El día de hoy en un libro (II)

[Gretogarbo]

París, 27 de marzo de 1881
Notas, visitas, flores…, las noticias vuelan. Algunos se han sorprendido tanto como yo, pero todo el mundo, al menos los que se acercan a verme o me escriben, parecen totalmente satisfechos y contentos. En una sencilla nota, Ephrussi me ha escrito: “una vida en ciernes”. Me repito esa frase una y otra vez.
El cuaderno perdido de Édouard Manet. Una novela, de Maureen Gibbon (traducción de Jaime Blasco Castiñeyra)

[emedoble]

Partimos de Londres el 27 de marzo y permanecimos algunos días en Windsor, donde paseamos por su precioso bosque. Para nosotros, hombres de la montaña, aquel paisaje era completamente nuevo; para nosotros todo era una novedad: los majestuosos robles, la abundancia de la caza, y las manadas de encantadores ciervos. Desde allí nos trasladamos a Oxford.

Frankenstein, de Mary Shelley (traducido por José C. Vales)

[Gretogarbo]

Esta noche he estado leyendo El bastón de Virginia, de Laurent Segalovitsch. Es extraño, nunca quise saber nada de los últimos días de Virginia. No deseaba conocer los detalles de su muerte. El 28 de marzo de 1941, sobre la hora de comer, Leonard llega a la orilla del Ouse y ve el bastón de Virginia. Ella se había hundido. Yacía en el fondo del río, en posición horizontal, con los bolsillos llenos de piedras. Antes de entrar en el agua había plantado su bastón en la orilla. Erecto. Como queriendo decir: “Yo no puedo seguir, pero hacedlo vosotros”. Y nosotros lo intentamos.

(...)

Me ha escrito Natalie desde Israel: los calcetines salieron el 3 de marzo. En teoría deberían llegar sobre el 28. Si todo va bien, en Semana Santa los tendremos aquí, al menos para la venta digital.

(...)

28 de marzo
Mis días siguen sin gustarme, es como si hasta ahora no me hubiera percatado de que estamos en plena pandemia, de que nuestra vida ha cambiado, de que nos rodean la incertidumbre y el miedo. Los autónomos del sector cultural se han quedado sin ingresos, la gente se despide y vuelve al pueblo, si lo tiene.
La librería en la colina, de Alba Donati (traducción del italiano de Ana Ciurans Ferrándiz)

[emedoble]

Mi tío Angelito llamó un Jueves Santo para decirle a mi padre que pusiera la tele de inmediato: había reconocido a Fernando, cantando gregorianos, en un coro de monjes benedictinos. La capucha le ocultaba parte de la cara, pero aquellos ojos mansos inconfundibles eran sin duda los suyos. Disfrazado de monje, lo había descrito mi tío, como si diera por hecho que esta nueva identidad que adoptaba era también una farsa. A pesar de que mi padre no llegó a verlo o que la cámara no enfocó de nuevo al personaje, todos encontramos muy coherente ese nuevo oficio para el personaje y ya lo ubicamos ahí, en un convento, como un falso monje.

A corazón abierto, de Elvira Lindo

[emedoble]

¡Con qué alegría son arboladas esta vez las velas! Todos saben que el cruel océano inmenso llegó a su fin y ya no los oprimirá más aquel vacío pavoroso. Unas horas, un par de días más de viaje les quedan solamente, durante los cuales aparecen ya los contornos de unas isletas a derecha e izquierda. Por fin, al cuarto día, el 28 de marzo, un Jueves Santo, la flota aborda en Massawa para un descanso antes del último empuje hacia el objetivo tanto tiempo perseguido en balde.

Magallanes: El hombre y su gesta, de Stefan Zweig (traducido por José Fernández)

[emedoble]

A la señora SAVILLE, Inglaterra.
Arcángel, 28 de marzo de 17...
¡Qué despacio pasa el tiempo aquí, atrapado como estoy en medio del hielo y la nieve...! He dado un paso más para llevar a cabo mi proyecto. Ya he alquilado un barco y me estoy ocupando ahora de reunir a la tripulación; los que ya he contratado parecen ser hombres de los que uno se puede fiar y, desde luego, parecen intrépidos y valientes.

Frankenstein, de Mary Shelley (traducido por José C. Vales)

[Black Arrow]

Andrea Chenier. Ópera en cuatro actos, música de Umberto Giordano, libreto de Luigi Illica. Estrenada en La Scala de Milán, el 28 de marzo de 1896.

Almanaque Mundial 1972

[Black Arrow]

Mario Vargas Llosa (Jorge Mario Pedro Vargas Llosa)

Notable y fecundo novelista, autor teatral y ensayista nacido en Arequipa el sábado 28 de marzo de 1936.

Distínguesele como uno de los altos exponentes de la Novela Latinoamericana y gran exponente del Boom Hispanoamericano.

Es un narrador prolífico y activo que llegó a tener 7 puestos diferentes al mismo tiempo.

Caracterizan a Vargas Llosa (sobre todo en sus narraciones): ruptura de la unidad de tiempo, en el afán de encontrar la simultaneidad imposible cuando sólo se cuenta con el espacio y no con el tiempo; intervención de lo mágico, de lo fabuloso, de lo inesperado; carácter local de los temas, esto es, un declarado intento de dar vida a una narrativa estrictamente nacional (excepto en La Guerra del Fin del Mundo, cuyo escenario es Brasil), temática urbana o semirrural.

Literatura Española y Peruana, de Walter Fernández Meléndez

[Black Arrow]

La madre de Rockefeller había visitado durante los últimos años, con frecuencia, a sus hijos y nietos. Pero pasaba la mayor parte de su tiempo en Cleveland, una ciudad por la que se había encariñado.
Siempre había sido una mujer humilde y modesta, a la que no le gustaba el lujo y que contemplaba con creciente inquietud cómo sus hijos, John y William, iban acumulando riquezas. Pero dado que, en su opinión, aquella acumulación de riquezas correspondía a las vidas que sus dos hijos llevaban, de acuerdo con lo que señalaba el Señor, su admiración iba mezclada con cierto orgullo.
Durante la boda de Bessie ya había tenido que guardar cama. Cuando John llegó a la casa de su hermana, encontró a su madre paralizada de un lado, a causa de un ataque de apoplejía. La mujer ya no estaba en condiciones de hablar, pero sus ojos tenían una expresión clara y serena.
John cogió el libro de rezos y empezó a leer los cánticos y versos sagrados que sabía gustaban muy especialmente a su madre.
Una serena satisfacción iluminaba el rostro de la anciana.
Durante veinticuatro horas se fueron relevando los hermanos en la cabecera de la madre. Eliza Rockefeller murió el 28 de marzo de 1889, a la edad de setenta y seis años.
Siguiendo su deseo, fue enterrada en la tumba familiar de los Rockefeller en Cleveland. Frank, William y John llevaron el ataúd. Aquel día quedó zanjada la discusión familiar entre el hermano menor y el mayor. Sólo uno faltaba en el entierro: el padre.

Rockefeller, de Hans Georg Merten (traducción de Víctor Scholz)

[Gretogarbo]

29 de marzo
Ayer estuve sola en la librería; hacía mucho sol y, aunque no esperaba a nadie, recibí visitas. Ya se sabe, es más difícil que se desplace alguien que vive al lado que alguien que procede de lejos. Cuanto más cerca está una cosa, más inalcanzable se antoja. Si está lejos, en cambio, es como un viaje, una excursión, una experiencia. (...)
La librería en la colina, de Alba Donati (traducción del italiano de Ana Ciurans Ferrándiz)

[Gretogarbo]

París, 29 de marzo de 1881
No sé si reír o llorar con la carta de Duez.
El cuaderno perdido de Édouard Manet. Una novela, de Maureen Gibbon (traducción de Jaime Blasco Castiñeyra)

[emedoble]

Es un viernes, y Viernes Santo, el día en que Magallanes lo envía al rey de la isla. Calambu —este es su nombre— le acompaña a su bote, donde, a la sombra de la cámara de bambúes, se está cociendo un suculento trozo de cerdo. Por cortesía al jefe, y tal vez también por gula, Pigafetta comete el pecado: no puede resistir la seducción y come de aquella rica carne en el más santo y riguroso de los días de ayuno, y bebe después vino de palmera.

Magallanes: El hombre y su gesta, de Stefan Zweig (traducido por José Fernández)

[Gretogarbo]

La idea de la librería, una idea ya madura y elaborada, llamó a mi puerta una noche. Era el 30 de marzo de 2019. Al pie de nuestra casa había una loma donde mi madre plantaba lechugas y yo tendía la colada en un alambre atado a dos palos vetustos. El dinero escaseaba: debía inventarme algo.

(...)

30 de marzo
Ya han llegado. Ayer vi tres en la plaza; levanté la vista y allí estaban, con aspecto cansado, pero felices de estar en casa. “Vide… vide… videvitt”, charlaban, buscando su calle, su dirección exacta. En el Vicolo Sopra la Penna, donde las obras se retrasan, les esperaban sus casas encajadas entre las vigas, en las que entraron soltando gritos. Cerré la puerta para espiarlas mejor y andaban en conciliábulos, hablaban deprisa, exaltadas, con un deje de polémica, quizá. (...)
La librería en la colina, de Alba Donati (traducción del italiano de Ana Ciurans Ferrándiz)

[emedoble]

Si Thatcher ya parecía, de entrada, predispuesta a emplear la mano dura en la cuestión irlandesa, su postura no hizo sino reafirmarse a raíz de algo que sucedió poco antes de que se mudara a Downing Street. El 30 de marzo de 1979, Airey Neave estaba saliendo en su coche de un aparcamiento subterráneo en la Cámara de los Comunes cuando una bomba colocada bajo el asiento del conductor hizo explosión y acabó con su vida. La bomba no la habían puesto los provisionales sino otro grupo republicano, el Ejército Irlandés de Liberación Nacional, que reivindicó el atentado. Poco después de conocer la noticia, Thatcher, muy afectada pero esforzándose por mantener su característica flema, dijo que Neave había sido «un auténtico guerrero de la libertad: valeroso, fiel e incondicional». El asesinato, apenas dos meses antes de que Thatcher accediera al cargo de primer ministro, sentaría las bases de su muy intransigente postura respecto a cualquier tipo de republicanismo irlandés.

No digas nada, de Patrick Radden Keefe (traducido por Ariel Font Prades)

[emedoble]

Por fin, el 31 de marzo se les presenta una nueva bahía en la costa desierta. Lo primero que el almirante escruta, y su última esperanza, es si la bahía se abre, si podría ser el anhelado «paso». No, la bahía es cerrada. De todos modos, Magallanes ordena el avance. Y como en una somera exploración se comprueba que hay en el paraje frescos manantiales y abundancia de pesca, ordena: «¡Abajo las áncoras!». Sorprendidos, tal vez aterrados, los capitanes y la tripulación se convencen de que su almirante, sin pedir consentimiento a nadie, ha decidido detenerse para establecer su cuartel de invierno en San Julián, una bahía desconocida e inhabitada, en el grado cuarenta y nueve de latitud y uno de los más apartados sitios de la Tierra, que ningún navegante había señalado jamás.

Magallanes: El hombre y su gesta, de Stefan Zweig (traducido por José Fernández)