estar respetando el estanque.
Conformado. Que conste que ese brazo rama o brazo raíz queda muy a modo de banco corrido.