Me alegro de que andes en ese trance, porque sé que al final te alegrarás.Tolomew Dewhust escribió: ↑28 Nov 2019 11:42 ¿Por qué será tan difícil encontrar la primera frase? ¿Por qué será luego esa, y no otra, con la de posibilidades que existen, casi infinitas? Ahí ando ahora. Y lo peor es que conozco el sendero que acabo de iniciar: serán dos o tres días frente a la pantalla sin escribir nada, algunas palabras seguidas tal vez, hasta que aquella primera frase surja de no sé bien dónde... Será frustrante durante algún tiempo.
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Respecto a esto que comentas se me viene a la cabeza un reportaje de Marguerite Duras (ya he hablado de él otras veces) en el que la escritora decía que, cuando terminaba de escribir una novela, sentía dolor por todas esas otras posibles novelas que podrían haber sido y que al darle forma a una de ellas había matado. Es decir, que a ti te frustra que te cueste darle forma a la historia pero al menos no sufres por esas otras posibilidades casi infinitas que abandonas al elegir una de ellas. Vamos, que podría ser mayor el sufrimiento aún .
Yo creo que, entre los escritores profesionales, cuando se toman en serio el acto de escribir (versus los que escriben sagas con afán comercial), puede que escribir sea para ellos un acto necesario pero no necesariamente placentero. De hecho, muchos han malvivido por culpa de la escritura o bien han compaginado esa actividad con lo que de verdad les daba de comer.Tolomew Dewhust escribió: ↑28 Nov 2019 11:42
No consigo comprender aún cómo hay quien disfruta con esto.
Si hablas de los que intentan escribir pamplinas de vez en cuando, te diría que sufren más quienes tienen aspiraciones de llegar a ser escritor y publicar cuando no tienen talento (no es lo mismo escribir, incluso publicar algo, que ser escritor), y los casos como el tuyo, más raros, que os frustra no ser capaces de transmitir a los demás, de expresar con palabras, la idea que lleváis en la cabeza y, sin embargo, no es porque tengáis grandes aspiraciones.
Como pamplinera, ahora en este bujío, te diré que el disfrute nace de no pretender comunicar una idea que tengo en la cabeza sino que esta se genera fruto de la curiosidad, de intentar saber qué hay detrás de un cuadro, una foto, un gesto, unas palabras, etc. Y es esa curiosidad satisfecha es lo placentero. Pero mientras recorres el camino te diría que es una mezcla de placer al ir descubriendo cosas y sufrimiento por el esfuerzo y el tiempo que te requiere (tiene mucho que ver con la frase de Camus que tengo en la firma). Y por eso estoy deseando un día ser capaz de decirle a mi curiosidad: ya está, se acabó, no más pamplinas, usa el tiempo libre en leer, pasear o relajarte. Pero de repente veo una veleta envuelta en la niebla (pienso ahora en la veleta de la iglesia de Benaocaz, un hombre tocando un cuerno, que columbré vagamente por primera vez en medio de la niebla) y se me queda como una pregunta en la cabeza que, cuando la recuerdo, me digo que debería ponerme a escribir una pamplina para librarme de ella. Es más, te diría que escribir una pamplina hace que los bordes de la realidad se difuminen y que los recuerdos de lo vivido realmente y lo vivido de la mano de la pamplina se entremezclen. Eso a mí me produce un placer retroactivo, como ayer cuando vi la melena del niño tumbado en la arena y de inmediato recordé esa otra imagen de Fortuny pintando el cuadro de sus dos hijos mientras Cecilia, su mujer, los observa a los tres. Y recordé el tiempo que pasé tratando de escuchar a Cecilia y el olor tan desagradable que llegaba desde el canal...
Conclusión, escribir siempre es un esfuerzo y se hace, o no, según se la recompensa que tú obtengas al hacerlo.