El mar de los etéreos

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Psychotheory
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El mar de los etéreos

Mensaje por Psychotheory »

Hola foreros.

Soy nuevo aquí y una de las razones por las que me registré en el foro era para mostrarles este nuevo libro que estoy intentando escribir. También entré para aprender más sobre literatura, ver qué libros puedo leer sobre temas que me agradan y aprender un poco más a escribir, sé que hay subforos especializados para cumplir estas últimas expectativas so don't worry, los he estado revisando.

El libro se llama "El mar de los etéreos" y tengo unas cuántas ideas para la historia. Hasta ahora no estoy seguro si será un libro corto o largo, o exactamente de qué género será, pero sí sé que andará entre ficción, crítica, y no sé si un poco de existencialismo. Cabe destacar que soy bastante penoso mostrando las cosas que hago, cuando dibujo no es que me guste anunciar la obra al público ni nada de eso, pero quisiera escuchar una que otra cosa sobre mi texto. Esta es la primera parte:

La historia del mar.
Parte 1

Quisiera hablar del cielo, quisiera hablar sobre la nada en específico. Hablar del cielo es hablar de la nada, algo inexistente. Me permito referirme a unos cuantos ejemplos: la idea es nula, la palabra es nada, la intención no existe. Todo esto que hablo no cuenta una historia, pero si tiene un contenido tácito. El silencio como evento inexistente es ajeno a cualquier otro, un incidente que puede ser entendido como la nada y que puede también significar “pérdida de” o “falta de”. Por qué quisiera hablar del cielo entonces? Por qué quisiera hablar de la nada? Porque así lo hace el ser; pienso en la nada y, al mismo tiempo, busco una experiencia propia y única que me ayude a entender un todo; eso hacemos todos.

El silencio no se estudia pero se capta y al hacer esto puede comprenderse a fondo. El cielo es una expresión del universo, una emergencia de la luz, nuestros ojos, el cerebro. Las ideas se captan y se transcriben, se juntan, forman, transforman, fusionan, cambian, contrastan y pulen. Las palabras fluyen, acosan, suenan, combaten, crean, destruyen, conectan. La intención proclama, distribuye, alegra, evade y persevera si se requiere.

El mar es existente según estos supuestos. El mar, como evento, como sustancia y como expresión tiene una historia, la cual posee una cúspide un 4 de enero. Los cuatro de enero siempre son soleados en Claraboya, una pequeña isla dividida en tres sectores, aquí nació el mar. Pero no contaré la historia de cómo nació, aquello no debe importarle a nadie, el mar está allí y se le puede preguntar en cualquier momento. Contaré unas cuantas cosas sobre el mar, que nadie sabe, que nadie necesita saber pero que debería. Durante un largo tiempo los aldeanos amaron al sol, contemplaron la lluvia, miraron las estrellas, se encantaron con la luna, pero y el sol? Al sol lo aclamaron, dibujaron, plasmaron y respetaron por mucho tiempo. Para ellos el sol era un todo - lo más distinto a la nada. Un 4 de enero los aldeanos de Claraboya observaron al sol partir. No era un viaje como el que emprendía el gigante cada día antes de la oscuridad, era distinto, era un evento catastrófico. El sol se iba para nunca volver, para olvidar, para alejarse de los aldeanos de Claraboya. El sol se alejaba cada vez más y los aldeanos anonadados por la situación decidieron pedirle ayuda a un soldado, el joven Casso. Uno de los más fuertes soldados de Claraboya, fornido, obstinado, un poco inseguro para sus adentros, de cabello gris como la mayoría de los Claraboyences, buen amigo según él mismo y bastante pensativo, más de lo que él quisiera. Los aldeanos lo acorralaron cuando se supo la situación y el gran honorifico le dio órdenes para que navegara por los mares y hablara con el sol antes de que este se fuera. Qué desea? por qué se va? a dónde va? volverá?

Casso era muy valiente, poco táctico ante situaciones intrépidas pero un soldado bastante valiente. El joven se dirigió al océano y miro las barcas, se acercó directamente a la fila B y tomó una de las nuevas barcas de color rojo, aquellas producían más aire y velocidad que cualquier otra, diseñadas para navegar velozmente y balancearse como si las olas fueran planas. Casso emprendió su camino para cruzar el mar y hablar con el sol, pronto analizó la situación y no pudo evitar pensar en que no todos podían hablar con este, solo la gente más valiente, inteligente, hermosa o la gente que en realidad lo necesitara podía charlar con él.

Una vez una joven soldado de la antigua Claraboya, que había logrado finalizar la guerra con Noronla, logró charlar con él. Ella se embarcó por el mar y simplemente se quedó junto a él durante horas, la joven era suficientemente valiente como para poder hablar con él. El sol le había otorgado una lanza dorada, un atuendo de guerrera y un cuaderno. En este último ella podía escribir sobre una batalla próxima y el cuaderno le anunciaba en sus sueños cómo iba a finalizar, luego de que esto sucedía las páginas se borraban completamente para volver a ser escritas, solo se necesitaban unas cuantas palabras para hacerlo funcionar. La soldado fue una guerrera muy exitosa, salvando los tres grandes sectores de Claraboya durante muchos años.

En otra ocasión, después de las guerras, uno de los maestros quiso charlar con el sol sobre la falta de tiempo que le quedaba de vida. Él era muy viejo, ya había pasado mucho tiempo estudiando a los peces y a las algas de Claraboya, pero al parecer su deseo de investigar sobre estos no había sido satisfecho aun. El maestro era muy sabio, viajó en una barca que construyó él mismo y cuando regresó había obtenido un bastón dorado y un brazalete que podía detener su envejecimiento. Del maestro no se supo más, se dice que después de tener su séptimo nieto decidió irse de Claraboya para estudiar sobre los peces y las algas en las regiones de Arelads. Otras personas que han navegado para hablar con él han sido gente humilde que necesitaba dinero, unos cuantos muchachos y muchachas de notable belleza y uno que otro soldado de defensa. No hay mucha información sobre lo que recibieron y si algunos recibieron algo, pero hay cientos que no han regresado. Aquellos que no cumplen con ciertos estándares del sol, no regresan. Hay que ser muy valiente, inteligente, hermoso o en realidad necesitar al sol para poder charlar con él.

Casso ya llevaba una hora en la barca roja y se estaba aproximando al sol. Poseía siete monedas de oro en su pantalón y un sable de esmeralda que se le había otorgado en honor a su desempeño como hábil guerrero en las batallas de Rummos. Que guerras tan complejas, ya nunca se batallaba en el mar, ahora las barcas aéreas y los terrenos de piedra eran más propensos para las batallas. El mar era demasiado lento y subir y bajar de barcos en movimiento era cosa de piratas más que de soldados. Lástima que las barcas áreas no funcionan sobre los mares, harían todo mucho más fácil, la gente podría acercarse fácilmente al sol o a la luna para obtener obsequios o ayudas de vida, sin embargo esto aumentaría el número de personas que no regresan.

Siguiendo con el soldado Casso, él estaba un poco ansioso, nunca había querido hablar con el sol, o bueno, nunca se había sentido capaz o lo suficientemente valiente para hablar con él. Si dudaba era porque no era suficientemente valiente, no? Una sensación de nervios le tensó la espalda. Podía morir por haber sido tan impaciente, lo podía haber pensado mejor, tal vez Luri o Contoll eran más capaces para esto que él. Ellos también tenían espadas de esmeralda, ellos también combatieron en Rummos, pero ellos no estaban cerca del mar en el momento, el único soldado era él, es por esto que lo eligieron tan impulsivamente los aldeanos.

Casso entró al segundo mar y el sol estaba plasmado sobre el final del agua. Una de las estructuras ancestrales de piedra argónica finalizaba el torrente de agua y le daba un panel al sol para cuando necesitaba apoyarse. Este se encontraba bastante alejado, más que de costumbre, miles de años haciendo lo mismo como para ahora querer irse. De repente la estructura crujió y desde el fondo del agua apareció una pequeña franja de arena frente a Casso. Su barca finalizó el viaje cómodamente. El sol brilló un poco más fuerte y se acercó a Casso de manera pausada, la blanca esfera de tal inmensidad se inflaba y encogía de un momento a otro, pareciera como si hubiese dado la vuelta para observar quién se había acercado. El soldado respiró después de unos momentos porque notó su estado, no le había sucedido nada aun; no se quemó, no se ahogó, no fue expulsado al vacío como lo contaban aquellos horribles cuentos de su infancia.

Se levantó de la barca y, mirando fijamente al sol, le explicó: “Proclamo ante tu inmensidad mis más sabias disculpas y mi más honorable respeto. Soy un soldado de Claraboya, mi nombre es Casso y mi tierra se encuentra infinitamente preocupada por el viaje que pareces estar planeando.”. El soldado respiró porque notó que sus palabras habían salido como él quería, siguió observando al sol durante unos momentos antes de que éste se decidiera a hablar. Con una voz neutral que parecía emitir bastante aire, seca, infinitamente grave y haciendo un uso perfecto de las palabras, el sol se dirigió al soldado: “Casso. Soldado de Claraboya. Eres suficientemente valiente como para cruzar al segundo mar y dirigirte a mí.”
Lo estoy escribiendo en mi blog (click), se puede ver en la segunda entrada. Es mi primera vez escribiendo algo así, generalmente he estado inmerso en literatura científica, poemas y canciones, por lo que se siente un tanto extraño.

Bueno, quedo atento a los comentarios.

Muchos saludos.
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lucia
Cruela de vil
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Registrado: 26 Dic 2003 18:50

Re: El mar de los etéreos

Mensaje por lucia »

Repites demasiadas veces para mi gusto lo de ser hermoso o valiente para acercarse al sol. Aparte de eso, hay giros expresivos un poco raros, pero captas la atención.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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