Muchas gracias masako
, regresé ayer, y la verdad es que ha merecido la pena dedicar 9 días a visitar esta comunidad.
Los lugares que más me gustaron fueron Teruel, Albarracín, Alquézar, Aínsa, el Castillo de Loarre con visita guiada imprescindible, la ruta con coche por una carretera de único sentido por el Cañón de Añisclo (impresionante), Benasque y sus alrededores. Ya que Aben Razín me regañó, le dediqué más tiempo a Riglos, más concretamente visité el Mirador de los Buitres, donde hay unas vistas increíbles, más avistamientos de Buitres, que yo, siendo bióloga, aprecié mucho. Nos llovió y no pudimos hacer algunas rutas a pie que teníamos pensado, pero como alternativa visitábamos con el coche algunos lugares. Sigüenza, aunque sea de Guadalajara, me gustó también mucho. Una muy bonita ciudad para hacer ayer la parada de descanso y comer. Sirvió para hacer más amena el viaje de retorno.
Como curiosidad diré que en Albarracín había un restaurante llamado Aben Razín, con lo que me acordé de ti y de tus azotes
. Y que me he encontrado muy buenas gentes, sobre todo en Teruel y Huesca capital, muy buen ambiente en ambos lados, que te hacían sentirte como en casa.
En Zaragoza quedamos con un amigo y nos llevó a probar las madejas, y también un bar que se llena exageradamente de gente, en el que ponen tres champiñones con un pan, que me pareció exquisito. El viernes se notó que al día siguiente ya empezaba el Pilar, y estaba impracticable casi todo.
Lo único malo que me traigo del viaje es que traigo un resfriado de mil demonios. Estos aclimatamientos de una chica de Jaén al Pirineo ha tenido sus consecuencias, como era de esperar.
Hay muchos sitios que revisitaría, y a la provincia de Teruel le dedicaría más tiempo, en un futuro viaje que ya queda pendiente.
Yo me quedo con mis ganas de visitar Navarra. Olite es impresionante en fotos, en directo debe de ser aún más. Y también País Vasco, que era la alternativa a este, y que seguramente visite en 2016. Sólo conozco Vitoria, que subí hace un par de años cuando ascendió el Alavés, ya que mi novio nació allí y desde que se mudó con sus padres de pequeño al sur, no había subido. Fue una visita muy entrañable, pero me quedé con ganas de más.