Reedición de historias selección

Pues eso, que aquí habrá enlaces a sitios interesantes y a promociones, ya sea de eventos literarios o de otro tipo, y nuestras quedadas.
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Josek
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Reedición de historias selección

Mensaje por Josek »

REEDICIÓN DE HISTORIAS SELECCIÓN

Libros de aventuras con mucha nostalgia
La editorial Bruguera publicó la colección entre los años 50 y 80
Los 12 títulos publicados son completamente fieles a sus originales
Julio Verne, Emilio Salgari o Alejandro Dumas son algunos de los autores recuperados.
Pasar delante de una librería y ver de golpe los libros que forman parte de la infancia produce un ataque de melancolía que no se sabe si echar mano a la novela o al pañuelo. Zeta Bolsillo ha sacado del baúl las aventuras de Historias Selección con las que muchos jóvenes españoles se aficionaron a la lectura. Entre los años 50 y 80.

Libros marginados hasta el extremo o leídos con emoción. Los chavales durante tres décadas pasaron las hojas de obras que permitían una doble lectura: por cada tres páginas de texto había una de cómic. Los comodones sólo leían la historieta, pero muchos se aplicaban y comenzaban la noble acción de leer el libro de principio a fin. Eran adaptaciones (en su mayoría mutilaciones) de clásicos de aventuras inventadas por Julio Verne, Emilio Salgari o Alejandro Dumas entre otros.

La edición era humilde para llegar al público popular. El papel áspero y cada día más amarillento, la tinta desaparecida de las letras y la escasa atención a la edición se reflejaba en las numerosas erratas. Algunos detalles, por muy entrañables que fueran, había que cambiarlos en esta nueva etapa.

"La reproducción es exacta. Los mismos textos, la misma tipografía y las mismas ilustraciones. Sólo hemos corregido las erratas y hemos mejorado la calidad de la lectura con la tinta y el papel", ha explicado la Marta Rossich, Editora de Zeta Bolsillo.

"Tocar mucho algo que funcionó en su momento no tiene mucho sentido", asegura Rossich. "Llegué hace un año a Ediciones B y me di una vuelta por los almacenes. Cuando vi una estantería llena de la colección me acordé de todos los títulos que tenía en casa, de cuando mis abuelos se los compraban a mis padres. Así que me decidí a recuperar la infancia de tantos españoles", ha recordado la editora, responsable del lanzamiento.

El papel sigue siendo amarillento, pero no por el rápido envejecimiento de papel barato, sino para conservar el aire retro. Continúan con la misma portada, algo retocada, y las mismas páginas hoja por hoja, sus ilustraciones en blanco y negro y sus bocadillos mecanografiados.

Pero, sobre todo, permanece la adaptación poco cuidada de los originales, con su vocabulario complicado, sintaxis enrevesada y expresiones elaboradísimas y completamente ajenas al lenguaje corriente. Una lectura difícil. Pero entonces los columpios y los toboganes eran de metal, no de plástico como ahora. Los niños estaban acostumbrados a jugar duro y lecturas como las de Historias Selección eran duras... como un ladrillo. Pero quien lo superara podía estar satisfecho de sí mismo. Un paso más para la edad adulta.

Para melancólicos
Por eso, ¿a quién va dirigida esta publicación? ¿Son libros juveniles para adultos? "Están a disposición de todos los públicos", ha comentado Rossich. "Como entonces, los niños pueden interesarse por la versión resumida y luego probar con las traducciones de los originales". Pero en las librerías, el perfil del comprador está claro: nostálgicos o nostálgicos que quieren que sus hijos lean lo mismo que leyeron en su infancia. El último caso, un poco difícil. Por si no fuera poca la competencia de Internet y los videojuegos para ocupar todo el ocio de los niños, los pocos que esconden la cabeza entre un libro tienen productos más adecuados a su tiempo. En fin, 'Harry Potter', 'Las crónicas de Spiderwick'... La literatura infantil goza de buena salud en títulos y ventas. Sandokan, Robinson Crusoe y D'Artagnan no lo tienen fácil.

Hasta ahora, según Marta Rossich, "la aceptación por las librerías ha sido muy buena". Sin embargo, en dos librerías especializadas de Madrid se dan casos diferentes. La primera, Madrid, sólo ha vendido dos ejemplares en un mes a pesar de que tiene reservado un expositor de promoción para él solo. Por otra parte, en Metrópoli se les han agotado y ya habían solicitado más ejemplares a la editorial. En dos centros comerciales de la capital, coinciden en que los venden "a ritmo", nada escandaloso pero tampoco se les amontonan.

De momento se han editado 12 novelas y dos recopilatorios de Joyas Literarias Juveniles (la versión íntegra de cómic color), pero Zeta Bolsillo espera conocer las cifras de ventas para reeditar más. Desde luego, títulos no le van a faltar. Sólo la colección Historias Selección estaba formada por 269 números.


Precio: 10 euros. Títulos disponibles: 'Sandokan', 'Moby Dick', 'Un viaje a la Luna', 'Ben Hur', 'La isla del tesoro', 'Los tres mosqueteros', 'Las mil y una noches', 'Los tres mosqueteros', 'Las aventuras de Tom Sawyer', 'Robinson Crusoe', 'Sissi', 'El último mohicano'. De la colección Joyas Literarias Juveniles, los recopilatorios de Julio Verne y Emilio Salgari.

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Fuente: El Mundo

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Josek
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Mensaje por Josek »

Me ha parecido interesante la noticia, ¿quién será el que no tenga alguno en casa?, fueron muy populares en su época a pesar de la escasa calidad de las traducciones y de estar "capados" motivo por el cual a mí nunca me gustaron, como dice muy acertadamente el artículo, lo máximo que hacía era leer las viñetas.

Estos eran los originales.

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Había otra colección de Bruguera de mejor calidad y con viñetas en color llamada Historias Famosas.

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Última edición por Josek el 10 Abr 2008 01:36, editado 2 veces en total.
Josek
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Mensaje por Josek »

Lo que sí molaban eran los comics de la colección Joyas Literarias Juveniles, también de Bruguera.

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Emma
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Mensaje por Emma »

Ayer ví la nueva edición en la librería. ¿Quién no tiene en casa alguno de los antiguos? Y es cierto que los contenidos estaban "capados", pero para primeros lectores era una buena aproximación a los clásicos. Yo no lo veo mal para enganchar a la generación de la videoconsola a la lectura...de ahí, a buscar las ediciones completas :wink:
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Bohemio
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Mensaje por Bohemio »

Gracias por la noticia, Josek, me ha sacado una sonrisa :D

Por aquí queda alguno :lol:

Pienso como tu, Emma, todavía pueden enganchar a los niños de hoy, sólo hace falta vendérselo un poco, como todo :P
Ah, y los que leíamos las viñetas no éramos comodones :lol:
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Gretogarbo
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Mensaje por Gretogarbo »

¡Gracias, Josek!
Casualmente, el lunes los vi en el Carrefour y me quedé un rato repasándolos. ¡Qué recuerdos de infancia! ¡Qué veranos, después de bañarme, tomando el bocadillo con las Historias Selección, las Historias Famosasy, sobre todo, las Joyas Literarias Juveniles en el regazo!
Capados o no, supongo que me ayudaron a engancharme a los libros.
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Tallulah
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Mensaje por Tallulah »

Josek escribió:Lo que sí molaban eran los comics de la colección Joyas Literarias Juveniles, también de Bruguera.

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Estos también los están reeditando ahora
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Fley
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Mensaje por Fley »

Son deliciosos, tanto uno como otros..
qué recuerdos...
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moranis
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Mensaje por moranis »

¡Dios mío de mi vida! yo me aficioné a leer con esos libros, los exigía por mi cumpleaños, por buenas notas, porque sí....

En casa de mis padres quedan bastantes pero muy desvencijados, detrás de mí venían cinco hermanos más un poco jenízaros ellos...

Lo que tengo claro es que la editorial ha pensado bastante más en los nostálgicos que en los nuevos lectores... los primeros tienen ahora pasta y los segundos internet y libros con 10 ilustraciones cada diez palabras.

Yo con 12 ó 15 años no era consciente de que eran libros resumidos o mal traducidos, me encantaban, y han posibilitado que luego me acerque a las versiones completas años después.

Lo del lenguaje "lejano al habla de la calle" y lleno de incorrecciones sí me acuerdo. Tuve un profesor de lengua que nos ponía un positivo por cada error gramatical u ortográfico que encontráramos en un libro y yo me puse las botas a positivos...

Bueno y también me han quedado secuelas de aquel lenguaje, ahora utilizo palabras como pertrechos, carcaj, piolet...
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tiobarras
Me estoy empezando a viciar
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Mensaje por tiobarras »

jeje ¡qué emoción! Yo también los ví en el Carrefour y me fui a ojearlos, que recuerdos. Yo de estos tenía 3 o 4 pero de los que tenía, y tengo, un montón son de unos que había iguales pero muy pequeñitos, de unos 10 cm de alto. Lo que era supercurioso era el lomo de los libros con los nombres de los protas. jeje, que recuerdos.
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madison
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Mensaje por madison »

Que nostalgia siento al verlos de nuevo :wink:
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Chiky
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Mensaje por Chiky »

Yo no tenía ni idea de esto. Que guay!!! :shock: :shock:
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Josek
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Mensaje por Josek »

Tallulah, es cierto, también los recopilatorios Joyas Literarias de Verne y Salgari se han reeditado, no me había dado cuenta que lo trae al final del artículo (lo lei por encima).
Tiobarras, esos que comentas más pequeños no los conozco o por lo menos no recuerdo haberlos visto, ¿porqué no pones alguna foto?.
Coincido con Moranis, lógicamente buscan a los nostálgicos-as, no puede ser de otra manera si conservan sus "cualidades".

Como ya he dicho, siempre me echaron para atras, de todas formas su caracter entrañable no se puede negar por eso me pareció llamativa la noticia. Para que podais ver un ejemplo de lo que hacían os pondré la primera media página del Robinson Crusoe de Historias Selección comparada con el completo, se venian a comer la mitad, más o menos, del contenido con lo que dejaban la cosa bastante magullada, literariamente hablando, claro, aunque esto no menoscaba la fenomenal labor que tenía de iniciación para los jovenes lectores y que es donde radicaba su aunténtico valor.


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Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de la región, pues mi padre era un extranjero de Bremen que, inicialmente, se asentó en Hull. Allí consiguió hacerse con una considerable fortuna como comerciante y, más tarde, abandonó sus negocios y se fue a vivir a Nueva York, donde se casó con mi madre, que pertenecía a la familia Robinson, una de las buenas familias del condado de la cual obtuve mi nombre, Robinson Kreutznaer. Mas, por la habitual alteración de las palabras que se hace en Inglaterra, ahora nos llaman y nosotros también nos llamamos y escribimos nuestro nombre Crusoe; y así me han llamado siempre mis compañeros.

Tenía dos hermanos mayores, uno de ellos fue coronel de un regimiento de infantería inglesa en Flandes, que antes había estado bajo el mando del célebre coronel Lockhart, y murió en la batalla de Dunkerque contra los españoles.

Lo que fue de mi segundo hermano, nunca lo he sabido al igual que mi padre y mi madre tampoco supieron lo que fue de mí.

Como yo era el tercer hijo de la familia y no me había educado en ningún oficio, desde muy pequeño me pasaba la vida divagando. Mi padre, que era ya muy anciano, me había dado una buena educación, tan buena como puede ser la educación en casa y en las escuelas rurales gratuitas, y su intención era que estudiara leyes. Pero a mí nada me entusiasmaba tanto como el mar, y dominado por este deseo, me negaba a acatar la voluntad, las órdenes, más bien, de mi padre y a escuchar las súplicas y ruegos de mi madre y mis amigos. Parecía que hubiese algo de fatalidad en aquella propensión natural que me encaminaba a la vida de sufrimientos y miserias que habría de llevar.

Mi padre, un hombre prudente y discreto, me dio sabios y excelentes consejos para disuadirme de llevar a cabo lo que, adivinaba, era mi proyecto. Una mañana me llamó a su recámara, donde le confinaba la gota, y me instó amorosamente, aunque con vehemencia, a abandonar esta idea. Me preguntó qué razones podía tener, aparte de una mera vocación de vagabundo, para abandonar la casa paterna y mi país natal, donde sería bien acogido y podría, con dedicación e industria, hacerme con una buena fortuna y vivir una vida cómoda y placentera. Me dijo que sólo los hombres desesperados, por un lado, o extremadamente ambiciosos, por otro, se iban al extranjero en busca de aventuras, para mejorar su estado mediante empresas elevadas o hacerse famosos realizando obras que se salían del camino habitual; que yo estaba muy por encima o por debajo de esas cosas; que mi estado era el estado medio, o lo que se podría llamar el nivel más alto de los niveles bajos, que, según su propia experiencia, era el mejor estado del mundo y el más apto para la felicidad, porque no estaba expuesto a las miserias, privaciones, trabajos ni sufrimientos del sector más vulgar de la humanidad; ni a la vergüenza, el orgullo, el lujo, la ambición ni la envidia de los que pertenecían al sector más alto. Me dijo que podía juzgar por mí mismo la felicidad de este estado, siquiera por un hecho; que este era un estado que el resto de las personas envidiaba; que los reyes a menudo se lamentaban de las consecuencias de haber nacido para grandes propósitos y deseaban haber nacido en el medio de los dos extremos, entre los viles y los grandes; y que el sabio daba testimonio de esto, como el justo parámetro de la verdadera felicidad, cuando rogaba no ser ni rico ni pobre.

Me urgió a que me fijara y me diera cuenta de que los estados superiores e inferiores de la humanidad siempre sufrían calamidades en la vida, mientras que el estado medio padecía menos desastres y estaba menos expuesto a las vicisitudes que los estados más altos y los más bajos; que no padecía tantos desórdenes y desazones del cuerpo y el alma, como los que, por un lado, llevaban una vida llena de vicios, lujos y extravagancias, o los que, por el otro, sufrían por el trabajo excesivo, la necesidad y la falta o insuficiencia de alimentos y, luego, se enfermaban por las consecuencias naturales del tipo de vida que llevaban; que el estado medio de la vida proveía todo tipo de virtudes y deleites; que la paz y la plenitud estaban al servicio de una fortuna media; que la templanza, la moderación, la calma, la salud, el sosiego, todas las diversiones agradables y todos los placeres deseables eran las bendiciones que aguardaban a la vida en el estado medio; que, de este modo, los hombres pasaban tranquila y silenciosamente por el mundo y partían cómodamente de él, sin avergonzarse de la labor realizada por sus manos o su mente, ni venderse como esclavos por el pan de cada día, ni padecer el agobio de las circunstancias adversas que le roban la paz al alma y el descanso al cuerpo; que no sufren por la envidia ni la secreta quemazón de la ambición por las grandes cosas, más bien, en circunstancias agradables, pasan suavemente por el mundo, saboreando a conciencia las dulzuras de la vida, y no sus amarguras, sintiéndose felices y dándose cuenta, por las experiencias de cada día, de que realmente lo son.

Después de esto, me rogó encarecidamente y del modo más afectuoso posible, que no actuara como un niño, que no me precipitara a las miserias de las que la naturaleza y el estado en el que había nacido me eximían. Me dijo que no tenía ninguna necesidad de buscarme el pan; que él sería bueno conmigo y me ayudaría cuanto pudiese a entrar felizmente en el estado de la vida que me había estado aconsejando; y que si no me sentía feliz y cómodo en el mundo, debía ser simplemente por mi destino o por mi culpa; y que él no se hacía responsable de nada porque había cumplido con su deber, advirtiéndome sobre unas acciones que, él sabía, podían perjudicarme. En pocas palabras, que así como sería bueno conmigo si me quedaba y me asentaba en casa como él decía, en modo alguno se haría partícipe de mis desgracias, animándome a que me fuera. Para finalizar, me dijo que tomara el ejemplo de mi hermano mayor, con quien había empleado inútilmente los mismos argumentos para disuadirlo de que fuera a la guerra en los Países Bajos, quien no pudo controlar sus deseos de juventud y se alistó en el ejército, donde murió; que aunque no dejaría de orar por mí, se atrevía a decirme que si no desistía de dar un paso tan absurdo, no tendría la bendición de Dios; y que en el futuro, tendría tiempo para pensar que no había seguido su consejo cuando tal vez ya no hubiera nadie que me pudiese ayudar.

Me di cuenta, en esta última parte de su discurso, que fue verdaderamente profético, aunque supongo que mi padre no lo sabía en ese momento; decía que pude ver que por el rostro de mi padre bajaban abundantes lágrimas, en especial, cuando hablaba de mi hermano muerto; y cuando me dijo que ya tendría tiempo para arrepentirme y que no habría nadie que pudiese ayudarme, estaba tan conmovido que se le quebró la voz y tenía el corazón tan oprimido, que ya no pudo decir nada más.

Me sentí sinceramente emocionado por su discurso, ¿y quién no?, y decidí no pensar más en viajar sino en establecerme en casa, conforme con los deseos de mi padre. Mas, ¡ay!, a los pocos días cambié de opinión y, para evitar que mi padre me siguiera importunando, unas semanas después, decidí huir de casa. Sin embargo, no actué precipitadamente, ni me dejé llevar por la urgencia de un primer impulso. Un día, me pareció que mi madre se sentía mejor que de ordinario y, llamándola aparte, le dije que era tan grande mi afán por ver el mundo, que nunca podría emprender otra actividad con la determinación necesaria para llevarla a cabo; que mejor era que mi padre me diera su consentimiento a que me forzara a irme sin él; que tenía dieciocho años, por lo que ya era muy mayor para empezar como aprendiz de un oficio o como ayudante de un abogado; y que estaba seguro de que si lo hacía, nunca lo terminaría y, en poco tiempo, huiría de mi maestro para irme al mar. Le pedí que hablara con mi padre y le persuadiera de dejarme hacer tan solo un viaje por mar. Si regresaba a casa porque no me gustaba, jamás volvería a marcharme y me aplicaría doblemente para recuperar el tiempo perdido.

Estas palabras enfurecieron a mi madre. Me dijo que no tenía ningún sentido hablar con mi padre sobre ese asunto pues él sabía muy bien cuál era mi interés en que diera su consentimiento para algo que podía perjudicarme tanto; que ella se preguntaba cómo podía pensar algo así después de la conversación que había tenido con mi padre y de las expresiones de afecto y ternura que había utilizado conmigo; en pocas palabras, que si yo quería arruinar mi vida, ellos no tendrían forma de evitarlo pero que tuviera por cierto que nunca tendría su consentimiento para hacerlo; y que, por su parte, no quería hacerse partícipe de mi destrucción para que nunca pudiese decirse que mi madre había accedido a algo a lo que mi padre se había opuesto.

Aunque mi madre se negó a decírselo a mi padre, supe después que se lo había contado todo y que mi padre, muy acongojado, le dijo suspirando:

-Ese chico sería feliz si se quedara en casa, pero si se marcha, será el más miserable y desgraciado de los hombres. No puedo darle mi consentimiento para esto.

En menos de un año me di a la fuga. Durante todo ese tiempo me mantuve obstinadamente sordo a cualquier proposición encaminada a que me asentara. A menudo discutía con mi padre y mi madre sobre su rígida determinación en contra de mis deseos. Mas, cierto día, estando en Hull, a donde había ido por casualidad y sin ninguna intención de fugarme; estando allí, como digo, uno de mis amigos, que se embarcaba rumbo a Londres en el barco de su padre, me invitó a acompañarlos, con el cebo del que ordinariamente se sirven los marineros, es decir, diciéndome que no me costaría nada el pasaje. No volví a consultarle a mi padre ni a mi madre, ni siquiera les envié recado de mi decisión. Más bien, dejé que se enteraran como pudiesen y sin encomendarme a Dios o a mi padre, ni considerar las circunstancias o las consecuencias, me embarqué el primer día de septiembre de 1651, día funesto, ¡Dios lo sabe!, en un barco con destino a Londres. Creo que nunca ha existido un joven aventurero cuyos infortunios empezasen tan pronto y durasen tanto tiempo como los míos. Apenas la embarcación había salido del puerto, se levantó un fuerte vendaval y el mar comenzó a agitarse con una violencia aterradora.

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sue
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Mensaje por sue »

No tenia ni idea!
De pronto ha sido como volver atrás y verme en cuarto mas escondido de mi casa, con una lamparita lleyendo como loca.
Que recuerdos :P
La de brocas que me han caido porque nadie me encontraba a la hora de cenar :lol: :lol:
Creo que cuando crecimos mi madre los regaló todos!
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Brontte
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Mensaje por Brontte »

Yo era una forofa de las "Joyas Literarias Juveniles", y como joyas sigo guardando estos comics. Parece mentira que sólo con ilustraciones y en apenas 20 hojas fueran capaces de condensar libros como "Historia de dos ciudades", "Los tres mosqueteros" o "David Copperfield" y hacerlo tan bien. Cuando crecí me leí los originales y hay que reconocer que las "Joyas" conseguían captar mucho más que la esencia de estas grandes novelas. Habeís hecho que me entre el gusanillo de releerlas de nuevo.
Fdo.: otra nostálgica.
:oops:
Los libros que provocaron que se abriera este post también me gustaban, pero no pasaba de leerme las ilustraciones, eso sí, las coloreaba. :dentadura:
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