El día de hoy en un libro (II)

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MADRID, 12 DE ENERO DE 1977

Cuando entré en el Café Lion y le vi sentado al fondo, en la mesa de siempre, nos habíamos dado muchos más abrazos que explicaciones.
—Es una puta pesadilla, Guillermo.

Los pacientes del Doctor García, de Almudena Grandes

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El 13 de enero de 1968, exactamente treinta y cuatro días después de haber cumplido la mayoría de edad, Sonia aterrizaba en el aeropuerto Palam de Nueva Delhi. Tenía un nudo en el estómago. Sus padres y hermanas habían ido a despedirla al aeropuerto de Milán y ni siquiera el duro de Stefano había podido contener las lágrimas.
—Si no te gusta, te vuelves en seguida, ¿eh? —le había dicho mientras su madre le metía en el bolso de mano más medicinas todavía, como si fuese a la selva.

El sari rojo, de Javier Moro

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La Verdad entró en las Bowden aquel invierno de 1906 y pasó por la corriente sanguínea directamente de Ambrosia a Hortense. Ésta creía que, en el momento en que su madre reconoció a Jehová, ella misma fue consciente de ello, a pesar de estar todavía en su vientre. Años después, juraría sobre cualquier Biblia que le pusieran delante que, ya dentro del vientre de su madre, cada palabra del Alba del Milenio que se leía a Ambrosia noche tras noche, pasaba a su alma como por ósmosis. Sólo esto podía explicar por qué le parecía estar «recordando» cuando, años después, siendo ya una mujer, leyó los seis tomos, y por qué podía tapar la página con la mano y recitarla de memoria, a pesar de no haberla leído anteriormente. Por esta razón, cualquier conducto radicular de Hortense tiene que partir de los comienzos, porque ella estaba allí, ella recuerda; los hechos del 14 de enero de 1907, el día del terrible terremoto de Jamaica, los tiene muy presentes, diáfanos y vibrantes como una campana.

Dientes blancos, de Zadie Smith (traducido por Ana María de la Fuente)

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1675.
Archie Jones no podía dar razón de su ascendencia más allá de la azarosa llegada de su padre a este planeta, en la trastienda de una taberna de Bromley, allá por el 1895, 1896 o 1897, según la nonagenaria ex camarera a la que se le preguntara. Clara Bowden sabía algo de su abuela y creía a medias la historia de que su famoso y prolífico tío abuelo P había tenido treinta y cuatro hijos, pero sólo podía afirmar categóricamente que su madre había nacido a las 2.45 de la tarde del 14 de enero de 1907, en una iglesia católica, en pleno terremoto de Kingston. El resto eran rumores, consejas y mitos.

Dientes blancos, de Zadie Smith (traducido por Ana María de la Fuente)

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El 14 de enero de 1980, Indira juró el cargo de primera ministra ante el presidente de la República, rodeada de su familia, de algunos amigos y compañeros de partido, en el resplandeciente salón Ashoka del ex palacio del virrey, cuyas pinturas en techos y muros contaban la historia mitológica de la India eterna. Era la cuarta vez que lo hacía en este mismo decorado, cuya grandiosidad evocaba el enorme poder que le otorgaban.

El sari rojo, de Javier Moro

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El 15 de enero de 2001 (eso indica mi fiel diario) encontré por fin el valor para decirle a R. que tal vez, quién sabe, podríamos empezar a pensar en la posibilidad de romper. Estábamos en casa, en el sofá. No le dije que lo había engañado (se enteraría él mismo varios meses después al leer mi diario). No dejé de sollozar al explicárselo. En el transcurso de aquellos tres años se había convertido en mi mejor amigo. ¿Qué estaba haciendo? Por debajo había un temor más abstracto: ésta podría ser mi mejor opción para un buen matrimonio y todo lo que presagiaba —seguridad, hijos, nietos— y, si ahora me alejaba de él, tal vez me pasara la vida lamentándolo.

Solterona: La construcción de una vida propia, de Kate Bolick (traducido por Silvia Moreno Parrado)

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16 de Enero.
Querido amigo, estoy llena de tristeza. Una gran desgracia me amenaza sin duda. Sospechas tal vez las razones que me movieron a salir de Madrid; mas no las sabes todas. Había algo más que el cambio de personas, algo más que el aislamiento en que me encontraba y la mala voluntad del gobierno francés para conmigo. Vigilada sin cesar por un hombre que tiene hoy en su mano poderosos medios, mi vida ha sido en la corte un suplicio insoportable. Lo que me anonada y confunde es que creí estar aquí completamente olvidada de mis enemigos, y me he equivocado. Hace dos días volvieron a entrar aquí los franceses y con ellos venía el hombre a quien tanto temo y cuya proximidad me hace temblar. Por los oficiales a cuya generosidad apelé, después de la ruina del edificio, supo que estaba aquí. No se ha atrevido a entrar en nuestra casa; mas por las preguntas que ha hecho a individuos de mi servidumbre, comprendo que fragua algún plan abominable contra nosotras. ¿Quién me defenderá? Yo estoy loca, yo me muero de tristeza, de pavor, de sobresalto, y los más negros presentimientos turban mi alma. Inés no sabe ni entiende nada de esto. No le permito separarse de mi lado. Ven pronto, necesito de tu protección como militar. No puedo seguir más tiempo en Cifuentes y estoy meditando el modo de trasladarme a otro punto, caminando al amparo de la partida, para evitar la persecución de mis enemigos. Te repito que vengas pronto. Tu presencia me tranquilizará.

Juan Martín el Empecinado, de Benito Pérez Galdós

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Felipe Ballesteros Sánchez murió por segunda vez, para hacer desaparecer con él al hombre que había suplantado su identidad, el 17 de enero de 1938, lunes, aunque no nos enteramos hasta el día siguiente, cuando el comisario Rodríguez me hizo llegar su partida de defunción al hospital. Tres o cuatro días más tarde, en la Secretaría de la Presidencia del Gobierno recibieron una carta con un extraño remite, «Servicio de Transfusiones del Hospital de San Carlos, Fundación Sierra Pambley, Villablino-Madrid». El texto, compuesto según un código basado en la edición de Bailén que nos había conseguido Pepe, era un completo galimatías en el que, una vez descifrado, constarían mi apellido y el nombre de mi hospital.

Los pacientes del Doctor García, de Almudena Grandes

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Nuestro negocio, tan antiguo como el año que estaba a punto de expirar, arrancó el 17 de enero, lunes, cuando Steinbauer me telefoneó al trabajo a primera hora para citarme al día siguiente, a las cuatro y media de la tarde, en el número 57 de la calle Juan Bravo.
—A esa hora estoy trabajando. Si pudiera ser más tarde...
—No. No posible prima ni más tarde —me respondió en un tono que no admitía réplicas—. Cuatro y media.

Los pacientes del Doctor García, de Almudena Grandes

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Pero esta vez Indira no le escuchó. Al día siguiente, 18 de enero de 1977, sorprendió a toda la nación anunciando elecciones generales al cabo de dos meses. «Será una oportunidad para limpiar la vida pública de tanta confusión», declaró. Sanjay estaba deshecho. Era la primera vez que su madre le desautorizaba.

El sari rojo, de Javier Moro

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Dos páginas arrancadas de un calendario con espiral, de enero de 1975, llevan garabateadas un montón de citas y reflexiones. El día 20, Maeve parafrasea un fragmento del ensayo de Albert Camus Rebelión y arte: «¡Ah!, si una criatura viva tuviera una forma definida». Debajo escribe: «Edith Konecky (Rubin) es el fénix». El día 27 hay una ecuación críptica, pero que se intuye lógica:
Espejo — necesidad — sentimiento. Ventana — mente — observación.

Solterona: La construcción de una vida propia, de Kate Bolick (traducido por Silvia Moreno Parrado)

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El 20 de enero de 1947, casi un mes y medio antes de aquel brindis, María Eugenia León había venido a verme a la oficina.
—Aquí tienes —me tendió tres hojas de papel escritas a máquina—. Como me aburro tanto, he puesto los nombres por orden alfabético, y he subrayado en rojo a los invitados a quienes conozco lo bastante como para invitarlos a comer contigo. Bueno, contigo y con tu amigo, si es que existe.

Los pacientes del Doctor García, de Almudena Grandes

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El 20 de enero, cuando encontré su nombre en aquella lista, estuve andando sin rumbo casi una hora. No sabía qué hacer ni adónde ir, así que acabé en Españoleto 24, interrumpiendo una partida de ajedrez que María Aránzazu ya tenía perdida. Manolo se dio cuenta de que había pasado algo pero su contrincante, que olía la diversión, no nos dejó solos ni un instante. Rehusé su invitación a cenar y me marché a casa confiando en que mi amigo supiera lo que tenía que hacer.

Los pacientes del Doctor García, de Almudena Grandes

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A los seis años tuvo su primer barco y aprendió a navegar. A los catorce anunció que planeaba dar la vuelta al mundo en solitario en un velero. Por su edad le costó conseguir los permisos y además tuvo que llevarse material educativo y comprometerse a estudiar, pero al fin comenzó el viaje el 21 de agosto de 2010, a los quince años, y lo terminó el 21 de enero de 2012, con dieciséis, convirtiéndose en la persona más joven que ha circunnavegado el mundo en solitario.

Nosotras. Historias de mujeres y algo más, de Rosa Montero

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Entré en París el 21 de Enero del 93, y sin saber cómo me encontré en una gran plaza, donde el pueblo estaba reunido para ver matar a un hombre. Este era Luis XVI. Cuando el verdugo enseñó al pueblo su cabeza, yo aplaudí como los demás, gritando: 'Está muy bien hecho'.

Juan Martín el Empecinado, de Benito Pérez Galdós