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Usía, esa musiquilla tan, tan bella de chelo me ha hecho viajar hasta la fortaleza creada por Dino Buzzati en El desierto de los tártaros, al instante en el que el teniente Drogo se halla por primera vez ante la muralla: “No era imponente la Fortaleza Bastiani, con sus bajas murallas, ni hermosa en cierto modo, ni pintoresca con torres y bastiones; absolutamente nada que consolase de su desnudez, que recordase las cosas dulces de la vida. Y, sin embargo, como la noche anterior desde el fondo de la garganta, Drogo la miraba hipnotizado y en su corazón entraba una inexplicable excitación. Y a su lado, el capitán Ortiz la contempla también: “...se había quedado inmóvil y miraba intensamente las amarillas murallas. Sí, él, que vivía allí desde hacía dieciocho años, las contemplaba, casi hechizado, como si volviera a ver un prodigio. Parecía no cansarse de remirarlas y una vaga sonrisa, de alegría y tristeza al tiempo, iluminaba lentamente su rostro.”.
La novela de Buzzati es, entre otras cosas, nostálgica y bella. Después de pasar un tiempo en la fortaleza, Drogo regresa de visita a casa de su madre y descubre: "Aquella ya no era su vida, él había cogido otro camino, retroceder habría sido estúpido e inútil.".
Creo que la música que hoy nos has "regalado", tan desprovista de adornos y tan bella, y con ese tono que roza casi al lamento, es justo la adecuada para acompañar esos estados de ánimo de Drogo, o de cualquiera de nosotros cuando volvemos la vista atrás y entendemos que esa que fue nuestra vida ya no lo es, ni nosotros somos exactamente quienes fuimos y que, por tanto, mirar hacia atrás solo tiene sentido para gozar de la belleza de la nostalgia (del tiempo perdido o ganado, según se mire). Pero también la adecuada para contemplar el nuevo paisaje que nos aguarda, porque, incluso si no hubiese en él nada que nos consolase de su desnudez, que nos recordase las cosas dulces de la vida, excitará nuestro corazón.
Algo que realmente llama a la esperanza todas las mañanas es el trino de los pajarillos -verderoles, ruiseñores, jilgueros, etc- en mi terreno. Ahora que las flores, los árboles y las frutas están en todo su esplendor, me recuerdan que la vida sigue en pulsión, aunque la enfermedad está avanzando, y no importa, porque alguien se acordará que la Vida es eso,
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Aben Razín escribió:Algo que realmente llama a la esperanza todas las mañanas es el trino de los pajarillos -verderoles, ruiseñores, jilgueros, etc- en mi terreno. Ahora que las flores, los árboles y las frutas están en todo su esplendor, me recuerdan que la vida sigue en pulsión, aunque la enfermedad está avanzando, y no importa, porque alguien se acordará que la Vida es eso,
No sé si hablas de una enfermedad metafórica o real, pero tus palabras me han recordado a unos escritos de mi abuelo paterno, de una primavera (me da que el julio de esa colonia polar, que es Teruel, es nuestro mayo) pasada en compañía de su hijo adolescente aquejado de tuberculosis. Es conmovedor asistir al dolor del padre que veía explotar la Vida a su alrededor mientras la de su hijo se iba apagando. Si me acuerdo, un día os colgaré un parrafito.
Sea de un tipo u otro la dolencia, seas tú el afectado o algún ser querido, mucho ánimo, Aben .
jilguero escribió:
No sé si hablas de una enfermedad metafórica o real, pero tus palabras me han recordado a unos escritos de mi abuelo paterno, de una primavera (me da que el julio de esa colonia polar, que es Teruel, es nuestro mayo) pasada en compañía de su hijo adolescente aquejado de tuberculosis. Es conmovedor asistir al dolor del padre que veía explotar la Vida a su alrededor mientras la de su hijo se iba apagando. Si me acuerdo, un día os colgaré un parrafito.
Sea de un tipo u otro la dolencia, seas tú el afectado o algún ser querido, mucho ánimo, Aben .
Lo que has contado, jilguero me ha emocionado, pero cómo lo hace cualquier expresión de Vida, ya que sigue pulsando en todo lo que nos rodea. Nos creemos imprescindibles según el aserto kantiano, pero la Vida sigue, aunque nosotros nos apaguemos.
Y, por supuesto, no quiero mostrarme para que la gente sea compasiva de una manera burda, pero estoy hablando de una enfermedad mía que me va a obligar a cambiar mis hábitos de vida de manera radical, y, por ahora, me tiene muy preocupado e impedido,
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
jilguero escribió:
No sé si hablas de una enfermedad metafórica o real, pero tus palabras me han recordado a unos escritos de mi abuelo paterno, de una primavera (me da que el julio de esa colonia polar, que es Teruel, es nuestro mayo) pasada en compañía de su hijo adolescente aquejado de tuberculosis. Es conmovedor asistir al dolor del padre que veía explotar la Vida a su alrededor mientras la de su hijo se iba apagando. Si me acuerdo, un día os colgaré un parrafito.
Sea de un tipo u otro la dolencia, seas tú el afectado o algún ser querido, mucho ánimo, Aben .
Lo que has contado, jilguero me ha emocionado, pero cómo lo hace cualquier expresión de Vida, ya que sigue pulsando en todo lo que nos rodea. Nos creemos imprescindibles según el aserto kantiano, pero la Vida sigue, aunque nosotros nos apaguemos.
Y, por supuesto, no quiero mostrarme para que la gente sea compasiva de una manera burda, pero estoy hablando de una enfermedad mía que me va a obligar a cambiar mis hábitos de vida de manera radical, y, por ahora, me tiene muy preocupado e impedido,
Bueno, al menos para nosotros mismos somos imprescindibles. Chispitas efímeras para la Vida, pero receptores imprescindibles de nuestro Yo consciente .
Una putada, sin duda. Toca sacarle partido al nuevo estado. Tengo relativamente reciente el ejemplo del pescador. Sus últimos cuatro años fueron en silla de ruedas, pero no veas, cuando lo llevábamos a pescar (a diario, daba igual el calor que hiciera, que allí estaba él), la ilusión con la que se aproximaba a la Alameda Apodaca. Y cómo aprendió a leer en los movimientos del extremo de la caña lo que antes, cuando pescaba de pie, podía ver con sus gafitas polarizadas. De las últimas palabras que le escuché fueron: "Creo que este verano las mareas van a ser buenas para la pesca". Un verano que nunca llegó para él pero con el que no te quepa duda que soñaba.
Vamos, que la capacidad de adaptación del hombre es grande. Así, pues, ponte las pilas y a pelear por sacarle todo el partido posible a la nueva situación .
jilguero escribió:
Bueno, al menos para nosotros mismos somos imprescindibles. Chispitas efímeras para la Vida, pero receptores imprescindibles de nuestro Yo consciente .
Una putada, sin duda. Toca sacarle partido al nuevo estado. Tengo relativamente reciente el ejemplo del pescador. Sus últimos cuatro años fueron en silla de ruedas, pero no veas, cuando lo llevábamos a pescar (a diario, daba igual el calor que hiciera, que allí estaba él), la ilusión con la que se aproximaba a la Alameda Apodaca. Y cómo aprendió a leer en los movimientos del extremo de la caña lo que antes, cuando pescaba de pie, podía ver con sus gafitas polarizadas. De las últimas palabras que le escuché fueron: "Creo que este verano las mareas van a ser buenas para la pesca". Un verano que nunca llegó para él pero con el que no te quepa duda que soñaba.
Vamos, que la capacidad de adaptación del hombre es grande. Así, pues, ponte las pilas y a pelear por sacarle todo el partido posible a la nueva situación .
¡Qué quieres que te diga, jilguero!
Si supiéramos que más allá de nuestra Consciencia o en ella, se encuentra esa Vida que palpita, no creo que fuéramos tan individualistas y egoístas. Al día siguiente de nuestra desaparición física, el sol seguirá saliendo por el mismo lugar y esa Consciencia estará habitando en otra forma vital.
Es lo que creo que tendré que aprender: adaptarme a la nueva situación para seguir potenciando esa Vida misma que llevo dentro,
Pasado: El coraje de ser de Mónica Cavallé.
Presente: Los perdedores de la Historia de España de Fernando García de Cortázar.
Corrigiendo ando, Cata.
¡Qué poco me gusta en comparación con lo mucho que me gusta cuando voy descubriendo la historia!
A ver si a lo largo de esta semana lo acabo, que ya tengo en mente lo que te voy a contar a continuación. Un matriarcado que escribí hace años, que gustó, pero que sé que ahora te lo puedo contar mejor. Y eso pretendo hacer .
PD: Usía, ¿cómo te fue ayer esa exploración de la vesícula de la hiel ? Espero que no te la soliviantaran mucho...
Hola, Cata. Como no sé si visitarás los hilos de los relatos de los concursos, te cuelgo también aquí a la que me encontré ayer, por la mañanita bien temprano, en el muro exterior del Mercado Central.
Fue verla y supe enseguida que era la hija del Capitán Veneno. El motivo de que se haya hecho al encontradiza no lo tengo tan claro, pero sospecho que es porque quiere colarse en alguna otra historia.
¡El tiempo lo dirá!
Hija del Capitán Veneno.jpg
"Parece que se necesite toda la experiencia de varias generaciones para perfilar lentamente la curva de una columna, de un casco de barco, de un fuselaje de avión, para lograr la pureza primigenia de un seno o de un hombro". Tierra de hombres, de Antoine de Saint-Exupéry[/color]
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Cuando se vive en tierra de secano, el serpenteo de un arroyo, la frondosa vegetación de su ribera, es una especie de tierra prometida minimalista. Por eso, en nuestra infancia, ver a lo lejos el sinuoso trazado verde de la Carchena atravesando la polvorienta campiña excitaba nuestra fantasía…
Vista desde lejos, era una estrecha línea verde y, sin embargo, en ella cabía una multitud de mañanas de Viernes Santo cogiendo espárragos de esparragueras que eran ya viejas conocidas; o de mañanas recolectando caracoles de los hinojos para que su carne estuviese bien aromatizada.
Una simple línea verde en lontananza y en la que, sin embargo, cabían tardes de pesca de ranas con caña y trapo rojo; o esas otras tardes en las que cazábamos las ranas a mano mientras compartíamos con ellas el agua de los chilancos.
Apenas era una hebra verde en la distancia y, sin embargo, en ella cabía también la pata que un día levantó el vuelo tratando, en balde, de disimular su nido; y las cinco cabecitas que se asomaron luego a aquella especie de sagrario para ver media docena de huevos beige; y esa otra tarde en la que los vimos transformados ya en media docena de polluelos nadando en fila tras la madre.
Sí, en esa estrecha y sinuosa línea verde que se veía a lo lejos desde la terraza de casa, en esa tierra prometida de nuestra infancia que era el arroyo de la Carchena, no solo cabían esas mañanas y esas tardes vividas de verdad, sino también otras muchas en las que se anidaban las aventuras que nunca llegaron a ser realidad...
Muy bonito y evocador, jilguero, como todo lo que escribes.
Recuento 2024 Ayer: Cañas al viento. Grazia Deledda
Grito nocturno. Borja González Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
Hoy es un buen día para morir. Colo
Muy bonito y evocador, jilguero, como todo lo que escribes.
Lo que es una pena es que con esa mirada indolente que nos muestras y ese lenguaje lacónico que te gusta usar no te prodigues más dibujando recuerdos, reflexiones, o naderías de cualquier índole.
¿Escribes diario aunque no sea a diario? Sería lo suyo, porque creo que los textos cortos te van de maravilla. Me da que te sorprenderías gratamente a ti mismo, si es que no lo haces ya, claro, que vete tú a saber qué pasa a ese otro lado de la pantalla .
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Corrigiendo ando, Cata. 
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