Niño poeta en barquita (Cuento)

[Estrella de mar]

Cuenta, Luci, cuenta, que le tapo los ojos al pajarillo.

[Tolomew Dewhust]

Traigo el cuentecillo, Toloqui. Pero antes quiero contestarte unas cosas de tu último mp. Que no sé si te diste cuenta pero lo pusiste en abierto. Últimamente te pasa mucho.
La verdad, Caleto, yo no entiendo cómo es posible que cada dos por tres andemos a la gresca. Siempre he pensado que es taaaan bonito y tan rara avis nuestro rinconcito de locos, que hay que mimarlo mucho. Poner mucha fuerza y honor, tú ya sabes. Yo nunca entro en confrontaciones porque para eso ya está la vida fuera de matrix, y también porque vivo en modo zen. Muy al contrario de cuando era niña, que tenía muy mala hostia. Luego, de adolescente, conocí al que hoy es mi marido y ya me templó. También influyeron mucho otras experiencias algo rosaventeras (en el sentido más metafísico), que dejaron una impronta muy zen y que te contaré en futuros peñasos si te portas mal. Pero ya te digo que de niña tenía muuuucho carácter. Aborrecía que me peinaran de fallera y me resistía poniendo morros y bufando cada dos por tres. En general no soportaba que me tocaran el pelo. Odiaba disfrazarme hasta límites insospechados (tengo una foto de un día en que mis padres me disfrazaron de enfermera en la que salgo llorando a lágrima viva), y unas cuantas son las veces que me lié a tortazos en el colegio. Me acuerdo de un día... Pero ya me estoy yendo por las ramas, voy a contarte enseguía el cuento. Tiene mucho pellizquito y con su veta absurda y todo en la que me ha asesorado Ororete. Que, por cierto, últimamente está un poco gruñona, ¿no te parece? Es como si le hubiera cogido el nick su abuelo cascarrabias. No me quejo, eh, que a mí me pone la diosa en todas sus facetas porque la veo muy borderline. A lo que iba, bro, que me empano. Aquí va la historia con pellizcuá.

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, una civilización salvaje... (un inciso)... Para salvaje, yo, cuando agarré de los pelos a mi compañero Pau porque se me coló (con todo su morro, eso sí) en la fila para entrar al comedor. (Mil perdones desde aquí allá dónde estés, aunque yo también recibí). Ya ves cómo se las gastaba la dulce equinoderma de ahora. En aquella época yo era peligrosa, Caleto. Mi cara era como de muñequita y, claro, la peña se confiaba y pensaba que yo me achantaría si me pinchaban, pero luego salía de mi interior una especie de choni poseída por el espíritu de Hulk y ya pasaban del tema y me dejaban en paz. Lo aprendió bien mi compañero Antoñito (lo llamábamos por su apellido, pero no es plan de ponerlo porque es un apellido nada común) cuando un día en el salón de actos estaba sentado en el banco que estaba a mi espalda y empezó a darme tironcillos en el pelo. Yo me giré y le di tal sopapo que me cargué mi reloj, (pulsera verde y esfera rosa, jilguerín). Ahora me doy cuenta de que sólo quería llamar mi atención, pero yo me lo tomé como “estoy por encima de ti y hago lo que quiero”, lo que despertó en mí una oleada de indignación rollo “a mí no me pisa nadie, idioto”. Lo echaron de la sala, al pobre. Él era el malote de la clase y yo la niña con carita de buena. Pero, oye, una cosa, si te está dando la impresión de que mi colegio estaba en el Bronx y de que yo necesitaba con urgencia un hermano mayor al estilo del programa de la tele, para nada, eh. En general me lo pasaba pipa. Y hasta tengo una anécdota de unos años después que puede dar fe de que fui una de las que, con mucha pillería, salvó de la expulsión al malote de Antoñito, (ya te digo que lo llamábamos por su apellido, pero no es plan). Fue en el viaje de fin de curso... No, basta ya, he de seguir con el cuentecillo, Caleti. Veo que solo te he puesto la primera frase. Pero tiene su enganche, ¿no? Si le funcionó al Jorgito Lucas...

Una cosa solo. Tengo una anécdota de mis primeros recuerdos (unos cuatro o cinco años) que me sonroja una barbarité. Era cuando tenía mi vena regia. Cuando lo leas vas a alucinar en modo cromático. Hasta el día de hoy recuerdo el gesto de estupor de nuestra monitora cada vez que me veía hacerlo. Porque yo era una reincidente, bro... Joé, ya me estoy reliando otra vez y además aquello me da mucha vergüencita. Ya continúo con la historia, ya, que es a lo que venía...

Antes quería agradecerte tu fuerza y honor de cada turno. Y ahora sí...

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, una civilización salvaje...

Lo siento, no va a poder ser hoy. Me están llamando pá comé.

Creo que lo puedo superar... espera que ponga en orden un par de cosas, y arranco yo con un mega_comentario_chorra_aburrido de caerse pa atrás, .

Eso sí, por private, que no quiero aburrir aquí al personal, .

[Gavalia]

Traigo el cuentecillo, Toloqui. Pero antes quiero contestarte unas cosas de tu último mp. Que no sé si te diste cuenta pero lo pusiste en abierto. Últimamente te pasa mucho.
La verdad, Caleto, yo no entiendo cómo es posible que cada dos por tres andemos a la gresca. Siempre he pensado que es taaaan bonito y tan rara avis nuestro rinconcito de locos, que hay que mimarlo mucho. Poner mucha fuerza y honor, tú ya sabes. Yo nunca entro en confrontaciones porque para eso ya está la vida fuera de matrix, y también porque vivo en modo zen. Muy al contrario de cuando era niña, que tenía muy mala hostia. Luego, de adolescente, conocí al que hoy es mi marido y ya me templó. También influyeron mucho otras experiencias algo rosaventeras (en el sentido más metafísico), que dejaron una impronta muy zen y que te contaré en futuros peñasos si te portas mal. Pero ya te digo que de niña tenía muuuucho carácter. Aborrecía que me peinaran de fallera y me resistía poniendo morros y bufando cada dos por tres. En general no soportaba que me tocaran el pelo. Odiaba disfrazarme hasta límites insospechados (tengo una foto de un día en que mis padres me disfrazaron de enfermera en la que salgo llorando a lágrima viva), y unas cuantas son las veces que me lié a tortazos en el colegio. Me acuerdo de un día... Pero ya me estoy yendo por las ramas, voy a contarte enseguía el cuento. Tiene mucho pellizquito y con su veta absurda y todo en la que me ha asesorado Ororete. Que, por cierto, últimamente está un poco gruñona, ¿no te parece? Es como si le hubiera cogido el nick su abuelo cascarrabias. No me quejo, eh, que a mí me pone la diosa en todas sus facetas porque la veo muy borderline. A lo que iba, bro, que me empano. Aquí va la historia con pellizcuá.

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, una civilización salvaje... (un inciso)... Para salvaje, yo, cuando agarré de los pelos a mi compañero Pau porque se me coló (con todo su morro, eso sí) en la fila para entrar al comedor. (Mil perdones desde aquí allá dónde estés, aunque yo también recibí). Ya ves cómo se las gastaba la dulce equinoderma de ahora. En aquella época yo era peligrosa, Caleto. Mi cara era como de muñequita y, claro, la peña se confiaba y pensaba que yo me achantaría si me pinchaban, pero luego salía de mi interior una especie de choni poseída por el espíritu de Hulk y ya pasaban del tema y me dejaban en paz. Lo aprendió bien mi compañero Antoñito (lo llamábamos por su apellido, pero no es plan de ponerlo porque es un apellido nada común) cuando un día en el salón de actos estaba sentado en el banco que estaba a mi espalda y empezó a darme tironcillos en el pelo. Yo me giré y le di tal sopapo que me cargué mi reloj, (pulsera verde y esfera rosa, jilguerín). Ahora me doy cuenta de que sólo quería llamar mi atención, pero yo me lo tomé como “estoy por encima de ti y hago lo que quiero”, lo que despertó en mí una oleada de indignación rollo “a mí no me pisa nadie, idioto”. Lo echaron de la sala, al pobre. Él era el malote de la clase y yo la niña con carita de buena. Pero, oye, una cosa, si te está dando la impresión de que mi colegio estaba en el Bronx y de que yo necesitaba con urgencia un hermano mayor al estilo del programa de la tele, para nada, eh. En general me lo pasaba pipa. Y hasta tengo una anécdota de unos años después que puede dar fe de que fui una de las que, con mucha pillería, salvó de la expulsión al malote de Antoñito, (ya te digo que lo llamábamos por su apellido, pero no es plan). Fue en el viaje de fin de curso... No, basta ya, he de seguir con el cuentecillo, Caleti. Veo que solo te he puesto la primera frase. Pero tiene su enganche, ¿no? Si le funcionó al Jorgito Lucas...

Una cosa solo. Tengo una anécdota de mis primeros recuerdos (unos cuatro o cinco años) que me sonroja una barbarité. Era cuando tenía mi vena regia. Cuando lo leas vas a alucinar en modo cromático. Hasta el día de hoy recuerdo el gesto de estupor de nuestra monitora cada vez que me veía hacerlo. Porque yo era una reincidente, bro... Joé, ya me estoy reliando otra vez y además aquello me da mucha vergüencita. Ya continúo con la historia, ya, que es a lo que venía...

Antes quería agradecerte tu fuerza y honor de cada turno. Y ahora sí...

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, una civilización salvaje...

Lo siento, no va a poder ser hoy. Me están llamando pá comé.

Genial jajajaja. Menuda pieza con cara de angelito tenías que ser. ¿Y la cara que se le debió quedar a Antonio después del hostión? jajajaja
Por cierto.... en que galaxia era eso???... ah ya! en una muy lejana. Cuando eramos jóvenes y esas cosas, verdad?

[lucia]

Solo recuerdo que era una burrada bien grande. El resto lo borré de mi memoria.

[prófugo]

Vaya vaya...

Y yo pensando que Estrellita era mi prófuga pero..veo que estas casada y que para colmo...repartes unas leches de muy padre y señor mío

Pobre Antoñito ( al que aquí lo llamas asi pero en la vida real lo llamabais por el apellido)..el malote del salón.

Bueno..de eso de los apellidos poco frecuentes y tal sé bastante..el mio solo es normal dentro de una frutería o invernadero

Ahora de viejo no pero de chavalin tuve que pulir mis puños más de una vez para hacerme respetar...hasta que me dejaron un ojo morado mirando pa´Cuenca y se me acabó la "guapería"

Ahora me dejaste con las ganas de ver esa cara de niña bonita con mala hostia..y la cara que debes tener hoy en día.

Por último, Infiel!

[Berlín]

Yo venía a preguntar por la tia Catalina, la que se fue a buscar luciérnagas, que si ya sabe que su barquita por fin apareció porque le pegó la enfermedad de la nostalgia al vecino cantautor y que se la está cuidando. Que si nadie ha ido a avisarla de que al vecino pincel el agua del mar ya le baja escaleras abajo.


Que bonito, niña, que bonito lo que es bonito y que risa lo que es de reirse.

Me voy a ir quitando el avatar de la valkiria porque no es normal que semejantes moñadas las diga una guerreracercernacabezassininmutarse.

[Berlín]

En mi casa bromean diciéndome que me robaron a una familia gitana.

¿A ti también?
Yo a ese trauma le añado el estupor que me causó una vez mi padre cuando me confesó, sentados sobre un árbol derrumbado, que venia de familia cheroki. Recuerdo haber mirado su tez olivácea -como buen aceitunero altivo no podia tenerla de otro color- y haber abierto la boca de asombro. En esa época me lo creia todo.


¿Tendré que cambiar mi carajo por carajito cuando entre aquí?

[Estrella de mar]

Creo que lo puedo superar

La muñeca fallera diabólica dice que habrá que verlo.

¿Y la cara que se le debió quedar a Antonio después del hostión?

Pues no se quedó bloqueado el muy canalla porque me agarró del brazo pá retorcérmelo. Pero no todo era salvajismo, también jugábamos a las tinieblas.

Por cierto.... en que galaxia era eso???... ah ya! en una muy lejana. Cuando eramos jóvenes y esas cosas, verdad?

Ahora de viejo no pero de chavalin tuve que pulir mis puños más de una vez para hacerme respetar...hasta que me dejaron un ojo morado mirando pa´Cuenca y se me acabó la "guapería"

Yo una vez le di un puñetazo a la profesora porque quiso quitarme el walkman.
¡Es bromaaaaaaaaaa!

Infiel!

[Estrella de mar]

Yo venía a preguntar por la tia Catalina, la que se fue a buscar luciérnagas, que si ya sabe que su barquita por fin apareció porque le pegó la enfermedad de la nostalgia al vecino cantautor. Que si nadie ha ido a avisarla de que al vecino pincel el agua del mar ya le baja escaleras abajo.

Qué gracioso lo has contao, miarma. Y qué bonito me parece leerlo con tu pluma. Pues sí que lo sabe, mi perla marina, en concreto en la tercera parte el vecino cantautor le hace un pequeño resumen. No se explaya mucho porque la tía Catalina venía con mucho por desembuchar.

¿Tendré que cambiar mi carajo por carajito cuando entre aquí?

Por supuestito, mi india cheroki.