La humanidad de cristal (Microrrelato)
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La humanidad de cristal (Microrrelato)
Salgo de mi casa a las siete en punto de una gélida mañana de enero. No obstante, el frío no logra penetrar más allá de mis prendas porque voy bien arropada, tomando conciencia de mi escasa resistencia a dicho clima.
Mis pies hollan con parsimonia el pavimento de la calle. Nada ha mudado de estado. Todo sigue igual: los mismos fatigados rostros, la misma contaminación acústica ocasionada por el estrépito de la circulación de los vehículos ya a tempranas horas de la mañana... Hace tan solo una semana que el nuevo año ha dado su pistoletazo de salida y esta es una de las innumerables razones que me incitan a reírme, si es necesario con ironía y descaro, del tan y tan ciegamente reiterado proverbio «Año nuevo, vida nueva». Nada muda mágicamente de estado de un día ni de un año para otro, sino por acción del esfuerzo humano y del gradual transcurso del tiempo.
Recorrido un camino colmado de reflexiones, por fin llego a mi destino: la estación de tren. Nada tiene de especial. Una minúscula infraestructura en la que se logra apreciar sin demasiada dificultad un notable estado de abandono, como las de todas las estaciones de cualquier localidad de la zona.
¿Cuál es mi asombro de buena mañana? Un tren detenido y una ingente aglomeración de personas concentradas en tropel al borde del andén. Mi primera impresión al respecto es una acalorada discusión entre los maquinistas y toda la turba de tensos e iracundos rostros a causa de alguna dilación en la marcha regular de los trenes. El pan de cada día, dada la deficiente gestión de la red ferroviaria de este país.
No obstante, conforme mis pasos se acercan paulatinamente a dicho escenario, me percato enseguida de los medrosos rostros y de la presencia de policía forense y ambulancia. Algo sucede alejado de la leve cotidianeidad. Entonces me sumerjo entre el gentío y una vez se posa mi mirada en la vía, mi rostro palidece repentinamente. ¿Qué proyecta mi sentido de la vista? Un par de paramédicos levantando una camilla en la que yace el ensangrentado cuerpo sin vida de una mujer de mediana edad. Por lo que escuchan mis oídos, un suicidio. ¿Año nuevo? ¿Vida nueva? ¿Mejores personas? ¿Un mundo más humano? ¡YA! ¡Desde arriba se quedan con nosotros y nos quieren aletargados! El lenguaje, por insignificante que aparente ser, es una de sus infinitas tácticas de control mental. Y todavía más cuando es edulcorado de pretenciosas coletillas.
Estoy que no quepo en mi sobresalto, llegando al punto de sentir una intensa convulsión en mis extremidades que me impide mantenerme en pie y me acomodo en el banco más cercano. Mi cuerpo se recompone del impacto con suma lentitud. Transcurrido un difuso lapso de tiempo, mi rostro recobra su color, así como mi respiración y mis latidos su ritmo habitual. Tomo el teléfono móvil del bolsillo y centro mi mirada en el reloj, que marca las ocho y veinte de la mañana. Entro a trabajar en cuarenta minutos y el tren continua detenido.
Me he demorado en mi llegada al trabajo por primera vez en toda mi vida laboral. No obstante, la causa es sobradamente verídica y justificada, así que tengo la conciencia más que sosegada.
Si estos sórdidos escenarios hicieran más acto de presencia en el día a día, nuestros cuerpos y mentes estarían más que habituados a ellos y concebiríamos el sentido de la vida y la muerte con mayor frialdad.
Mis pies hollan con parsimonia el pavimento de la calle. Nada ha mudado de estado. Todo sigue igual: los mismos fatigados rostros, la misma contaminación acústica ocasionada por el estrépito de la circulación de los vehículos ya a tempranas horas de la mañana... Hace tan solo una semana que el nuevo año ha dado su pistoletazo de salida y esta es una de las innumerables razones que me incitan a reírme, si es necesario con ironía y descaro, del tan y tan ciegamente reiterado proverbio «Año nuevo, vida nueva». Nada muda mágicamente de estado de un día ni de un año para otro, sino por acción del esfuerzo humano y del gradual transcurso del tiempo.
Recorrido un camino colmado de reflexiones, por fin llego a mi destino: la estación de tren. Nada tiene de especial. Una minúscula infraestructura en la que se logra apreciar sin demasiada dificultad un notable estado de abandono, como las de todas las estaciones de cualquier localidad de la zona.
¿Cuál es mi asombro de buena mañana? Un tren detenido y una ingente aglomeración de personas concentradas en tropel al borde del andén. Mi primera impresión al respecto es una acalorada discusión entre los maquinistas y toda la turba de tensos e iracundos rostros a causa de alguna dilación en la marcha regular de los trenes. El pan de cada día, dada la deficiente gestión de la red ferroviaria de este país.
No obstante, conforme mis pasos se acercan paulatinamente a dicho escenario, me percato enseguida de los medrosos rostros y de la presencia de policía forense y ambulancia. Algo sucede alejado de la leve cotidianeidad. Entonces me sumerjo entre el gentío y una vez se posa mi mirada en la vía, mi rostro palidece repentinamente. ¿Qué proyecta mi sentido de la vista? Un par de paramédicos levantando una camilla en la que yace el ensangrentado cuerpo sin vida de una mujer de mediana edad. Por lo que escuchan mis oídos, un suicidio. ¿Año nuevo? ¿Vida nueva? ¿Mejores personas? ¿Un mundo más humano? ¡YA! ¡Desde arriba se quedan con nosotros y nos quieren aletargados! El lenguaje, por insignificante que aparente ser, es una de sus infinitas tácticas de control mental. Y todavía más cuando es edulcorado de pretenciosas coletillas.
Estoy que no quepo en mi sobresalto, llegando al punto de sentir una intensa convulsión en mis extremidades que me impide mantenerme en pie y me acomodo en el banco más cercano. Mi cuerpo se recompone del impacto con suma lentitud. Transcurrido un difuso lapso de tiempo, mi rostro recobra su color, así como mi respiración y mis latidos su ritmo habitual. Tomo el teléfono móvil del bolsillo y centro mi mirada en el reloj, que marca las ocho y veinte de la mañana. Entro a trabajar en cuarenta minutos y el tren continua detenido.
Me he demorado en mi llegada al trabajo por primera vez en toda mi vida laboral. No obstante, la causa es sobradamente verídica y justificada, así que tengo la conciencia más que sosegada.
Si estos sórdidos escenarios hicieran más acto de presencia en el día a día, nuestros cuerpos y mentes estarían más que habituados a ellos y concebiríamos el sentido de la vida y la muerte con mayor frialdad.
Última edición por PresoneraDelCel97 el 26 Nov 2023 06:07, editado 1 vez en total.
Re: La humanidad de cristal
Gracias. Me ha gustado tu relato, transmite frialdad según se va leyendo. Hubiese puesto una obra también como nota ruidosa junto al tráfico actual de vehículos hibridos, pero el relato me ha sumergido en él desde el inicio.
Soñar... ¡Donosa locura!
Blanca de los Ríos Nostench.
Erase una persona tan despistada que se quedó una semana en su casa encerrada pues sus llaves no encontraba.
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Re: La humanidad de cristal
Efectivamente. Con mi escrito pretendo transmitir una visión pesimista y sórdida del mundo que nos rodea.
Poner un vídeo o nota ruidosa es una buena idea. ¡La tomo en cuenta!
Muchas gracias por leerme, de veras.
Re: La humanidad de cristal
Demasiado estereotipo. Se lee como si hubieses hecho una redacción forzada.
Lo mejor que tiene el relato es esto
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Y lo desaprovechas.Nada tiene de especial. Una minúscula infraestructura en la que se logra apreciar sin demasiada dificultad un notable estado de abandono, como las de todas las estaciones de cualquier localidad de la zona.
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- Jarg
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Re: La humanidad de cristal
Es interesante que la protagonista del relato reflexione sobre la frialdad (física y emocional) del mundo pero, sin darse cuenta, ella misma dé muestras de frialdad al plantearse que va a llegar tarde al trabajo a raíz del suicidio que ha retrasado el tren. Es una buena reflexión.
A nivel de estilo, he notado que en tus textos hay un cierto exceso de adverbios acabados en -mente (en este texto tan corto hay seis: ciegamente, mágicamente, paulatinamente, repentinamente, etc). Te recomendaría no abusar de ese tipo de adverbios (es un consejo muy común en este foro ), sobre todo en un texto como este, de descripción y reflexión, en el que la buena elección de las palabras puede representar la diferencia entre hablar al lector y conmoverlo.
A nivel de estilo, he notado que en tus textos hay un cierto exceso de adverbios acabados en -mente (en este texto tan corto hay seis: ciegamente, mágicamente, paulatinamente, repentinamente, etc). Te recomendaría no abusar de ese tipo de adverbios (es un consejo muy común en este foro ), sobre todo en un texto como este, de descripción y reflexión, en el que la buena elección de las palabras puede representar la diferencia entre hablar al lector y conmoverlo.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Re: La humanidad de cristal
@lucia @JargJarg escribió: ↑26 Nov 2023 12:22 Es interesante que la protagonista del relato reflexione sobre la frialdad (física y emocional) del mundo pero, sin darse cuenta, ella misma dé muestras de frialdad al plantearse que va a llegar tarde al trabajo a raíz del suicidio que ha retrasado el tren. Es una buena reflexión.
A nivel de estilo, he notado que en tus textos hay un cierto exceso de adverbios acabados en -mente (en este texto tan corto hay seis: ciegamente, mágicamente, paulatinamente, repentinamente, etc). Te recomendaría no abusar de ese tipo de adverbios (es un consejo muy común en este foro ), sobre todo en un texto como este, de descripción y reflexión, en el que la buena elección de las palabras puede representar la diferencia entre hablar al lector y conmoverlo.
Es una reflexión sobre la insensibilidad y el egocentrismo tan imperantes en nuestra sociedad y como calan tan hondo en cada uno de nosotros, tal vez inconscientemente, lo que nos lleva a ser cínicos, por ejemplo al mostrarnos críticos con las actitudes inmorales de los demás mientras de puertas para dentro, llegamos a hacer lo mismo de lo que nos quejamos. Pese a que el lenguaje es tal vez un tanto estereotipado, yo encuentro muy realistas la escena y los pensamientos del narrador.
En cuanto a los adverbios terminados en «-mente», a veces no reparo en ello mientras escribo, aunque es algo importante a tener en cuenta.
Muchas gracias por leerme.
Re: La humanidad de cristal
Todo el relato es estereotipado. No solo el lenguaje empleado. Por eso suena como un ejercicio de estilo forzado.
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Re: La humanidad de cristal
Me resulta deshonesto. Cómo lector, describir el "filin" cuesta, pero digamos que es la facilidad o armonía con la que encadenamos palabra a palabra. El texto me sabe ortopédico, con palabras que no sé si pusiste por pensar que quedan vistosas o qué. Déjame ver si me explico mejor con un ejemplo:
Normal: La cabra tira pa' el monte.
Raro: El animal cabrío se abalanza en dirección al profundamente asilvestrado cerro.
Me da que necesitas pulir la prosa. ¿Cómo se hace eso? No sé... Tú solo sigue intentando. Esta clase de historia, reflexiva y algo cinica, salvando las aaaaaaaanchas distancias, me recordó a los libros de Martin Amis (ESCRITOR con mayúscula). Te lo recomiendo. Quizás consigas de él nuevos enfoque que te ayuden a amasar tu estilo.
Normal: La cabra tira pa' el monte.
Raro: El animal cabrío se abalanza en dirección al profundamente asilvestrado cerro.
Me da que necesitas pulir la prosa. ¿Cómo se hace eso? No sé... Tú solo sigue intentando. Esta clase de historia, reflexiva y algo cinica, salvando las aaaaaaaanchas distancias, me recordó a los libros de Martin Amis (ESCRITOR con mayúscula). Te lo recomiendo. Quizás consigas de él nuevos enfoque que te ayuden a amasar tu estilo.
Re: La humanidad de cristal
Personalmente, me parece buena. No logro comprender lo que @lucia dice sobre "estereotipos". ¿Bomberos, policías, paramédicos?
Siendo en primera persona [la narración], considero que es de sí o sí que debe ser escrita de tal forma que denote la personalidad de quien narra. Esto incluye también en su forma de expresarse y contar las cosas.
En general, me gustó. Claro hay detalles que ajustar, pero nada que no se resuelva tras varias revisiones. Que esto ultimo es algo importante. ¡Animo!
Siendo en primera persona [la narración], considero que es de sí o sí que debe ser escrita de tal forma que denote la personalidad de quien narra. Esto incluye también en su forma de expresarse y contar las cosas.
En general, me gustó. Claro hay detalles que ajustar, pero nada que no se resuelva tras varias revisiones. Que esto ultimo es algo importante. ¡Animo!
- Meru
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Re: La humanidad de cristal (Microrrelato)
El relato es interesante pero algo forzado; como que tratas de causar un efecto en el lector pero aún no lo consigues del todo. Lo bueno es que la trama se puede entender. Te recomendaría que analizaras bien las críticas de Lucía, ella también me ha dado muy duro pero ha logrado mejorar mi estilo; lo malo conmigo sigue siendo la ortografía y la gramática, que debo admitir que está de mediocre a incipiente. Sigue escribiendo, es el mejor ejercicio para seguir pudiéndote.
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