Un dia cualquiera de Brian Bennington

[Brian Bennington]

Este fragmento fue otra noche en vela que me dio por escribir. Es de la misma historia que el otro fragmento, aunque anterior en la historia.
Digo lo mismo que dije en el otro, no tengais piedad a la hora de criticar, que yo acepto todas las opiniones. Como se que es un fragmento, y dificil de criticar, dire que busco escribir algo realmente cercano, real, que pueda pasar de verdad (obviamente, en la vida de un policia y con una asesina en serie suelta). Por cierto, sigue llena de referencias, y aqui de ignorancias, ya que no tengo ni idea si en Nueva York hay pena capital, ni que sea la silla eléctrica, y los personajes y se conocian de antes, asi que se hace referencia a una conversacion anterior. Bueno, ahí va eso:

Brian

La verdad es que el día había empezado de miedo, el sol me quemaba el rostro, una suave brisa (¡dios mío, una brisa, ya se me habían olvidado!) me refrescaba el cuerpo, tuve una agradable conversación con Victoria… y después iba a ver a Susan (la chica de la tienda de animales). ¿Qué me podía empeorar el día? Pues un caso de ajuste de cuentas entre bandas latinas (latin kings y ñetas) y un caso de violencia doméstica.
El caso de ajuste de cuentas fue relativamente sencillo y le cedí el puesto a Natalie, pero el caso de la violencia doméstica… lo peor fue intentar explicar a los chiquillos por qué no iban a volver a ver a papá y mamá. Terminó siendo como si nos hubiéramos puesto a cortar una tonelada de cebollas, todos acabamos en un mar de lágrimas.
Por lo que vi, y con mi experiencia, quedaba claro que al padre lo iban a ejecutar. Y aquí en Nueva York, la pena capital es la silla eléctrica. No lo pusieron porque fuera una muerte agradable. Antes de morir, pierdes el control total de tus movimientos y pensamientos ya que, al fin y al cabo, los pensamientos son impulsos eléctricos. Lo único que puede sentirse es un tremendo dolor, el de tus músculos agarrotándose, el del paso de la corriente por tu cerebro, el de tu corazón acelerándose de forma inexorable…
Y, la cuestión es, que, tras entrevistar a varias vecinas y al propio papá, no me encontré con el típico homicida.
Según sus vecinas, Anthony Phillips, padre de Greg y Samantha Phillips, era un gran padre. Llevaba a sus hijos a la feria, los sacaba al parque, les compraba regalos, siempre te sonreía al cruzártelo por la escalera…
Pero su mujer, Amanda Phillips, quince centímetros y veinte quilos mayor que él, le golpeaba cuando no estaba la comida hecha, cuando no hacía la compra, cuando no limpiaba la casa… hasta que la testosterona de Anthony, tras varios meses de letargo, volvió con todo su esplendor, estrangulando a su mujer con el delantal que se ponía para hacer las tareas domésticas. Punto final. Anthony moriría también, por el simple hecho de defenderse, y los pobres críos vivirían siempre con alguien que no acabaría nunca por sustituir a sus padres. Sé lo que es eso, y también sé que los chiquillos vivirían con eso marcado a fuego en su corazón por el resto de su vida.
Aún con lágrimas en los ojos, monté en el coche y conduje hasta la tienda de Susanne, pensando en lo justo que es el mundo con los inocentes. Al llegar, respiré hondo durante varios minutos, me sequé los ojos y entré a la tienda.

A pesar de la depresión que llevaba encima, conseguí entrar en la tienda con una sonrisa. Y me encontré con que me la devolvían. Mi depresión se aligeró un poco.
Ella no era el único motivo de que estuviera allí, tuve razón la vez anterior que estuve aquí: Janine es una glotona.
-¿Qué tal estás? – siempre con una sonrisa en su precioso rostro. Tenía sus hermosísimos ojos azules iluminados.
-Ahora mismo de pie, y también con un poco de sueño. Mis ancianos vecinos aún no han terminado el kamasutra.
Se rió. Y en ese momento me di cuenta de la magnitud de su belleza.
-Y tú qué, ¿has dormido mucho esta semana?
-La verdad es que sí, aunque, me dijiste que me llamarías en unos días, ¿por qué has tardado tanto? ¿Tienes idea de lo mucho que me he aburrido viendo el programa de Oprah?
Ahora al que le tocaba reír era a mí.
-Me lo imagino… Pues la verdad es que he estado bastante liado con el trabajo, lo siento, no he podido llamarte antes.
-No pasa nada -susurró.
-¿Y te has estado tragando todas las noches a Oprah? Joder, ¿y tus amigas?, ¿de vacaciones?
-Es julio, Brian, y Nueva York. Aparte, aquí todo el mundo tiene una abuela con un rancho, o un tío con una casa en el campo. Por ejemplo, Lucy, la veterinaria de aquí por las tardes. ¿La conoces?
-Sí, conozco a Lucy – bastante mejor de lo que te imaginas, baby.
-Pues ella tiene un tío abuelo o algo así con un rancho en Texas, donde todo es más grande y mejor, y allí suele pasar los veranos.
-¿Y qué tiene de interesante Texas?
-Pues los empleados de su tío abuelo, el encargado de la gasolinera del pueblo, el cajero del super… muchos.
Estuve tentado de preguntarle que hacían en los descansos en las trastiendas. Por que me consta (y muy bien constado), que tanto Kelly como Lucy son bisexuales. Me pregunté si Susan también lo era, y si seria posible un menage a trois con Lucy o con Kelly. También me pregunté a mí mismo si lo rematadamente salido que estaba era por el tórrido día o por el tórrido escote que llevaba la veterinaria. Intenté mantener la concentración, arrepintiéndome de los pantalones ajustados que llevaba.
-¿Y tú? ¿No tienes un tío abuelo en Texas ni nada parecido?
-No. A mi familia la asesinaron hace nueve años.
De repente, ya no hacía tanto calor, y tampoco me importaba lo ajustados que me estaban los pantalones.
Deberían de usar la muerte como antídoto a la viagra.
-Vaya, lo siento, no lo sabía –titubeé.
Bajó la vista.
-No pasa nada, solo intentabas ser amable.
Pasamos en silencio unos segundos que se me hicieron eternos.
Era bastante obvio que sí le había afectado.

Zanne

No tiene mucho mérito engañar a alguien sin que ese alguien estuviera al corriente de lo que estabas engañándole. Por ejemplo, no tenía mucho mérito decirle a un farmacéutico que tu pobre madre de 54 años tenía unos terribles dolores lumbares debido a la artritis para que te venda cloretilo, el cual muchos críos lo utilizan para quedarse colocados escondidos en los callejones. El pobre farmacéutico no sabe que tu madre tiene 38 años recién cumplidos, ni que tiene una salud de hierro. Simplemente, apela a su bondad para darte el bote y que te coloques.
Lo mismo con Brian.
El pobre se estaba tragando mi aparente tristeza y fragilidad. Le dejé una excusa bastante buena para abrazarme. Las personas tristes y frágiles necesitan cariño, y saltaba a la vista que Brian pensaba lo mismo.

[lucia]

pensando en lo justo que es el mundo con los inocentes. Al llegar, respiré hondo durante varios minutos, me sequé los ojos y entré a la tienda.

¿No será injusto?

Y veo que ahora si que estás intentando que sepamos la unión de ambos

[JANGEL]

No estoy seguro de que en el estado de Nueva York haya pena capital y se castigue con la silla eléctrica. ¿Has mirado eso bien? Es un simple detalle que podrías modificar si no fuera así, si quieres ceñirte a la realidad.

Por lo demás, lo único que me ha llamado la atención ha sido el comentario de "Es julio y esto Nueva York". ¿Te refieres a que la gente vuela por vacaciones? Supongo que es eso. De todas formas, en Estados Unidos las vacaciones no son como aquí y parece que los yanquis son adictos al trabajo. Nueva York estaba tan llena este último mes de julio como seguramente lo estará el resto del año.

Seguiremos atentos a la vida de Brian.

[Brian Bennington]

¿No será injusto?

Claro, Lucía, lo de justo era irónico.

De detalle, la silla electrica dejó de usarse hace tiempo en todo USA, ya que querían un método para matar más humano (inyección letal) y en Nueva York sí había pena de muerte hasta hace unos años, cuando decidieron sustituirla por la cadena perpetua sin posibilidad de condicional.

Y no había caído en la cuenta de que igual Nueva York nunca se vacía. Gracias, JANGEL