El dedo de dios

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HERMANN
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El dedo de dios

Mensaje por HERMANN »

El Presidente le otorgó poderes omnímodos al General en Jefe. Podía disponer del arsenal dentro de los protocolos de actuación. Mientras el Estado Mayor iba acomodándose en sus ergonómicos asientos, el General fue activando los códigos y las claves y comenzó a desplegar el mapa del mundo. “Señores; ya saben cuál es la situación de nuestras tropas. Tenemos divisiones mixtas en todos los continentes. Nuestros satélites espían el cien por cien del territorio con la más alta resolución jamás alcanzada por un artefacto fabricado por el ser humano”.

Todos los componentes del Alto Estado Mayor sabían de sobra el despliegue de las fuerzas. Estaban allí para otras cosas. Todos sabían las prestaciones de cada uno de los satélites. Estaban allí reunidos para dilucidar una serie de cuestiones relativas a la eliminación puntual de diversos enemigos.
“Señores: Ahora les voy a mostrar los diferentes objetivos y personajes que ya han sido debatidos en la corte. Ya saben cómo funciona esto. Botón rojo: suprimir. Botón azul: moratoria”.

“Primer asunto. Al Zarkuti. Ya lo conocen. Lo hemos sacado en los medios más que al Presidente. Creemos que ya está maduro para la opinión favorable de nuestros aliados. Le hemos endosado cientos de crímenes y de manifestaciones criminales. El Servicio secreto hizo muy buen trabajo en el vídeo del empalamiento del ejercicio anterior. Si eso no le hace parecer el asesino más atroz, nada más podrá hacerlo”.

El general en jefe se aproximó a un punto tridimensional que resaltó desde la pantalla y lo tocó con su dedo. “Señores, sus respuestas a Al Zarkuti: pulsen sus botones... De acuerdo; supresión.”
La lista de objetivos fue apareciendo sin interrupción: “Planta nuclear Birmanaka: Supresión. Fábrica farmacéutica en Banglatesh: supresión. Aldea rebelde en Plokostán: supresión”. El General iba tocando los puntos que iban apareciendo. El Estado Mayor iba pulsando sus botones: Rojo, rojo, rojo... Estaba todo decidido. Siempre que un asunto llegaba a ese punto es que estaba condenado a la SUPRESIÓN.

El General siguió guiando su dedo: “Ahí. Ahí...” En el mundo pequeños terremotos iban anunciando la efectividad de los misiles. Un nuevo dedo de Dios repartía destinos sombríos entre la humanidad.
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JANGEL
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Mensaje por JANGEL »

Terrible. Pero no es más que una parábola de lo que ocurre... Esta vez, más realista de lo que parece, Hermann.
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