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EL SURCO DEL TIEMPO
Meditaciones sobre el mito platónico de la escritura y la memoria.
Emilio Lledó
Editorial Crítica, S.A.
Primera Edición.
Fecha de publicación: 1992.
Págs. 231.
ISBN 978 84-7423-535-9.

Cito de la contraportada:

Hablar con el lenguaje de pasado es una forma de descubrir la estructura de nuestra propia memoria y la materia histórica e incluso biográfica que la constituye. En tiempos, como los actuales, en que más o menos conscientemente parece fomentarse el olvido -una forma esencial de muerte-, este libro pretende abrir algunas perspectivas en relación con la sustancia personal que, a través de la memoria, se construye.

Es una reflexión, pues, sobre los componentes de nuestra intimidad, sobre la felicidad, la amistad, el tiempo, sobre la voz escrita que desde el pasado nos habla... El descuido de la memoria es el descuido del propio ser y, en consecuencia, el olvido de sí mismo y de la posibilidad del encuentro con los otros.

Como el profesor Lledó afirma en el prólogo de esta obra, el mundo contemporáneo presenta, con rasgos cada día más acusados, la amenaza de convertirnos en soñolientos comensales del festín de los Lotófagos, aquellos habitantes de un país, del que se habla en la Odisea, alimentado por el fruto del árbol del olvido.

A raíz de unas conversaciones con unos amigos sobre el tiempo y la memoria, he puesto la mirada en este ensayo que lo tenía por mi estantería. Estaba desde los tiempos de mi licenciatura en Filosofía y le ha llegado el tiempo de leerlo,

¡Aquí dejaré mis comentarios!,

Capítulo 6: "Textos vivos".

Nos encontramos delante de un texto donde la memoria, la escritura y la reflexión están formando un trípode fundamental para el desarrollo de este ensayo. Es cierto que, para ello, Emilio Lledó se sirve del mito platónico de Fedro, pero no se queda en esa interpretación, sino que intenta profundizar en un acto que, aparentemente, estoy haciendo sin tanta reflexión, pero que indudablemente lo merece.

Es igualmente evidente que este proceso tiene algo de psicológico, pero no deja de ahondar en un proceso intelectivo y reflexivo donde la interpretación -la hermenéutica- tiene un papel preponderante en todo lo que leemos y pensamos. Y, dicho esto, la lectura de este ensayo se debe realizar pausada, porque no cabe una pasada somera sobre el texto, ya que nos podemos perder fácilmente.

Me encuentro en la mitad de este ensayo y, poco a poco, lo iré completando,

Sigo leyendo,

Capítulo 8: El futuro de la memoria.

Es el último capítulo del ensayo y Emilio Lledó expresa su visión tan lúcida y pacífica sobre la muerte, la inmortalidad, el paso del tiempo y la memoria: cuestiones ineludibles, si un filósofo quiere proponer un constructo de su pensamiento. En el fondo, la existencia humana tiene esas cuatro patas para la mesa donde se asienta.

Quizás, aquí, la escritura es la única herramienta que puede parar esa brevedad de la vida y el abocamiento hacia la muerte, porque, más allá de ésta, siempre habrá alguien que encuentre esas palabras y resucite al autor que las ha escrito. Un juego que se ha dado desde los mitos presocráticos y también desde los platónicos.

Como es un capítulo fundamental dentro de la obra que estoy leyendo, lo recomiendo encarecidamente,

Sigo leyendo,

En la perspectiva platónica, la inmortalidad y la felicidad se ven como fruto de esa reflexión en la que, sostenida por el bien, la justicia, la belleza y la verdad, la simiente del alma germina entregando su contenido a otras mentes, proyectando, desde su misma vida, otras vidas que enriquecen y alientan la inicial soledad.

Vivir es, por consiguiente, la consumación de esos actos en los que recibe y se entrega, por el lenguaje, la sustancia de una semilla que necesita, para serlo, alimentarse y criarse en el rescoldo de una intimidad que juzga y que, al asumir el pasado, se ve como parte de él y se reencuentra en él. Este juicio, para el que la mente tiene que estar preparada y cuyos protocolos establecen esas cuatro palabras que Platón destaca como horizonte moral del filósofo, constituye el momento esencial de la existencia (p. 199)

Pero, ya no es posible la fuga. La philía, que nos ata con el ingrávido mundo de los textos, acaba exigiendo algo más que la mera visión, que la etérea contemplación. El aprendizaje de esa "belleza", de ese altruismo donde se dibujan otros perfiles de la vida, nos obliga a extender la vinculación afectiva hacia el mundo. No importa que ese mundo se manifieste, a veces, como la mueca dolorosa provocada por sus contradicciones. No importa tampoco el grado de crueldad y falsedad que, a ratos, se dibuja en el rostro. La philía nos lleva hacia el contenido de esa otra palabra, trivializada ya por el uso, pero en su sustancia expresa la oculta armonía que sujeta la existencia: simpatía (sympátheia), el sentir con el otro que es ya, por ello, uno mismo (pp. 216-217)

Creo que no podría acabar mejor este ensayo,

Terminado.

Como todos los ensayos que he leído de este filósofo, lo que denotan es sabiduría (sofía). No es erudición, que también se ve, sino encuentro con lo más profundo en la búsqueda de la comprensión de lo que es el hombre -quizás es la única tarea que deberíamos plantearnos como sociedad-.

Como resumen de lo que expresa Emilio Lledó, tenemos el último capítulo donde la memoria, el silencio, el tiempo y el otro se van entrecruzando para configurar una antropología serena y perdurable en el tiempo y que arranca de los tiempos del mito platónico. Para mí, éste es uno de los elementos primordiales del ensayo que acabo de leer.

Ahora, si el tiempo no jugara en contra nuestra, cabría una segunda lectura que nos llevara a subrayar aquellos pensamientos que son importantes y que deben ser nuestro mejor modus vivendi,

Por supuesto, os recomiendo esta obra de Emilio Lledó,

Saludos,

Lo he vuelto a poner en el Futuro de mi Firma, por si alguien se anima,

Si lo encuentro, me apunto. D. Emilio es siempre muy recomendable

Para mí, @nosequé sería segunda lectura, pero la necesito. Esa capacidad de reflexionar que tiene, a la luz de los Clásicos griegos, es envolvente y sabia. Dicho esto, me encantaría compartir lectura contigo.

Por cierto, creo que empezaría la lectura sobre el 26 de abril, más o menos,

Lo siento, @nosequé al abandonar la novela Boquitas pintadas de Manuel Puig, he adelantado la lectura de este ensayo. Ya me dices algo, si te pones con su lectura. Por ahora, ¡37 páginas de sabiduría!,

Capítulo 5: Los jardines de Adonis.

(Segunda Lectura).

Por varias razones, esta segunda lectura no está siendo tan provechosa como fue la primera. No obstante, sigue prevaleciendo la importancia de la memoria, la lectura y, finalmente, la escritura. Nada puede sustraerse a este mobiliario con tres patas fundamentales, de manera que Emilio Lledó sigue considerando que la escritura como ese punto final de un proceso interior del ser que piensa y reflexiona; algo que es muy útil para exteriorizar y objetivar ese proyecto. ¡Qué importante es el silencio en este proyecto y en la lectura! Por ejemplo, en este ensayo, es imprescindible, porque cada frase cuenta en toda la estructura discursiva, de manera que si uno se pierde en mitad del párrafo, no acabo de encontrar el hilo definitivo, incluso del capítulo.

Por lo demás, la erudición clásica, que tiene Emilio Lledó, está fuera de toda duda,

Sigo leyendo,

Terminado.

(Segunda lectura).

Ni que decir tiene que el capítulo 8: El futuro de la memoria es el más trabado y conseguido: esto es ya es mucho decir, porque todos están muy bien expuestos y mejor escritos. Y digo esto, ya que, en el fondo, el ensayo va de esto, de la memoria que se acaba plasmando en la escritura y, en contra o a favor, del tiempo. Intenta, a partir de un texto de Platón, recordarnos la importancia de estos tres elementos, tanto en el pasado cuando se fraguó la filosofía griega como en la actualidad, que necesitamos manejarnos con estos conceptos. Aunque ha sido una segunda lectura, tengo que reconocer que me ha gustado y he encontrado nuevos matices para enriquecer la primera, de la cual ya hace algún tiempo -dos años-.

Para mí, recomendable,

Saludos,