De mis partes favoritas:
De chico lo descubrieron, gente de autoridad, de hacer primero y luego preguntar. Le pusieron candado a su vida ligera, anclas a sus alas de cielo abierto y más de un morado en un campo que lo retuvo prisionero. Poco recordaría de todo aquello, batallas de sol a sol por destacar en lo dulce, por no porfiar como el resto. Cuando el tiempo lo soltó vagó un trecho sin guía, su norte le era tan esquivo que a punto estuvo de conocer barrotes de buen acero. Más en su camino tropezó con gente noble, almas sin descendencia deseosas de enseñar el valor de luchar por permancer bondadoso.
Hay muchas otras partes, pero habría de porner el relato entero,Conoció a su rabanita un día que fue a ver el naranja de un ocaso a la orilla de un camino perdido. Era ella una raíz fuerte, con regustillo dulce y corazón chispeante. Prendido de sus ojos tenía un par de luceros, de los que iluminan la noche del menos valiente, de los que el marino venturoso da como bueno el rumbo en noche de desatada tormenta.