Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Noticias, curiosidades y recursos sobre la literatura y el mundo que gira a su alrededor.

Moderador: Ashling

Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

Además, antes leía libros, sobre todo de poesía. Fue el profesor Nösel quien me contagió esa afición en la época en que estudiaba en la capital, y la conservé como un tic agradable. Cuando salía a hacer uno de mis recorridos, nunca olvidaba llevar en el bolsillo un libro, y a menudo, mientras alrededor se alzaba el gran espectáculo de las montañas, la muralla de los bosques y el damero de los prados, mientras, encima de todas las cosas, el cielo parecía vigilar y contentarse con su infinito estiramiento, yo iba leyendo versos en voz alta, releyéndolos cuando sentía que me provocaban una especie de agradable bordoneo, como un eco de cosas confusas que llevaba en lo más profundo pero no conseguía expresar.
El informe de Brodeck, de Philippe Claudel (traducción del francés de José Antonio Soriano Marco)

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

En cuantas bibliotecas, cafés, autobuses y butacas de diferentes ciudades he llegado a sentir en mi vida la picadura del endiosamiento con un libro en la mano, mi querido Germán, ya ni me acuerdo. «Descubrir el Mediterráneo» llaman a eso los expertos, los profesores; ¿y qué?, lo llaman descubrir el Mediterráneo porque apuntas cosas apasionadamente en las márgenes del libro y en cuadernitos que llevas en el bolsillo y esas notas, cuando las vuelves a mirar al cabo del tiempo, están frías y ni tú las entiendes, no significan nada, y resulta en cambio que ya hay muchos ensayos y libros de crítica perfectamente editados comentando lo mismo pormenorizadamente, llenos de notas a pie de página; bueno, ¿y qué?, cuando te estás hundiendo en el hallazgo de algo inédito, de verdad es inédito en este momento para ti y lo que añoras luego no es tanto lo que pensaste como aquel placer clandestino de cita irrepetible que produce estar dialogando con un ausente, encontrando uno sólo dentro de sí algo vivo que contestarle al libro, como si de repente le hubieras visto la cara al autor que lo escribió o le hubieras oído la voz y él a ti la tuya.
Retahílas, de Carmen Martín Gaite

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
magali
Vivo aquí
Mensajes: 12795
Registrado: 04 Sep 2010 01:30
Ubicación: La beauté est une promesse de bonheur (Stendhal)
Contactar:

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por magali »

La biblioteca de Beechwood contaba con un gran número de libros, la mayoría de los cuales (una criada lo sabe) no habían llegado a abrirse nunca. Pero en una esquina, cerca de un sofá de cuero abotonado, había una estantería giratoria (a ella le gustaba hacerla girar sin ton ni son cuando limpiaba la biblioteca) con libros que era evidente que se habían leído. Sorprendentemente, en un lugar tan adulto había libros que se remontaban a la niñez, la adolescencia o la primera madurez, libros que ella imaginaba que en el pasado siempre habían estado yendo y viniendo de la biblioteca a aquellos cuartos silenciosos de arriba. Había incluso unos pocos que parecían recién comprados, y con ilusión, pero nunca realmente empezados.

Rider Haggard, G. A. Henty, R. M. Ballantyne, Stevenson, Kipling... Tenía buenas razones para recordar los nombres e incluso los títulos de algunos de aquellos libros. La flecha negra, La isla de coral, Las minas del rey Salomón... Recordaría siempre sus sobrecubiertas sucias y deshilachadas, o el colorido exacto de su encuadernación en tela, las arrugas y decoloraciones de sus lomos.
De hecho, de todas las estancias de Beechwood, pese a su carácter levemente amedrentador, la biblioteca era la que más le gustaba limpiar. Era el recinto en el que más se sentía como un ladrón inocuo y bienvenido.

Un día, después de haber oído su solicitud osada, aunque tímida, e incluso un tanto afectada, el señor Niven le había dicho tras una reflexiva y larga pausa:

–Bueno, sí, por supuesto que puedes, Jane...

La pausa habría podido sugerir que estaba autorizando alguna inversión jerárquica en la casa, o tal vez simplemente su desconcierto respecto de un punto de índole práctica: ¿cuándo iba ella a leer, con todos los deberes y tareas a su cargo? ¿Mientras dormía? Incluso podría haber sugerido asombro, si tal facultad no hubiera sido puesta a prueba hacía tanto tiempo, ante el hecho de que su criada supiera leer.

No obstante era una pausa complaciente, incluso bondadosa.
–Por supuesto que puedes, Jane.
Fueron unas palabras mágicas, unas palabras que abrían puertas. Una respuesta diferente –«¿Quién te has creído que eres, Jane?»– podría haberle destrozado la vida.

Ello merecía, por tanto, una de sus mayores reverencias. Como poco.
–Pero antes tienes que decirme qué libro eliges. Y, por supuesto, tienes que devolverlo.
–Por supuesto, señor. Muchísimas gracias, señor.

Se convirtió en una prestataria asidua de la biblioteca de Beechwood, en un régimen cuidadosamente controlado (e intrigado), e incluso fomentado. De hecho las cosas tomaron un sesgo notablemente delicado para el señor Niven cuando se puso de manifiesto qué sección de la biblioteca le interesaba a su sirvienta. Ésta no tenía ningún interés en leer El libro de los mártires de Foxe, ni Vidas de los ingenieros (en cinco volúmenes) de Smiles. ¿Quién querría, por otra parte?
–¿La isla del tesoro, Jane? ¿Para qué quieres leer La isla del tesoro? Son libros para chicos.
El Domingo de las Madres, de Graham Swift. Traducción de Jesús Zulaika.

Imagen
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

¡Un gustazo verte por este hilo, magali!

Aunque ese fragmento tiene perfecta cabida en este hilo, te informo, por si no lo sabes, de que también hay otro específico para citas de títulos de libros: Libros que nos llevan a otros libros.
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
magali
Vivo aquí
Mensajes: 12795
Registrado: 04 Sep 2010 01:30
Ubicación: La beauté est une promesse de bonheur (Stendhal)
Contactar:

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por magali »

Gretogarbo escribió: 20 Sep 2021 11:48 ¡Un gustazo verte por este hilo, magali!

Aunque ese fragmento tiene perfecta cabida en este hilo, te informo, por si no lo sabes, de que también hay otro específico para citas de títulos de libros: Libros que nos llevan a otros libros.
He estado dudando dónde ponerlo... Al final me he decidido por este tema porque el personaje menciona las bibliotecas, y los libros en general, varias veces a lo largo del libro.
Avatar de Usuario
magali
Vivo aquí
Mensajes: 12795
Registrado: 04 Sep 2010 01:30
Ubicación: La beauté est une promesse de bonheur (Stendhal)
Contactar:

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por magali »

—Dígale —siguió ella— que, si no contesto a su carta, es porque no tengo nada donde escribir, ni tan siquiera un libro del que pueda arrancar una hoja.

—¡Ni un libro! —exclamé—. ¿Cómo se las ingenia usted para vivir aquí y sin libros?, si me permite que me tome la libertad de planteárselo. Yo, con frecuencia, y pese a que dispongo de una estupenda biblioteca, encuentro sumamente tristes los días en la granja… ¡Si me quitaran los libros, caería en la desesperación!

—Yo estaba siempre leyendo cuando tenía con qué —dijo Catherine—. Pero el señor Heathcliff no lee jamás; así que se le metió en la cabeza destrozar mis libros. No he visto uno desde hace semanas. Una vez me puse a buscar en el estante de teología de Joseph, para su gran irritación; y otra, Hareton, encontré el montón que escondes en tu cuarto…, libros en latín y en griego, y algunos de cuentos, y poesía; todos, viejos amigos míos. Yo los traje… y tú los cogiste como una urraca coge cucharas de plata, ¡por el gusto de robar, sin más! No te sirven de nada; quizá los ocultaste con mala intención, porque prefieres que nadie disfrute con ellos si tú no puedes hacerlo. ¿O quizá tu envidia inspiró al señor Heathcliff la idea de que te apoderases de mis tesoros? Sabe, pues, que los tengo casi todos escritos en la mente y grabados en el corazón, ¡y eso no podréis quitármelo!
Cumbres borrascosas - Emily Brontë; CL septiembre 2021
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

— ¿Es usted escritora? —inquirió Cosme.
— Así es.
— ¿Y has escrito todos estos libros? —preguntó mi madre con la boca abierta, alzando los ojos hacia los altos estantes.
— Todos no, pero algunos sí.
Cosme intentó buscar en su memoria el nombre de Serafina Matilda Gutiérrez, pero no logró encontrarlo.
— Me parece que nunca he leído nada suyo.
— Oh, seguro que sí, lo que pasa es que no lo sabes.
Aquella contestación dejó a mi tío más descolocado de lo que estaba. Pero decidió seguir indagando porque tampoco se le ocurría otra cosa que preguntar.
— ¿Y sobre qué escribe?
— Sobre absolutamente todas las cosas. Los libros sirven para casi todo, incluso para encender una chimenea o usar un sable.
Y dicho esto, Tilda volvió a ponerse las enormes gafas y a seguir rebuscando entre los papeles.

El Gran Juego, de Leticia Sánchez Ruiz

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

Tilda escribía diccionarios. «Las palabras hay que reunirlas como quien va emparejando calcetines y los mete un en cajón —les explicó a mi madre y Cosme—. Si no tal vez se pierdan, y una sola palabra no es, porque una palabra nunca está sola, contiene muchas, a muchas acompaña. Yo las vigilo, y las uno, y las doy a quien necesite usarlas. Hay palabras que contienen mundos enteros, sensaciones únicas, cosas prodigiosas. Yo las encuentro para que todo eso exista; porque lo que no se nombra, no es».
Serafina Matilda Gutiérrez se vanagloriaba de ser una de las pocas personas que escribía diccionarios sin ayuda de nadie. «Pero, ¿quién mira nunca el nombre de los autores de un diccionario, de una enciclopedia, de un atlas?». Había empezado a coleccionar palabras cuando era niña. Su padre había bajado hasta el mar a pescar con unos compañeros del pueblo y, en el camino, encontraron una casa derribada por las bombas de la guerra. Buscaron entre los escombros por si había algo salvable. Su padre encontró un libro de tapas marrones lleno de polvo y lo metió en la bolsa de la pesca porque, al verlo tan grueso, dedujo que tal vez le sirviera a su hija como distracción. Aquel fue el primer diccionario que Tilda vio en la vida, cubierto de polvo y escamas. Lo guardó bajo la mesa de la cocina con avaricia de urraca. Era allí debajo donde ella se acurrucaba, y básicamente donde vivía, mientras el mundo giraba a su alrededor, y veía los pies manchados de tierra que su padre traía de la huerta, y los tobillos hinchados de su madre, y las ramas secas de las escoba, y las manos que de vez en cuando le acariciaban la cabeza como si fuera un animal doméstico. Le había enseñado a leer y a escribir su tío, que era cura, y había ido a morir a casa. Por un tiempo Tilda desempeñó la tarea de acompañar al moribundo. El cura se entretuvo educando a su sobrina deforme mientras esperaba la muerte. Tilda descubrió las palabras a la luz de una vela en una palmatoria, con el olor del incienso y el orín. Su tío pensó que ese legado era la única herencia que le podía dejar a aquel ser desprovisto de cualquier otra habilidad. Antes de morir le confesó a Tilda que ella no tenía la culpa de estar maldita, como tampoco la tenían los zurdos, ni los pelirrojos, ni los jorobados. Que cuando Dios se despistaba, la Naturaleza hacía estas barbaries.

El Gran Juego, de Leticia Sánchez Ruiz

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

En la biblioteca de la universidad merodeaba por los pasillos, entre los miles de libros, inhalando el olor rancio del cuero, la tela y las páginas secas como si fuese un incienso exótico. A veces se paraba, tomaba un volumen del estante y lo sostenía durante un momento entre sus grandes manos que le hormigueaban al contacto especial con el lomo y las manejables páginas. Luego hojeaba el libro, leyendo párrafos aquí y allá, pasando las páginas delicadamente con sus rígidos dedos, como si su torpeza pudiera arrancar y destruir lo que había supuesto tanto esfuerzo descubrir.
Stoner, de John Williams (traducción de Antonio Díez Fernández)

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

El club de lectura ha crecido. Se ha multiplicado como los proverbiales hongos por todo el lugar y es una actividad cultural dominada casi exclusivamente por mujeres. De hecho, la lectura de obras de ficción ha sido a menudo considerada algo femenino. Muchas mujeres leen ficción. La mayoría de los hombres, no. Las mujeres leen ficción escrita tanto por hombres como por mujeres. La mayoría de los hombres, no. Si un hombre abre las páginas de una novela lo hace porque le gusta que figure un nombre masculino en la portada. De alguna manera le supone una seguridad. Nunca se sabe lo que puede sucederle a esos genitales colgantes si su dueño se sumerge en los sucesos imaginarios concebidos por alguien que tiene sus partes en el interior. Sin embargo, a los hombres les gusta alardear de dejar la ficción de lado: «Yo no leo novelas, aunque mi mujer sí lo hace.» La imaginación literaria contemporánea parece emanar un distintivo perfume femenino. Recordad a Sabbatini: nosotras las mujeres tenemos el don del cotorreo. Pero, para ser francos, hemos sido consumidoras de novelas desde su nacimiento, a finales del siglo XVII, y en aquella época leer una novela tenía un tufillo de clandestinidad. La delicada mente femenina, como recordaréis que he mencionado en otras partes de este libro, podría verse fácilmente afectada si se la expone a la literatura, a la novela en especial, con sus historias de pasiones y traiciones, con sus monjes locos y libertinos, sus mujeres despechugadas y sus diversos señores B., sus violadores y violadas. Al convertirse en un pasatiempo para señoritas, la novela se tiñó de rosa, por si acaso. Tenía su lógica: la lectura es una actividad privada, una actividad que tiene lugar, casi siempre, de puertas adentro. Una joven podría retirarse a sus aposentos con un libro y allí, recostada sobre sus sábanas de seda, embeberse de las emociones y espantos creados por la punta de una pluma de ave y, al requerir para la lectura una sola mano, podría la otra manejarse a su albedrío. En resumen, el temor radicaba en que se pudiera leer con una sola mano.
El verano sin hombres, de Siri Hustvedt (traducción de Cecilia Ceriani)

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

Y, finalmente, dejaos seducir por las palabras, que las palabras, si están bien escogidas y el alma en su justa sazón, pueden prolongar el placer como afrodisíacos y calmar el dolor como analgésicos, que por algo afrodisíacos y analgésicos también son palabras.
Hierba mora, de Teresa Moure (traducción del gallego de la propia autora)

Imagen
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
magali
Vivo aquí
Mensajes: 12795
Registrado: 04 Sep 2010 01:30
Ubicación: La beauté est une promesse de bonheur (Stendhal)
Contactar:

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por magali »

Estaba leyendo Education of a Wandering Man de Louis L’Amour, y pensó que le habría gustado conocer al escritor. De niño había devorado las novelas del Oeste de L’Amour porque las estanterías de su abuelo estaban llenas de ejemplares, pero no había vuelto a leerlo desde entonces. Parker supuso que había subestimado a L’Amour debido a la naturaleza de sus novelas y a que las había relacionado con los juegos de indios y vaqueros a los que jugaba de pequeño, o con las series de televisión que le habían obsesionado por entonces: El virginiano, Casey Jones y Las aventuras de Campeón. Ahora resultaba que L’Amour era la persona que había leído más obras maestras literarias que Parker, hasta el momento, había conocido, en persona o a través de los libros. Había vivido un tiempo como un vagabundo en los trenes de la Southern Pacific, había trabajado como marinero en buques que navegaban por el Atlántico, había sido boxeador, escritor, y siempre tenía un libro a mano. Parker sentía que había encontrado un alma gemela en L’Amour, aunque una mucho más sabia de lo que él llegaría a ser en toda su vida.
En lo más profundo del sur (Charlie Parker 18), de John Connolly. Traducción de Vicente Campos González

Imagen
Avatar de Usuario
Gretogarbo
Vivo aquí
Mensajes: 12162
Registrado: 11 Abr 2007 11:10
Ubicación: Aquí pero deseando regresar

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por Gretogarbo »

magali escribió: 02 Jun 2022 14:23
De niño había devorado las novelas del Oeste de L’Amour...
Llamarse Luis El Amor y escribir novelas del oeste...
Última edición por Gretogarbo el 02 Jun 2022 14:53, editado 2 veces en total.
Recuento 2024
Ayer: Primer amor. Iván Turguéniev
En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender
Hoy: El Puerto Prohibido. Teresa Radice, Stefano Turconi
El inventor. Miguel Bonnefoy
Avatar de Usuario
magali
Vivo aquí
Mensajes: 12795
Registrado: 04 Sep 2010 01:30
Ubicación: La beauté est une promesse de bonheur (Stendhal)
Contactar:

Re: Dedicado a los que sentimos el placer de leer

Mensaje por magali »

Gretogarbo escribió: 02 Jun 2022 14:30
magali escribió: 02 Jun 2022 14:23
De niño había devorado las novelas del Oeste de L’Amour[/centrar]
Llamarse Luis El Amor y escribir novelas del oeste...
Era un pseudónimo: https://es.wikipedia.org/wiki/Louis_L%27Amour

Pero sí, es chocante.
Responder