El bujío de Santa Catalina 1 (Bordeando la realidad)

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Gretogarbo
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 09 Dic 2020 18:07En la región china de Gansu, había una serie de suaves colinas coronadas por arboledas de bonsáis. Sus habitantes jamás abandonaban sus diminutas forestas, si bien se mantenían en contacto gracias a un lenguaje de señales luminosas común a todos ellos. El origen de aquella lengua compartida era ignoto, pero sugería que hubo un tiempo en el que todas aquellas pequeñas montañas habían sido una sola...
¿Esto es verdad o es fruto, una vez más, de tu imaginación?
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Gretogarbo escribió: 10 Dic 2020 08:23
jilguero escribió: 09 Dic 2020 18:07En la región china de Gansu, había una serie de suaves colinas coronadas por arboledas de bonsáis. Sus habitantes jamás abandonaban sus diminutas forestas, si bien se mantenían en contacto gracias a un lenguaje de señales luminosas común a todos ellos. El origen de aquella lengua compartida era ignoto, pero sugería que hubo un tiempo en el que todas aquellas pequeñas montañas habían sido una sola...
¿Esto es verdad o es fruto, una vez más, de tu imaginación?
Es fruto de lo que, una vez Hexa ha mirado la foto desde otra perspectiva (paisaje chino de montañas coronadas por arboledas, dijo), ha visto el pájaro en ella; y luego él ya ha columbrado quiénes son los guardianes de esa lengua. En otras palabras: una minipalina hexajilgueriana. Y es que nunca se sabe lo que hay a lo largo y ancho del ignoto y sutil mundo que bordea la realidad; en este caso, la realidad del intermareal de la Palyita de las Mujeres.

A todo esto, sigo con la otra minipamplina, algo más larga, donde también lo pequeño tiene su importancia.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 10 Dic 2020 09:57... una minipalina hexajilgueriana.
Pues muy chula.
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »


En las colinas de Gansu



Bosque de bonsáis.jpg


En la región china de Gansu, había una serie de suaves colinas coronadas por arboledas de bonsáis. Sus habitantes jamás abandonaban sus diminutas forestas, si bien se mantenían en contacto gracias a un lenguaje de señales luminosas común a todos ellos. El origen de aquella lengua compartida era ignoto, pero sugería que hubo un tiempo en el que todas aquellas pequeñas montañas habían sido una sola.



Montañas culminadas por arboledas.jpg


Y entre sus forestas, había un diminuto templo cuidado por pequeños sacerdotes escarabajo, de relucientes y multicolores casullas coriáceas, cuya misión era la de dar lustre y esplendor a la Lengua Lumínica para que nunca desapareciera.


¡Amén!

Sacerdotes escarabajo.png
*****************************************************


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Megan »

jilguero escribió: 09 Dic 2020 17:48
Feliz cumpleaños, Megan, de parte de Cata y del pájaro


Imagen


Megan escribió: 09 Dic 2020 15:35 Como sé que Jilguerillo no anda mucho por General, me traje unas copas y un espumante para brindar con Cata y amigos por mi cumpleaños .
Gracias por avisar. Tienes razón, yo ando por un foro minimalista, dentro del gran foro de ¡¡Ábrete Libro!!, y no me entero de "ná". :clown:
Muchas gracias, Cata y Jilguerillo, son unos amores :60: :60: :60:
Imagen

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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »


El mar, Cata, visto desde lejos, sigue igual de bonito y limpio que siempre, como puedes ver en esta foto sacada haces unas horas.

Mar glauco.jpg


Aunque no he escuchado que haya habido ningún vertido en la zona, desde hace dos días hay en la orilla una espuma muy sospechosa. Digo yo que, al estar tan revuelto, igual llegan hasta aquí restos de algún accidente ocurrido en áreas lejanas.

Playa con espuma.jpg
Espumarajo.jpg


PD: mañana te hablaré de la gran historia de amor, con trágico final, del gorrión de París (Édith Piaf) y el boxeador Marcel Cerdan (igual la conoces, pero siempre viene bien recordarla).
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

¡Buenas noches, Cata, se me voló el día sin darme cuenta!

Mañana te cuento lo de Edith Piaf. Por cierto, hoy he leído otra preciosa historia de amor. La conocemos todos, la celebramos en Navidad con los belenes, pero contada por Erri de Luca en En el nombre de la madre es una preciosidad por la prosa poética con la que él la narra. Si alguna vez cae en tus manos, léela, creo que te gustará. :wink:


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »


La romántica y trágica historia del Gorrión de París y del Bombardero de Marruecos

El contarte ahora esta historia, Cata, es porque el otro día hablaron en la radio de la historia de amor entre la cantante Edith Piaf y el boxeador Marcel Cerdán; y pusieron el himno del amor (Hymne à l'amour) que se supone ella cantaba en su honor. En cualquier otra situación, te diría que la letra es empalagosa, pero te tengo que reconocer que en su voz, y sabiendo la historia que hay detrás, me conmueve:

El cielo azul sobre nosotros puede hundirse
Y la tierra puede bien derrumbarse
Poco me importa si tu me amas
Paso del mundo entero
Mientras el amor inunde mis mañanas
Mientras mi cuerpo se estremezca bajo tus manos
Poco me importan los problemas
Mi amor pues tú me amas

Iría hasta el fin del mundo
Me teñiría de rubia
Si tú me lo pidieras
Iría a descolgar la luna
Iría a robar una fortuna
Si tú me lo pidieras

Renegaría de mi patria
Renegaría de mis amigos
Si tú me lo pidieras
Se pueden reír de mi...
Haría cualquier cosa
Si tú me lo pidieras

Si un día la vida te arranca de mi
Si mueres estando lejos de mi
Poco me importa si tu me amas
Porque moriría yo también
Tendremos para nosotros la eternidad
En el azul de toda la inmensidad
En el cielo muchos problemas
Mi amor cree en los que se aman
Dios reúne a los que se aman.






Pero veamos, primero, quién era ella y quién era él.

Ella, Édith Giovanna Gassion, nació en París (en diciembre de 1915) y su vida es de estas que, si fuera una pamplina del pájaro, pensarías que me había pasado de la raya para intentar conmoveros. Resulta que, según dicen, su padre, fránces y acróbata de profesión, celebró el nacimiento de su hija emborrachándose y abandonando a su mujer, la cual era de origen italo-bereber y cantante ambulante de profesión. La madre cuando llegó el momento del parto estaba sola y, cuando iba a pie camino del hospital, Édith nació en mitad de una calle de París, y a la luz de una farola.

Como la madre era demasiado pobre como para criar a la niña, se la entregó a su madre (la abuela materna de Edith), que era de origen argelino y quien, según dicen los rumores, no le daba leche a la niña sino vino, porque decía que así se cargaba los microbios. Con posterioridad, la abuela materna se la endosa al padre, quien estaba a punto de irse a la guerra (la Primera Guerra Mundial) y lo que hace es dejarla al cuidado de su madre (la abuela paterna de la niña), la cual regentaba un prostíbulo, siendo las prostitutas quienes se ocupan realmente de cuidar a Edith.

Cuando vuelve el padre de la guerra se la lleva consigo y su vida se convierte en la de los artistas de los circos itinerantes. Pronto Édith mostraría su talento, su buena voz, cuando cantaba canciones populares en las calles en compañía de su padre (su madre había hecho lo mismo en el pasado). Cuando tenía 14 se separa ya de su padre, se va a vivir a un hotel y se gana la vida cantando en la Place Pigalle y en suburbios de París. Con diecisiete años se enamora por primera vez de un mozo de recados y tiene su única hija, Marcelle, que murió de meningitis con dos años.

Luego ya vendría su vida de éxito, y de numerosos romances, pero, como has podido ver, Cata, sus comienzos no fueron para nada fácil. Como tampoco lo habría de ser su final.

Él, Marcel Cerdán, era lo que se llama un pies negros (piednoir); es decir, nacido en la Francia africana (Argelia), aunque sus padres eran alicantinos. Era una familia humilde que, cuando él tenía seis años, emigró a Casablanca. Y a los ocho años ya empieza a boxear, porque su padre, que era muy aficionado al boxeo, lo llevaba a los combates y lo apuntó a una pelea infantil. Por lo visto ganó y le dieron como trofeo unas zapatillas, lo cual supuso una gran decepción porque hubiera preferido la chocolatina que vio que le daban a su adversario como premio de consolación. En realidad, a él no le interesaba ser boxeador sino que quería ser futbolista. Pero su renuencia le provocaba peleas con su padre que estaba empeñado en que fuera boxeador. Al final a Marcel no le quedó otro remedio que seguir subiéndose al ring y lo hizo lo mejor que pudo. En 1943 se casa con Marinette, con quien tendría tres hijos.

El encuentro ocurre estando ya ambos en lo más alto de sus carreras profesionales: ella ya era el Gorrión de Paris; él, el Bombardero de Marruecos. A saber, fue en 1945 cuando se encontrarían por primera vez en un night club de París. En esa primera ocasión tan solo se saludaron, pero el flechazo fue instantáneo y, tras intercambiar varias cartas, llegaría el encuentro decisivo, en 1947, en un restaurante francés de Nueva York. Cenaron juntos y después él se quedó en el hotel de ella. La relación la matuvieron inicialmente en secreto, porque el entorno de Piaff creía que el romance podía afectar negativamente a la carrera artística del Gorrión de París, a parte de para evitar las críticas que le pudieran hacer de enterarse que era amante de un hombre casado.

Cuando Cerdán la visitaba en París (solía vivir en Casablanca), se reunían en un café cercano al gimnasio en el que él se entrenaba. Se solían tomar una copa antes de salir a bailar. Pero ella quería tenerlo cerca más tiempo y compró un palacete cerca de los Bosques de Bolonia parisinos, donde montó incluso un gimnasio y un ring para que se entrenara Marcel sin necesidad de salir de casa.

El matrimonio con Marinette no estaba en su mejor momento y, cuando la prensa hizo pública la historia entre ambos, Marcel lo admitió. Ya no se volvieron a esconder. Es más, al ser preguntado en una conferencia de prensa, llegó a decir: “¿Quieren saber si estoy enamorado de Edith Piaff Sí, lo estoy. Y si no estuviera casado y no tuviera hijos, me casaría con ella”. Y cuando en 1948 se declaró campeón del mundo, entre la multitud de espectadores, en un rincón, con un rosario en la mano (le había rezado a Santa Teresa), estaba Edith llorando de alegría. Y al bajarse del ring, el recién proclamado campeón del mundo dijo: “Existe una sola Edith Piaf y yo tengo la suerte, yo, pobre boxeador bruto, de ser amado por ella”.

Los amantes.jpg


En junio de 1949 fue derrotado y perdió el titulo de campeón,; le organizaron un combate de revancha para el 2 de diciembre de ese mismo año en Nueva York. La última vez que se vieron, sin saber que sería la última vez, fue el 14 de septiembre. Y según parece, ese día Edith Piaff cantó junto a Cerdán el Himno al Amor (Hymne à l’amour) en un cabaret de Nueva York, donde ella estaba de gira. El resto del mes se mantuvieron en contacto por teléfono y por carta. En una de estas, ella le dijo: “Yo te amo irracionalmente, anormalmente, locamente, y nada puedo hacer para evitarlo. La culpa es tuya, sos magnífico. Abrázame con el pensamiento entre tus brazos, y piensa que nada cuenta en el mundo, aparte de vos y yo”.

El fatídico final ocurriría días después. Marcel tenía pasaje para viajar en barco a Nueva York para entrenarse allí para el combate de revancha de diciembre, pero la cantante le llamó por teléfono y le pidió que cogiera un avión para estar más tiempo juntos. Como respuesta, Marcel, también deseoso de estar cuanto antes con ella, el 27 de septiembre se presentó en el aeropuerto para coger el último vuelo que salía hacia Manhattan. Aunque no quedaban plazas libres, tuvo la “desgracia” de que una pareja de recién casados, que había pasado la luna de miel en París, le cediese sus asientos a él y a su mánager. Se embarcaron, pues, en el fatídico vuelo, que poco después se estrellaría en las Azores.

Cuando Edith Piaf se enteró estuvo en un tris de suicidarse, ingiriendo gran cantidad de pastillas, pero la llevaron al hospital a tiempo y se salvó. Con todo, el Gorrión de París nunca olvidaría al boxeador, ni tampoco dejó jamás de reprocharse el que su muerte hubiera sido por su culpa. Se volvió a casar dos veces y bebía como una cosaca, a parte de inyectarse morfina a gogó. Pero nada de eso le valió para superar su pérdida, ya que ella afirmaría que Marcel había sido “el único hombre al que realmente quise”.

Y un detalle que me parece precioso es que ambas mujeres, Edith y Marinette, se vieron después de la muerte de él para que Edith conociera a sus hijos.


Edit con la familia del boxeador.jpg
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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »


¡Buenas tardes, Cata!, por aquí sin novedad, con el cielo nublado y el mar con ese color glauco que dan ganas de comérselo (recuerda el color de las ostras). El señor pequeñín sigue corriendo, aunque no todos los días o bien yo no coincido con él. Las naves en fuga navegando por la arena, en cambio, no fallan: las veo cada bajamar; también las colinas de Gansu emergen a veces y yo paseo por ellas con cuidado de no pisar a los habitantes de sus forestas, ni destruir el templo de los sacerdotes escarabajo cuidadores de la Lengua Lumínica, que nos descubrió Hexa escondido entre la vegetación. :D

A parte de ponerte al día, para contribuir a la causa de nuestra santa, hoy te voy a hablar de Erik Satie, de quien seguro conoces sus famosas Gimnopedias. Alguna vez ya han sonado en este bujío porque son magníficas para escucharlas en tardes de lluvia y melancolía, ¿verdad?



Erik Satie era ante todo una persona excéntrica. Un señor que se reía de lo serio y se ponía serio con lo jocoso. No era nada políticamente correcto. Te cuento una anécdota como ejemplo. Al final de su carrera acuñó el término de “música de mobiliario”, para referirse a ese tipo de música que se oye sin escucharla y que se integra en la cotidianidad, como una mesa, una silla o un espejo (hilo musical, lo llamaríamos ahora). Pues bien un día, en un cóctel, estrenó sus primeros "muebles musicales" y, cuando vio que los presentes, en vez de seguir charlando o moviéndose por la sala, se quedaron quietos escuchando la música con respeto, Satie la emprendió a gorrazos con ellos, llamándoles a gritos ignorantes y borregos encorsetados. :cunao:

Murió a los 59 años de una pleuresía que hay quien dice que, como sus composiciones, fue lenta y dolorosa. Vivía en una habitación muy modesta, en la que hasta el día de su muerte, en los veintisiete años que llevaba viviendo en ella nadie más que él había entrado.


Satie (Rusiñol).jpg

Y lo que te voy a contar es, tal como lo contó en la radio el locutor al que le gusta también bordear la realidad, lo que dos de sus amigos descubrieron al entrar, por primera vez en su habitación, después de su entierro en el cementerio de Arcueil. Por lo visto, todo estaba lleno de polvo y telarañas, y entrar allí tenía para ellos casi el mismo encanto que hubiera tenido entrar en la tumba de Tutankamon, si bien Darius y Jean no tuvieron que romper ningún sello, solo empujar la puerta:

No había luz eléctrica, posiblemente porque no la había contratado nunca, porque quería vivir entre las sombras, como una broma más, cómodo, sintiendo el mundo a tientas. Percibía la existencia por sus vacíos en lugar de por sus presencias; la belleza a través de la imperfección. Por eso le gustaba la soledad más que la amistad. El silencio antes que cualquier otra sonoridad, y la noche al día. Prefería las insinuaciones a las palabras, el viento al sol. No soportaba que la gente no lo admirase, pero llevaba aun peor tener admiradores. No buscaba gustar a nadie y todavía menos a sí mismo. Odiaba lo que hacía pero, como le gustaba odiarse, disfrutaba haciendo aquellas cosas. Se encontraba a gusto con su propio disgusto y feliz respondiendo a las preguntas que nadie se formulaba jamás. ¿Por qué debemos llevar los calcetines del mismo color y en los pies? ¿Por qué nadie aplaude a la música que hacen los tranvías...?

La estancia estaba en desorden, y a la luz de una vela, Darius y Jean pudieron ver al fin. Todo estaba amontonado en un calculado desorden. En el centro de la estancia, media docena de taburetes de distintos tamaños; un sofá eviscerado, en cuyas entrañas había guardado siete u ocho botellas de leche con partituras enrolladas en su interior; la cabina para desparecer un mago, y la colección completa de un semanario que Satie compraba para recortar sus letras y enviar anónimos a sus enemigos musicales. En su armario había colgados cien paraguas idénticos entre sí, y otros tanto trajes para hacer juegos con ellos. En la pared había un retrato suyo pintado, treinta años atrás, por la única amante que se le conoció, Suzanne Valadon; y del que pendía una corona de flores secas. Las sábanas de la cama debían de no haberse cambiado desde la época del citado romance. Y advirtieron grabadas en ellas la silueta de su cuerpo, perilla y bombín incluidos, registrando la posición en la que su espíritu se desprendió de su cuerpo con el mismo desenfado con el que él se habría quitado una camiseta sudorosa.

Pero lo que les llamó la atención fue los dos pianos, unos enfrente del otro. Había en ellos sendas torres de papel que debían alcanzar al menos el metro de altura. Cuando trataron de examinarlas, ambas se derrumbaron sepultándolos bajo centenares de partituras. Con el tiempo podrían clasificarlas y descubrir que no conocían casi ninguna de ellas. Él no se las mostró a nadie, igual que en los 27 años que vivió allí no dejó que nadie franquease las puertas de aquel extraño santuario con aroma a amoniaco. Allí se encontraban partituras que creía haber olvidado un año antes en un autobús, al igual que Preludios para un perro, las p
Piedras frías y una enigmática partitura bajo el título las Vejaciones: "Deben interpretarse 840 veces seguidas", había anotado él. Con gusto Darius lo habría tocado allí mismo, aunque le hubiera llevado dos días completos. Pero no era posible: las teclas de los pianos estaban arrancadas. ¿Cómo componían?, se preguntaron. ¿Lo hacía acaso todo con la mente sin recurrir al humano error-prueba? Así debió ser puesto que nadie le vio jamás escribir música en los cafés que frecuentaba, ni en los salones de aquellos a los que llamaba sus amigos, hasta el día en que se peleaba con ellos por una nimiedad; ni en la Schola Cantorum.

Siguieron buscando hasta que encontraron algo en el interior de uno de los pianos. Un papel con el mensaje: "Me llamo Erik Satie, como todo el mundo". "¡Qué tontería más grande! -y se echaron a reír ambos amigos-. "¡Siempre con sus cosas!". Y era cierto, porque Darius no se llamaba Erik Satie, sino Darius Milhaud; y Jean se le conoció en su carrera profesional como Jean Cocteau. Ambos le habían admirado como pocos, y eran de los escasos que no le obligaban a cambiar de acera para no tener que saludarlos; y aunque también se enfadó con ellos en alguna ocasión, siempre acababa buscando su compañía. “Sois dos tontos de capirote -les decía- pero, si me lo permitís seamos esta tarde tres tontos”.

“¿Qué pensará la gente de todo esto?", se preguntaba Darius. “Quizá esta música que no le enseñó a nadie y ahora daremos a conocer al mundo cambie la opinión que se tiene de él”. "No lo creo -negó con la cabeza Cocteau-, seguirán pensando que era un cretino, un loco que no tenía ni idea de escribir Música". "Hasta Debussy le admiraba -replicó Darius- y no era de elogio fácil, de hecho solo se elogiaba a sí mismo. Pero valoró algo único y especial en la obra del maestro". “También el maestro admiraba a Debussy -repuso malévolo Coteau-. En cierta ocasión, afirmó que era la mejor chaqueta que se dejaba caer por sus estilos y hasta le pidió que se la regalase una vez. Debussy aceptó, la hizo lavar y se la envió a casa. Pero el maestro furioso la tiró a la basura: Ahora ya no olerá a Debussy y no me podrán confundir con él por la calle. No sirve ni para vestir los espantapájaros...". "No me creo esa historia", fue la opinión de Darius. Y es que chirriaba que ese hombre hubiera tirado a la basura algo alguna vez.

De repente, la vela acabó por consumirse. Cuántas horas llevaban allí. Debía ser de madrugada. Acaso llevasen dos días en el interior de la casa, sin comer nada, únicamente alimentándose de sus misterios. Y hablando de ello encontraron un pequeño cofre en el interior del segundo piano. Era una nota que descifraron a la luz de un mechero. En ella rezaba: "He aquí mi mayor obra maestra, el trabajo de toda una vida". Eso les excitó enormemente. Había una llave que debía ser girada, pero le costó horrores llevarlo a cabo y solo lo lograron con unas gotas de aceite. Cuando el cofre se abrió, se llevaron el susto de sus vidas. De él brotó un ser demoniaco, un trasto que les hizo dar un respingo con el que casi dieron con las cabezas en el techo. Salieron como una exhalación de la casa temiendo que aquella aparición infernal se los llevara al averno.

Es una pena que no tuvieran la sangre fría de detenerse a examinar el fenómeno, pues le habría hecho gracias comprobar lo que de veras era: un muñeco conectado a un muelle preparado para asustar a quien abriese la caja. Muñeco que habían adornado con un minúsculo bombín, gafas, corbata y perilla, recreando con gran fidelidad los rasgos del difunto. Ya en la calle, Cocteau y Milhaud fueron arrestados por una pareja de gendarmes que los creyeron dos dementes escapados de un manicomio, tales eran los gritos que iban dando. Mas cuando se los llevaron a comisaría y les preguntaron por sus nombres, ellos no pudieron si no identificarse por el mismo: "Satie, Erik Satie, como todo el mundo".


PD: setenta años más tarde, John Cage ejecutaría la obra Vejaciones en Nueva York, encabezando un elenco de diez pianistas que se turnan durante dieciocho horas ya que, haciendo caso a la anotación de Satie, la ejecutaron 840 veces seguidas. :shock: :cunao:
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Última edición por jilguero el 02 Ene 2021 14:01, editado 2 veces en total.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por Gretogarbo »

jilguero escribió: 15 Dic 2020 19:05... hoy te voy a hablar de Erik Satie,...
¡Pero qué melómana estás, jilguero! Muy chulo y fascinante todo lo que acabas de contarle a Cata. Y, ya puestos, déjame que adorne mi mensaje con el retrato de Erik Satie pintado por su amante, Suzanne Valadon, y un retrato de ella.

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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Gretogarbo escribió: 15 Dic 2020 19:34 ¡Pero qué melómana estás, jilguero!
No tanto como pudiera parecer, pero es que Martín Llade es un magnífico divulgador de música clásica y me gusta mucho como pamplinea sobre los compositores, a la vez que te hace escuchar algunas cosas de los mismos. De hecho, tengo pendiente Puccini, el cual también bordeaba la realidad; es decir, que metía a las mujeres que iban pasando por su vida en sus óperas (Tosca, Madama Butterfly, Turandot o en La fanciulla).

Gretogarbo escribió: 15 Dic 2020 19:34 Muy chulo y fascinante todo lo que acabas de contarle a Cata.
La verdad es que por este mundo va pasando mucha gente singular, de la cual el resto somos el gris telón de fondo sobre el que ellos pueden destacar mejor su singularidad.
Gretogarbo escribió: 15 Dic 2020 19:34 Y, ya puestos, déjame que adorne mi mensaje con el retrato de Erik Satie pintado por su amante, Suzanne Valadon, y un retrato de ella.
Gracias por completarnos la escena. Me pregunto si la señora Valadon no sería de las mías (o quizás más exacto sea decir yo de las suyas), lo digo por el estilazo vistiendo: jajaja.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

¿Sabes, Cata, que la protagonista de las única aventura amorosa conocida de Satie, Suzanne Valadon, es una mujer con una biografía que tampoco tiene mucho que envidiarle a la de el Gorrión de Paris? Quizás algún día vuelva a ella, pero si vuelvo me gustaría hacerlo en formato pamplina propia.

De momento, y por si cayera en el olvido, te dejo aquí dos fotos más de ella (ayer Greto nos puso una de cuando era más madura), un retrato que le hizo Toulouse-Lautrec y un composición mínima que le compuso Satie, quien en la intimidad la llamaba Biqui.


Suzanne Valadon.jpg

La buveuse (Suzanne Valadon porToulouse-Lautrec).jpg


PD: estoy intrigada con la vida amorosa de Satie, pues me extraña que se redujera a cinco-seis meses apasionados con la Valadon y luego vida monacal, en esa habitación modesta, poco iluminada, poco ventilada y con sábanas poco lavadas de la que hablamos ayer.
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Última edición por jilguero el 06 Ene 2021 16:04, editado 1 vez en total.


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por hexagono69 »

Mira Jilguero un cuadrito de Francisco de Zurbarán.-- La defensa de Cádiz.

Ni idea de quien son los personajes representados ni mucho menos de quien seria o fuese el Almirante de la flota atacante. :wink:

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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

hexagono69 escribió: 16 Dic 2020 20:08 Mira Jilguero un cuadrito de Francisco de Zurbarán.-- La defensa de Cádiz.

Ni idea de quien son los personajes representados ni mucho menos de quien seria o fuese el Almirante de la flota atacante. :wink:

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Tampoco yo estaba segura, pero resulta que esa vez, la que pintó Zurbarán, el almirante inglés era Eward Cecil. Eso sí, Cádiz ya había sido atacado antes por algún otro almirante inglés :cunao:.

https://www.abc.est/historia/abci-abuso ... ticia.html


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Re: El bujío de Santa Catalina (Bordeando la realidad)

Mensaje por jilguero »

Megan escribió: 22 Nov 2020 21:04 pensar que la catedral es de Liliput y la alumbra una enorme linterna, esa idea tan fantasiosa ¿te dará para contarnos una historia que salga de tu fecunda imaginación?
Bueno, al final ha resultado un peculiar Liliput artesanal que se ha mezclado con la música escuchada mientras veía la amanecida de la catedral gaditana.


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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