El bujío de Santa Catalina 1 (Bordeando la realidad)

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jilguero
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

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El soliloquio de Cecilia


Cecilia en Palacio Martinengo de Venecia.jpg


¡Cómo me duele tu deslealtad, Mariano, cómo me duele viniendo de ti…!

Es un dolor acompasado, palpitante, que pareciera que nunca se fuese a calmar. Incluso ahora, después de que hayan pasado tantos años, se me recrudece cada atardecer con esas tufaradas a ciénaga que me llegan desde el canal y me recuerdan que todas las cosas tienen su lado feo. Decidí afincarme en esta ciudad, tan melancólica y tan bella, porque deseaba pasar el resto de mis días rodeada de belleza. Tras tu muerte, los niños eran pequeños y hube de desprenderme de la mayor parte de las colecciones que habíamos atesorado juntos. Necesitaba dinero y no sé cómo me las habría arreglado sin la ayuda de mi hermano. Porque fue Ricardo quien me ayudó a montar las subastas: la primera, en Roma; la segunda, en París. Aunque mis favoritos me los quedara, me tuve que desprender también de muchos lienzos tuyos. Y me costaba tanto separarme de ellos que hasta en la propia subasta levanté la mano, en varias ocasiones, para pujar por algunos de los cuadros. Lo hice porque deseaba tenerlos conmigo y seguir deleitándome con su contemplación. El paso del tiempo, sin embargo, les ha hecho adquirir una nueva función: ahora, cuando las estancias de este palacio me resultan demasiado grandes y me abruma la soledad, son justo las piezas que ambos compartimos y que yo he conservado las que más compañía me dan. Tampoco me deshice de esa especie de dardo envenenado que descubrí en tu estudio: esa pintura inacabada que, como si fuese un hijo del que te sintieras avergonzado, tú mismo habías colocado de cara a la pared. ¿Recuerdas que mi padre usaba a menudo la expresión excusatio non petita, accusatio manifesta? Pues justo eso fue lo que me dije nada más girar el cuadro y verla a ella. Sí, Mariano, fue esa posición de cara a la pared del lienzo la que me hizo comprender que allí se recreaba una deslealtad. No creo que haga falta que te aclare que, si ese no se subastó, no fue desde luego pensando en mi solaz ni por apego a tu creación. No, Mariano, sabes de sobra que, si conservé esa prueba de tu ingratitud, fue porque se encontraba en juego tu reputación y la mía. Y si no hice añicos la tela, pues la tentación la tuve, para que nos vamos a engañar, fue porque siempre he vivido rodeada de artistas y respeto demasiado el arte. Tanto, que ni siquiera me sentía capaz de destruir un lienzo que no solo estaba inacabado, sino que para más inri era fruto de una traición…

¿Escuchas, Mariano, ese cadencioso chapoteo? Son los remos de los gondoleros hendiendo el agua maloliente del canal con ese ritmo pausado y armonioso con el que transcurre todo en esta ciudad. Que Venecia esté llena de arte y de bellos edificios, como este palacete en el que nos hallamos, no la libra de que también en ella exista un lado feo y pestilente que el paso de las góndolas pone al descubierto. Sin saber muy bien cómo, ese olor pegajoso y desagradable ha terminado siendo para mí un recordatorio insoslayable del lado turbio, incluso mezquino, de nuestra relación. No supe de su existencia hasta que, después del funeral, fui al estudio y le di la vuelta a aquel cuadro que parecía estar castigado. Sí, Mariano, tuviste buen cuidado de ocultármelo y, cuando al cabo lo descubrí, ya era demasiado tarde. Tú me conoces bien y, porque me conoces, sabes de sobra que no me duele tanto la deslealtad como el hecho de que no me hicieses luego participe de ella. Podrías haber contado con mi complicidad. Siempre he tenido una mente abierta y he sabido ser generosa contigo. Te habría perdonado como en otras ocasiones. No en balde soy nieta, hija, hermana, esposa y madre de artistas, y entiendo bien las necesidades de quien se consagra de lleno a la difícil tarea de la creación. No me ofendí, pues, cuando te escuché decirle a tus amigos que para hacer una venus se necesitaban cuatro o cinco mujeres hermosas, para ir tomando la cabeza de una, las manos y los pies de otra, el torso de una tercera, y así sucesivamente hasta completar un cuerpo perfecto. Ni tampoco lo hice cuando añadiste que ella era la única que se podía usar como modelo para hacer una estatua completa. No te voy a negar que noté un ligero cosquilleo en el estómago al escuchar esa última afirmación. Pero confiaba en ti plenamente y fue algo pasajero que enseguida olvidé. Sabes que mi única exigencia desde el primer día fue que entre nosotros no hubiera nunca cajones cerrados con llave. Porque una deslealtad deja de serlo cuando se tiene la humildad de reconocerla y la valentía de contársela a la persona con quien se ha sido desleal. Pero esta vez, Mariano, no fuiste ni valiente ni humilde y me enteré demasiado tarde. Tarde para que tú me pudieses dar una explicación de lo que había ocurrido; y tarde también para que yo tuviese la oportunidad de perdonarte. Y esa falta de confesión y de posible perdón es lo que hace que, todavía hoy, tu deslealtad me siga doliendo como el primer día.

¿Qué tal andas de memoria? Antaño la tenías magnifica. Recordarás, pues, lo felices que éramos y cómo nos envidiaban los demás. No éramos la pareja al uso que solo comparte techo y cama. ¡Por supuesto que no! Nosotros compartíamos también algo mucho más importante: la fascinación por la belleza de las obras de arte en cualquiera de sus múltiples formas. Aunque nuestra mayor debilidad siempre han sido esos tejidos antiguos y raros que, con tanto entusiasmo, coleccionábamos. Cuando partíamos en su busca, lo hacíamos con espíritu aventurero y con camaradería; luego, en cambio, una vez llegaba el momento de dar con la pieza más codiciada, nos convertíamos en contrincantes y, como un par de chiquillos, competíamos por ser quienes nos hiciéramos con el mejor trofeo para la colección. Una pena, dicho sea de paso, que no vivieras lo suficiente para conocer las estampaciones textiles y los artilugios de Mano. Porque nuestro hijo, Mariano, se ha convertido en un diseñador muy cotizado; con decirte que, ahora, en todas las fiestas de cierta relevancia y en los estrenos de ópera, las mujeres más elegantes de este continente compiten por lucir sus modelos, sobre todo el vestido Delphos o el chal de Knossos que están causando furor. Él mismo se ocupa de hacer las estampaciones y de elaborar los tintes para asegurarse de que cada prenda sea exclusiva. Y aunque te cueste creerlo, Mano le confeccionó a Carusso el manto de terciopelo estampado que lució en el estreno de Rigolleto en el Liceo de Barcelona; y como estamos solo, te puedo decir que el tenor no tuvo una buena noche, pero que el manto de nuestro hombrecito causó admiración. Mano es digno nieto de su abuelo. ¿Sabes cómo le llama la gente? ¿No? Pues le llaman “el mago de Venecia” y se relaciona con la crème de la crème. No hace falta que te pongas celoso, Mariano, que también es digno hijo de su padre. Cuando ocurrió lo tuyo, era aún muy niño y casi no se dio cuenta de que te había perdido. Creció, sin embargo, rodeado de tus pinturas y no han sido pocas las veces en las que lo he sorprendido contemplando el cuadro que tengo colgado ahí, en el testero de enfrente. Sí, ese en el que pintaste a su hermana y a él en el salón japonés. Hacía mucho calor aquel día y dejamos que posara desnudo; y como si fuera una premonición de lo que iba a ser en el futuro, le dimos un trozo de tela estampada para que estuviera entretenido y no se moviese. ¡Qué vacaciones tan relajadas pasamos aquel verano en Porteci! En ese momento, ninguno de nosotros se podía imaginar la desgracia que estaba a punto de ocurrir; los niños, menos que nadie. Era la primera vez que les pedías que posaran para ti y eso les hizo sentirse importantes. Ese cuadro es uno de mis favoritos y me ha acompañado de casa en casa. Lo tengo colgado tan a la vista para poderlo mirar cuando me siento demasiado sola y me abruma la nostalgia. Fijo entonces la mirada en él y, al rato, me siento inmersa de nuevo en el sopor de aquella calurosa tarde de verano. Mientras pintabas a los niños, yo os estuve observando sentada en una hamaca que estaba justo detrás tuya. Y si lo miro con insistencia, al cabo nuestros hijos vuelven a ser pequeños, tú te hallas otra vez delante del caballete pintándolos y yo, sentada a tu espalda, os miro a los tres y me sonrío satisfecha de que seáis mi familia.


Los hijos del pintot en el salón japonés 1874.jpg


¿Te acuerdas, Mariano, de ese verano junto al mar? Fue tan sosegado y tú estabas tan a gusto que decidimos prolongar la estancia hasta octubre. Tuviste tiempo, pues, de pintarme también a mí en una acuarela. La idea de posar con la corona de flores y cosiendo entre las macetas del patio fue mía. Pero lo de ceñirme la cintura con la banda de raso azul cobalto, una de las primeras piezas de nuestra colección de tejidos, fue idea tuya. Me hizo ilusión que eligieras aquel género tan delicado y tan alegre; y tonta de mí, hasta me emocionó que quisieras ser tú mismo quien me hiciese el lazo. ¿Qué pretendías con ese gesto, redimirte de haberla ceñido también a ella? ¿No pensaste que eso podía hacer la deslealtad aún mayor? ¡Menuda ocurrencia tuviste! ¡Qué falta de tacto! ¡Nos tomáis por tontas! No hay otra manera de explicarse, si no, las cosas que hacéis a veces los hombres. Fue después del entierro cuando entré en tu estudio y vi el cuadro de cara a la pared. Girarlo fue algo instintivo; y al verla a ella de esa guisa, lo primero que sentí no fue dolor, sino rabia, muchísima rabia. Ricardo estaba conmigo y trató de calmarme. Intentó disculparte echándose sobre sí parte de la culpa. Como ya te puedes imaginar, su esfuerzo fue en balde. Me contó que un día te había sorprendido con el cuadro en el caballete y que te había comentado que, cuando yo viera así a Carmen, me iba a sentir ofendida. Por lo visto te quedaste pensando unos minutos y luego murmuraste que era mejor no acabarlo. Y como si su objeción te hubiera abierto los ojos, fue entonces cuando lo quitaste del caballete y lo pusiste de cara a la pared. Le explicaste, además, que tu primera intención había sido usar a Carmen como modelo de un cuadro costumbrista. Pero que mientras tú andabas atareado con la preparación del lienzo y las pinturas, ella se había tumbado en el diván y, por iniciativa propia, se había echado a un lado la falda. Y que una vez estuvo todo listo, al mirar hacia donde estaba ella, no pudiste disimular tu asombro ni tampoco fuiste capaz de separar los ojos de aquella venus gitana. La muy descarada se apresuró a decirte que ese era el regalo que te hacía por tu cumpleaños. ¡Menudo regalo de cumpleaños te hizo la muy fresca! Cómo me iba a imaginar yo que, después de haberla acogido como si fuese una más de la familia, me iba a hacer semejante jugarreta… Una mosquita muerta en toda regla es lo que era. Aunque el tiempo, Mariano, acaba poniendo a cada uno en su sitio. Parece que, tras posar para ti, la moza le cogió gusto a eso de repanchigarse en los divanes de los pintores y en Madrid se amancebó con un acuarelista extranjero. Un día se presentó en el estudio del pintor un hermano de ella y, como los gitanos no se andan con bromas estando en juego la virginidad de las suyas, le pegó una paliza por ser la deshonra de la familia. El galán, que debía ser un cobarde de cuidado, dicho sea de paso, se amedrantó con la refriega familiar y decidió abandonarla. ¿Y sabes cómo acabó tu venus perfecta? Pues como una ofelia de tez oscura flotando en el lago del Parque del Retiro…

¡Pobre mujer! Aunque fue ella solita quien se lo buscó. Los míos me han enseñado a acoger bien a la gente. Y cuando me la trajiste a casa, la acogí como a una más de la familia. Tú te quedaste huérfano casi con la misma edad con la que lo hizo Mano, y te criaste solo con tu abuelo. Mérito tuvo, el buen hombre, de sacarte adelante y encima preocuparse de que te formaras y te convirtieses en el artista que yo conocí. Lo que no te pudo dar fue una verdadera familia. Porque me reconocerás, Mariano, que una verdadera familia solo la tuviste al casarte conmigo y entrar a formar parte de la mía. Por eso no me extrañó que, al verla tan joven y viviendo con su abuelo en aquella cueva del Barranco de la Zorra, te compadecieras de ella y me rogases que la tomara a mi servicio. A Granada solo habíamos ido a pasar el verano y nos hospedábamos en la Fonda de los Siete Suelos, justo al lado de la muralla de la Alhambra. Pero le cogiste gusto a levantarte temprano y marcharte a callejear solo por la ciudad en busca de modelos para tus cuadros; y cuando llegó septiembre, no quisiste que partiéramos. Yo te reclamé, por supuesto, que nos fuésemos para Sevilla, una ciudad mucho más cosmopolita y con más diversiones. Entonces me dijiste aquello de que allí estabas siendo feliz como nunca antes lo habías sido, y yo, que ya sabes que soy de natural generosa, accedí a que nos quedásemos. Lo hice por ti, Mariano, porque te quería mucho y deseaba que fueras feliz; y tú vas y me lo pagas metiendo en casa a la gitanilla y abusando luego de mi confianza. Para más inri, me fuiste desleal por partida doble. Lo de posar de esa manera tan desvergonzada puede que se le ocurriera a ella, a fin de cuentas era todavía una chiquilla; pero ya sabes que siempre hay almas caritativas dispuestas a abrirle a una los ojos y me han contado que le comentaste a un amigo que habías pintado ese cuadro porque querías darte el gusto de pintar algo solo para ti. Y luego está lo otro, lo de la pieza de raso azul cobalto con la que le ceñiste el pecho. Era gitana hasta la médula y le gustaban los colores llamativos y los estampados toscos. No me puedo creer que fuera idea suya envolverse el pecho con aquel tejido tan delicado y elegante. Y que tú eligieras una pieza de nuestra colección para pintarla primero a ella y luego a mí hace que tu deslealtad me resulte mucho más dolorosa. Que admiraras la belleza del cuerpo de la que, según tú decías, daba para pintar una venus completa puedo hasta entenderlo: eres hombre y además artista. Pero que la adornaras con algo tan nuestro, Mariano, es lo que más me duele; y quizás sea ese también el motivo de que no consiga perdonarte…


Carmen Bastián y Cecilia Madrazo.jpg


¡Qué calor hace!, ¡qué bochorno tan insoportable! Es lo que tienen los veranos de Venecia: el aire recalentado se carga de humedad y de ese olor desagradable y pegajoso que desprende el agua estancada del canal. Y cuando huelo esa hálito de ciénaga, me acuerdo del lado feo de las cosas y no puedo evitar que se me venga a la cabeza tu deslealtad. ¡Y cómo me duele viniendo de tí…! Aunque esta tarde no sé lo que me pasa: me siento rara, como aturdida. Sí, ¡muy aturdida! Tanto que me digo que sería mejor hablar en pasado de lo mucho que me ha dolido tu traición. Desde que se ha hecho de noche, la llegada de una nueva tufarada no me hace ya pensar en el lado feo de nuestra relación, sino que te veo vomitando sin tregua y yo, con una mano en tu frente y la otra en la nuca, sosteniéndote la cabeza para intentar darte un poco de alivio. Estuve a tu lado, ayudándote como mejor pude, muchas horas. Hasta que empeoraste y los médicos me pidieron que los dejase a solas contigo. Y luego, cuando al cabo me dejaron verte de nuevo, tu cuerpo estaba frío… ¡Qué sola me dejaste, Mariano, y cuánto me costó acostumbrarme a vivir sin tu compañía! Y tal vez esa sea la razón de que, desde hace un rato, los malos olores de Venecia no me recrudezcan ya el dolor que me causó tu ofensa, sino el que me provocó tu muerte.

Sí, Mariano, cada vez que los gondoleros hunden ahora los remos en el agua y me llega el aliento viciado del tremedal, me duele ese silencio tuyo que me hace hablar sola como si fuese una loca. Pero sobre todo, lo que más me duele es no tenerte cerca para poder agarrarte la mano y no volver a soltarme de ella nunca más…

Nota del autor: Cecilia de Madrazo Garreta, viuda del pintor Mariano Fortuny y Marsal, murió el 12 de agosto de 1932 en el palacio Martinengo de Venecia.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por hexagono69 »

jilguero escribió: 30 Mar 2019 09:00
Gretogarbo escribió: 29 Mar 2019 13:23 jilguero escribió: ↑Vie Mar 29, 2019 12:28 pm
¿Qué crees que harías, si no es mucho preguntar?

Bajar.
Imagino que esto tendrá que ver con la experiencia/personalidad de cada cual.
Seguro que mi experiencia es mucho más reducida que la vuestra pero no por ello ha sido menos intensa. Y cuando una vez se ha pasado el arrechucho, ese estado de enajenación transitoria en el que te mueves fuera de la realidad, el destino ha querido que me cruzara de nuevo con el causante del desvarío, aun siendo mi relación buena y carente de acritud, me he preguntado a mí misma qué demonio podía haber visto yo en él paar sufrir semejante desvarío. Puede que al final sean lazos para reales y sólidos los que se establecen desde la razón y no tanto desde las vísceras.
Pero mi muestra es pequeña y una científica no debería concluir cosas así con tan pocos datos.

Gretogarbo escribió: 29 Mar 2019 14:13 Creo que ya hablamos por aquí de Eliseo Parra.
Si lo hicimos, ya no me acuerdo. Igual lo hablaste con Usía y, al no conocerlo yo, se me ha olvidado.
Gretogarbo escribió: 29 Mar 2019 14:13 ¡Ostrás, pobre camaleón! Aquí no tenemos camaleones, aunque todo se andará. Nunca he visto uno en plena naturaleza. Me parecen unos animales fascinantes.
Lo de todo se andará, ¿lo dices por el calentamiento global? Y sí, son animales extraños y misteriosos. En el pinar del campus los hay, pero es difícil verlos. Otro día os cuento algo de mi experiencia con ellos.
Bueno yo lo que he visto ha sido una comunicación no verbal notable por la antigua relación de los intervinientes y que como estaban en una perfomance podemos ver, si lo hubieran hecho en privado habría sido distinto y claro no nos habríamos enterado. :)

A Eliseo Parra lo conozco pero no lo sigo, yo soy mas de música sin palabras. :wink:
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

hexagono69 escribió: 30 Mar 2019 09:30 Bueno yo lo que he visto ha sido una comunicación no verbal notable por la antigua relación de los intervinientes y que como estaban en una perfomance podemos ver, si lo hubieran hecho en privado habría sido distinto y claro no nos habríamos enterado. :)
Pues yo he estado reflexionando y creo que la incomodidad del pájaro nace del hecho, no tanto de que sea público (creo que verlo sola, sin irrumpir en su intimidad, no me habría resultado incómodo) sino que sea con público que lo está mirando, un señor incluso con prismáticos, y que encima aplaude, dándole un toque de reality show.

Y para causalidades, la de esta mañana. Recuerda que justo ayer te comentaba que había tenido que buscar Zahora en el mapa porque no había escuchado antes ese nombre. Pues bien, esta mañana, en el Bar de los Taciturnos, escuché al profesor de técnicas orientales hablando con la mesera precisamente de si Zahora estaba o no en la comarca de la Janda (toda una vida sin escuchar esa palabra y en menos de 24h la oido dos veces y en boca de gente que se hallan a muchos km de distancia :boese040:). Parece ser que sí, que es de esa comarca, con lo cual, aunque ya no te acordarás, me da que alguna joven virgen de Zahora debió ser de las que se enclaustraron en las tinajas del tinglado que montó sor Lucila, porque te recuerdo que los teros y las avefrías pasaban el día justo en la laguna de La Janda :wink:.

PD: Cata, como la gitanilla (Carmen Bastián) no me dijo ni mu por más que miré el cuadro, ha sido la tercera persona en discordia, la mujer del pintor, la que se ha decidido a hablar. Y menuda perorata nos va a largar: el que avisa no es traidor :wink:.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 30 Mar 2019 09:00Imagino que esto tendrá que ver con la experiencia/personalidad de cada cual.
Obviamente, jilguero, como todo en esta vida. Y en el terreno sentimental, supongo que también depende del poso que haya dejado esa persona o de las circunstancias que hayan llevado a ese distanciamiento.

jilguero escribió: 30 Mar 2019 09:00 ... aun siendo mi relación buena y carente de acritud, me he preguntado a mí misma qué demonio podía haber visto yo en él paar sufrir semejante desvarío.
Me parece que eso nos lo hemos preguntado todos, en alguna ocasión, respecto a alguna persona concreta pero no debería pasar de eso: de ser una mera pregunta. Intentar buscar una respuesta es valorarnos poco y darle importancia a una persona que ya no merece, por el motivo que sea, nuestro aprecio.

jilguero escribió: 30 Mar 2019 09:00 ... ¿lo dices por el calentamiento global?
Por eso mismo. En ocasiones, bromeo con mi hijo pequeño diciendo que algún día sus nietos verán ñus o cebras en los prados gallegos.


Al margen de todo esto, decir que quizás no fuese en este recuncho donde mencioné a Eliseo Parra. Por si tenéis siete minutillos libres y os apetece escuchar, a ti y a hexagono69, por referencias, y al resto de bujianos, por extensión, a este señor, aquí os dejo una muestra de esa renovación que hace del folclore. Creo que lo que canta es un ajechao salmantino. Tras una introducción con aires sefardíes, Eliseo toca un pandero cuadrado típico de Salamanca, hecho con un pellejo de cabra sobre un bastidor de madera, y su grupo interpreta instrumentos varios, tanto tradicionales como más modernos.

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Anoche soñaba yo,
que verdad me parecía,
que daba rostro con rostro,
su cara junto a la mía.

Brillante estaba desnudo,
que no tenía camisa,
la camisa de sedija,
los calzones sin botones,
los zapatos de brillán,
de brillán serán.

Anoche cuando yo estaba
dándole tributo al sueño,
solía yo despertar
con caricias de mi dueño.

Brillante estaba desnudo,
que no tenía camisa,
la camisa de sedija,
los calzones sin botones,
los zapatos de brillán,
de brillán serán.

Ven acá cuñada mía,
ponte a un ladito de mí
ya que no veo a mi hermano,
siquiera te veo a ti.

Brillante estaba desnudo,
que no tenía camisa,
la camisa de sedija,
los calzones sin botones,
los zapatos de brillán,
de brillán serán.

Que me importa me despierten
las horas del campanario
si cuando abro los ojos
siempre te veo a mi lado.

Brillante estaba desnudo,
que no tenía camisa,
la camisa de sedija,
los calzones sin botones,
los zapatos de brillán,
de brillán serán.
Recuento 2024
Ayer: El inventor. Miguel Bonnefoy
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Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Gretogarbo escribió: 31 Mar 2019 08:45 Me parece que eso nos lo hemos preguntado todos, en alguna ocasión, respecto a alguna persona concreta pero no debería pasar de eso: de ser una mera pregunta. Intentar buscar una respuesta es valorarnos poco y darle importancia a una persona que ya no merece, por el motivo que sea, nuestro aprecio.

Ya, ya, si yo me lo pregunto por simple curiosidad y sin ninguna acritud. Yo creo que ese estado es fisiológicamente muy rentable pero, justo por eso, muy castrante a nivel personal pues se hace realidad los versos de San Juan de la Cruz, que me da andaba con mar de amores cuando lo escribió:

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
[...]
Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.


Voy a escuchar a Eliseo y luego volveré a decirte qué me ha parecido.

PD: gracias Magali por haberme avisado que le había adjudicado los versos de la santa al de la noche oscura en el alma.
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Escuchado, Greto, y me ha gustado mucho. Te reconozco que la música me atrae tanto y me suena tan próxima que al vocalista casi que lo escucho como parte de la música, me refiero a que casi no le he prestado atención a la letra.


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Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 31 Mar 2019 13:16 ... Santa Teresa, que me da andaba con mar de amores cuando lo escribió...
¿Conoces Ávila, jilguero? Si no es así, te lo recomiendo especialmente. Intramurallas, se respira Santa Teresa y San Juan de la Cruz en cualquier rincón. Yo pasé allí un largo fin de semana, en soledad pero con la esperanza de ver aparecer a alguien, y fueron tres días deliciosos empapado del espíritu de estos dos místicos.
jilguero escribió: 31 Mar 2019 19:42 Escuchado, Greto, y me ha gustado mucho. Te reconozco que la música me atrae tanto y me suena tan próxima que al vocalista casi que lo escucho como parte de la música, me refiero a que casi no le he prestado atención a la letra.
Lo celebro, y tienes mucha razón en lo que dices. En las músicas tradicionales, la voz es un mero acompañamiento de la música y se integra tan bien que es un instrumento más. Eso sí, si escuchamos con atención las letras, pocas veces nos dejarán indeferentes

Espero que...
magali escribió: 31 Mar 2019 14:33Yo también escucharé Brillante
... también le haya agradado a magali.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Gretogarbo escribió: 31 Mar 2019 20:12
jilguero escribió: 31 Mar 2019 13:16 ... Santa Teresa, que me da andaba con mar de amores cuando lo escribió...
¿Conoces Ávila, jilguero? Si no es así, te lo recomiendo especialmente. Intramurallas, se respira Santa Teresa y San Juan de la Cruz en cualquier rincón. Yo pasé allí un largo fin de semana, en soledad pero con la esperanza de ver aparecer a alguien, y fueron tres días deliciosos empapado del espíritu de estos dos místicos.
Pasé un día en Ávila y me quedé con ganas de más. Pero mira por donde, mi deseo es volver a pasar una semana en soledad y no encontrarme con nadie conocido, justo por eso, por que se respiraba en al ambiente ese misticismo que a mi me atrae mucho y que hay que saborearlo en soledad (creo que te hizo un favor), como mucho con los versos de ambos poetas a mano para leerlos donde plazca.

He mirado en las fotos y estuve allí el 7/11/2012 y corría un fresquito magnífico. Estaba pasando unos días de campo parando en una casita rural de Navarredonda, para ver el otoño en Gredos. Iba con un buen amigo que ya conocía Ávila, pero que se avino a que un día nos acercaremos para que me hiciera una idea (prueba de que era buen amigo). Yo había leído recientemente La sombra del ciprés es alargada y tenía el capricho de conocer esa cruz desde donde el prota contemplaba la ciudad, entre otras cosas. Allí, por cierto, el frío que hacía me hizo estar un momentito y luego correr a refugiarme. Pero sí, volveré algún día, o eso espero.

Dicho sea de paso, los atardeceres otoñales en la sierra eran preciosos (aquí en el sur casi no tenemos árboles caducifolios que nos hagan tener un otoño bonito) y veíamos a menudo córvidos, creo que eran cuervos.

Para muestra, un botón, digo, una foto.
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Mensaje por magali »

Pues verás que curioso:


Vivo sin vivir en mí
[Poema - Texto completo.]
Santa Teresa de Ávila

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».

Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.

https://ciudadseva.Kom/texto/vivo-sin-vivir-en-mi/


Coplas del alma que pena por ver a Dios
[Poema - Texto completo.]
San Juan de la Cruz

Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

1. En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.

2. Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.

3. Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero, porque no muero.

4. El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?

5. Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento
el no te poder gozar;
todo es para más penar
por no verte como quiero,
y muero porque no muero.

6. Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.

7. ¡Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.

8. Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será?
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero.

https://ciudadseva.Kom/texto/coplas-del ... er-a-dios/

¿Qué me dices, jilguero? Porque yo me he quedado un poco confusa :? :shock:
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Yo puse San Juan pensando eran de él y porque además lo encontré en la red. La duda es si es error de la red o qué.


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hexagono69
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por hexagono69 »

Dice Jilguero: He mirado en las fotos y estuve allí el 7/11/2012 y corría un fresquito magnífico. Estaba pasando unos días de campo parando en una casita rural de Navarredonda, para ver el otoño en Gredos.

Es esto cierto pues si fuera así seria al lado de Barajas de la Sierra que es donde me perdí, Navarredonda y Barajas están casi pegados. :shock:

Barajas es una localidad española perteneciente al municipio de Navarredonda de Gredos,1​ en la provincia de Ávila (Castilla y León). En el año 2011 tenía una población de 138 habitantes.

https://es.wikipedia.org/wiki/Barajas_(%C3%81vila)

Imagen

https://es.wikipedia.org/wiki/Navarredonda_de_Gredos
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

¡Qué sorpresa,Cata! ¡Qué chula coincidencia!

Resulta que yo hubo varios atardeceres en los que me senté en la escalinata de la iglesa de San Benito de Barajas, cuyas campanas tocaron a rebato por el niño Hexa perdido. :cunao:. Ahí era gustoso recibí los últimos rayos del sol mientras se escuchaba el murmullo de los árboles de la iglesia: cerca había unos chopos que eran los que mejor sonaban pues el resto creo eran cedros y esos son más modestos musicalmente hablando. Incluso recuerdo haber estado determinando alguna planta recogida en nuestros paseos justo ahí, pero no me acuerdo cuál era. De ahí cruzábamos la carretera y paseábamos por los caminitos que iban para el río, que es donde vi los cuervos y los árboles otoñales. Esta noche, Hexa, te cuelgo alguna foto a ver si reconoces los caminitos.

Y es que ayer hablé de Navarredonda porque no recordaba bien el nombre del pueblecito donde realmente parábamos, que era el pueblo de la señora Justa y yo sin saberlo. La casita rural estaba en Barajas, muy cerca de la iglesia. Desde allí alguna tarde bajamos paseando a Navarredonda, está a tiro de piedra, para comprar pues Barajas tenía un Bar donde te vendían alguna cosa y nada más.

Ya ves, Hexa, en Barajas hemos coincido en el espacio pero no en tiempo; aquí, coincidimos en el tiempo pero no en el espacio :60:
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 31 Mar 2019 21:24... mi deseo es volver a pasar una semana en soledad y no encontrarme con nadie conocido,...
Magnífica opción. Te recomiendo alquilar una audioguía. Me refiero a esos aparatos de audio que tú pones en marcha (¿o eran automáticos?; no lo recuerdo) según paseas por el casco histórico y que no sólo te van explicando lo que tienes ante tus ojos sino que te recitan a Santa Teresa y a San Juan. De verdad que vale mucho la pena.

Por cierto, no sabía o no recordaba esa similitud de primeras estrofas entre los poemas de la santa y el santo con los que nos ha ilustrado magali.
Recuento 2024
Ayer: El inventor. Miguel Bonnefoy
El Puerto Prohibido. T. Radice, S. Turconi
Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
El tesoro del Cisne Negro. P. Roca, G. Corral
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