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LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD
Mirando en línea recta y dirigiéndose a espíritus estrellados de poetas oyentes.
¡Ah, la aturquesada y liliácea mirada de la candidez fuera del mundo, ah, la cerrada boca de la profundidad, ese pórtico de fulgurantes palabras como ágiles muelles transportadores a una dimensión de belleza infinita, ah, esa apiñonada boca de la cual, antes del fatal enmascaramiento, nunca podría partir vulgaridad, ni jocosidad, ni frivolidad algunas, esa expresiva rojez de carnosos labios invocadores de un beso único y de eternas repercusiones mágicas que denotaba que cualquier tentativa expresiva siempre se quedaría corta frente a las melódicas intensidades y deliciosos romances con el aire nocturno o la magníficamente solitaria luna encendidos en los adentros! ¡Qué contrastes tan tremendos los suyos, el de ese mirar liliáceo y aturquesado, el de esa cerrada boca de gruesos labios que llamarían al ósculo purificador de esos desarraigados fantasmas como los que perdidamente enamoraban al delicado Bécquer, qué contrastes tan tremendos con respecto a los maquinales, aprendidos y perfectamente predecibles gestos observables en las fotografías de cualquier medio de comunicación, en cualquier calle o plaza del mundo como transitada arteria o centro de reunión insertos dentro de un tablado lamentablemente infecto y ruidoso, en cualquier casa de DAM ya estuviera presidida por la abundancia o la escasez, pues en todas y cada una de aquellas moradas terrenales se tenía al dinero y su aberrante tiranía por solo prior, pues en cualquier edificación urbana topábamos con un desquiciador vómito de la vida en forma de persona enmascarada! Tal abismo diferenciador se le presentaba en toda su magnitud a la recogida Lucy o Anigma cuando, entre la indignación y la dolorosa conciencia de la nulidad de cualquier iniciativa suya para cambiar de facto esa horrible realidad que seguía dándose entonces como ayer, recordaba que a los tiernos colegiales, refrescante savia de la vida en manos del vilmente modelador fariseísmo sistémico, se les enseñaba a sonreír paladinamente desde la más temprana edad, ya con el aprendizaje del alfabeto, precoz iniciación al conjunto de signos establecido para parte de futuros esclavos en el fondo y en la forma que, en aquellas cortas edades, eran bastante inconscientes del broncíneo monstruo en el que habrían de convertirse so pena de no lograr subsistir.
“¡La aturquesada y liliácea mirada de la desnudez fuera del mundo!..., así a mi mirar denominé, ¡qué de amenas horas titulando rasgos o inclinaciones propias pasé antiguamente, qué de minutos aunando conocimiento y literatura, ah sí, qué deleitable fecundidad imaginativa la mía!”.
No sin experimentar un profundo sentimiento de repulsa, inevitablemente varada en un negruzco hoyo de desencanto que por instantes le impidió divisar la siempre deseable claridad del buen ánimo, rememoraba nuestro principal lucero femenino en el abarrotado coliseo de la atención, indudablemente sirviéndole de catapulta la fina lluvia como sinfónica pesadumbre de los cielos o cósmico dolor deshecho en agua, que, como si fuese una amplia sonrisa la clave fundamental para tener todas las puertas abiertas, la esencial moneda de cambio para ganarse cualquier servicio o amistad, o el incuestionable certificado de la satisfacción, de la afabilidad, del buen tono y bondadosos propósitos generales de cada quien, cuando el director del centro acudía ocasionalmente a un aula cual impuesta cuna de futuros figurantes, o cuando ineludiblemente habían de salir los escolares en la orla del curso, había que forzar una sonrisa de una manera semejante al amaestrado can que cuando su amo chasca los dedos ejecuta mecánicamente un ademán determinado, ya fuere levantar la pata o tenderse en el suelo, una enseñada mueca sin conexión con la realidad íntima de cada criatura mas sordamente requerida por la circunstancia; de esa manera los calamitosamente aleccionados menores de quince años comenzaban a asumir que lo importante no es lo que ocurre dentro de uno mismo sino lo que se transmite a los contempladores; ¡oh sí! Quien portaba en sí una intermitente divinidad juvenil, una a rachas claramente vuelta y en otros compases de su conciencia y su voluntad no tan determinante princesa del rocío y del ósculo, ¡así en su honor agua, fuego, tierra y aire danzaran reinventando la alegría!, se acordaba de que ya siendo una niña libre de la acibarada y coercitiva realidad adulta, magníficamente virgen del filtro de miedo y transigencia hacia el reino de las máscaras, de ese filtro de transigencia y miedo en virtud del que la adultez, como etapa biográfica por antonomasia del conformismo y la resignación, trataría de justificar tanta falaz sonrisa como una apelación a exteriorizar lo mejor de uno mismo, veía en tales muecas el abominable rielar de la mentira, el imperdonable fomento de la debilidad y de la imitación en lugar de la apuesta por la entereza y la originalidad, la hipocresía descarada adoptando una postura y una fisonomía en principio gratas a cualquier testigo ocular de las mismas, el fingimiento tan introducido en la esfera de las usanzas como para llegar a ese punto en el cual el impostor, tan metido en su papel como una tímida almeja en su protectora concha que desafía la fuerza por momentos indómita de las olas y de los vientos, suplanta enteramente a la personalidad verdadera hasta que ésta deja ya de existir. Asimismo, el hecho de que hasta los infelices infantes, fatalmente adocenados, hubieran de calcar adulonerías y formulismos propios del soporífero mundo de los mayores le parecía muy indicativo acerca del agresivo imperativo de vivir de cara al exterior, de un obrar y un sentir en función del mismo; constataba también una completa falta de espontaneidad y vitalismo en el forzamiento de una pose que vilmente a todos, de un modo completamente indiscriminado, pretendía emparentar e igualar con los demás; así era que llegaba a la amarga conclusión de que el peor de todos los crímenes, el silente y progresivo soterramiento de la independencia interior que no precisa de disparos ni de explícitas extorsiones para llevarse a cabo, consideraba ya implícito en la propia educación, en la aparentemente ingenua sonrisa de una criatura vestida con el uniforme de colegio que apenas si sabía ya caminar sin la ayuda de un sujeto de más edad».
*Nota aclaratoria:
Por supuesto, numerosísimas y jugosas aclaraciones se podrían realizar, tanto sobre el fragmento copiado como, con mayor motivo, obviamente, del texto mucho más amplio en el cual se encuentra, pero no se extenderá uno para no abusar de la dadivosidad de este espacio, ni de la paciencia de quien estas líneas ojeare, y a quien, tal vez, otras inquietudes llevasen por distintos derroteros a los que con esta intervención se imaginase que se abriesen; únicamente se señalará, con brevedad:
LA LUZ DE LA OMNISCIENCIA DEL PARNASO DE LA ETERNIDAD es una entidad del paraíso así denominado que canta vidas pasadas; los
ESPÍRITUS ESTRELLADOS DE POETAS OYENTES forman un auditorio en ese mismo espacio edénico;
DAM, es el nombre de una megalópolis de un mundo futuro en la Tierra, en la que perecieran un hombre y una mujer entroncados por el precioso nexo del amor, y cuyas almas llegaran allí arriba; el “fatal enmascaramiento”, así como “el reino de las máscaras”, son expresiones que aluden, por igual, a una era robótica de opresión inconsciente suma, en un hipotético mañana distópico de este planeta, donde una civilización cibernética ha borrado ya enteramente las huellas de cuanto antiguamente por humanidad se entendiese.
Muchas gracias por permitírseme dejar, modestamente, los párrafos entrecomillados a modo de extracto de las partes sexta y séptima del episodio primero de
Tragedia de sinfonía, sangre y sueño tras su autoedición. Junto a muchas otras prosas y poemarios tal fue, es, será mi epitáfico, detallado recuerdo tras pasar por esta vida, una obra a entender como mi explayarme más estilizado y preciosista teniendo por eje cuanto quise, deseo, con el mayor fervor anhelaría expresar a quienquiera que, ayer, ahora, mañana, estuviese dispuesto a escucharme; tal el cabal testimonio que me recoge, metaforizado, hasta en mis aristas y obsesiones más oscuras, o sueños privativos, desde la convicción de que únicamente yendo al fondo abismal de nosotros mismos podríamos rescatar la verdadera vida oculta y conseguir abordar realmente a nadie esencialmente; tal la veta creadora de alguien siempre llamado a ser radicalmente libre y, desde el afán de fidelidad a su desnudez última, producir páginas como poco medianamente aceptables, independientemente de que se creyese que su talento no guardase proporción con el proyecto planteado, de contar o no con apoyos, mentores, lectores, de encajar en mercados y corrientes literarias o de pensamiento, o de que se considerase que se pudiese o no contribuir a aportar nada valioso teniendo en cuenta paradigmas, modas y o problemas o temas de actualidad imperantes. Aquí y ahora fragmentos de esta plasmación individual radical, de una escritura con tal autonomía desarrollada, a partir de esa prolífica virginidad espiritual nacida -con todo lo que ello filosófica, moral, psicológica, literariamente implica-. Precisamente en virtud de esa posible significancia y entidad individuales, con concomitancias filosóficas, no semeja disparatado seguir optando porque quede parte de mi deleitoso quehacer ocupando un pequeño rincón, como una pudiera ser que sugestiva novedad, en un foro como éste, por donde pasar pueden amadores del libro como mucho, infinitamente más que un objeto de consumo o un entretenimiento pasajero. Si se trata, entre otros fines morales de la tarea por uno encarnada, de revitalizar, honrar, personalizar, humildemente, la disciplina especulativa inaugurada con Tales en general -dotarla de un perfil mucho más definido y específico, y prestigiarla, como saber en sentido estricto, más bien es o habría de ser consecuencia de la labor de especialistas en sus concretas áreas-, ¿acaso no resulta cuando menos interesante ofrecer documentos de sensibilidades anónimas que podrían contener, allende dictados u orientaciones academicistas, la verdad oficial, disponibles tesis, investigaciones y revistas universitarias, publicaciones centradas en concretos asuntos, letras que estimulen el dudar y el sentir fuera de cauces preestablecidos, no como una experiencia humana más sino como la absolutamente clave, y, con un poco de esfuerzo, accesible hasta para el lector profano en abstracciones alumbradas con ánimo especulativo; reflejos de un quehacer intelectual que, allá donde en efecto floreciese, como poco significase un grano de arena puesto, con vivencias y enfoques quizás harto inspiradores, en la importantísima, nunca conclusa misión moral de preguntarnos por nosotros mismos y tratar de comprendernos, evitando que en un limbo quedasen estimabilísimas potencialidades de libertad teórica, sintiente, soñadora, expresiva, actuante?; ¿no es cierto que incluso con sus más que posibles defectos, subjetivismo, limitaciones, lagunas, tendenciosidades, tal postura contribuye al enriquecimiento de nuestra visión y experiencia de cuanto somos, y que el desarrollo y difusión de escrituras análogas, sus eventuales comentarios y lecturas, podrían despertar seguramente la curiosidad en cualquier amigo de acercarse a la multiplicidad de libres expresiones de inteligencias escrutadoras, por peregrinas que parecieren?
Si el sí implícito en estos interrogantes últimos se compartiese podría suponer un goce conocer un tanto a quien por la presente se expresa a través de lo ya escrito, hasta pudiera ser, si ocasión hubiera, intercambiar pareceres, y forjar y estrechar lazos. Huelga decir que abierto está el autor de estas líneas, si de ese gran honor acreedor fuese, a explicar sus propias “oscuridades” si ello interesare, así como a recibir y tratar con la máxima seriedad, interpretándolos muy pormenorizadamente si le placiesen -seguro que sí-, ávido de nutrirse más y más intelectualmente, con amplio bagaje e insuperable ilusión como lector, amor y rigor, escritos sueltos, experimentaciones que tienen el lenguaje en sí por objeto estético, memorias que entrañan graves cogitaciones, confesionales poemas, reflexiones y planteamientos sin más ánimo que problematizar determinadas realidades -pero que difícilmente tendrían un hueco en grandes medios de comunicación-, bocetos de densos textos o desarrollos discursivos con interés para entes pensantes vueltos hacia sí en busca de verdad y belleza, todos ellos testimonios de quienquiera que, naturalmente heterodoxo, incluso considerable un “outsider”, concorde sea con esa apuesta por el librepensamiento, representando ésta parte fundamental de sí y un vivir humano divergente, al menos en algunas dimensiones aparte del saber académico -a sabiendas, además, de que no tiene hoy casi cabida ni respeto en la vida pública, ni capacidad de alertar, concienciar, de movilización y transformación, apenas eco en la sociedad, el pensar abstracto y el cuestionar subversivo-, una propuesta peculiar en un desierto cultural donde desinteresadamente razonar supone una incómoda “rareza”, y difícilmente la inclinación decidida por el discurso apelando a la racionalidad o la creatividad personal de nadie pueden tener el papel que habría, con certeza, de corresponderles en una sociedad que no se despreocupase del mal supuesto por tantas engañosas apariencias, fanatismos, sofismas y falacias, auténticamente hecha y sostenida por sujetos mínimamente libres, reacios a alienarse, conscientes y meditativos, abierta, digna, tolerante -donde, claro está, la procura de credibilidad de las voces, los programas, las ideas, no moviese a pervertirse previamente, subordinándose al dinero y al poder, o a convertirse en correa de transmisión de una “rebeldía” inocua, insulsa, prefabricada-.
Sobreentendiéndose que bienvenida fuera cualquier cuestión, aportación, análisis, objeción fundamentada a las palabras que en este hilo del nombre de Zaoc nacen, ahí queda lo dicho, se cree que no lejos estándose de favorecerse un existir teorético -que diría Ortega-, poniendo a la vista el fruto del continuado esmero propio, sin cesar de extremar la vigilancia de mente, ánimo y acción ante cualquier forma de manipulación; lo dicho ahí queda, con la tan poemática novela presentada un resultado brindando de una aquí estimulada avidez de profundizar, perfeccionarse, aprender
ad infinitum, para seguir asumiendo, entre otros retos, identificar más y mejor sombras en la inmensa caverna del tercer milenio, pudiendo así, efectivamente, separarse más de tales, sin excluir el intentar encender con responsabilidad una buena antorcha, y, hasta pudiera ser, si el reto no fuese en demasía grande para la pequeñez o no idoneidad propia para ello, el llevarla al fondo de aquélla aunque escándalo de órdago a la grande supusiese.
Muchas gracias por ahí estar, y hasta la próxima extracción haciendo emerger un nuevo y significativo fragmento de esa ininterrumpida creación de décadas.
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