un mundo, sensaciones.

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Eyan Han
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Registrado: 15 Sep 2006 00:19

un mundo, sensaciones.

Mensaje por Eyan Han »

Presentacion. Esta es mi presentacion. Es mi primer mensaje, mi primer tema. No sera el último.
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Todo ese cúmulo de situaciones, momentos convertidos en recuerdos, sonrisas, mentiras, verdades y enfados, todo ese remolino de oportunidades y decisiones le había llevado donde esperaba.
Desde lo alto del edificio la veía llegar. Por mar... como un delfín.
Siempre sus ojos en los de ella y inexplicablemente siempre correspondido, a lo lejos.
Cuando uno lleva años asistiendo a su vida en vez de vivirla deja de luchar por las cosas, no esperas nada pero lo esperas todo.
Llevaba muchos años sólo, allí arriba.
Llorando, simplemente solo.
La palabra familiar, no tenia ningún sentido para él.
Pero los ojos de esa chica, su contorno y su sonrisa le parecían familiares, porque para él su manera de adentrarse en la ciudad, la facilidad de superar esos escollos, de cruzar espigones, de abrazarle con la mirada, de acercarse con tanta fuerza, decisión y felicidad no tenia ningún sentido.
Llevaba una vida entera dormido, en medio de la nada, en el fin del mundo.
No recordaba haber llegado, no vivía el día, dormía con los ojos abiertos, era un espectro. Un espectro de la vida, vivía la vida de la misma manera que desde el vació absoluto miraba a través de la ventana una tarde lluviosa de verano.
De hecho su corazón había quedado prisionero de esa metáfora, de ese estilo de vida.
Por un lado deseaba empezar a latir, deseaba ser besado por unos finos labios, desde lo más profundo de su interior sentirse abrazado, pensar tan solo en ella.
Pero del mismo modo que las flores azules, sus pétalos, necesitan agua, él requería de un hechizo, de una bruja.
Estábamos ante un romántico perdido, encerrado en un cubo de cristal, una alma de hielo, una persona consumida por la soledad, con unos ojos cansados, de color neutro. Nadie nos podría decir con exactitud de que color eran, pero lo más importante es, quedaros con eso, de veras, es que gozaba de una mirada esperanzadora.
Un gesto hermoso.

Si, recuerdas como una tarde lluviosa de verano.

Tantas playas que ver, tanta gente que conocer y estas ahí, inexplicablemente solo. Disfrutando con la fina cortina de lluvia que se apodera de tu vida. Te reduce. Te encierra.

Así se sentía desde que vivía en esa ciudad abandonada.
Había llegado soñando, a través del recuerdo de vidas pasadas, se había establecido una conexión místico espiritual entre dos mundos, dos épocas, dos personas, dos vidas destinadas a entrelazarse aquí, allá, antes, después, siempre se acababan por encontrar pero siempre costaba. En el fondo dos personas, una vida.
Todo eso por supuesto no lo sabía, pues el destino siempre nos muestra las cartas a su merced.
En este caso dieciocho años era todo lo que lograba recordar, lo que llevaba encallado en un semimundo, semicompleto, formado por una ciudad vacía, gris, rodeada de mar. Franqueada por espigones.
Por todos lados, muros de cubos de hormigón, inhumanos, desnaturalizados. Sortearlos sería imposible para una persona normal, pero en este caso esa mirada que llegaba desde las profundidades del océano, desde horizontes de grandeza y pasados de alegría no reflejaba el alma de una persona normal cualquiera, señores, hablábamos de la felicidad absoluta, de su otro semimundo, de la ultima pieza del puzzle.
Deseaba estar ahí, rozarla, ayudarla a subir, empujarla.
Acompañarla a su lado, acariciarla.

Lo hice.

Estaba haciendo lo más bello de mi vida. Mis ojos me delataban.
Era ella no había duda.
Como ese delfín que al ritmo de las olas bajo el anochecer baila con ese barquito de pescadores, ella y yo, yo y ella danzábamos en silencio.
Mi mano le apartaba los cabellos de su rostro. ¡Que perfección!
La brisa marina nos invitaba a adentrarnos en la ciudad. Las calles desiertas estaban ahora llenas de gente, de colores, de sonrisas.
Mi corazón late.
Es ella.
Mi mundo esta completo.
Éramos dos perfectos desconocidos.
Llevábamos toda la vida viéndonos sin mirarnos, esperándonos, soñándonos, de la misma manera que mientras escribo todo esto suena el despertador y me despierto... y te tengo a mi lado.
Respiro, tranquilo, satisfecho.
Recuerdo esa bagatela sin importancia que una vez me contó un príncipe que durante siglos fue rana, “a veces los sueños se hacen realidad."
Es más, la vida es sueño...

Y mi sueño eres tu.

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A ver si puedo escribir un texto para el concurso de relatos.

Saludos a todo el mundo.

Pasad un buen fin de semana.
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