Leída la primera parte,
Este es un libro muy especial, distinto. Un libro desmesurado, caótico, abismal y mágico. No necesariamente, para mí, atributos negativos. No me extraña que sea una de las obras cumbres del pensamiento filosófico. Independiente de si tiene o no razón Zaratustra, -la figura semilegendaria de la antigua Persia, y protagonista de la historia-, este, repito, es un libro peculiar. Su fuerza radica, no tan solo en lo que dice, sino en la riqueza de metáforas e imágenes que ofrece a los sentidos. Un gran gozo!!
PERO, y como cualquier maestro o ídolo, sus enseñanzas deben ser cuestionadas o seleccionadas. No comparto, ni mucho menos, toda la filosofía de Nietzsche aunque muchas de las flechas que lanza me parecen atinadas: a los falsos valores morales, a los superfluos que debilitan a otros (hoy se dice personas tóxicas), a los despreciadores del cuerpo, y que predican la muerte ("los tuberculosos del alma", los llama), los compasivos, etc. La idea de saber vivir más acorde con la naturaleza es, cuanto menos, necesaria. Ahora tengo en mente la bellísima escena del ocaso de Meursault observando el cielo estrellado y sintiéndose parte integrada del universo.
Por otro lado, encuentro dificultades en la comprensión de muchos símbolos, además de multitud de juego de palabras que realiza (y que gracias a las notas del traductor el significado se agranda). Así, por ejemplo,
el número 10 es repetido numerosas veces en el capítulo "De las cátedras de la virtud", que hace referencia al arte de dormir como una de las supremas virtudes. ¿Significará algo ese número o es azar puro? Otras virtudes: decir la verdad, y saber manejar el arco y la flecha. Por supuesto desde un punto de vista pacifista, como es el mío, no entiendo guerra que valga, pero sí, y eso es lo que extraigo de Nietzsche, una actitud guerrera, osada y valiente de nosotros mismos.
La importancia de ser héroes de nuestra alma. Yo no soy más que el otro pero tampoco menos. La honestidad, como "la más joven de las virtudes" será otra de las que nombre.
La lengua mordaz de Zaratustra (o Nietzsche) sacude contra la igualdad, tanto de personas como de géneros. Y ahí, por supuesto, no podría estar más en desacuerdo. Dice:
Zaratustra escribió:El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir, sino también el pensar.
Zaratustra escribió:La mujer no es todavía capaz de amistad: gatas continúan siendo siempre las mujeres, y pájaros. O, en el mejor de los casos, vacas.
Parece que desprecie a la masa por el hecho de ser lo común. Ni todo lo mayoritario es malo ni bueno, por contra, lo particular o personal, añadiría. Respecto a las mujeres, aunque para mí son disparates auténticos, hoy día hay hombres (y peor, mujeres) que piensan así, que no es posible la amistad entre sexos distintos. Yo debo ser afortunada pues entre mis buenos amigos se encuentran hombres.
Zaratustra (o Nietzsche) nos reparte por igual: una de cal y otra de arena. Y frase tan maravilosas como esta:
Zaratustra escribió:Quien asciende a las montañas más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida.
Podría seguir comentando pero no acabaría nunca. Mención especial se merecen los guiños, ironías e inversión de muchos preceptos bíblicos, y parábolas, frases de Goethe, ideas de Platón y Aristóteles (sobre todo respecto a la amistad), y referencia a libros como
La Ilíada, o poemas como el de Simónides sobre el hombre:
Simónides escribió:Es difícil llegar a ser un hombre excelente, cuadrado de manos, de pies, de inteligencia, terminado sin reproche.
Quizá, con este poema, se puede ubicar mejor o comprender la idea nietzscheana del superhombre, o el hombre por venir.
Sigo,