Patria en llamas (Reflexión)

[PaJaRRaCo_86]

Uno está resignado a reinventar sus recuerdos, a modificar el pasado constantemente no para darle cierto sentido a la vida ─que también─, sino para no percibir que el horizonte se puebla de ceniza. Es una tarea de auto-engaño necesaria. Como el presente es fugaz y el futuro incierto, solemos sentarnos a la sombra del árbol del pasado. Bajo sus ramas vacilantes, miramos un mar remoto besar la dorada arena de la orilla como quien mira una metáfora de sí mismo. Podemos ver entonces un imperio perdido, una patria en llamas, lo que, en cierto modo, nos salva y nos destruye a un tiempo. Es hermoso el fuego mientras incendia altas torres, juguetes destrozados, castillos de arena, pero las cenizas son la certeza de nuestra derrota ante el tiempo: nunca más conocerán las manos del fuego. Pero, ya digo, es necesario, y triste, y hermoso volver la mirada hacia esa lejana patria perdida. Porque siempre hace sol. Y huele a pan tostado, y a goma de borrar, y a calcetines sudados.

Pero a veces nos queda una duda, acaso porque la duda es lo único que nunca huye de nosotros, que permanece por siempre como un billete de dudoso prestigio, como un símbolo inquietante de la madurez. Y uno se cuestiona si realmente fue patria alegre aquella época en donde el miedo se escondía bajo la cama. Y es triste y doloroso reconocer que su reputación, la de la infancia, se basa en una idea equivocada: en la inmortalidad del niño que se mancha la boca de chocolate y grita para que su madre le limpie. El niño estaba loco. Apostó el tesoro de su edad, es decir, el no tener edad para el tiempo, por el afán irracional de ser un hombre; un bombero, un policía, qué más da, que podía fumar y besar a las mujeres.

Por eso, cuando te engañes al posar tus ojos en la infancia, recuerda que todo es una mentira necesaria, una verdad incuestionable.

[lucia]

Lástima que no pienses que las cenizas son el fertilizante de lo nuevo y que el fuego es lo que crea espacio cuando lo viejo nos enclaustra demasiado.

[shirabonita]

ME ha gustado tu reflexión, pajarraco sobre todo el primer párrafo, que usa hermosas metáforas . Sin embargo, no veo qué tiene de malo mirar hacia nuestra infancia. No creo que sea una falacia, aunque a veces las memorias pueden estar algo distorsionadas.
De hecho fue en nuestra infancia cuando se forjó nuestra personalidad. Para bien o para mal, nuestro nin@ interno sigue existiendo, dentro de nosotros, y puede dar problemas si no lo atendemos.
Un abrazo!

[Aben Razín]

Estoy de acuerdo con lo que has dicho shira de la atención que debemos prestar a ese niño que llevamos dentro y que, en caso contrario, puede resultar nuestro peor enemigo.

Y me gusta también el cuento propuesto por PaJaRRaCo aunque no esté muy de acuerdo, creo que hacemos lo que dice en el último párrafo:

Por eso, cuando te engañes al posar tus ojos en la infancia, recuerda que todo es una mentira necesaria, una verdad incuestionable.

En el fondo, ¡no nos deberíamos tratar tan mal!

[albatross]

El niño estaba loco. Apostó el tesoro de su edad, es decir, el no tener edad para el tiempo, por el afán irracional de ser un hombre; un bombero, un policía, qué más da, que podía fumar y besar a las mujeres.

Me ha gustado, pero si he de destacar un párrafo, este es. Encuentro que es de una altísima calidad literaria y que lleva la poesía dentro de la prosa.

Gracias

[joserc]

El desengaño de la niñez. Estoy de acuerdo contigo porque yo quizá estoy en ese mismo punto. Estoy en lo que supongo será la mitad de mi vida, justo en el momento de echar la vista atrás y hacer balance. Haces cuentas de lo que salió mal y lo que salió bien, sin embargo, la niñez no puede entrar en ese cálculo. Y no puede porque los niños no tienen por qué rendir cuentas, solo se dejan llevar por lo que les apetece, hacen y deshacen sin pensar en el futuro. Pero es un desengaño, efectivamente. Las cosas no son cómo te las contaron.

Fue una fase que tuvo muchas cosas buenas, luego vinieron otras que también las tuvieron, pero menos, o eso pareció en su momento. Y malas claro. Y no es que no hubiera cosas malas cuando era niño, solo que no era consciente de ellas.