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Todo es mentira.

Todo son habladurías y tópicos, todos aquellos que han escrito sobre el tema de la muerte, se equivocan.
No he sentido nada, mi alma se ha despegado de mi cuerpo, de la misma forma que cae el rocío mañanero de las hojas de las flores, con delicadeza sutil y aterciopelada. Con la misma oscura lentitud con que se instala la luna en el centro del cielo, soberana.

Ahora yo soy mi alma.


Mi cuerpo, que ahora desnudo y flaco se asemeja más a un viejo árbol caído, con la boca abierta y desdentada, los labios blancos carentes del color de la vida, ese tono rojo que brota a borbotones y que cuando cesa, instala la más fea de las tonalidades, el gris muerte.
Unos labios que casi medio siglo atrás degustaron la humedad de los besos, y mordían, cuando aún mis dientes eran todos de mi propiedad, y apresaban juguetones algún pezón rosado y vergonzoso, que exhibía provocador su ternura y su belleza como una tarta olorosa que se deja de forma descuidada y desprotegida en una ventana.
Y el centro latente de mi cuerpo, aquel donde el latido se hacía deseo, aquel donde la sangre en su arremolinado empuje se abría paso a través de la carne, en aquel punto exacto de mi cuerpo que hace tiempo fue como una espada templada de hierro firme, me fijo ahora, y lo imagino caído, vencido como un guerrero feroz abatido de muerte, puro pellejo cobarde y avergonzado.

Ahora soy libre por fin de ese viejo cascaron que era mi cuerpo, viejo, destrozado, avasallado por el paso inclemente de los años, estando sin ser, sintiendo sin ser sentido, viviendo en una vida muerta, un cuerpo cercano a la descomposición en vida, unos ojos hastiados de mirar y no ser correspondidos más que con el vacío de la ausencia, unos brazos huecos, que por no abrazar han perdido la noción del calor y el olor que se comparte en el abrazo.
¿Qué siento?

LIBERTAD.

Solo un hilo muy fino nos separa, cuando ese hilo de oro se rompa flotaré en un mar calmado, y el silencio será absoluto.

La muerte mezclada con el erotismo, para explicar lo que sentia en plena juventud y en la decadencia antes de ser liberado. Me ha gustado como lo has entrelazado todo.

berlin escribió: Unos labios que casi medio siglo atrás degustaron la humedad de los besos, y mordían, cuando aún mis dientes eran todos de mi propiedad, y apresaban juguetones algún pezón rosado y vergonzoso, que exhibía provocador su ternura y su belleza como una tarta olorosa que se deja de forma descuidad y desprotegida en una ventana.

Me ha gustado mucho como describes esta parte, la comparación con una tarta que provoca me ha parecido muy graciosa y tierna.

Por lo que veo, no crees mucho en la muerte. Me gusta la descripción y también yo pienso así muchas veces.

Saludos

Conphoos escribió:Por lo que veo, no crees mucho en la muerte. Me gusta la descripción y también yo pienso así muchas veces.

Saludos

Verás amigo Conphoos, por mi trabajo, mi relación con la muerte es cotidiana, no me asusta y es el pan de cada día, pero necesito creer que cuando exhalamos el último estertor nos quedará un momento para despedirnos de nuestro pobre cuerpo que nos acompañó durante mucho tiempo. No quiero pensar que todo acaba con el último latido, llámalo licencia poética, literaria, no lo sé! y fíjate, no sé porque, pero tengo la convicción de que después solo existe un gran silencio.¿nos aferramos a estas pequeñas licencias poéticas?
No creo en Dios, no creo en la reencarnación, creo que con el último suspiro acaba nuestra carrera de fondo que es la vida. Pero a veces me monto estas historias como un pequeño consuelo, ¿comprendes lo que digo?
Un abrazo, y gracias por leerlo, se que es un poco triste, pero a veces es necesario expulsar estos negros fantasmas de nuestro pecho.

Chise escribió:La muerte mezclada con el erotismo, para explicar lo que sentia en plena juventud y en la decadencia antes de ser liberado. Me ha gustado como lo has entrelazado todo.

berlin escribió: Unos labios que casi medio siglo atrás degustaron la humedad de los besos, y mordían, cuando aún mis dientes eran todos de mi propiedad, y apresaban juguetones algún pezón rosado y vergonzoso, que exhibía provocador su ternura y su belleza como una tarta olorosa que se deja de forma descuidad y desprotegida en una ventana.

Me ha gustado mucho como describes esta parte, la comparación con una tarta que provoca me ha parecido muy graciosa y tierna.

Gracias. Amor y muerte, la eterna pareja literaria. Un placer que te guste.

Vaya racha esta semana con el tema del silencio al final de todo, ya sea una vida, o una pareja

lucia escribió:Vaya racha esta semana con el tema del silencio al final de todo, ya sea una vida, o una pareja

jajaja mensaje recibido, jefa.

Es maravilloso, berlin

Katia escribió:Es maravilloso, berlin

Tu eres uno de mis referentes por aquí, así que me doy por contenta. Estos relatos me cuesta un poco colgarlos porque son muy personales y pueden aburrir, pero dado que escribimos porque lo necesitamos, a veces no queda mas remedio, y el estado anímico a veces lo pide. ¿lo sabes verdad?
Un abrazo, maestra.

berlin escribió:

Conphoos escribió:Por lo que veo, no crees mucho en la muerte. Me gusta la descripción y también yo pienso así muchas veces.

Saludos

Verás amigo Conphoos, por mi trabajo, mi relación con la muerte es cotidiana, no me asusta y es el pan de cada día, pero necesito creer que cuando exhalamos el último estertor nos quedará un momento para despedirnos de nuestro pobre cuerpo que nos acompañó durante mucho tiempo. No quiero pensar que todo acaba con el último latido, llámalo licencia poética, literaria, no lo sé! y fíjate, no sé porque, pero tengo la convicción de que después solo existe un gran silencio.¿nos aferramos a estas pequeñas licencias poéticas?
No creo en Dios, no creo en la reencarnación, creo que con el último suspiro acaba nuestra carrera de fondo que es la vida. Pero a veces me monto estas historias como un pequeño consuelo, ¿comprendes lo que digo?
Un abrazo, y gracias por leerlo, se que es un poco triste, pero a veces es necesario expulsar estos negros fantasmas de nuestro pecho.

Lo decía especialmente por esta parte:

estando sin ser, sintiendo sin ser sentido, viviendo en una vida muerta

El hecho de ver la muerte así, como suele ser en la mayoría de versiones sobre esta temática, se aleja un poco de su significado y se vuelve paradójico. No es una crítica, al contrario, yo soy de los que piensan que los terminos opuestos suelen confundirse entre si.
Entiendo lo de las licencias, yo no podría tomarme la vida en serio sin ellas.
A mi el texto no me parece triste para nada, berlin, es más, creo que es muy positivo teniendo en cuenta el tema que trata, como tu has dicho es como un consuelo, a mi hace respirarme paz.

Saludos y ánimo.

Yo soy de esos que cambian la fe por la literatura. Es decir, me autoproclamo agnóstico, pero el hecho de creer que después de la vida no hay nada, que te morís y chau, a veces me produce vértigo. En esos momentos, las palabras son el mejor refugio.
Y las tuyas podrían serlo perfectamente. Este adios descrito, es precioso.

(Es cierto, el silencio invade LFE )

Ahora soy libre por fin de ese viejo cascaron que era mi cuerpo, viejo, destrozado, avasallado por el paso inclemente de los años, estando sin ser, sintiendo sin ser sentido, viviendo en una vida muerta, un cuerpo cercano a la descomposición en vida, unos ojos hastiados de mirar y no ser correspondidos más que con el vacío de la ausencia, unos brazos huecos, que por no abrazar han perdido la noción del calor y el olor que se comparte en el abrazo.
¿Qué siento?

LIBERTAD.

En esta parte del párrafo, el protagonista se queja de una vida solitaria, en la que ha amado sin ser correspondido, cuando me refiero a estando sin ser, aludo a un descontento consigo mismo, quizás un fracaso, viviendo en una vida muerta, sobreviviendo que ya es mucho.

Amigo Conphoos, este hombre siente una contradicción en su final, echa de menos su cuerpo joven y vigoroso, y al mismo tiempo experimenta una liberación al desprenderse de él, ahora que ese "viejo cascaron" solo le daba problemas.

Matu escribió:Yo soy de esos que cambian la fe por la literatura. Es decir, me autoproclamo agnóstico, pero el hecho de creer que después de la vida no hay nada, que te morís y chau, a veces me produce vértigo. En esos momentos, las palabras son el mejor refugio.
Y las tuyas podrían serlo perfectamente. Este adios descrito, es precioso.

(Es cierto, el silencio invade LFE )

Gracias Matu.
También me considero una agnóstica convencida, y eso es lo que me ocurre, que siento ese vértigo del que hablas cuando pienso en la muerte, ¿pero que vamos a hacer? solo consolarnos con nuestra imaginación, porque la fe no se impone, o la sientes dentro de ti, o no hay nada que hacer.

Berlin, me encanta!!!, yo tampoco lo he encontrado triste, fijate, que le he cogido un punto irónico e incluso humorístico, haciendo referencias al vigor sexual de la juventud y lo de los dientes cuando eran suyos.

Utilizas como siempre un lenguaje muy hermoso, para mí casi poesía, como te he dicho varias veces, rematas muy bien los finales, y tienen forma y fondo las historias que cuentas.

Tú también eres una maestra!!!

Berlin, muy bueno. Veo que todos más o menos opinamos lo mismo sobre el apunte sensual, que das a un tema tan temido por los mortales. Un comentario que he leído tuyo que no crees en Dios y que piensa o quieres pensar (mejor) que una vez que nos vayamos nos quedaran unos segundos para poder despedirnos de ese "cascaron" que nos ha acompañando en unos cuantos años. Yo tambien pienso parecido, es más cuando hablo con gente que le tiene pánico a el final de nuestros días, siempre le digo lo mismo, ¿donde estuvimos antes de nacer? ¿que sentías? pues lo mismo, en el momento de la muerte será igual.
SALUDOS

Por cierto me has dejado en ascuas, ¿en que trabajas?