Leonardo Padura es ciertamente un gran tipo. Y es todo un "crack". Es un hombre con ética y con la valentía de comprometerse por su pueblo. Pero además es culto, pensante y de gran talento literario. Si bien en la Isla hay escritores como Guillermo Vidal, que son realmente buenísimos y no han tenido la suerte o la habilidad de lograr el alcance internacional de Padura, este último es realmente bueno y sus textos, además de enganchar por las formas utilizadas en la escritura, nos ofrecen personajes o situaciones subyugantes.
De mi época como estudiante universitario recuerdo al Padura periodista que tan maravillosos trabajos realizaba para el tabloide mensual El caimán barbudo, que entonces fuera el favorito de la juventud más culta y pensante en la Isla. Por esa época también empezó a destacarse por sus ensayos y luego, ya a finales de aquel decenio de los 80, publicó su primera novela (Fiebre de caballos, 1988) y su primer libro de cuentos (Según pasan los años, 1989). Pero el reconocimiento internacional y el éxito en las ventas _que Padura es la maravilla de un best seller de una calidad que lo hace perdurable y no es lo que generalmente caracteriza a un best seller_ lo lograría con la Tetralogía de las Cuatro Estaciones, donde se destaca Mario Conde, un policía que es antipolicía y que es humanizado y tiene virtudes y defectos y pasiones, y que nada tiene que ver con la imagen de agente del orden que el régimen exige difundir.
Mario Conde tiene de alcohólico y mujeriego, y socializa bastante en lo marginal y le agradan los borrachos y los escritores y los lectores _amiguito de nosotros el hombre_, y por todo eso no es de extrañar que le caigan en gracia los locos _jeje_. Y él mismo lee y hasta suele comprar libros de segunda mano y venderlos cuando el zapato le aprieta en un momento de su vida, y también le pica el bichito de la escritura.
El personaje cae tan en gracia _y lo tiene todo para lograrlo porque su autor se lo sabe dar_ que Padura le siguió dando vida en los libros después de la Tetralogía de las Cuatro Estaciones. Pero pienso que, aunque Leonardo Padura resulte bueno y sabrosísimo y por ello vendible con su Mario Conde, lo mejor de su obra está en títulos como La novela de mi vida y El hombre que amaba los perros. Muy recomendables son también sus libros de ensayo, pues Leonardo Padura es un hombre de un tremendo bagaje cultural y de notable sensibilidad artística, y es muy bueno en el oficio de ensayista. También ha hecho muy dignos reportajes. Igual ha escrito guiones para cine.
De cualquier manera, Padura ha dado en la diana con esos libros de Mario Conde, que han sido concebidos sobre una cuerda de novela negra que nos recuerda a un Chandler y un Hammett, pero que tienen ambiciones de estilo y es un estilo muy nuestro y nada anglosajón. Pues que nos lleguen entonces más historias del insubordinado ex teniente, investigador de la policía. Que esos libros son el reflejo de la cruda vida en una Isla desesperanzada, donde las personas sobreviven obstinadas pero valientemente. Que aquí no hay lugar para pendejos porque no queda de otra que no acobardarse. Y al que le extrañe que no hagamos más para quitarnos de encima lo que tanto nos daña, que venga a conocer lo que es un engendro concebido e instalado con la astucia del diablo.