Anímome
Ya lo he terminado. ¡Cómo se pone la cosa al final!
En general he ido teniendo la sensación a lo largo del libro de que "pasan pocas cosas". No en sentido exacto si no que esa impresión que tuve de que en el primer libro pasaban cosas constantemente aquí no la tenía y no se trata de que haya una época de paz con menos movimientos, etc porque incluso en ella, el modo de contar las cosas sigue pareciendo más... distante o pausado. Me explico:
en ese periodo en que no pasan cosas digamos "grandes" en cuanto a guerras, reyes o magia, se nos cuentan las cosas tipo "Ceinwyn y yo tuvimos tres hijas". Y ya. No es que quiera que se detenga en eso porque no hay más que contar que lo que ahí se dice pero mientras de esta manera se van "rellenando los huecos", la novela parece ir transcurriendo tranquilamente. Ni siquiera me molesta, ojo.
Ya en el sendero tenebroso el final se deshincha un poco puesto que una vez metidos en la boca del lobo la narración da un salto y lo siguiente es decir que volvieron todos tranquilamente con la olla. En ese episodio concreto lo resuelve con gracia porque cambia toda la historia de la vuelta por la conversación entre Igraine y Derfel sobre la leyenda y la realidad y además de ser una forma más original (que para vuelta de una misión ya tuvimos la Isla de los muertos en la primera parte) resulta divertida.
Pero es el tono general que le he visto a gran parte de esta novela |
Sin embargo, tiene algunos arranques, especialmente al final, en que se precipitan los hechos. Por cierto,
Derfel no tortura a los gemelos ¿no? parece ser que es Nimue la que les hace sufrir lo indecible y luego él sólo les da el golpe de gracia. Un poquito más de implicación, hombre... |
Me sorprendió mucho lo de
Morgana En parte es comprensible pero... se pasa tres pueblos. ¡Con el rey de los ratones! Así me quedé. Menos mal que algo le queda y ayuda a Derfel y Nimue al final. Aunque lo presentan de la misma forma, creo que las motivaciones no son las mismas en Sansum (que juega a dos bandas, y las que haga falta, para sobrevivir siempre) y ella. ¿O tal vez sí? |
Pienso lo mismo que tu, Aliesa, sobre los gemelos, Ginebra, Lancelot...etc y sobre Mordred
genial cuando Galahad (que se pasa de bueno para el gusto de todos el pobre que sólo cumple con su deber) lo trae de vuelta y Derfel le acaba cruzando la cara |
Por otro lado, sobre el final,
la conjura, aunque bestial y en cierta medida bien pensada, es llevada a cabo muy chapuceramente. Demasiado hasta para ellos. La sorpresa que da de golpe todo es muy buena, eso sí, con los incendios por todas partes y de pronto Lancelot instalado en el trono. Pero la emboscada cutre que les montan a Arturo y Derfel (si quieres matarlos hazlo bien, ya que vas a esconder gente, que sean guerreros buenos y suficientes para asegurarse el trabajo), aunque a malas siempre habrían dado el golpe de mano y tendrían a Ginebra y su hijo en su poder... falta aplicarse. Y lo de Mordred también tiene tela: qué forma más penosa de "matar" a un rey y luego de dejarlo escapar
Pero aparte de eso, la verdad es que hay para todos. Los gemelos me caían tan mal que un poco más de sangre "en escena" no hubiera importado y algún detalle sobre la olla y cómo la habían usado (se supone que le dieron al "on" pero sin leerse las instrucciones antes ) tampoco habría importado, pero tal vez se diga algo en el último libro. |
El autor se esfuerza mucho en desmitificar toda la leyenda artúrica y en recalcar que no sólo las cosas fueron muy distintas si no que a menudo ni se acercan a lo conocido, desde la historia de Tristán e Isolda a la mesa redonda o Camelot. Todo, todo, todo, menos...
la cornamenta de Arturo, fíjate |
Arturo desde luego es un personaje controvertido y eso me gusta mucho. Desde su afán por ser fiel a un ideal, sus conflictos internos, la cuestión de los juramentos y la búsqueda de un bien mayor al que servir o sus sueños de una vida sencilla y anónima. Alterna grandeza con titubeos, frialdad y pasión, falta de escrúpulos y apego a las normas como únicos referentes de vida, etc. Está muy bien dibujado.
También me gusta un par de comentarios que hace sobre sus ganas de aprender y sobre el saber perdido. Por ejemplo, en relación a las construcciones de los romanos, cuyos puentes se mantienen en pie siglos después de construirse, habla de que nadie sabe hacer esas cosas ya ni otras que antes se sabían y añade:
"es como si tuviéramos un tesoro escondido que día a día se hundiera más porque no supiéramos detenerlo ni aumentarlo". Tiene toda la razón, entonces y ahora.
Y es muy bonito el término irlandés
anmchara: la "amistad de espíritus", sobre todo por lo que significa y también la conversación en que se nombra.