El día de hoy en un libro (II)

[Gretogarbo]

Ella asintió y quiso darse la vuelta, pero él continuó:
— Hemos introducido su nombre en nuestros archivos, señora Malone. Parece que nuestros agentes ya habían estado aquí antes. Varias veces. —Sacó un trozo de papel del bolsillo—. Quejas por exceso de ruido en abril y junio del año pasado. Y el 5 de marzo y el 19 de mayo de este año.
— Yo no…
— Y un cargo por embriaguez pública, el 12 de noviembre de 1964.
Ella se acarició el pelo y carraspeó.
— ¿Y eso qué tiene que ver con mis hijos?
Muertes pequeñas, de Emma Flint (traducción de Beatriz Galán Echevarría)

[Gretogarbo]

Una cosa sí ha hecho. Se ha puesto en contacto con su cuñada, residente en el viejo castillo, y estamos invitados para el 20 de mayo. Su pérfido hermano no estará en casa (una lástima, me habría gustado ver qué aspecto tiene la auténtica perfidia). Nos alojaremos en el castillo y eso le hace mucha ilusión a Ruth. En cuanto a mí, podré pasear mi cara malva por el pueblo de Bregninge, si resulta ser el verdadero Bregninge (también hay uno en Taasinge y tal vez haya otros en otros sitios) y verla reflejada en la ventana de alguna recoleta casita con techo de brezo. (...)
El pájaro espectador, de Wallace Stegner (traducción de Fernando González Fernández-Corugedo)

[Gretogarbo]

21 de mayo, Ørebyslot, Lolland
Como suele pasarle cuando entro en comunión con mi Geist, Ruth está dormida, esta vez en una cama con dosel de cuatro columnas, un auténtico lit du roi, cuya dúplica ocupo yo. La habitación es enorme —en realidad son dos habitaciones, dos de las más o menos veinte que tiene esta ala—, con ventanas de bisagra a través de las cuales entra la luz de la luna interrumpida a golpes desiguales por árboles y nubes y un aroma a lilas y tilos. Con el movimiento de los árboles azotados por el viento nocturno, la luz de la luna se cuela a través de la habitación y alcanza la cama de Ruth y luego se escabulle hacia atrás hasta las ventanas como si tuviera miedo de despertarla. Ni de broma. En cuanto a mí, estoy aquí encorvado bajo una esmirriada bombilla de cuarenta vatios (¿por qué los europeos tienen tanto miedo de poner una iluminación adecuada hasta en los castillos?) con no más perspectivas de dormir que de comprender lo que nos ha ido sucediendo.
El pájaro espectador, de Wallace Stegner (traducción de Fernando González Fernández-Corugedo)

[emedoble]

Así que la tercera vez que declaró ante el juez instructor el teniente coronel Tejero decidió prescindir del prometido amparo del CESID, contó o inventó sus dos encuentros con Cortina y le acusó de haberle empujado al golpe y de ser su enlace con Armada, y el 21 de mayo, tras ser interrogado por el juez instructor, el comandante Cortina ingresó en la cárcel bajo la acusación de haber participado en el golpe. Unos días más tarde, el 13 de junio, fue procesado el capitán Gómez Iglesias. Ningún otro miembro de la AOME corrió la misma suerte.

Anatomía de un instante, de Javier Cercas

[emedoble]

A finales del mes de junio, todo estaba preparado para emprender la marcha hacia el sur. Éramos un grupo de tres novicios y once monjes de coro, además de algunos legos que solicitaron del abad el permiso para realizar la peregrinación al locus Sancti Iacobi aprovechando la marcha de los monjes. La partida se decidió para el segundo domingo, día de Pentecostés, después de la celebración de una misa solemne como despedida de los que nos marchábamos y de darnos la bendición.

El alma de las piedras, de Paloma Sánchez-Garnica

[emedoble]

En el coche, Olive puso el motor en marcha y salió del aparcamiento. Pasó por delante de una farmacia que era a la vez droguería, del Dunkin’ Donuts, de una tienda de vestidos que llevaba allí toda la vida; luego, cruzó el puente. Más adelante, si continuaba en esa dirección, se hallaba el cementerio donde reposaba su padre. La semana anterior había llevado lilas para ponerlas sobre su tumba, aunque no era especialmente proclive a decorar las tumbas. Pauline estaba enterrada en Portland, y aquel era el primer año que Olive no acompañaba a Henry el último lunes de mayo para plantar geranios en la cabecera de su sepultura.

Olive Kitteridge, de Elizabeth Strout (traducido por Rosa Pérez Pérez)

[emedoble]

El espejismo, en cualquier caso, apenas duró un par de años: al tercero ya había empezado a invadir el Congreso y la opinión pública la certeza de que lo que Suárez llamaba una política de estado era en realidad una política ambigua, tramposa y populista, que buscaba en Madrid los votos de la izquierda y en Ávila los de la derecha, y que le permitía pactar con la izquierda en el Congreso y con la derecha en los ayuntamientos; al cuarto, tras cosechar resultados decepcionantes en las elecciones generales y europeas, surgieron los problemas en el partido, las divisiones internas y los expedientes a los militantes díscolos, y la derecha y la izquierda vieron la ocasión esperada de ultimar a un adversario común y se arrojaron a la vez sobre él en busca de sus votantes de izquierda y de derecha; al quinto año sobrevino el derrumbe: en las elecciones autonómicas del 26 de mayo del 91 el CDS perdió más de la mitad de sus votos y quedó fuera de casi todos los parlamentos regionales, y aquella misma noche Suárez anunció su dimisión como presidente del partido y su renuncia a su escaño en el Congreso.

Anatomía de un instante, de Javier Cercas

[Gretogarbo]

El 3 de enero de 1928, nos cuentan los historiadores, se puso en marcha el Primer Plan Quinquenal, la iniciativa que daría comienzo a la transformación de Rusia y convertiría una sociedad agraria y decimonónica en una potencia industrial del siglo XX. El 17 de noviembre 1929, Nikolái Bujarin, padre fundador, editor de Pravda y el último amigo verdadero de los campesinos, fue desbancado por las maniobras de Stalin y expulsado del Politburó, quedando de este modo despejado el camino para lo que, aunque no se denominara así, era una autocracia. Y el 25 de febrero de 1927 tuvo lugar la redacción del borrador del artículo 58 del Código Penal, la red que acabaría atrapándonos a todos.
“Ahí está el veintisiete de mayo, o el seis de diciembre; a las ocho o las nueve de la mañana.”
Un caballero en Moscú, de Amor Towles (traducción de Gemma Rovira Ortega)

[emedoble]

Lo más extraño del calendario no era tanto el contenido como el hecho de que estuviese desfasado, pues era del año anterior. Seguramente solo lo habían metido para dar mayor consistencia a la caja, y resultaba evidente que estaba muy usado: cada vez que pasaba una página y aparecía la foto o la imagen del hombre del mes, en muchos de los días habían garabateado un compromiso o algo que hacer.
4 de febrero: matriculación coche.
19 de marzo: Maria M. Cumpleaños.
27 de mayo: cena con Walt.
Quienquiera que fuese el dueño del calendario cenaba con Walt el último viernes de todos los meses.

El puente de Clay, de Markus Zusak (traducido por Laura Martín de Dios y Laura Manero Jiménez)

[Gretogarbo]

Sin dejar de contemplarlo arrobado, el joven narraba los incidentes bélicos quitándoles gravedad e importancia: la marcha nocturna sobre Gibilrossa, el enfrentamiento entre Bixio y La Masa, el asalto a la Porta di Termini. “Yo todavía no tenía este emplasto en el ojo, y créame, señorita, que me divertí muchísimo. Cuando más nos reímos fue la noche del 28 de mayo, minutos antes de que me hiriesen. El General necesitaba establecer un puesto de vigilancia en lo alto del monasterio del Origlione; de nada valió que llamásemos a la puerta y nos enfureciésemos; seguía cerrada: era un convento de clausura.
El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (traducción de Ricardo Pochtar)

[Gretogarbo]

29 de mayo, Havnegade, 13
— Polomenos —dijo Ruth esta mañana (en su modo de hablar tiene esos infantilismos o tics del Medio Oeste o apócopes o como se quieran llamar, y otra de sus favoritas es alomojor)—, polomenos, ahora ya te encuentras mejor.
El pájaro espectador, de Wallace Stegner (traducción de Fernando González Fernández-Corugedo)

[Gretogarbo]

30 de mayo
¡Señor! ¿No creen que soy lo bastante mayor como para no meter las manos en el fuego? No estoy escribiendo un libro, ni dirijo un periódico, ni llevo a cabo una investigación criminal. Nadie me contrató como detective privado, no tengo por qué meterme en esto. Pero en esto estoy, de todos modos, y parece que lo que hago principalmente es tratar de no creerme lo que he descubierto.
El pájaro espectador, de Wallace Stegner (traducción de Fernando González Fernández-Corugedo)

[emedoble]

Este decreto contra los diputados y el que en 30 de Mayo de 1814 se dio contra los afrancesados que estaban en la emigración, además de sus ventajas como contra—veneno del constitucionalismo, ofreció el inestimable beneficio de librarnos de toda la plaga de literatos, poetas y prosadores, que desde años atrás habían empezado a infestar al país. —Pues no sé... ¡si no andan listos nuestros gobernantes, buenas se hubieran puesto las cosas! De seguro que Moratín nos habría aturdido con sus comedias y Meléndez con su pastoril caramillo, y Gallego con su retumbante trompa. De fijo que Quintana y Sánchez Barbero y Burgos y Lista y Tapia y Martínez de la Rosa habrían lanzado sobre la afligida nación un diluvio de obras poéticas de diversos géneros, teniendo después el descaro de pretender que el público se las pagara en época de tan poco dinero. También Conde y Toreno nos hubieran mareado con sus historietas, y Antillón y Ciscar con sus obras científicas, soliviantando a la nación y metiendo ruido, para que los españoles despertaran del plácido letargo sabroso en que por fortuna vivían entonces.

Memorias de un cortesano de 1815, de Benito Pérez Galdós

[Gretogarbo]

1 de junio
Tengo que anotarlo antes de que se me olvide algo o empiece a fantasear:
Llamó a la puerta sobre las cinco. Nuestro encuentro fue amable, falso por mi parte, y tomamos una copa. No cenamos nada, solamente un vaso de leche y un poco de queso Rey Cristian IX con semillas de alcaravea. Ella había venido para cumplir la promesa, como estaba seguro que haría, pero primero pasamos por todos los rituales, las preguntas y las condolencias. Cuando eso se acabó, nos miró de frente y apretó los labios, se inclinó y dejó el vaso sobre la mesa, volvió a ponerse recta y cruzó las manos sobre el regazo.(...)
(...)
— Oh, no —dijo Ruth—. ¿Qué fecha tiene la última entrada? ¿Junio? ¿Primero de junio? Nos quedamos casi un mes más. Me acuerdo de que llegamos a casa justo un día o dos antes del 4 de julio. Había mucho más. La llevamos a Roskilde a ver a su amiga en aquel convento para nobles solteras y asistimos a aquella representación de Hamlet en el castillo de Kronborg y pasamos un fin de semana en Ellebacken, ya hacia el final. Vivimos un frenesí de acontecimientos y estuvimos con ella todo el tiempo.
El pájaro espectador, de Wallace Stegner (traducción de Fernando González Fernández-Corugedo)

[emedoble]

-Aló, papá. Sí, soy Dallas. Mira, ¿qué te pare­cería embarcarte el miércoles? En el Mauritania, sí, el miércoles que viene. Nuestro cliente quiere que vea algunos jardines italianos antes de tomar una determinación, y me ha pedido que me suba de inmediato en el próximo barco. Tengo que estar de vuelta el primero de junio...
La voz fue interrumpida por una alegre car­cajada.
-...así que tenemos que movernos rápido. Papá, necesito tu ayuda, por favor ven.
Parecía que Dallas hablara en el mismo cuar­to: la voz se oía tan cercana y natural como si estuviera echado en su sillón favorito frente al fuego.

La Edad de la Inocencia, de Edith Wharton (traducido por María Rosa Duhart)