El último tren

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Nelly
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El último tren

Mensaje por Nelly »

EL ÚLTIMO TREN

Cae la tarde y al mirar a través del cristal salpicado de gotas de lluvia solo veo a un tipo derrotado que me contempla con ojos tristes y mueca irónica. Se acaba el tiempo. Debería estar preocupado pero en vez de pensar lo cerca que estoy de desangrarme solo me vienen a la cabeza ideas absurdas y totalmente irrelevantes.
Me pregunto que estará haciendo Julia en este momento. Probablemente estará preparando la cena, ajena a todo el revuelo que he causado…
Seguro que acaba de darse un baño caliente y su piel todavía huele como la hierba recién cortada. Llevará uno de esos vestidos estampados que le quedan tan bien, y se sentará frente al sofá con un café y una revista. Encenderá la televisión con gesto despreocupado, pues aunque nunca la ve, dice que su sonido crea un ambiente relajante, una especia de música de fondo que le gusta para sentarse a leer y sentirse a salvo, como una banda sonora de lo cotidiano.
Para ser feliz ella necesita muy poco, algo de cariño y, que no falten, sus dichosas novelas. Las devora una tras otra, como poseída por una extraña fiebre que nunca he podido entender. Yo siempre he sido una persona práctica, ella dice que soy frío, pero no es verdad, lo que pasa es que no me gusta llenarme la cabeza con las aventuras y desventuras de las vidas de otros. Bastante tengo con la mías.
Es probable que no se entere de lo ocurrido hasta que encienda el televisor. Es probable que en un corte publicitario de uno de esos estúpidos programas que suelen poner, la trajeada jovencita del telediario anuncie el asalto a la tienda de licores con el trágico desenlace que ya conozco.
Un varón blanco de unos cuarenta años, de complexión fuerte, tez morena y una ligera cojera a causa de la herida de bala huye del lugar del robo, refugiándose en un almacén abandonado cercano al lugar de los hechos.
No consigo quitarme el sonido de las malditas sirenas de policía de mi cabeza, es como si me estuvieran machacando el cerebro y sin embargo, mi propia respiración suena todavía más fuerte. En buena hora se me ocurrió la idea…
A través del cristal veo la cara de un montón de extraños que me miran con gesto ceñudo. A ellos también les gustaría pegarme un tiro. Si pudieran lo harían, al menos, pero todavía no saben de mí...
Un silbato cercano me anuncia el inminente final.
Los policías que acechaban a pocos metros de la puerta del almacén se acercan despacio, pero imparables, hacia mi posición. Una patada certera y un golpe sordo hacen el resto.
Ha llegado la hora.
-¿Billete, señor?
Desvío la mirada hacia la simpática revisora de gesto aniñado. Mi amplio gabán ayuda a tapar la herida, si bien la humedad que lo impregna pronto será excesiva para poder fingir que es agua de lluvia. Sonrió a la chica con un esfuerzo que me parece sobrehumano.
- Creo que llevo algo de dinero suelto.
Algunos policías sueltan una maldición al contemplar el almacén vacío.
- Tenga –le digo, con gesto cordial.
Julia acaba de salir de casa, los añicos de la taza de café se esparcen sobre la mancha oscura de la alfombra. Se tapa la boca con una mano como si quiera ahogar un grito mientras se debate entre el miedo y el llanto.
- ¿Sabe cuánto hay hasta El Valle?
El oficial que lleva más tiempo en el cuerpo dicta las órdenes sin dudarlo. Solo dos salidas de la ciudad pasan por aquel punto, la carretera vigilada estrechamente, y la estación del tren. Un hombre herido no podría llegar más allá, y los controles se establecen en cuestión de minutos...
- Llegaremos allí antes del anochecer –responde la revisora- ¿Se encuentra bien, señor? Parece un poco pálido.
El tren comienza a traquetear despacio, pero el dolor me resulta insoportable. De todos los días aciagos, este es sin duda el peor que he tenido.
- Per…, perdí mi empleo, ¿sabe? –balbuceo ante la mujer, como si fuera mi confesor-, y… no fuí capaz de contárselo a ella… Sabía que ese hijo de mala madre llevaba un negocio de apuestas clandestino…-reí con amargura-, ¿quién puede acusar de robar a un ladrón?
La chica me mira sin comprender, pero pronto sus ojos resbalan a la mancha granate que se extiende por mi ropa. Su grito se ahoga entre el fragor de la pesada maquinaria.
Y Julia que corre por la carretera enlodada intentando que algún conductor la asista. No debería estropear esos preciosos pies que tiene. Sería mejor que entrara en casa y esperara la llamada de la policía. No entiendo como esos malditos buitres de la prensa han podido identificarme antes que ellos.
Me levanto apoyándome en la pared del tren dejando una mancha de sudor y sangre en el vaho de la ventanilla. Alguien grita.
- ¡Cuidado, lleva una pistola!
“Hasta aquí has llegado” pienso. Apunto con el arma mas bien sé que no sería capaz de hacerle daño a nadie. Ni siquiera puedo enfocar la vista. Un revisor, o quizá un policía uniformado, maldito si lo sé, me insta a mantener la calma. Vayase a la mierda, y no me hable en ese estúpido tono hipócrita como si fuera mi mejor amigo.
Antes de desmayarme entre toda la gente la veo a ella. A Julia. Golpea el cristal del tren desde el otro lado en un inútil esfuerzo de captar mi atención desde el andén, y aunque apenas está a unos metros me parece más lejana y etérea que nunca. Mi nombre pronunciado en sus labios como un ruido sordo es lo único que puedo percibir. Y al caer, sin saber si abatido o sin fuerzas, tengo la segura certeza de que si me dieran otra oportunidad la dedicaría por completo a no defraudarla.
- ¡Tomás! ¡¡Tomás!!
Despierto azorado ante el suave tacto de unas manos blancas. La licorería se alza frente a mí. Detrás del limpiaparabrisas de mi coche.
- ¿Estás bien, cariño? – me dice Julia-, tanto llevas esperándome que te has quedado dormido…
- Julia…
- Será mejor que vuelvas a casa, yo aún tengo que quedarme y hacer unos recados. Fátima me acercará luego en su coche. ¿Te parece bien? Y me dirás eso tan importante que querías contarme. Desfrunce ese ceño, cariño, y no te preocupes, sea lo que sea, lo afrontaremos los dos juntos, como siempre…
Sonrió como un estúpido y la veo alejarse con paso rápido. Al apoyar la mano en el gabán noto el pesado tacto del revolver. Y de nuevo la miro a ella, su negra cabellera resbalando por su espalda, apenas rozando su cintura cimbreante, sus piernas delgadas y tan largas… al recordar el lodo con que se manchaban en mi sueño, decido evitar la posibilidad de que ocurra nada semejante.
Y envolviendo el revolver en una pequeña bolsa de plástico, lo arrojo a uno de los contenedores del bar de la esquina.

FIN
Última edición por Nelly el 14 Sep 2006 14:30, editado 1 vez en total.
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JANGEL
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Mensaje por JANGEL »

Como en las películas Destino final, pero con desenlace feliz y sin traumas. Está muy bien.

Sólo una pequeña objeción. ¿Cómo consigue no dejar un rastro de sangre al huir? Creo que este punto deberías explicarlo un poco, para darle todavía más realismo a la escena. ¿O tal vez la estación de tren está más cerca de la licorería de lo que parece?
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Nelly
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Mensaje por Nelly »

:o lo he puesto todo muy pegadito porque ¡¡casi me pilla el jefe!! ja,ja,ja,ja... es que ayer ví una peli que me gusto mucho "Última llamada" (sera porque CLAVA lo que es un relaciones públicas,.. ejem) y pensé, quiero escribir algo de un tipo no se parezca en nada a mí y que se mete en líos... y salió esto.
Lo revisaré.
Gracias por leerlo :) :D
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julia
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Mi niña.....

Mensaje por julia »

Pero que bien lo haces.......
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lucia
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Mensaje por lucia »

Eso Nelly, revisa que tienes por ahí un par de lapsus.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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BLACK
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Mensaje por BLACK »

Nelly, tu y tus historias, sigue así que lo haces genial :D
takeo
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Re: El último tren

Mensaje por takeo »

Bien Nelly, pero no lo has dejado para el concurso porque es de intriga ¿no? :lol:
Como dice Lucía, repasa. Te comento dos cosas: escribes un par de veces SONRIÓ lo cual cambiaría el punto de vista del que cuenta la historia.
En el párrafo que empieza: Julia acaba de salir... escribes "como si quiera ahogar..." quisiera


Muy bien llevado el tema y, como dice Jangel, con un final feliz gracias... a unos pies de mujer. Eso es un sueño Nelly.
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