Cuéntame un cuadro (Juego)
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
oohh, @Sinkim, qué preciosidad!! y con tan pocas palabras. Gracias
el cuadro que has puesto dice mucho de entrada, a ver si puedo hacer algo con él
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Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano
Recuento 2024
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
La heredera
Había discutido con mi madre. No era la primera vez, desde la muerte de mi padre, los conflictos se volvieron a diario. Todo lo que hacía le molestaba, ya fuera limpiar la casa, hacer la comida, o solo leer un libro sentada frente a la chimenea. Estaba en constante control de mis actos y todo le parecía mal. Si hacía una diligencia al almacén, tomaba el tiempo que me llevaba. Si demoraba, me castigaba con palabras horribles: qué me había quedado de charla con las prostitutas del pueblo, que seguro me había revolcado con algún chico que me gustara. Como digo, las palabras que salían de su boca eran tan duras, que, después de dejar lo comprado, iba a mi dormitorio a llorar. Ya no podía más. Me preguntaba por qué el cambio, si cuando estaba mi padre, era un amor de persona conmigo. Siempre supuse que su repentina muerte la dejó desesperada. Su triste y solitaria vida, la volvió contra mí. Yo era su puente de escape, despreciándome y maltratándome se sentía viva, si bien por dentro estaba tan muerta como mi padre.
Un día, llegué de hacer las compras y comenzó con sus maldiciones, no resistí más y le contesté que estaba harta de vivir así. Que no quería que me controlara ni me destratara de esa forma. No lo merecía, no había hecho nada malo, solo ser una autómata que hacía los quehaceres de la casa sin chistar y que mi único placer era la lectura. La rabia que apareció en su semblante la llevó a darme vuelta la cara de una cachetada, además de decirme las palabras más feas que existen.
Salí llorando de la cocina, fui a mi dormitorio, estaba desesperada y no sabía qué hacer. De pronto algo surgió, mi tía Emma. Dentro de la tristeza y las lágrimas que corrían por mis mejillas que no me dejaban pensar con claridad, me di cuenta de que esa era mi única opción. Busqué mi bolso, donde puse algunas prendas y artículos personales. Finalmente tomé mi capa, mis guantes, mi sombrero y mis ahorros, y, haciéndome la fuerte, bajé las escaleras. Ella estaba al pie, mirándome con tal odio que llegué a pensar que tenía idea de matarme.
— ¿Adónde vas?— dijo con su voz de maldad.
—Voy a casa de tía Emma, ya no puedo vivir aquí.— dije en un suspiro y sin mirarla.
— ¡¿Tú crees que voy a permitir que te vayas?!— gritó, a la vez que quería sacarme el bolso.
—¡Tengo veintidós años, soy mayor, puedo ir adonde sea!— exclamé, mientras forcejeábamos.
— ¡No te vas a ir de aquí, malnacida, ingrata, maldita!— vociferó, cuando logré sacarle el bolso.
—Por eso mismo me voy, no merezco que me trates así, nunca te he hecho nada, madre, adiós. — abrí la puerta principal y corrí por la calle hasta un carruaje que me llevara a la terminal del tren.
Ella seguía blasfemando desde la puerta y todo el que pasara y no me conociera, creería que yo era al menos una ramera, fue horrible.
Cuando llegué a la terminal, estaba sofocada y con muchas ganas de llorar. Intenté hacerme la fuerte y compré mi billete para el tren.
No tardó en llegar, subí me senté y tuve la mala suerte de que un hombre mayor, medio borracho, se me pusiera a hablar a mis espaldas. No sabía lo que decía, estaba metida en mis pensamientos y no me interesaba hablar con nadie. Cada tanto, una lágrima se me escapaba, por lo que llevaba un pañuelo en el regazo como si estuviera resfriada.
El hombre no paraba de invitarme aquí o allá cuando llegáramos. Por la mitad del camino, se me hizo insoportable; tanto que su voz y hasta sus palabras se habían transformado en las de mi madre. Escuchaba sus improperios, sus maldiciones, los disgustos que le daba. De pronto dejé de ser la chica sentada, aparentemente, muy tranquila en un tren; me levanté, lo enfrenté y usando las espantosas palabras de las que había sido objeto por años, lo insulté gritando de la misma forma en que ella lo hacía conmigo.
Todos callaron y me miraron, mi cara había adquirido un tono rosa fuerte y mis ojos azules parecían relampaguear de pura ira. El hombre, ante el asombro, no dijo una palabra, se fue por el pasillo y no lo vi más. A partir de ese momento me di cuenta cabal de lo despreciable que era yo ante los ojos de mi madre.
Nunca más volví a verla.
Había discutido con mi madre. No era la primera vez, desde la muerte de mi padre, los conflictos se volvieron a diario. Todo lo que hacía le molestaba, ya fuera limpiar la casa, hacer la comida, o solo leer un libro sentada frente a la chimenea. Estaba en constante control de mis actos y todo le parecía mal. Si hacía una diligencia al almacén, tomaba el tiempo que me llevaba. Si demoraba, me castigaba con palabras horribles: qué me había quedado de charla con las prostitutas del pueblo, que seguro me había revolcado con algún chico que me gustara. Como digo, las palabras que salían de su boca eran tan duras, que, después de dejar lo comprado, iba a mi dormitorio a llorar. Ya no podía más. Me preguntaba por qué el cambio, si cuando estaba mi padre, era un amor de persona conmigo. Siempre supuse que su repentina muerte la dejó desesperada. Su triste y solitaria vida, la volvió contra mí. Yo era su puente de escape, despreciándome y maltratándome se sentía viva, si bien por dentro estaba tan muerta como mi padre.
Un día, llegué de hacer las compras y comenzó con sus maldiciones, no resistí más y le contesté que estaba harta de vivir así. Que no quería que me controlara ni me destratara de esa forma. No lo merecía, no había hecho nada malo, solo ser una autómata que hacía los quehaceres de la casa sin chistar y que mi único placer era la lectura. La rabia que apareció en su semblante la llevó a darme vuelta la cara de una cachetada, además de decirme las palabras más feas que existen.
Salí llorando de la cocina, fui a mi dormitorio, estaba desesperada y no sabía qué hacer. De pronto algo surgió, mi tía Emma. Dentro de la tristeza y las lágrimas que corrían por mis mejillas que no me dejaban pensar con claridad, me di cuenta de que esa era mi única opción. Busqué mi bolso, donde puse algunas prendas y artículos personales. Finalmente tomé mi capa, mis guantes, mi sombrero y mis ahorros, y, haciéndome la fuerte, bajé las escaleras. Ella estaba al pie, mirándome con tal odio que llegué a pensar que tenía idea de matarme.
— ¿Adónde vas?— dijo con su voz de maldad.
—Voy a casa de tía Emma, ya no puedo vivir aquí.— dije en un suspiro y sin mirarla.
— ¡¿Tú crees que voy a permitir que te vayas?!— gritó, a la vez que quería sacarme el bolso.
—¡Tengo veintidós años, soy mayor, puedo ir adonde sea!— exclamé, mientras forcejeábamos.
— ¡No te vas a ir de aquí, malnacida, ingrata, maldita!— vociferó, cuando logré sacarle el bolso.
—Por eso mismo me voy, no merezco que me trates así, nunca te he hecho nada, madre, adiós. — abrí la puerta principal y corrí por la calle hasta un carruaje que me llevara a la terminal del tren.
Ella seguía blasfemando desde la puerta y todo el que pasara y no me conociera, creería que yo era al menos una ramera, fue horrible.
Cuando llegué a la terminal, estaba sofocada y con muchas ganas de llorar. Intenté hacerme la fuerte y compré mi billete para el tren.
No tardó en llegar, subí me senté y tuve la mala suerte de que un hombre mayor, medio borracho, se me pusiera a hablar a mis espaldas. No sabía lo que decía, estaba metida en mis pensamientos y no me interesaba hablar con nadie. Cada tanto, una lágrima se me escapaba, por lo que llevaba un pañuelo en el regazo como si estuviera resfriada.
El hombre no paraba de invitarme aquí o allá cuando llegáramos. Por la mitad del camino, se me hizo insoportable; tanto que su voz y hasta sus palabras se habían transformado en las de mi madre. Escuchaba sus improperios, sus maldiciones, los disgustos que le daba. De pronto dejé de ser la chica sentada, aparentemente, muy tranquila en un tren; me levanté, lo enfrenté y usando las espantosas palabras de las que había sido objeto por años, lo insulté gritando de la misma forma en que ella lo hacía conmigo.
Todos callaron y me miraron, mi cara había adquirido un tono rosa fuerte y mis ojos azules parecían relampaguear de pura ira. El hombre, ante el asombro, no dijo una palabra, se fue por el pasillo y no lo vi más. A partir de ese momento me di cuenta cabal de lo despreciable que era yo ante los ojos de mi madre.
Nunca más volví a verla.
- Jarg
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Una historia muy redonda, Megan. La hija huye de la madre, pero acaba actuando como ella, descargando su ira hacia otra persona (aunque con algo de justificación, que el hombre del tren tenía pinta de pasarse de pesado).
Como historia no le pongo ningún pero, creo que está bien narrada y con una buena estructura. Y además, se adapta perfectamente al cuadro.
En la forma, lo único que cambiaría sería las mayúsculas en las acotaciones de diálogo, que me parece que se tendrían que poner en minúscula y sin punto antes ("—dijo" en lugar de "—.Dijo").
Buen micro, @Megan . A ver si alguien más se anima a escribir otro, que el cuadro tiene miga.
Como historia no le pongo ningún pero, creo que está bien narrada y con una buena estructura. Y además, se adapta perfectamente al cuadro.
En la forma, lo único que cambiaría sería las mayúsculas en las acotaciones de diálogo, que me parece que se tendrían que poner en minúscula y sin punto antes ("—dijo" en lugar de "—.Dijo").
Buen micro, @Megan . A ver si alguien más se anima a escribir otro, que el cuadro tiene miga.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muy bien narrado, Meg. Da pena la nena. Tuvo que armarse de valor y escapar de una bruja. A mí me pasa lo mismo contigo, pero igual te quiero.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Jargis,Jarg escribió: ↑24 Abr 2022 10:01 Una historia muy redonda, Megan. La hija huye de la madre, pero acaba actuando como ella, descargando su ira hacia otra persona (aunque con algo de justificación, que el hombre del tren tenía pinta de pasarse de pesado).
Como historia no le pongo ningún pero, creo que está bien narrada y con una buena estructura. Y además, se adapta perfectamente al cuadro.
En la forma, lo único que cambiaría sería las mayúsculas en las acotaciones de diálogo, que me parece que se tendrían que poner en minúscula y sin punto antes ("—dijo" en lugar de "—.Dijo").
Buen micro, @Megan . A ver si alguien más se anima a escribir otro, que el cuadro tiene miga.
Ya arreglé los guiones, .
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Estrellita, .Estrella de mar escribió: ↑24 Abr 2022 12:27 Muy bien narrado, Meg. Da pena la nena. Tuvo que armarse de valor y escapar de una bruja. A mí me pasa lo mismo contigo, pero igual te quiero.
Más bruja serás vos, piba atrevida, también te quiero, .
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Uff, pobre chica, lo que tiene que aguantar en casa, menuda joyita de madre y encima luego se encuentra al otro pesado en el tren, normal que acabe explotando y sacando su mala leche Aunque no creo que por ese arranque se la pueda comparar con su madre y su maldad y mucho menos siendo un ataque tan justificado
Me ha parecido que está muy bien escrito y que se lee con mucha facilidad y mantiene el interés hasta el final
Me ha parecido que está muy bien escrito y que se lee con mucha facilidad y mantiene el interés hasta el final
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muchas gracias, mi dragoncito adorado, por leerlo y comentarlo, .Sinkim escribió: ↑24 Abr 2022 19:10 Uff, pobre chica, lo que tiene que aguantar en casa, menuda joyita de madre y encima luego se encuentra al otro pesado en el tren, normal que acabe explotando y sacando su mala leche Aunque no creo que por ese arranque se la pueda comparar con su madre y su maldad y mucho menos siendo un ataque tan justificado
Me ha parecido que está muy bien escrito y que se lee con mucha facilidad y mantiene el interés hasta el final
Yo creo que al escuchar la voz del hombre convertida en la de su madre, lanzándole improperios, ella adquirió, por unos momentos, el temperamento de aquella y arremetió contra el tipo pesado. De ahí el nombre del relato: heredó su mal carácter y recién lo notó cuando le sucedió lo del tren.
En fin, cada uno puede darle la vuelta que quiera, lo principal para mí, son los comentarios, buenos y malos, así aprendo un poquito más, .
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Me ha gustado la historia, @Megan , y la idea de que la chica puede escapar de su madre, pero algo de su progenitora lleva consigo...
Buen trabajo
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-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muchas gracias, poetisa querida, por leerlo y comentarlo, .
Sin duda la chica se lleva lo peor de su madre, .
- Jarg
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Pues aquí va mi intento
El caballero molesto
—Sé que puede oírme, señorita.
La muchacha no responde. Mantiene la vista fija y se concentra en la anciana que está sentada frente a ella. Parece distraída con el paisaje cambiante de la ventana. ¿Qué edad tendrá? Por un breve instante, le recuerda a su abuela, pero no tarda en alejar ese pensamiento. El caballero, mientras tanto, sigue hablándole desde el asiento de atrás:
—Es de mala educación no contestar cuando alguien le habla, ¿no se lo han enseñado, señorita? —le susurra, arrastrando cada sílaba con una cadencia pegajosa.
Ella aprieta los labios y permanece callada. Si lo ignora, quizás la deje en paz, se dice, sin esperanza. Él parece adivinar sus pensamientos:
—No me voy a ir, ya lo sabe, señorita. Y este viaje es largo, estaremos en este tren hasta que anochezca. ¿De verdad que no va a decir nada?
Ella cierra los ojos. No quiere ver ni oír. Si alguien la ve hablando con él, pensarán que está loca. Un recuerdo fugaz cruza su mente y se trenza en el de su abuela. Cuánto dolor.
—¿Ha visto a la vieja asquerosa que está sentada frente a usted, señorita?
La joven abre los ojos, con temor. Por suerte, la anciana no parece haber oído el impertinente comentario.
—Sé que se ha fijado en ella. Se parece mucho a su abuela, ¿verdad, señorita?
Las manos empiezan a temblarle. Las mantiene apretadas y apoyadas sobre el regazo, para disimular. El canalla habla cada vez más fuerte:
—De hecho, desde aquí diría que es su vivo retrato. ¿Sabe lo que eso significa, señorita?
Ella mueve la cabeza de un lado a otro, «No, no, no, por favor, otra vez no», murmura, pero la voz sibilina que tiene tras de sí continúa:
—Es necesario, mírela bien. Es igual que la otra arpía. La mandará de vuelta a ese lugar. No querrá que ocurra eso, ¿verdad, señorita? Además, ningún momento mejor que este. No hay nadie más en el vagón, estamos solos. Hágalo y me iré, la dejaré en paz un rato… Ya sabe que yo siempre cumplo mis promesas, señorita.
La muchacha levanta los ojos. Ya no hay duda ni angustia en su mirada. La señora aparta la vista de la ventana y se fija en ella. Al igual que el resto del mundo, no logra ver ni oír al caballero molesto.
—Es agradable viajar a esta hora, ¿verdad? —comenta afable la anciana—. Tenemos el vagón para nosotras solas.
Ella no dice nada. Mientras sus labios dibujan una enigmática sonrisa, dirige su mano hacia su bolsa, hasta notar entre sus dedos el frío tacto de sus tijeras de costura.
—Sí —responde al fin—, para nosotras solas...
El caballero molesto
—Sé que puede oírme, señorita.
La muchacha no responde. Mantiene la vista fija y se concentra en la anciana que está sentada frente a ella. Parece distraída con el paisaje cambiante de la ventana. ¿Qué edad tendrá? Por un breve instante, le recuerda a su abuela, pero no tarda en alejar ese pensamiento. El caballero, mientras tanto, sigue hablándole desde el asiento de atrás:
—Es de mala educación no contestar cuando alguien le habla, ¿no se lo han enseñado, señorita? —le susurra, arrastrando cada sílaba con una cadencia pegajosa.
Ella aprieta los labios y permanece callada. Si lo ignora, quizás la deje en paz, se dice, sin esperanza. Él parece adivinar sus pensamientos:
—No me voy a ir, ya lo sabe, señorita. Y este viaje es largo, estaremos en este tren hasta que anochezca. ¿De verdad que no va a decir nada?
Ella cierra los ojos. No quiere ver ni oír. Si alguien la ve hablando con él, pensarán que está loca. Un recuerdo fugaz cruza su mente y se trenza en el de su abuela. Cuánto dolor.
—¿Ha visto a la vieja asquerosa que está sentada frente a usted, señorita?
La joven abre los ojos, con temor. Por suerte, la anciana no parece haber oído el impertinente comentario.
—Sé que se ha fijado en ella. Se parece mucho a su abuela, ¿verdad, señorita?
Las manos empiezan a temblarle. Las mantiene apretadas y apoyadas sobre el regazo, para disimular. El canalla habla cada vez más fuerte:
—De hecho, desde aquí diría que es su vivo retrato. ¿Sabe lo que eso significa, señorita?
Ella mueve la cabeza de un lado a otro, «No, no, no, por favor, otra vez no», murmura, pero la voz sibilina que tiene tras de sí continúa:
—Es necesario, mírela bien. Es igual que la otra arpía. La mandará de vuelta a ese lugar. No querrá que ocurra eso, ¿verdad, señorita? Además, ningún momento mejor que este. No hay nadie más en el vagón, estamos solos. Hágalo y me iré, la dejaré en paz un rato… Ya sabe que yo siempre cumplo mis promesas, señorita.
La muchacha levanta los ojos. Ya no hay duda ni angustia en su mirada. La señora aparta la vista de la ventana y se fija en ella. Al igual que el resto del mundo, no logra ver ni oír al caballero molesto.
—Es agradable viajar a esta hora, ¿verdad? —comenta afable la anciana—. Tenemos el vagón para nosotras solas.
Ella no dice nada. Mientras sus labios dibujan una enigmática sonrisa, dirige su mano hacia su bolsa, hasta notar entre sus dedos el frío tacto de sus tijeras de costura.
—Sí —responde al fin—, para nosotras solas...
Última edición por Jarg el 26 Abr 2022 12:52, editado 1 vez en total.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Dios bendiga al que inventó los auriculares
Buen relato, @Jarg
Buen relato, @Jarg
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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-Mejor.
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muy buen relato, @Jarg, .
Cómo pudo hipnotizarla para que viera a la señora como a su abuela, qué macabro, .
Muchas gracias por participar, .
Se extraña a muchos foreros que antes participaban y ya no lo hacen, una pena, .
Cómo pudo hipnotizarla para que viera a la señora como a su abuela, qué macabro, .
Muchas gracias por participar, .
Se extraña a muchos foreros que antes participaban y ya no lo hacen, una pena, .
- Jarg
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Gracias, @Megan , @Iliria .
Para mí es como si el hombre molesto fuera una alucinación que la chica tiene, un brote psicótico que la induce a matar. Al releerlo he visto que no había muchas pistas que dejaran claro eso, así que lo he editado y he añadido un par de frases más
Y sí, a ver si alguien más se anima, que el cuadro lo merece.
Para mí es como si el hombre molesto fuera una alucinación que la chica tiene, un brote psicótico que la induce a matar. Al releerlo he visto que no había muchas pistas que dejaran claro eso, así que lo he editado y he añadido un par de frases más
Y sí, a ver si alguien más se anima, que el cuadro lo merece.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Sí ya noté algún cambio que hace deducir lo que comentás, Jargis, te quedó muy bien, .Jarg escribió: ↑26 Abr 2022 12:55 Gracias, @Megan , @Iliria .
Para mí es como si el hombre molesto fuera una alucinación que la chica tiene, un brote psicótico que la induce a matar. Al releerlo he visto que no había muchas pistas que dejaran claro eso, así que lo he editado y he añadido un par de frases más
Y sí, a ver si alguien más se anima, que el cuadro lo merece.
A ver si hay alguien que quiera hacer el último relato y poner el cuadro, vamos que todavía no colgaron los relatos del concurso, anímense, cito: @Mister_Sogad, @Iliria, @Isma, y todo el que quiera hacerlo, .
A los que cité, no se sientan obligados, por favor, .