Las mañanas perfectas (Microrrelato)

[Paraná]

Las mañanas perfectas

Empezó en agosto. Aproveché un franco inesperado para limpiar el placar, y ahí fue que descubrí, en el rincón más inaccesible de la pantalonera, el dátil podrido. Lo retiré con el filo de un cartoncito, pero vi que había quedado una mancha oscura y pegajosa. Vacié el espacio, y munida de cepillo y detergente, me metí adentro y empecé a fregar, de rodillas. Estaba en eso cuando el placar se cerró, conmigo como huésped. Junto con el golpe suave del portazo y la oscuridad súbita, sentí que la madera del piso se movía. Fue más un descenso que una caída, hasta que volví a percibir la inmovilidad. Abrí la puerta con cautela y salí a una habitación completamente desconocida. Supe enseguida que era el cuarto de una mujer, aunque se notaba que no había sido aseado a conciencia en mucho tiempo. Eso me encantó. Puse manos a la obra y en un par de horas, brillaba de cabo a rabo. Tuve tiempo aun para sentarme junto al ventanal en un preciosísimo sillón de ratán azul, y leer un par de capítulos de una novela que saqué de la biblioteca. Después regresé por el mismo lugar y me ocupé de mi propio apartamento.
Al día siguiente, mientras me cepillaba los dientes para ir a la oficina, no pude sustraerme y regresé. Empecé a hacerlo todas las mañanas. Alguien pensará que estaba excomulgándome de mi propia vida; nada más falso: ahora mi vida es perfecta. Cruzo al otro lado y ahí limpio, leo, riego las plantas, modifico la decoración o la disposición de los muebles. A veces, llevo flores o enciendo un sahumerio (a ella le gusta la fragancia de rosas). Después me reencuentro con la otra mitad del mundo, que ahora me gusta entero.
En los primeros días pensé que perdería mi trabajo por tarambana. Pero a fin de mes, mi sueldo ingresó puntualmente en mi cuenta. Tardé un rato en deducir quién estaba haciendo mi tarea en la oficina. Imagino que también ella se devanó los sesos la primera vez que encontró su hogar brillando y en orden. Nuestros pequeños acuerdos tácitos son perfectos: yo le dejo comida recién hecha, ella me deja una novela sobre el ratán azul (conoce mis gustos literarios tan bien, como yo su paladar). Anteayer encontré sus análisis clínicos en mi pantalonera. Por supuesto que estaban destinados a mis ojos. Fue para mí más claro que un axioma: ayer empecé a cocinar con mucha menos sal.

[rubisco]

No sabría muy bien dónde encuadrar este micro, por otra parte muy bien escrito e hilvanado (como nos has malacostumbrado, por cierto). Juega con el concepto de la puerta misteriosa que lleva a un universo paralelo, o quizás con la idea del alter-ego, al que nunca podemos encontrar porque si lo vamos a buscar él vendrá a buscarnos y estaremos dando vueltas en un círculo perpetuo.

Y todo eso aderezado con el costumbrismo que tanto me gusta.

Nos estás malcriando mucho, pero mucho, mucho.

[Megan]

Paranita, me encantó, así, de una te lo digo: ¡brillante! ¡original! ¡meloso!
Me sumo a lo que te dijo Rubi, nos estás mal acostumbrando

[Paraná]

¡Hola, Meg y Rubí! Siempre he querido malcriar hijos ajenos
La verdad, Rubicito, yo tampoco sé dónde encuadrarla, porque -espero- podría dar distintos frutos, dependiendo de quién la coseche... Lo que sí puedo decir es que la idea del círculo está ahí, una especie de serpiente que se muerde la cola. Me pasa muchas veces con mis historias, que yo misma no decido; es como dejar que las criaturas hagan la suya y seguirlas hasta donde me dejen atisbar. Si me gusta lo que alcanzan a mostrarme, lo escribo; si no, van a la papelera de reciclaje
¡Gracias, chicos!

[rubisco]

Me pasa muchas veces con mis historias, que yo misma no decido; es como dejar que las criaturas hagan la suya y seguirlas hasta donde me dejen atisbar.

A mí me pasa siempre eso con los micros. Los textos largos (de novela corta en adelante) siempre se me han atascado sin un esqueleto por armazón. Y los relatos, pues según nazcan .

[Mario Cavara]

Interesante trabajo donde la realidad deja una puerta abierta a lo fantástico, esa especie de túnel que conecta dos mundos distintos. Tiene un lejano sabor a Cortázar (mi escritor de cuentos favorito) que resulta desde luego embriagador. La idea desde luego me ha encantado.

Me habría gustado, no obstante, un mayor desarrollo de la historia y asimismo un mayor desarrollo sintáctico, dotar a la escritura de un barniz estético del que en buena parte carece, en gran medida por la, a mi juicio, excesiva parvedad de algunas frases, que se quedan como amputadas, como esos motores que al arrancar empiezan a toser y hacen que el coche (o el carro como lo llaman ustedes) ande a tirones… Y esto último me ha resultado extraño en ti, Paraná, porque he leído otros textos tuyos donde sí que te sirves de abundantes figuras retóricas con las que dotar de belleza a la creación literaria.

En suma, que este micro, con un poco más de trabajo, podría dejar de ser micro y convertirse en un excelente cuento fantástico al más puro estilo cortazariano

[Paraná]

Interesante trabajo donde la realidad deja una puerta abierta a lo fantástico, esa especie de túnel que conecta dos mundos distintos. Tiene un lejano sabor a Cortázar (mi escritor de cuentos favorito) que resulta desde luego embriagador. La idea desde luego me ha encantado.

Me habría gustado, no obstante, un mayor desarrollo de la historia y asimismo un mayor desarrollo sintáctico, dotar a la escritura de un barniz estético del que en buena parte carece, en gran medida por la, a mi juicio, excesiva parvedad de algunas frases, que se quedan como amputadas, como esos motores que al arrancar empiezan a toser y hacen que el coche (o el carro como lo llaman ustedes) ande a tirones… Y esto último me ha resultado extraño en ti, Paraná, porque he leído otros textos tuyos donde sí que te sirves de abundantes figuras retóricas con las que dotar de belleza a la creación literaria.

En suma, que este micro, con un poco más de trabajo, podría dejar de ser micro y convertirse en un excelente cuento fantástico al más puro estilo cortazariano

Verdad todo lo que decís, Mario. No obstante, debo reconocer que mi escritura no tiene un estilo único y definido. En mis micros, los vas a encontrar de todos los tipos. Este, parco como es, no está solo entre mis "papeles"; he escrito varios así.
También soy una admiradora acérrima de Cortázar, desde que lo leí por primera vez, allá por mi pubertad, cuando me dio vuelta la cabeza con sus ficciones.
Una notita: nosotros los argentos les llamamos "autos", no "coches" ni "carros"
¡Muchas gracias por leer y comentar! Nos vamos leyendo.

[Edgardo Benitez]

Tengo escrito textos que hablan de puertas que se abren y que muestran alguna que otra dificultad para entrar o salir, es por eso que entiendo tu texto. Me encanta que expliques que no puedes ni debes explicar tus textos porque es imposible hacerlo cuando se logra interiorizar en el pensamiento mismo. Este es un texto hermoso y digno de leerse de nuevo, incluso, conseguir un estudio de él.
En fin, me encanta cuando escribes en este sentido. Cuando leí tu texto que presentaste en el concurso, me hizo sentir que había alguien que escribía con ese sentido tan importante de desarrollar el pensamiento.
.
Me gustaría le dieras una mirada a estas expresiones:

El rincón más inaccesible.
me metí adentro
aseado a conciencia
preciosísimo sillón de ratán azul
tarambana

[Paraná]

¡Gracias, Edgardo!
¡Vamos a los palabros!:
El rincón más inaccesible/me metí adentro La primera expresión me sigue pareciendo lógica; quizá vos preferís "rincón menos accesible", pero siento que la palabra "inaccesible" tiene el peso que busco. La segunda sí, concedido: el pleonasmo me salió sin que yo le dé permiso, llevado por la costumbre. Tendré que rever eso. ¡Gracias!
aseado a conciencia Ésta no sé qué pueda tener de reprochable...
preciosísimo sillón de ratán azul El "ratán" es una especie de mimbre con que se hacen muebles. Por eso
tarambana Un palabro de uso corriente. La santa RAE dice:
tarambana.
1. m. y f. coloq. Persona alocada, de poco juicio. U. t. c. adj.
.

[Paula De Grei]

No trabaja, dice... Yo quiero ir a ese lugar de Narnia.

[Paraná]

¡Jajajajaja! Ponte en la fila, Pau!

[Frigg]

Es precioso este texto...
Lo primero que he pensado al leerlo ha sido que la tucumana tiene un Kiply que al que le limpia el piso y a cambio él le hace el trabajo pendiente, pero como bien te han dicho tu texto va mucho más allá. Es una puerta a los otros mundos que a veces dejamos apartados, por eso el polvo en los muebles en el primer viaje, una forma de conseguir la felicidad llenando nuestros propios huecos, mimándolos... O eso es lo que yo he interpretado.
Ahora vendrá Paraná y me dirá que deliro. Sea como sea, tus letras parecen tener música y ritmo perfectos para colarse en mi cabecita.
Un abrazo.

[Paraná]

¿Delirar? No, guerrera preciosa. Nunca diría eso. Ustedes me han obligado a repensar el cuento. Es verdadera cada interpretación, y sobre todo muy placentera porque entre todas me hacen parecer mucho mejor de lo que en realidad yo sé que soy. Anyway, leyéndolos, se me ha ocurrido otra posibilidad: para conciliar lo que debemos con lo que queremos, tendríamos que duplicarnos; el placard actúa, en ese caso, como una eficaz interfaz. Chi lo sa...
¡Gracias por dejarme entrar en tu cabecita!

[Edgardo Benitez]

Muy bueno

[lucia]

Me ha gustado esa idea de encontrar a esa persona a la que le gusta justo lo que a ti no y viceversa. El otro día lo hablábamos respecto al reparto del hogar, que no debería ser cada uno la mitad de cada tarea, sino cada uno las tareas que mas le gustan o que menos le disgustan.