El primer párrafo de...

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magali
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por magali »

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Nathan Bright no veía nada, hasta que de repente lo vio todo.
El hombre perdido, de Jane Harper. Traducido por Jofre Homedes Beutnagel (2021)
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magali
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por magali »

Capítulo 1
Cuando Rosemarie Wunderlich Hermansson se despertó el domingo 18 de diciembre faltaban unos minutos para las seis y tenía una imagen muy nítida en la cabeza.
La noche más oscura, de Håkan Nesser. Traducido por Martin Lexell y Mónica Corral Frías (2021)
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por magali »

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Ocurrió por primera vez un martes por la tarde al pie de las colinas de Hollywood, un cálido día de primavera en que la brisa del mar agitaba los pétalos de los pensamientos recién plantados en nuestras jardineras.
La insólita amargura del pastel de limón, de Aimee Bender. Traducción de Catalina Martínez Muñoz

Club de lectura de agosto, 2022
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magali
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por magali »

UNO
Me había perdido y ya estaba anocheciendo; llevaba horas conduciendo y apenas me quedaba gasolina. Me horrorizaba la idea de quedarme tirado en aquellas colinas solitarias, en la oscuridad, así que me alegró ver una señal que me condujo hasta un taller. Cuando bajé la ventanilla para hablar con el encargado, hacía tanto frío fuera que me subí el cuello de la chaqueta. Empezó a hablar del tiempo mientras me llenaba el depósito. «Nunca ha hecho tanto frío en este mes. Según las predicciones, habrá una helada tremenda». Me he pasado la mayor parte de mi vida en el extranjero, como soldado o explorando zonas remotas. Pero, aunque acababa de llegar de los trópicos y las heladas apenas significaban algo para mí, me sorprendió el tono amenazante de sus palabras. Ansioso por continuar mi viaje, le pregunté cómo llegar al pueblo al que me dirigía. «Nunca lo encontrarás con esta oscuridad; está apartado del camino. Cuando están heladas, estas colinas son peligrosas». Parecía insinuar que solo un tonto continuaría conduciendo en tales condiciones, cosa que me molestó bastante. Así pues, interrumpí sus confusas explicaciones, le pagué y me marché, ignorando su última advertencia: «¡Ten cuidado con el hielo!».
Hielo, de Anna Kavan. Traducción de Ainize Salaberri
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Ashling
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por Ashling »

Como había trabajado durante décadas como traductora de narrativa y de ensayo, del inglés y el alemán al italiano, Anna Maria Giusti estaba familiarizada con una amplia variedad de materias. Su traducción más reciente fue un libro norteamericano de autoayuda sobre cómo tratar las emociones en conflicto. Aunque en ocasiones las superficiales idioteces con las que se encontraba -que siempre sonaban más estúpidas al ponerlas en italiano- la obligaban a reírse, algo del texto volvía ahora a su mente, mientras subía las escaleras hacia su piso.


Testamento mortal, (Brunetti 20), Donna Leon
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Gretogarbo
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Mensaje por Gretogarbo »

Bajo las rojas murallas de París estaba formado el ejército de Francia. Carlomagno iba a pasar revista a los paladines. Ya llevaban allí más de tres horas; hacía calor; era una tarde de comienzos del verano, algo cubierta, nublada; dentro de las armaduras se hervía como en ollas a fuego lento. No hay que descartar que alguno de aquella inmóvil hilera de caballeros hubiera perdido ya el sentido o se hubiera adormilado, pero la armadura les mantenía erguidos en la silla, a todos por igual. De pronto, tres toques de trompeta: las plumas de las cimeras se sobresaltaron en el aire inmóvil como ante una ráfaga de viento, y enmudeció de inmediato aquella especie de bramido marino que se había oído hasta entonces, y que era, está visto, un roncar de guerreros ensordecido por las golas metálicas de los yelmos. Y por fin, le descubrieron avanzando desde lejos, llegaba Carlomagno en un caballo que parecía mayor de lo natural, con la barba sobre el pecho, las manos en el pomo de la silla. Reina y guerrea, guerrea y reina, dale que dale, parecía algo avejentado, desde la última vez que le habían visto aquellos guerreros.
El caballero inexistente, de Italo Calvino (traducción de Esther Benítez)

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Gretogarbo
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Mensaje por Gretogarbo »

La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo. La niña está apoyada en el tronco del árbol, leyendo una revista, cuando oye sus pasos acercándose, el chasquido de las hojas secas al quebrarse, y después lo ve, de pie delante de ella, quizá un poco turbado pero no sorprendido por encontrarla allí, oculta tras los setos. El viejo pide perdón —¡no quise asustarte!, dice— y después le pregunta qué está leyendo, pero entre una cosa y otra —entre la disculpa y la pregunta— a la niña le da tiempo a reaccionar. Esto, responde mostrándole la revista, una revista para chicas. Quizá así —piensa ella—, al ver esa revista que obviamente no es para niñas, creerá que es mayor de lo que es y evitará la temida pregunta —qué haces aquí, a estas horas—, aunque lo cierto es que el viejo se limita a sonreír y a mirar la revista, vacilante. (...)
Cara de pan, de Sara Mesa

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Tatiasha
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por Tatiasha »

Nevaba en Breiland. Copos grandes y lanudos iban posándose por todas partes, como la lana mojada y recién esquilada. Era imprescindible ocultar unas huellas vacilantes, desde las rocas hasta los primeros grupos de casas, había que esconderlas del Dios de Elisif. Él tenía muchas cosas con las que lidiar en su distante cabeza y hasta entonces no había mostrado demasiado interés por las huellas, pero nunca se sabe. Por eso, y solamente por eso, estaba nevando así. Copos suaves y compactos que se derretían sobre la cálida piel de su cara. A su alrededor se evaporaba un templado aire de deshielo que le derretía los carámbanos del pelo rojo, formando húmedos tirabuzones en torno a un dedo invisible.
El cielo desnudo, Herbjørg Wassmo.
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Gretogarbo
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Mensaje por Gretogarbo »

Una mesa camilla, dos sillas, una mesita auxiliar y un estante componían todo el mobiliario del espacio destinado a portería en el número 9 de la calle del Vergel, frente por frente a la fachada del Hospicio de San Fernando. Hacía ya más de un centenar de años hubo por allí algunas casas de placer de gente rica que vivía en el centro de Madrid y esas casas tenían bien cuidados jardines, de ahí quizás proviniera el nombre de calle del Vergel, aunque en las tortuosas callejuelas del barrio ya no quedaban huellas de aquel pasado placentero. El hueco de la portería estaba entre el primer tramo de la escalera y las puertas de dos semisótanos, los de los talleres del zapatero y el carpintero, al otro lado de la caja del ascensor. Allí, en el cuchitril, como solían llamarlo, la portera Mariana Bravo quitaba la mesa en que habían almorzado ella, Ramón Gómez, su marido, y su hijo Monchito, cuando advirtió en el marco de la puerta la presencia de doña Benigna Alcántara, señora de Moranes, la inquilina del primero izquierda. Estaba vestida de calle —tal vez pensaba hacer alguna visita, pues aún no era hora de ir de compras— con un traje azul oscuro, de faya, de dos piezas, y una estola blanca, de seda, al cuello; en vez de sombrero, llevaba una mantilla negra, de blonda. Doña Benigna no presumía de elegante, pero siempre cuidaba su aspecto, y opinaba que las personas de su clase debían vestir con decoro.
La Puerta del Sol, de Fernando Fernán Gómez

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Gretogarbo
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Mensaje por Gretogarbo »

— Ahí fuera hay un hombre que pregunta por su tío, señorita— dijo Rose, respirando entrecortadamente.
Tierra ignota, de Patrick White (traducción de autor desconocido)

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magali
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Mensaje por magali »

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Cómo era
Son poco más de las ocho de la mañana en un oscuro día de febrero del año de gracia de 1952. La depresión atmosférica se ha aliado con el humo del carbón de un millón de chimeneas para cubrir Londres con una espesa cortina. Una fría llovizna cae sobre las calles estrechas y anodinas que se extienden al norte del Soho y al sur de Euston Road. Pero, a juzgar por el oscuro interior de la iglesia de Nuestra Señora y San Judas, un edificio neogótico de piedra gris que se apretuja entre un banco y un almacén de muebles, podría seguir siendo de noche. El amanecer invernal se revela demasiado débil como para penetrar los vitrales, revestidos por una segunda y una tercera capa de hollín y de guano respectivamente; representan escenas de la vida de Nuestra Señora con San Judas, patrón de las causas perdidas, que destaca en primer plano mientras ella asiste a su propia coronación en el cielo. En las hornacinas de las paredes laterales, las velas votivas iluminan de manera intermitente las figuras de yeso de diversos santos, paralizados en actitud de súplica o de exhortación. Lo cierto es que la iglesia cuenta con lámparas eléctricas, que penden del oscuro techo por medio de unos largos cables, como si hubieran hecho descender una serie de linternas hacia el fondo de un pozo; pero, para ahorrar, solo se han encendido unas pocas de ellas: las que se encuentran sobre el altar y sobre la parte central de las primeras filas de bancos, donde se reúne la magra congregación. Mientras murmuran sus respuestas (se trata de una misa dialogada, una innovación reciente destinada a aumentar la participación de los seglares en la liturgia), su aliento se condensa en el aire helado y húmedo, como si sus plegarias se hicieran visibles momentáneamente, antes de ser absorbidas por las inescrutables sombras de la cúpula, atravesada por numerosas vigas.
Almas y cuerpos, David Lodge (CL septiembre 2022)

Almas y cuerpos - David Lodge

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Ashling
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Mensaje por Ashling »

Existe una fotografía de tía Sadie y sus seis hijos sentados alrededor de la mesa del té en Alconleigh.


A la caza del amor, Nancy Mitford
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Tatiasha
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por Tatiasha »

Yo me he pedido a otra de las hermanas :cunao: .
La región de los Cotswold, antigua y pintoresca, plagada de fantasmas y leyendas, es hoy en día una parada frecuente en las rutas turísticas. Tras haber "pateado" Oxford, es una lástima no recorrer unos treinta kiómetros más para ver algunos pueblos históricos con nombres estrafalarios: Stow-on-the-Wold, Chipping Norton, Minster Lovell, Burford. Los pueblecitos han tenido una encantadora respuesta a toda esa atención. Burford, de hecho, se ha convertido en una especia de Stratford-on-Avon en pequeño, con sus antiquísimas posadas cuidadosamente reformadas para conjugar las comodidades modernas con cierto aire Tudor. Hasta tienen Coca-Cola, aunque es posible que te la sirvan del tiempo, y las tiendecitas están llenas de recuerdos del Burford histórico con la discreta leyenda "Hecho en Japón".
Nobles y rebeldes, Jessica Mitford
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Gretogarbo
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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por Gretogarbo »

En aquella isla de las Molucas quedaban unos cuantos jardines de la gran época de las especias, los «parques de especias ». Nunca hubo muchos, y en esta isla, desde hacía mucho tiempo, ya no los llamaban parques, sino jardines.
Las diez mil cosas, de Maria Dermoût (traducción de Rafael Vázquez Zamora)

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Re: El primer párrafo de...

Mensaje por Ashling »

Y es una historia que te podría aburrir pero no tienes que escuchar, me dijo ella, porque ella siempre supo que iba a ser así, y lo fue, cree ella, en su primer año o, en realidad, fin de semana, de hecho un viernes, en septiembre, en Camden, y esto era hace tres o cuatro años, y se emborrachó tanto que terminó en la cama, perdió la virginidad (tarde, tenía dieciocho años) en el cuarto de Lorna Slavin, porque iba a primero y tenía compañera de cuarto, que era Lora, que, recuerda, estudiaba último o penúltimo curso.

Las leyes de la atracción, de Bret Easton Ellis
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