El día de hoy en un libro (II)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

La estrofa de una canción que cantaban en Ocumare y Choroní todos los 23 de junio apareció en mi mente. Esa letra zafia que oía a lo lejos en el zaguán de la pensión de las Falcón. “Hasta que no suene el plomo, no me voy de aquí. Ay, garabí…”, repetían los negros del pueblo mientras aporreaban los tambores y un enjambre de hombres y mujeres movían las caderas entre vapores de sudor y aguardiente. Mis tías Clara y Amelia se sabían completa la letra y cantaban como quien no quiere la cosa. En la playa bailaban todos juntos en el merequetén, borrachos, codo con codo, nervios como larvas, meneando a un santo de madera hasta la orilla del mar.

La hija de la española, de Karina Sainz Borgo
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Y de repente, al amanecer del día 23 de junio, sonó el teléfono. Sonia sintió un nudo en el estómago. No era una hora normal, y en seguida pensó que podía ser una llamada de la India. Su madre se lo confirmó, de puntillas y en voz baja, para no despertar al resto de la familia: «Es una conferencia... de Nueva Delhi.» Sonia se levantó, se arropó con su albornoz y fue a coger el teléfono al salón. Reconoció entre interferencias la voz nerviosa de uno de los secretarios de su suegra. Ahora estaba segura de que serían muy malas noticias: «Madam... Sanjay ha sufrido un accidente... Ha fallecido.»

El sari rojo, de Javier Moro
Leído: Los años ligeros
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Hamble. Jueves, 23 de junio
Por la tarde, de nuevo, deberes. Todas las madres sabemos que los deberes son una lucha con la que hay que cumplir, pero todas las madres dudamos de esta aseveración. En esta ocasión, fue Richard el encargado de darme la lección infantil.
—Mamá, los deberes son aburridos porque significan que hay una persona que le dice a otra persona lo que tiene que hacer.

Nuestra casa en el árbol, de Lea Vélez
Leído: Los años ligeros
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Re: El día de hoy en un libro (II)

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El martes 24 de junio de 2008, un Gran Jurado popular confirmó el fundamento de las acusaciones presentadas por el fiscal e inculpó oficialmente a Harry de secuestro y de doble asesinato en primer grado. Cuando Roth me comunicó esa decisión, estallé a través del teléfono: «Usted, que aparentemente ha estudiado Derecho, ¿puede decirme en qué fundan todas estas estupideces?». La respuesta era simple: en el informe de la policía. Y en su calidad de defensor, la inculpación de Harry nos daba acceso a éste. La mañana que pasé con Roth estudiando las pruebas fue tensa, sobre todo porque a medida que analizaba los documentos, repetía: «Uf, uf, uf, esto no es bueno. Incluso diría que nada bueno». Yo replicaba: «Eso de que no es bueno no quiere decir nada: es usted el que debe ser bueno, ¿no?». Y él me respondía con mímicas perplejas que disminuían mi confianza en su talento como abogado.

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker (traducido por Juan Carlos Durán Romero)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Niza, 24 de junio de 1962
Querida Ana:
¡Qué sorpresa! ¡No lo podía creer! En todo este tiempo no me dijiste ni una palabra, ni cuando estuvisteis de visita en Navidad, y, sin esperarlo, ese paquete en la forma que más me gusta, rectangular. El manuscrito de tu novela. Por suerte lo recibí antes de mi viaje a Niza y me acompañó durante todo el trayecto en tren. No me preguntes cómo es el paisaje francés, no vi nada.

Azul marino, de Rosa Ribas & Sabine Hofmann
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Gretogarbo
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

— Mira aquí, Liroca —murmuró Inocencio acercándose a su compañero y soltándole en plena cara su aliento aguardentoso—. Vas a ver como cuando se está ahí arriba en la torre le vienen a uno unas ganas horribles de tocar las campanas. ¿Sabes qué noche es hoy?
— No.
— La noche de San Juan.
— ¿La noche de San Juan? ¿De verdad?
— La noche más larga del año. Toca las campanas, Liroca. El pueblo está como abandonado. Anima a la agente, Liroca. ¡Toca la campana! ¡Es la noche de San Juan!

(...)
Empieza a subir lentamente la escalera. La dulzaina sigue tocando fuera… Hombres cantan, lejos… Hoy es la noche de San Juan. En la mente de Valeria está encendida una gran hoguera, hay niños que saltan sobre las llamas, alguien asa una batata en la punta de una vara. Sobre las brasas chirría el churrasco, la grasa cae en las brasas y el olor apetitoso se extiende por el aire. Voces… “¿Lo echamos a suertes, María Valeria?”
(...)
Mañana, 24 de junio de 1884, será un día señalado en la Historia de nuestra idolatrada tierra. Santa Fe conmemorará festivamente su elevación a la categoría de ciudad. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Que las campanas de nuestra bella y majestuosa iglesia llenen los aires con sonidos alegres, anunciando el hecho grandioso. Finalmente, la Asamblea Provincial ha hecho justicia (quae sera tamen), pues ya a todos causaba extrañeza la tardanza en la concesión de fueros de ciudad a nuestra villa, cuando otra localidad menos progresista e importante que la nuestra, y cuyo nombre la discreción manda callar, lo tiene ya desde hace mucho.
(...)
Antes de salir el sol, el día de San Juan, Jacob Geibel, sacristán de la parroquia de Santa Fe, dejó la cama aún medio adormilado, se puso el poncho sobre el camisón de dormir y se dirigió al campanario. Era un homúnculo achaparrado, de piernas cortas y arqueadas, barba rubia y ojos color malva. Había llegado de Alemania hacía cinco años y allí, en Santa Fe y alrededores, era conocido como el “Barbilampiño del Cura”. Pocos, no obstante, podían decir que habían oído su voz: aparte de no saber portugués, el sacristán era un hombre taciturno y antipático, que parecía detestar la relación con la gente. Delante del altar mayor hizo una genuflexión rápida, sin llegar a poner las rodillas en el suelo, se santiguó vagamente y salió arrastrando las chinelas a lo largo del corredor central del templo. Entró en el baptisterio, se quedó un instante rascándose la cabeza y bostezando; después agarró la cuerda de la campana con ambas manos y le dio un brusco tirón.
(...)
Sentado junto a la dueña de la casa, el padre Romano de cuando en cuando movía la cabeza en una grave aprobación. Y sus labios se abrieron en una sonrisa feliz cuando Toribio Rezende afirmó que con el advenimiento del Cristianismo la situación de los esclavos había mejorado, y las manumisiones se hicieron más frecuentes. Entrando en la Roma antigua el orador estudió la situación de los esclavos a la luz del Derecho Romano y, avanzando en el tiempo con botas de siete leguas, pasó dramáticamente sobre la Edad Media y — tropezando con instrumentos de tortura, chamuscándose en hogueras de auto-de-fe — llegó con la frente chorreando sudor a los tiempos modernos. Hizo un detallado resumen de las conquistas del hombre gracias a la Revolución Francesa y después trazó la historia de la esclavitud en Brasil, desde el día en que los primeros esclavos negros pusieron pie en tierras de Santa Cruz hasta aquel momento, aquella “ya histórica” noche del 24 de junio de 1884, en el Sobrado, en que por iniciativa del Club Republicano de Santa Fe, más de treinta esclavos iban a recibir su carta de libertad.
El Continente, de El tiempo y el viento, de Erico Verissimo (traducción de Basilio Losada)
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Gretogarbo
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

— Mi primer hijo —decía— nació cuando vino la tropa carlista hasta las tapias de Madrid. Mi Jacinta nació cuando se casó la Reina, con pocos días de diferencia. Mi Isabelita vino al mundo el día mismo en que el cura Merino le pegó la puñalada a Su Majestad, y tuve a Rupertito el día de San Juan del 58, el mismo día que se inauguró la traída de aguas.
Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

El Sobrado II
25 de junio de 1895: Madrugada
Un grito atraviesa el sueño de Rodrigo, que despierta sobresaltado. Es mamá —piensa él—. El corazón empieza a latirle acelerado. El miedo aumenta en él la impresión de frío, y siente el miedo en la boca del estómago, y hambre y miedo se convierten en una misma sensación de gélido vacío y náusea. No tiene valor para abrir los ojos porque sabe que el cuarto está a oscuras. Con el puñal en las manos y las manos apretadas entre las piernas, encogido y tembloroso, escucha… debe de estar saliendo el hijo —imagina—. ¡Pobre mamá!

(...)
El Sobrado III
25 de junio de 1895: Tarde
Poco después del mediodía, Licurgo sube a la buhardilla y desde ahí permanece mirando a la plaza, donde no ve alma viva. El hombre que está de vigilancia se queja:
— Llevo más de quince horas sin pegar un tiro.

(...)
El Sobrado IV
25 de junio de 1895: Noche
Cuando anochece y un compañero viene a sustituirlo en la vigilancia, Jango Veiga —el mejor tirador de cuantos están en el Sobrado— va a reunirse con los compañeros que se encuentran en la cocina, cerca del fuego. Como la leña se ha acabado, Licurgo mandó quemar algunas sillas viejas y los tablones de las estanterías de la despensa.

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

La información que me había dado Pinkas decía que Nancy Hattaway tenía una tienda de costura y patchwork en un complejo industrial algo apartado de la ciudad, en la federal 1 en dirección a Massachusetts. Me presenté allí por primera vez el jueves 26 de junio de 2008. Era una bonita tienda con un colorido escaparate, entre un snack-bar y una ferretería. En su interior, la única persona que había era una mujer que rondaba los cincuenta años y tenía el pelo grisáceo y corto. Estaba sentada en una mesa de despacho, con gafas de lectura en los ojos, y tras haberme saludado cortésmente le pregunté:
—¿Es usted Nancy Hattaway?
—Yo misma —respondió—. ¿Nos conocemos? Su cara me suena.

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker (traducido por Juan Carlos Durán Romero)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

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—¡Pero si lo grabé! Fue el pasado 26 de junio. Tengo la cinta aquí, mire la fecha.
Puse en marcha la grabadora:
—Me extraña lo que dice a propósito del reverendo Kellergan, señora Hattaway. Fui a visitarle hace unos días y me dio la impresión de ser un hombre más bien dulce.
—Puede dar esa impresión, sí. Al menos en público. Había sido llamado para rescatar la parroquia de St. James, que estaba casi abandonada, tras haber, parece ser, hecho milagros en Alabama. Efectivamente, poco después de su llegada, St. James se llenaba todos los domingos. Pero, aparte de eso, es difícil decir lo que pasaba de verdad en casa de los Kellergan.

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

El 26 de junio, una hora antes del amanecer, Albert prepara seis sándwiches de jamón y los envuelve en papel de plata. Después lleva a Jutta y a Max a la estación en el Prinz 4, la besa en los labios y ella sube al tren con el cuaderno de Werner y la maqueta de la casa en el bolso.

La luz que no puedes ver, de Anthony Doer
(traducido por Andrés Barba y Carmen Mercedes Cáceres)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

El 26 de junio, el radiotelegrafista Potůček, último de los paracaidistas todavía vivo, emite el último despacho de «Libuše»: «El pueblo de Ležaky donde me encontraba con mi aparato emisor ha sido arrasado. La gente que nos había ayudado ha sido arrestada [sólo dos chicas rubias aptas para la germanización sobrevivirán]. Gracias a su apoyo, he podido salvarme y salvar la radio. Ese día, Freda [Bartoš] no estaba en Ležaky. Actualmente, yo no sé dónde está él ni él sabe dónde estoy yo. Pero espero que consigamos encontrarnos. Ahora estoy solo. Próxima emisión, el 28 de junio a las 23 horas.»

HHhH, de Laurent Binet (traducido por Adolfo García Ortega)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

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Para ayer tenía fechas y me fue imposible entrar... ¡buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

El Sobrado VII
27 de junio de 1895: Por la mañana
Al clarear el día irrumpe el viento en Santa Fe. Desde su puesto en la buhardilla, Fandango, a quien correspondió el último cuarto de vigilancia en la noche, contempla el cielo y tiene la impresión de que el viento, con su soplo, va apagando poco a poco las últimas estrellas. De los árboles agitados cae una lluvia mansa. La higuera grande, plateada por la helada, parece una cabeza envejecida durante la noche. Tiritando de frío, el rostro muy próximo a los cristales, sintiendo en la punta de la nariz el contacto helado del vidrio, el viejo capataz espía ahora la calle. Allá está el maragato muerto, todo cubierto de hielo… ¿Quién será ese infeliz? Seguro que algún padre de familia. Mañana podría terminar la revolución, los enemigos de hoy harían las paces, pero los que hayan muerto ya no volverán nunca.

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Viernes 27 de junio de 2008. 7.30 horas. Espero al sargento Perry Gahalowood. Hace apenas diez días que empezó este caso, pero tengo la impresión de que han pasado meses. Creo que la pequeña ciudad de Aurora esconde extraños secretos, que la gente dice mucho menos de lo que realmente sabe. La cuestión es saber por qué todo el mundo calla… Ayer por la noche, encontré de nuevo ese mensaje: Vuelve a tu casa, Goldman. Alguien está jugando con mis nervios.

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