Dejándote cinco estrofas
Publicado: 19 Jul 2007 03:48
Soñando cada instante que logra el agua sobre la piedra
salpicando de luz azul la historia que inventé a mitad de un crepúsculo
sabiendo un poco el sueño que entreví, la mano que expuse al frío
sucedió el tejido de la trama que dibujó el final de tu figura
Mas no te he podido conocer, y tú sabías te busqué
mis formas fueron duras, hostiles, difíciles, y
mientras fue que pudiste sentir que todo en mí era entrega
miradas ajenas reflejaron que te pudo el miedo, ese no querer saber de límites, donde yo vivo
A hoy, toca el tiempo de despedida en las campanas
arenas de todas las plazas marcan de pleno que serás tú la que debe y quiere quedarse
arcillando el contexto en el que libremente soy yo el que debe, necesariamente, ser el que se va
a otro rumbo, llevándome conmigo las ilusiones, que por no poder compartirlas, no las pude perder
Retándome a duelo, una o dos veces te rocé, y sé que con eso debe bastarme
rayando lo poco, para seguir y seguir, vaya de selva, de desierto u océano
rezando para todavía encontrar la maravilla que llevan en sus alas las mariposas
rescatando la certeza de por siempre hallar placer en la intuición del aroma de una orquídea china
Cedo a mi boca la dura empresa de decir adiós, muchacha guapa, la más querida por todos
calla el horizonte en tensión, ya el forastero se marcha, el que te quiso detrás de las estrellas;
crepita el ansia del camino que me espera; yo, el que tanto, tanto quiso ser aquel por el que dicen que tiene dueña,
cae en la que cuenta que se marcha, dejándote cinco estrofas, con las letras del nombre que quiso regalarte.
salpicando de luz azul la historia que inventé a mitad de un crepúsculo
sabiendo un poco el sueño que entreví, la mano que expuse al frío
sucedió el tejido de la trama que dibujó el final de tu figura
Mas no te he podido conocer, y tú sabías te busqué
mis formas fueron duras, hostiles, difíciles, y
mientras fue que pudiste sentir que todo en mí era entrega
miradas ajenas reflejaron que te pudo el miedo, ese no querer saber de límites, donde yo vivo
A hoy, toca el tiempo de despedida en las campanas
arenas de todas las plazas marcan de pleno que serás tú la que debe y quiere quedarse
arcillando el contexto en el que libremente soy yo el que debe, necesariamente, ser el que se va
a otro rumbo, llevándome conmigo las ilusiones, que por no poder compartirlas, no las pude perder
Retándome a duelo, una o dos veces te rocé, y sé que con eso debe bastarme
rayando lo poco, para seguir y seguir, vaya de selva, de desierto u océano
rezando para todavía encontrar la maravilla que llevan en sus alas las mariposas
rescatando la certeza de por siempre hallar placer en la intuición del aroma de una orquídea china
Cedo a mi boca la dura empresa de decir adiós, muchacha guapa, la más querida por todos
calla el horizonte en tensión, ya el forastero se marcha, el que te quiso detrás de las estrellas;
crepita el ansia del camino que me espera; yo, el que tanto, tanto quiso ser aquel por el que dicen que tiene dueña,
cae en la que cuenta que se marcha, dejándote cinco estrofas, con las letras del nombre que quiso regalarte.