Solo de cuerpo presente
Las golondrinas surcaban el cielo, buscando otro lugar, otra estación.
Mi mujer estaba todavía en la cama, con las persianas bajadas.
Y yo observaba el revuelo desde el jardín, con mi taza de café entre las manos.
Una vez se alejó la enorme bandada, con sus quiebros y requiebros y cabriolas, me adentré en casa.
María aún seguía dormida.
Yo comencé a pensar en lo intrincado que se había vuelto nuestro matrimonio.
El desayuno comenzó a sentarme mal. Se me estaba quitando el hambre solo de darle vueltas a nuestra situación actual.
Aparté el plato de tortitas y las tiré a la basura.
En un intento desesperado, corrí al dormitorio, y le pregunté:
Esposa mía, ¿aún me quieres?
Ella, que ya tenía sus bellos ojos verdes abiertos, me respondió firmemente:
Diego, ¿alguna vez nos hemos querido?
Me pareció una contestación totalmente cerrada, cuasi filosófica.
Ahora bien… Les puedo asegurar que me costó otras cinco esposas aprender a diferenciar la dependencia del amor.
El día que lo hice comprendí que todas mis lágrimas habían sido de cocodrilo.
Y me percaté de que María era jodidamente lista.
Quizá por eso no dejo de pensar en ella.
De mente presente (Microrrelato)
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Re: De mente presente
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